Me encantaría decir que todo es mío. Pero no, los personajes son de Meyer.
Hay OoC en algunos personajes. O no, quien sabe xD
University Days
Prologo
Hay momentos en los que vuelves la vista al pasado, y sonríes con añoranza, recordando todos aquellos buenos momentos que viviste y que alguna razón u otra, ya no volverían a repetir-se. Este es mi caso. Hace un año que me marché, y añoro aquellos días de una forma casi inhumana, pero, ¿qué se supone que debería hacer? No tan solo conservo los buenos momentos, los malos, también me atormentan. Sin embargo, aunque tuvieras una decisión tomada, de esas que tienes por seguro que nada cambiará, un hecho, un simple gesto, puede cambiarlo todo.
— Vuelve, Bella. Por favor.
Y puede que era solo eso lo que necesitara escuchar, realmente.
1. Apartamento nuevo, gente nueva
Después de dos años viviendo en una residencia de estudiantes, por fin me independizaba a un apartamento. Me había costado un poco encontrar compañeros, pero por fin, mi mejor amiga desde que inicié la universidad, Alice, y un chico de su clase, habían accedido a ser mis compañeros de piso. Al chico no le conocía, tan solo de oídas, y es que mi amiga estaba coladita por él, aunque por lo visto, el chico era más bien pasota, y de este dato se suponía que no sabía nada. Fuera como fuera, no dudaba en que mi nueva vida no sería aburrida.
Aquella mañana de sábado, a una semana del inicio de mi tercer curso en la universidad, llegué al nuevo apartamento, el cual había visto apenas dos meses antes, y había firmado el contrato. Mis padres habían venido para ayudarme a dejar las cosas, pero una vez vieron que todo estaba en orden, me dieron un gran abrazo y se fueron de nuevo a casa, en Forks, de forma que me quedé sola en el apartamento hasta que llegaran Alice y el otro chico. Fui a mi habitación, la cual había elegido meses atrás mediante sorteo con Alice, era la que se encontraba al final del pasillo, justo en medio de las otras dos habitaciones. Alice no se había quejado, ya que la habitación de su futuro novio, como ella le llamaba, se encontraba justo delante de la suya. Me encontraba en mi habitación, desempaquetando y ordenándolo todo, cuando sonó el timbre. Supuse que sería Alice, ya que me dijo que llegaría esa mañana, y me di prisa en ir a abrir la puerta.
—¡Alice! –grité, sonriente, abriendo la puerta principal.
—Creo que no. Eres Bella, ¿cierto?
No pude más que asentir con la cabeza. Delante de mí, se encontraba el chico más guapo que jamás hubiera visto hacia la fecha. Con el pelo castaño, con tonalidades cobrizas, que le caía rebeldemente sobre la frente, con unos grandes ojos verdes que me observaban divertidos, a juego con una media sonrisa dibujada perfectamente en sus labios, que dejaban entrever una también perfecta y blanca dentadura.
—¿Tú eres…?
—Soy Edward Masen, supongo que Alice te habrá hablado de mí.
¡¿Este era el futuro novio de Alice? En aquel momento, mi mente solo podía pensar en una cosa: ¿Por qué a mí carrera no van chicos así? ¡¿Por qué?
—Eh, sí…¡pasa, pasa! –abrí más la puerta, para que pudiese entrar, él y la caja que llevaba en brazos. ¡Y encima era fuerte! Me preguntaba como se vería sin camisa, porque parecía estar la mar de bien. Ah, no, para el carro, deja de pensar en esas cosas, me decía mi conciencia. Bendita conciencia—Alice me había dicho que llegarías esta tarde— añadí, mientras le guiaba a su habitación.
—Bueno, ayer nos comunicaron que el tren que llegaba esta tarde estaba cancelado, y nos ofrecieron el que llegaba ahora. Aunque para cogerlo me he tenido que levantar a las cuatro de la mañana…
—¡¿Tan pronto?
Edward me miró, levantando una ceja, aunque con un rostro realmente inexpresivo.
—Supongo que tú no habrías podido madrugar tanto.
—¿Y porqué supones eso? –inquirí, con el ceño fruncido.
Él se encogió de hombros, aún con aquella mueca de inexpresión total en el rostro:
—Te ves bastante dormilona –y dicho esto, entró en su habitación, cerrando la puerta.
—¡¿Perdonaaa? –le grité a la puerta, a la que estuve a punto de aporrear de rabia. Su apariencia no se correspondía en nada con el interior. ¡Vaya creído!
De mi actitud que seguramente me habría dejado más en evidencia, me salvó de nuevo el timbre. Esta vez sí debería ser Alice, así que corrí a abrir tan solo para decirle el pedazo de neanderthal que era el chico que tanto le gustaba. Pero de nuevo, no era Alice.
—¡Hola, vecina!
Mi cara debería de ser un poema. Delante de mí, se encontraba un chico, muy pero que muy estrafalario. El pelo rubio lo llevaba engominado, unos ojos azules saltones, y una sonrisa bastante alocada, junto con su vestimenta, unos pantalones de pitillo bastante apretados con una camisa rosa con un gran corazón rojo en el centro. Lo dicho, estrafalario total.
—¿Y tú eres…? –el shock que mostraba mi voz no tenia precio.
—¡Mike!¡Vuestro vecino! ¡Aiiis! ¡Es tan guay tener por fin vecinas! –y dicho esto, me dio dos sonoros besos en la mejilla— ¡vamos a ser grandes amigos! Te llamas Bella, según el buzón. O Alice, ese nombre también estaba…
—Sí, soy Bella. Esto…Mike…estoy algo liada deshaciendo la maleta…
—¡Ya! ¿Quieres que te ayude? ¡Soy fantástico decorando!
—Eh, muchas gracias, pero no es necesario…
Mike hizo una mueca, pero enseguida se recompuso.
—¡No pasa nada! Volveré más tarde para dar el visto bueno a vuestro pisito. ¡Pasaros por el mío cuando queráis! ¡Besines! –y dicho esto, se metió en el apartamento de delante nuestro.
Cerré la puerta, aún intentando poner en orden mis pensamientos sobre los acontecimientos ocurridos en el último cuarto de hora. Me dirigí a mi habitación, respirando hondo, al mismo tiempo que Edward salía de la suya, en dirección a la entrada done aún tenía sus otras cajas. Se me quedó mirando, pero yo le ignoré y me encerré en mi habitación, donde seguí ordenando cosas. No habían pasado ni diez minutos, cuando llamaron a la puerta.
—¿Bella?
—¿Qué quieres? –dije en tono bastante cortante. Si una persona me caía mal desde un primer momento, ya era bastante difícil que me cayera bien en un futuro.
—¿Podrías enseñarme el apartamento? No sé donde están las cosas, y…
—¿No te lo puede enseñar Alice más tarde?
—¿No te han dicho que eres bastante maleducada?
Abrí la puerta de mi habitación de un tirón, y mi furia aumentó cuando vi que Edward volvía a tener dibujada aquella sonrisa tan irritante.
—¿Y tú que eres un poco irritante?
— Realmente no.
—Pues ya lo sabes.
Me quedé allí, retándole con la mirada. Pero no, no había manera de quitarle aquella sonrisa tan estúpida de su boca.
-Me siento halagado.
Gruñí y fui a cerrar de nuevo la puerta, pero Edward me lo impidió, poniendo un pie en medio.
—Deberías controlar ese genio tuyo, te enfadas por nada.
—No es cierto.
—Sí lo es.
Respiré hondo y apoyé mi cabeza en un lado de la puerta.
—Bien, no hemos empezado con buen pie.
—En eso te doy la razón. ¿Volvemos a empezar? Soy Edward Masen –dijo, dándome la mano, la cual estreché, algo reticente.
—Bella Swan –respondí, forzando una sonrisa. Venga, iba a darle una segunda oportunidad. Todo el mundo se la merecía. Y tampoco parecía tan mal chico, puede que tan solo lo hubiera malinterpretado…
—¿Quieres salir conmigo, Bella?
O puede que no. Ahora no evitó que le cerrara la puerta en las narices.
—¡Eh, que era broma! –gritó a la puerta cerrada.
—¡Más faltaría! –repliqué, y para mi desgracia, noté como me había ruborizado. ¡Arg!
Alice llegó más tarde. Me tocó abrirle a mí, porque Edward estaba ocupado poniendo seguramente su magnifica ropa en el armario, o haciendo a saber que otra cosa perfecta. Bah.
—¡Belly! –gritó Alice, abrazándome— ¡me alegro tanto de verte!
—Ali…no puedo…respirar…
—Ups, perdón –rió— ¡ayúdame a entrar las maletas, porfa!
—Claro...—cuando se me ocurrió una fantástica idea— o no, espera aquí.
Dejé a una anonada Alice en la puerta y corrí a la habitación de Edward. ¡Ja! Llevar las maletas de Alice que pesaban toneladas hasta su cuarto seria un buen castigo para ese tipejo.
—¡Edward! –dije, intentando no gritar para que Alice no me escuchara y así darle una sorpresa.
—¿Ahora me quieres? –fue su respuesta, al abrir la puerta.
—Oh, no tendrás esa suerte. ¿Podrías ayudar a Alice a entrar sus maletas? Graciaaas.
No le dejé terminar, ya que me metí en mi habitación, con una gran sonrisa plasmada en mi rostro. En apenas un minuto, escuché un grito, seguido de un:
—¡Edward, ya has llegado!
Bien, ya estábamos los tres en el apartamento. Vaya año me esperaba.
¡Hola gente! Bienvenidas (o bienvenidos) a la historia, y muchas gracias por leer. Esto ha sido como una introducción, los próximos capítulos serán más o menos de esta extensión o incluso más largos. Me gustaría saber vuestra opinión, es la primera historia que cuelgo en Fanfiction. Mejor dicho, es el primer fic que hago, y me gustaría que me ayudarais a seguir diciendo que os ha parecido :)
¡Intentaré seguir lo antes posible!
Que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte ;)
