Una historia que llevó mucho tiempo de escritura, que completé pero no subí a este sitio. Por fin, completa y mejorada. La próxima historia será una continuación, ya que por fin tengo tiempo de escribir y mi cuenta de regreso.
LA TRAMPA
Gumball se encontraba de regreso a casa, un poco más temprano que lo habitual, y lo peor: En pleno viernes. Con la mirada baja, algo decepcionado y furioso, tenía que resignarse a que sería un aburrido viernes, sin nada que hacer. Todos sus amigos y compañeros irían a casa de Tobías, pues él estaba organizando una fiesta. Pero Gumball no había sido invitado. Darwin se lo había revelado.
- ¡Lo siento hermano! Pero es que tengo que asistir. ¡Es la fiesta del año!
- ¿Pero si es la fiesta del año, por qué no estoy invitado Darwin? – preguntó Gumball. - Todos saben que no existe una fiesta sin mi presencia.
- Porque Tobías te odia desde aquella vez que llevaste fuegos artificiales a la última fiesta que hizo.
- ¡El habló de ir completamente prendidos a su casa!
- Sí, pero no se refería a que hicieras una montaña de cohetes varios de dudosa procedencia y que los explotaras...
- ¡Fue divertido!
- ...ADENTRO de su casa...
-¡Tobías estaba exagerando!
- ...En la habitación de sus padres.
- De acuerdo, de acuerdo. Entiendo que Tobías no quiere verme cerca con mi hermosa presencia llena de radicalismo y genialidad. – El ego de Gumball subía por los aires. – Pero, ¿por qué tienes que ir? ¡No me dejes solo! No habrá nadie, solo Anaïs, papá y mamá. ¿Acaso crees que puedo divertirme con ellos?
- Amigo, sólo será una tarde y una noche. No te pasará nada malo. Hay Internet, hay videojuegos, y además tendrás la casa sola. Señor Papá y Anais irán al show de Daisy sobre Hielo. Y mamá regresará en la noche. Así que tranquilo. Yo te contaré con lujo de detalle lo que ocurrió en la fiesta. Volveré alrededor de las 10, cuando papá venga por mí.
- Gracias... Darwin. – El pez anaranjado salió corriendo lleno de emoción, ya quería estar en la fiesta.
"Estúpido Tobías y su estúpida casa con la estúpida habitación de sus padres propensa al fuego." Gumball se encontraba completamente furioso. "Ahora debo quedarme en casa por culpa de ese pequeño incendio. ¿Qué se supone que haga? ¿Y si Penny se aloca y empieza a besarse con otros chicos? ¿Qué tal si se pone a bailar con Tobías y se besan?"
Gumball se abofeteó. "No, no puedes pensar en eso. Solo relájate y respira..." El pequeño gato azul entró rápidamente a su casa, arrumbó su mochila en su cuarto, y se dedicó a prender la computadora.
- Bueno, al menos tengo tiempo de calidad para mí... - Se dijo calmado.
Acto seguido, Gumball procedió a ponerse unos audífonos, poner algo de música y abrir Loogle en una sesión privada.
- A ver... " ". – El sonido del tecleo se volvió intenso. – Por fin podré ver si este sitio web es la gran cosa como dicen.
El rumor decía que una persona anónima en la escuela había creado ese sitio web (se especula que fue Boberto), y que mediante la habilidad de tomar fotos y vídeos infraganti, había hecho una enorme colección de las chicas de Elmore en sus momentos más íntimos. Incluso se decía que algunas chicas habían hecho sets de ellas mismas y las habían subido a la página. "¿Sería eso cierto?", se preguntaba Gumball.
Al entrar al sitio web, no veía nada del otro mundo. Fotos robadas de los FaceTimes de las chicas. No había nada sexy, o especial, ni oculto. Los rumores eran falsos. De pronto, un link lo sorprendió.
"Contenido Exclusivo"... Me pregunto si será algo bueno.
Al dar el click, aparecieron los sets de las chicas que habían tomado fotos de ellas mismas desnudas o semidesnudas, y las habían subido a la página. La mayoría eran de grados mayores, casi de graduación, Gumball no conocía a ninguna. Pero de pronto, una foto llamó su atención...
- Es... No puede ser. No puede ser... – Una sonrisa macabra iluminó sus labios.
Ahí estaba ella. Con su cabello de colores amarillo, naranja y rosado, su banda en el cabello, su blusa blanca y su falda amarilla. Posando de una manera atrevida, y poco a poco mientras avanzaban las imágenes, se retiraba prendas de ropa, hasta quedar completamente desnuda. Era nada más y nada menos que la hermana de Tobías: Rachel.
- Creo que ya tengo mi dulce venganza Tobías... Diviértete intentando ligar a mi chica, yo me divertiré viendo a tu hermana... – Gumball procedió a ponerse cómodo, a desvestirse completamente mientras avanzaba el carrusel de imágenes y a darse algo de placer.
Nicole conducía deprisa a casa. Había sido una jornada corta pero estresante en la fábrica del arcoíris. El trabajador más inútil de toda la fábrica había activado accidentalmente la alarma contra incendios, pensando que era una palanca para acelerar la producción, lo cual provocó pánico entre los trabajadores, quienes saquearon, quemaron, destrozaron y sobre todo, arruinaron la fábrica, parando tanto la producción como arruinando lo ya hecho, presas del caos. El jefe de la fábrica, completamente iracundo, empezó a despedir a gente al azar, y mandó a todos a sus hogares temprano.
"Al menos logré mantenerme a salvo de todas esas bestias..." Pensaba Nicole para sus adentros, mientras conducía. Había puesto una barricada en una puerta, y ahí se había quedado por un largo tiempo. Ella no quería problemas. Suficiente tenía con mantener a una familia, llevar las cosas al hogar, trabajar sin descanso en un lugar lleno de gente incompetente y sobre todo, tener un sueldo que apenas alcanzaba para lo básico.
- Lo único que me consuela es que al menos la casa la tendré sola el día de hoy. Nada de quehacer, nada de preocupación ni estrés. Richard y Anaís están en el show de Daisy la burrita, y volverán alrededor de las nueve de la noche. Darwin el día de ayer me pidió permiso para ir a la fiesta en casa de Tobías, y por consiguiente, Gumball se quedará allá también, y volverán a las 10, cuando Richard pasé por ellos. Eso quiere decir... ¡No tengo nada que hacer toda la tarde y noche! – Nicole sonrió alegremente, por primera vez en años tenía tiempo libre, sin nada que hacer o de que preocuparse.
Nicole se estacionó con demasiada alegría y emoción en sus venas. Había tantas horas que aprovechar, apenas eran las 2:00 de la tarde. Ocho horas completas para ella. Se acercó a la puerta, y tras abrirla, preguntó:
- ¿Hola? ¿Hay alguien en casa?
Silencio absoluto. Nicole ignoraba que arriba, su hijo se encontraba encerrado en su cuarto, con audífonos, masturbándose mientras veía fotografías de Rachel.
- ¡No hay nadie! – Nicole empezó a bailar de alegría. – Por fin el tiempo que me merezco. Necesito un baño sumamente relajante, para aliviar tensiones que queden del trabajo, y de ahí ya sabré que hacer para continuar con esto...
Al llegar a su cuarto, la gata azul empezó a desvestirse, sin importarle llevar una toalla. Al fin y al cabo, era su casa completamente sola. Se acercó a la ducha del pasillo, llenó la tina de agua caliente, y mientras ésta se preparaba, volvió a su cuarto.
- ¿Dónde estará?... – Nicole empezó a buscar en sus cajones. - ¿Dónde lo habré...? ¡Aquí está! ¡Pensé que te había perdido para siempre cariño! Años sin usarte me hicieron olvidarme de ti, jejeje.
Ese objeto al cual Nicole le hablaba, era un dildo color azul, de un tamaño mediano. Lo volvió a meter a su cajón después de eso. Acto seguido, acomodó la ropa interior que usaría. Tenía planeado usar por completo las ocho horas.
- Realmente necesito un buen baño, y una buena sacudida.
Nicole se acercó al baño, lista para relajarse y tener un tiempo de placer. Cosa que no hacía muchas veces. Se introdujo en la tina, y empezó a tararear.
Gumball, por su parte, ignoraba todo el alboroto y el sonido del agua que hacía su madre. Se encontraba demasiado concentrado y excitado tocándose, viendo cada una de las fotografías con detalle. Su momento de clímax había llegado, lleno de pequeños gemidos.
- Uffff... Maldición, maldición. Tengo que limpiar este desastre.
Completamente desnudo, Gumball empezó a correr rumbo al baño, con todo y audífonos puestos, pero el baño se encontraba cerrado. Nicole, por su parte, estaba tan entrada en el sonido del agua y el vapor, que ignoraba que afuera alguien trataba de entrar.
- Diablos, espero que haya algo por aquí que me pueda servir...
Gumball empezó a buscar en su cuarto algo de papel, pero no halló. Entonces recordó que su padre tenía siempre servilletas a la mano mientras comía en su cuarto. Decidió correr rumbo al cuarto y buscar esas servilletas.
- ¿Dónde encuentro todo eso? ¡No hay nada!
Desesperado, abrió los cajones de su madre. Ahí, encontró la ropa interior que Nicole había elegido: un conjunto negro con encajes atrevidos. Se veía demasiado bien, y erótico. Sin embargo, no era lo que buscaba. Gumball aventó los audífonos a un lado, y decidió buscar bajo la cama, escabulléndose en ella. De pronto, un ruido le heló la sangre.
- Mmmm, nada como un rico baño caliente. Me siento completamente relajada, ahora puedo hacer lo que quería...
Era Nicole. Había salido del baño y se dirigía al cuarto.
"Mierda..." Pensó Gumball. "¡Si mamá me ve aquí y desnudo me mata! Debo quedarme aquí y sin hacer ruido".
Escondiéndose bien bajo la cama, Gumball evitó hacer mínimos gestos y respiraciones. Solo lo necesario. Alcanzaba a ver los pies de Nicole llegando a la cama. Probablemente se vestiría y saldría. Ya tenía el plan en su mente, esperaría a no oírla más y saldría corriendo arrastrándose pecho tierra por la alfombra de la casa hasta su cuarto, y de ahí no saldría.
"Tengo entonces que actuar con precaución." Gumball esperó unos minutos sin ver y esperó a no escuchar ruidos. En su mente, creyó que su madre había salido. Era el turno de arrastrarse a la puerta y escapar. Comenzó a moverse rápidamente, sin hacer ruido, ya estaba cerca de la puerta y...
- Mmmm... Ohhh, si...
Nicole seguía ahí. Desnuda, tocando sus pechos mientras estaba recostada en la cama, lista para darse placer. Gumball volteó...
- ¡M...MA... MAMÁ!
- ¡GUMBALL!
- ¡AHHHHHH!
- ¡AAAAAAHHH!
- ¡AAAAHHH!
Ambos gritaron. Gumball corrió a su cuarto y se encerró. Nicole trató de ocultarse bajo las cobijas. Ambos se habían visto completamente desnudos. Gumball había visto a su madre a punto de tocarse, y había tenido una erección al verla. Nicole vio a Gumball desnudo, excitado, y eso la había shockeado, pero... algo le había parecido bien. También a Gumball.
Gumball estaba en pánico. ¡Había visto a su madre desnuda! ¡La había visto sin nada, al natural! Y se veía... bien. Mejor que el joven cuerpo de Rachel... A pesar de que su madre se acercaba a los 40 años, tenía un cuerpo escultural, unos senos formados, y por todo el ejercicio que hacía, se veía de unos 20 años desnuda... Pero no podía pensar en eso. Estaba mal... ¿Y por qué de pronto tenía una erección al imaginar a su madre masturbándose frente a él?
Estaba mal, pero... se sentía tan bien. Gumball se imaginó a Nicole comiendo cada centímetro de su miembro... Ya no podía responder.
Nicole tomó su dildo... y de pronto se enteró. Gumball estaba mucho mejor dotado que su herramienta. Una sonrisa pasó por sus labios. Algo que según su moral, estaba mal, pero según su ardiente cuerpo, se sentiría muy bien. Algo que tenía ganas de hacer, y experimentar. Pero... era su hijo. ¿Debía pensar en él así?
Al diablo, claro que podía. Nicole se puso rápidamente su ropa interior, y encima, su ropa habitual. No estaba pensando con claridad. Estaba tan excitada que sólo quería aprovechar el momento. Quería cogerse a Gumball, quería hacerlo. Ahora mismo. En su cuarto. Hacia allá se dirigía. El mismo cuarto en el que Gumball estaba bajo las cobijas de su cama tocándose, pensando en Nicole.
*TOC TOC TOC*
La puerta se abrió despacio.
- ¿Gumball? ¿Estás bien? – La voz de Nicole interrumpió el cuarto del pequeño gato azul. Este rápidamente se tapó bajo las cobijas, intentando ocultar lo que estaba haciendo, respirando agitadamente.
- S...Sí, estoy, emmm... estoy bien. Jeje...
- No te noto muy bien minino... ¿Realmente te sientes bien?
Gumball tragó saliva. Trataba de esconder realmente todo su cuerpo tras las cobijas. En especial la erección que tenía entre sus manos. Hace unos minutos había visto el cuerpo desnudo de Nicole, y eso lo tenía excitado.
- En serio... En serio estoy bien. – Gumball hizo una mueca para probar que se encontraba bien, pero se veía forzado.
- No te creo... – Nicole sonrió un poco, pero esa sonrisa tenía otras intenciones.
Lentamente, ella empezó a acercarse a la cama de Gumball, y pasó al lado de la ahora suspendida computadora, Gumball por su parte trataba de sumergirse entre las sábanas, pero el menear lento de Nicole le daba un espectáculo que él no podía ignorar. Ella sonreía con los ojos entrecerrados, imaginando las cosas que podría hacer con él...
- Escucha, Gumball... – Nicole rompió el silencio cuando estuvo por fin a su lado, y acarició lentamente la cabeza de Gumball. Su voz sonaba dulce y tierna, como si estuviera preocupada. – Quiero disculparme por lo que acaba de pasar... No era mi intención que vieras lo que observaste...
- Mira... No, no te...
- En serio, realmente eso que pasó allá fue un accidente, y en serio quiero pedirte una disculpa...
- No pasa nada... Yo también cometí el error de ir a tu...
- Shhhh... Tranquilo cariño. – Nicole puso sus dedos en la boca de Gumball para callarlo. – Lo que quiero decirte es que, bueno, quiero recompensarte por eso. Por ese pequeño accidente, para que me disculpes...
- ¿R...Recompensarme?
- Claro que sí minino... Tienes que entender que estoy aquí para todo lo que necesites y gustes... Y cuando digo todo, quiero decir TO-DO.
Ese último "Todo" había sonado muy cerca de los oídos de Gumball. Su piel se erizó al oírlo. Tragando saliva, trataba de ocultarse más y más.
- No... No es necesar... necesario.
- Claro que lo es cariño. Es necesario, para ti... – Nicole sujetó a Gumball de los hombros, acariciándolo. – Y es necesario para mí... Solo quiero que lo disfrutes...
Gumball reconoció de repente la mirada en los ojos de Nicole. Esa mirada que hacía al estar decidida en algo. Y si algo podría decirse de ella, es que cuándo Nicole quería algo, no lo dejaba ir. En este caso, Nicole lo quería a él. No había salida. De pronto, Gumball se dio cuenta de que su madre lo sujetaba fuertemente de los hombros, acercándose cada vez más a él.
- Sé que te gustó lo que ocurrió hace rato minino... Quiero que lo disfrutes... – Acto seguido, los labios de Nicole estaban sobre los de Gumball, y sus manos trataban de quitarle su suéter de manga larga.
Del otro lado, Gumball estaba shockeado, no sabía cómo reaccionar ante lo que pasaba. Una parte de él trataba de poner resistencia y evitar lo que ocurría, retrocediendo, pero Nicole no lo dejaba, al contrario, esto hacía que ella avanzara más y más, eliminando cualquier espacio de escape.
- ¿Con que quieres jugar, eh Gumball? – contestó ella de manera retadora. – Tu bien sabes que yo nunca pierdo...
Rápidamente, Nicole le retiró el suéter a su hijo, y con fuerza, amarró las manos de Gumball a la cabecera de su cama con su propio suéter.
- Te lo advertí... – Nicole sonrió y tiernamente empezó a juguetear con los brazos de Gumball.
- ¿M... Mamá? ¿Qué me... vas a hacer?
- Creo que la pregunta correcta es... "¿Qué me vas a hacer tu a mi?"
- ¿Con q... qué? ¿A qué cosa te refieres...?
- Vamos cariño... Tú sabes bien a que me refiero.
Acto seguido, las manos de Nicole estaban sobre los pantalones de Gumball, buscando desesperadamente algo.
- Aquí está... Parece ser que a pesar de todo esto, sigues muy duro minino... – Nicole empezó a frotar sus manos sobre el pantalón de Gumball, quien empezaba a liberar su enorme erección. – Lo que sé es que nos vamos a divertir mucho con esto.
Nicole desabrochó el pantalón de Gumball, el cual pataleaba y trataba de resistirse a sus instintos naturales.
- No trates de luchar cariño. Es inútil. Pero si insistes...
- ¡No! Espera... no... Aggggh... – De pronto, Gumball sintió como las manos de Nicole empezaban a recorrer su miembro de arriba hacia abajo, lentamente. La sensación era única, pero sus pensamientos se hacían puré. Nicole empezaba a tocar a Gumball con más entusiasmo cada minuto, mientras sonreía de manera pícara.
- Eso es... Déjate llevar por mis manos cariño...
Gumball trataba de resistir. No podía creer lo que pasaba. Mientras más resistencia ponía, más excitada se encontraba ella, y lo peor... que muy en el fondo más excitado se ponía él. Esta excitación lo hizo soltar un leve gemido.
- Fantástico... Estás entendiendo lo que quiero... – Nicole se lamió sus labios – Ahora te has ganado un pequeño incentivo...
Las manos de ella sosteniendo su miembro se empezaron a mover más rápido y más fuerte. Gumball se encontraba rojo, luchando con todas sus fuerzas para no ser sometido por su madre, pero estaba perdiendo. Y sabía que perdería completamente si de pronto ella hacía...
La sangre se le congeló a Gumball. El mismo empezó a sentir como la lengua de Nicole empezaba a descender por su pene. Lamiéndolo como si fuera un caramelo. Con eso, Gumball sabía que estaba perdido.
Los labios de Nicole empezaron a descender poco a poco, primero en la punta, jugando con cada centímetro de Gumball, descendiendo más y más al punto en que poco a poco, tenía todo el miembro de Gumball en su boca.
- Ma... mamá... No...
Nicole se detuvo un momento.
- No pares... por favor. – Gumball se había rendido por completo.
Nicole separó sus labios del miembro de Gumball.
- Eso era lo que quería oírte decir minino. – Acto seguido, volvió a succionar y masturbar fuertemente al pequeño gato.
- Daisy, Daisy, es Daisy, Daisy la burrita...
- Anaís, tranquila tesoro. Estamos a punto de entrar al show...
En el centro de espectáculos más retirado de la ciudad, Richard y Anaís se encontraba esperando en la fila para entrar al show de Daisy la burrita. Anaís se encontraba cantando y brincando alegremente, con brillo en sus ojos infantiles.
- ¡No puedo esperar a ver a Daisy sobre hielo! ¡Esto será mejor que esa vez que fuimos a ver Daisy el musical! Porque... esta vez sí compraste los boletos, ¿verdad papá? ¿No los dibujaste como la otra vez del musical, cierto?
- Tranquila cariño. Esta vez tu anciano padre supo que si dibujas boletos y tratas de entrar a la fuerza con ellos te arrestaran. ¡No quiero que se repita eso y por eso te prometo el mejor día de tu vida!
- ¿¡Si los compraste!? – Anaís sonrió enormemente
- ¡NO! ¡Algo mejor! – Richard tomó aire y empezó a gritar - ¿¡Alguien tiene boletos que le sobren?! ¡Un revendedor o algo por ahí por favor! ¡Pagaré buen dinero para que me permitan entrar con mi hija a pasar un momento familiar!
- ¡PAPÁ! ¿Por qué no los compraste?
- Era comprar los boletos o comprar el salami que me he estado comiendo toda la semana...
- ¡Nos hicimos tres horas y media para llegar aquí!
- ¡Sí! Pero... ¿no te encantan los momentos padre e hija? – Richard sonrió alegremente mientras los policías lo veían fijamente.
- Volvamos a casa antes de que te arresten... otra vez. – Anaís volvió a resignarse de que no vería a Daisy...
En casa, las cosas estaban un poco fuera de control. El cuarto de Gumball era un caos. Nicole movía su cabeza frenéticamente succionando a Gumball, mientras este continuaba amarrado, observando fijamente a su madre.
- Duras mucho minino... 15 minutos y sigues tan... delicioso... – Nicole sonrió viendo fijamente a un amarrado Gumball. – Creo que es turno de que realmente nos divirtamos.
Acto seguido, Nicole se levantó de la cama y empezó a caminar hacia el centro del cuarto. Dándole la espalda a Gumball.
- ¿Qué... qué estás haciendo?
- Cállate y disfruta el show Gumball... – La voz de Nicole sonó lo más dulce y seductora posible.
Mientras bailaba y meneaba sus caderas, poco a poco la ropa de Nicole empezó a caer. Primero la blusa, con todo y collar, se desvaneció lentamente ante los ojos de Gumball, revelando los tirantes de un bra negro. Sin voltear, Nicole empezó a inclinarse hacia adelante, y poco a poco, su pequeña falda empezó a caer mostrando su trasero con el conjunto que tenía.
- Bo, bonito trasero... – Gumball se encontraba boquiabierto, mirando el cuerpo semidesnudo de Nicole.
- ¿Te gusta lo que ves?
- Me.. me encanta...
- Entonces supongo que te fascinará esto... – Las manos de Nicole se movieron hacia el broche de su bra y lo retiró de su espalda, dejando caer de golpe la parte de arriba de su conjunto... y después, se dio la media vuelta.
Gumball estaba hechizado por lo que veía. Los senos desnudos de Nicole se veían perfectos en su escultural cuerpo, completamente redondos, medianos y formados, parecía que no habían pasado los años en ellos. Como bien lo había visto, el cuerpo de Nicole parecía el de una chica de 20 años, delgado, en forma, liso... y con una textura suave. Gumball reaccionaba al ver esto.
- Creo que alguien está en shock... – Nicole empezó a jugar con sus senos. – Bueno, quizá pueda despertar a esa personita haciendo...
Dando la espalda de nuevo, Nicole se inclino y empezó a retirar sus panties. Sus piernas firmes y su trasero se veían perfectos a contraluz del cuarto, y Gumball lo sabía bien, mientras su erección crecía. Mostrándose desnuda y a merced de Gumball, la gata azul se dio una pequeña nalgada en el trasero.
- ¿Te gustaría hacerme eso, verdad cariño?
Gumball tragó saliva.
- ¡AH! – Nicole se dio de nuevo otra nalgada – Si eres un buen gatito, te dejaré hacerme esto...
El pequeño gato asintió con la cabeza y observó como Nicole empezaba a acercarse a él de nuevo. Completamente desnuda, casi etérea, como un ángel divino bajando del cielo, dispuesta a complacer todas sus fantasías.
- Se lo que piensas amor... – Nicole empezó a tocarse con una mano mientras que con la otra sostenía a Gumball – Pero lo que yo pienso es mucho más delicioso...
Ella empezó a acercar lentamente su cuerpo al de él, montándose en cuclillas sobre el todavía amarrado Gumball, frotando sus senos contra la barbilla de él, y su trasero contra su miembro, y con un beso en los labios, mencionó:
- Te quiero dentro minino... Te quiero ahora...
"Esto no puede estar pasando, esto no puede estar pasando, esto no puede estar pasando... Esto ESTÁ PASANDO..." La cabeza de Gumball era un manojo de emociones en estos momentos. Nicole estaba sobre él, contoneándose, despertando sus más oscuras fantasías, invitándolo a hacer algo malo, pero que en el fondo quería hacer.
Por otro lado, Nicole solo sonreía. En su mirada podía verse años de represión sexual contenida. Esta vez todas esas ganas se irían, no importaba si las sacaba con su hijo, solamente quería saciarse a más no poder. Y quizá, podía volverlas un poco más extremas.
Ella de pronto tomó la prenda más cercana a su mano, su blusa, y acto seguido amordazó a Gumball. Este se le quedó mirando, desconcertado, sin saber cómo reaccionar a esa actitud.
- Lo siento cariño... Pero si quieres jugar conmigo, tendrás que jugar con mis reglas. Y esta es mi segunda regla, ¿entendiste?
- Mmmhmmm... – Gumball asintió con la cabeza.
- Bien dicho... Ahora... realmente quiero esto... – mencionó ella sin dejar de contonear sus caderas encima del miembro de Gumball. Sentía como su cuerpo entraba a una sensación caliente por dentro, humedeciendo sus partes íntimas antes de consumar su maligno acto... Esto estaba bien para ella. Nicole realmente era una mujer demasiado juguetona, en el mal sentido.
Nicole tomó de los hombros a un amordazado y amarrado Gumball, y empezó a frotarse rápidamente sobre él. Ya no era un simple juego, ella iba completamente en serio, y buscaba su propio placer. Gumball por su parte respiraba hondo, temeroso de no poder aguantar el ritmo, o de que los descubrieran, o de que...
- Deja de pensar en esas *ahhh...* cosas Gumball. – Nicole podía ver el temor y desconcierto en la mirada del pequeño gato. – Pon tu mente en blanco... y disfruta de lo que hago para ti...
Sin dejar de contonearse, Nicole separó un poco sus manos y torso del cuerpo próximo de Gumball, y acto seguido, acarició sus propios senos. Jugando un poco con ellos, moviéndose de arriba hacia abajo, uniendo y separándolos repetidas ocasiones, soltando diversos gemidos de placer en cada movimiento, mordiendo sus labios tratando de controlar más su cuerpo para poder durar más tiempo.
- N...No puedo más. ¡Lo necesito! – Dijo Nicole ahogándose en gemidos mientras se acariciaba. Se levantó un poco de su posición, y tomó el aún erecto miembro de Gumball, acomodándose poco a poco para que estuviera listo. – No puedo creer que aún siga así cariño... – Nicole soltó una pequeña risa, y relamió sus labios.
Su cuerpo empezó a descender lentamente, introduciendo poco a poco la parte íntima de su hijo en ella. En la mirada de Nicole se podía ver una enorme satisfacción al sentir como el pene de Gumball empezaba a hacer contacto con su cuerpo, y su expresión sonrojada, lanzando gemidos pequeños mientras descendía, hacía contacto directo con él.
Gumball por su parte, trataba de liberarse de sus ataduras. Quería no solo entrar en Nicole, quería besar y devorar sus senos, quería tener el control de la situación y ser él el victimario, quería poder gemir al lado de su madre, tocar su cuerpo desnudo y hacerlo chocar contra él. Era una tortura cruel estar amarrado de esa manera, era una tortura cruel no poder hacer lo que su cuerpo quería, pero se sentía tan bien introducirse en ella...
De pronto, una sacudida y un enorme gemido de placer por parte de Nicole erizó la piel de ambos. Gumball estaba completamente dentro de Nicole por fin...
Ambos se quedaron viendo por unos segundos, fijamente, como si estuvieran en shock por esa sensación que estaban sintiendo. Gumball no la había sentido, y Nicole llevaba años sin tenerla.
Ese silencio de placer incómodo terminó, cuando ella de nuevo tomó los hombros de Gumball, y recargándose en él, mencionó:
- Voy a acabar contigo...
En la fiesta en casa de Tobías, pasaba algo muy curioso. Jamie había traído bebidas alcohólicas a escondidas y las había vaciado por pura maldad en los refrescos y demás bebidas sin que nadie se diera cuenta. Todo aquel que tomara algo se iba a tener que enfrentar con una bomba de tiempo que contenía vodka, whisky e incluso tequila.
Los estragos de la pequeña inofensiva broma de Jamie estaban apareciendo apenas. Tina Rex fue la primera en caer, literalmente, aplastando la casa de los vecinos, y quedando inconsciente. (Un enorme tiranosaurio necesita grandes cantidades de bebida para hidratarse). Tobías, el anfitrión, también se encontraba ebrio, bailando semidesnudo tratando de impresionar a las chicas con sus supuestos músculos, las cuales lo grababan y subían rápidamente a sus redes. Boberto tenía un enorme corto circuito y echaba chispas. Todos, o la gran mayoría, empezaban a caer con enormes desfiguros.
Ahí, en una esquina estaba Darwin, quien se encontraba demasiado animado tras beber 7 vasos de refresco de "manzana". Acto seguido, se acercó a una extrañada Carrie, la cual era inmune a los efectos del alcohol...
- ¡Oye! – Gritó Darwin en un tono de voz algo alcoholizado – Tu te ves demasiado *hic* preciosa con ese atuendo...
- Soy un fantasma, no uso ropa...
- Hey, tranquila muñeca... Si no vas a usar ropa entonces podemos ir al closet de allá y me quito los *hic* zapatos... – Darwin señaló el closet, donde Alan y Carmen se besaban... provocando que uno explotara al otro.
Carrie miró a su alrededor, y no pudo evitar sonreír. Darwin se veía estúpidamente gracioso mientras estaba intoxicado. Lo tomó del brazo, y lo llevó flotando al cuarto de Tobías. Rápidamente ella atravesó el muro, pero olvidó que Darwin no era un fantasma, y lo estampó directamente contra la pared.
- Lo siento Darwin... Olvidé que tu...
- Estoy, estoy bien. No tuve ningún daño... Solo, déjame sentarme aquí y... – Acto seguido Darwin se desmayó. Carrie, abriendo la puerta del cuarto de Tobías, lo llevó a la cama y lo dejó descansando. No quería volver a la fiesta, sinceramente se sentía bien al lado de Darwin, y lo abrazó profundamente, quedando dormida con él.
Nicole se movía frenéticamente en la cama, de arriba hacia abajo, permitiendo que el miembro de Gumball entrara y saliera de ella con velocidad. Cada vez más fuerte y más veloz, Nicole gemía al contacto de su cuerpo. Su cara se sonrojaba más y más, y en ocasiones veía a Gumball para sonreír y ver sus gestos de placer.
Como si fuera un rodeo, Nicole montaba a Gumball sin piedad alguna, girando sus caderas en círculos y brincando sin control por minutos. Él, por su parte, se dejaba llevar por esas emociones y sentía que tarde o temprano iba a explotar, pero no quería darse a vencer tan rápido.
Nicole, con violencia, empezó a morder el cuello de Gumball y a arañar su espalda, saboreando cada momento en el cual descendía por su cuerpo, gimiendo en cada oportunidad, y volviéndose loca en cada caída y descenso por el miembro del pequeño gato azul.
La escena era erótica al por mayor, las caderas de Nicole se movían de las maneras más sensuales, buscando llegar al clímax. Nicole se movía como si ella supiera donde atacar para hacer que Gumball durara más.
El amarrado Gumball veía con morbo y ganas de liberarse el espectáculo que le daba su madre. Estar cerca de sus senos, de su trasero, de su cuerpo, y no poder hacer nada con ellos lo frustraba. Pero sabía que su recompensa llegaría pronto si no oponía resistencia. Pronto ella sería la amarrada y él se aprovecharía de su perfecto cuerpo, le daría nalgadas, la tomaría y la haría suya hasta más no poder y...
- ¡AAAAHHH!
Un gemido de Nicole interrumpió los pensamientos de Gumball. Un gemido que la hizo estremecerse y sacudirse mientras entraba en ella. Era obvio, Nicole estaba cerca de alcanzar su clímax. Nicole se sujetó fuertemente de él, y con una mirada agresiva, pero seductora, le quitó su mordaza.
Gumball no se pudo contener. Con sus labios empezó a lamer y besar los perfectos senos de ella, jugando y explorando cada rincón de ellos, provocando que los gemidos de ella subieran de tono.
- Eso es minino, aprovéchate de mí... Cómeme... – Nicole gemía incontrolablemente, mientras seguía brincando encima de él. – Estas ganando tu libertad, y el completo control *AH* sobre mi...
Nicole besó apasionadamente a Gumball en los labios, jugueteando con su lengua. Él respondía alegremente, moviendo su cuerpo al ritmo de los brincos y movimientos que daba ella encima de él. Los dos habían sucumbido al placer, y ambos se estaban acercando a su éxtasis final. Sólo faltaban unos pocos minutos para que ese clímax llegara y...
- ¡NICOLE! ¡YA LLEGAMOS! ¿Sabes dónde hay una sierra? ¡Necesito quitarme unas esposas!
- ¡Papá! ¡Deja de gritar! ¡Busca allá arriba!
Eran Anaís y Richard. Habían llegado más rápido de lo planeado... Y ahora Richard iba hacia el cuarto.
Nicole y Gumball estaban paralizados.
El ruido incesante de las escaleras. La respiración agitada de Richard al subirlas. Las pisadas pesadas, los gemidos de dolor en cada movimiento. Nicole y Gumball escuchaban atentamente esos sonidos, afuera del cuarto, cerca del pasillo, sonidos que los ponían tensos y que estaban tan cerca de descubrir lo que hacían.
Tarde o temprano, (bueno, tarde), Richard llegaría, los vería y quedaría en shock. Tenían que pensar en algo y rápido, antes de que la puerta se abriera. ¿Pero en qué?
- ¡YA VOY SUBIENDO! – Richard jadeaba al subir la escalera - ¡NO PUEDO AGARRARME DEL PASAMANOS PORQUE ESTOY ESPOSADO ASÍ QUE... AHHHHH!" – Solamente el ruido de Richard cayendo por las escaleras se hizo presente.
- Ok, tu padre cayó por las escaleras, eso nos da tiempo... – Nicole cortó con su voz el incómodo silencio.
- ¿¡Qué vamos a hacer?! ¡Si nos descubre estamos muertos! – Gumball estaba alterado y su respiración se hacía densa.
- ¡Rápido! – Nicole desató a Gumball y con velocidad empezó a buscar su ropa, la cual estaba tirada en el piso. - ¡Cúbrete en las cobijas! ¡Tengo una idea!
- ¡VOY SUBIENDO DE NUEVO! – Richard se encontraba cada vez más cerca de la puerta.
Gumball entró en las cobijas de su cama y se cubrió de pies a cabeza, Nicole desesperadamente buscaba su ropa, solo encontrando su blusa. El reloj pasaba sus manecillas pesadamente, y cada paso que daba Richard retumbaba. De pronto se sintió un ruido en la manija de la puerta de Gumball, él ya estaba ahí. Nicole, con la sangre paralizada, y sólo con su blusa puesta, decidió entrar a la cama de golpe. La puerta se abrió de un topetazo.
- ¡Hola hijo! ¿Has visto a tu madre? – Preguntó un alegre Richard con las manos esposadas, golpes en el rostro y un ojo morado.
- ¡Aquí estoy! – Respondió ella, con una sonrisa nerviosa.
- Necesito saber dónde está la sierra para quitarme... ¿oigan, por qué están los dos aquí? ¿Gumball está enfermo?
- No, yo... ¡AUCH! – Nicole le había dado un codazo a Gumball por debajo de la cama, - Sí.. estoy enfermo... *COFCOF* - respondió él.
- Gumball se enfermó de gripe y lo estoy cuidando, pero también me contagió... *COF* - fingió Nicole.
- Bueno, eso explica porque se ven rojos y sudorosos. Pero, solo tengo una pregunta más... – Richard se quedó callado.
Nicole y Gumball se miraron a los ojos, casi temblando, ¿y si los descubría? ¿y si de pronto veía la falda de Nicole tirada en algún lado de la habitación? Ambos pusieron la sonrisa falsa más convincente que pudieron...
- ¿Dónde está la sierra? Estas esposas me lastiman las muñecas y creo que se me irritaron, espero no desarrollar una infección...
- Está en la cochera, cerca de tus herramientas... ¡Por la caja de fusibles! - Nicole respondió rápidamente.
- ¡Genial!
- Richard, ¿puedo pedirte un favor?
- ¿Qué ocurre?
- ¿Podrías ir por Darwin a casa de Tobías? ¿Y puedes llevarte a Anaís? – Nicole puso los ojos más tiernos que pudo.
- Está bien...
- ¿Y puedes ir por medicamento a la farmacia? – Mencionó Gumball poniendo la misma cara.
- De acuerdo, ¡pero me deben una! ¡Y por una, me refiero a una caja de donas! – Richard abandonó el cuarto y se dirigió a la cochera.
Ambos gatos azules pusieron suma atención. Se alcanzaban a escuchar los ruidos de la sierra, Anaís regañando a Richard por ser desconsiderado, el mismo Richard casi cortándose un dedo y, finalmente, el auto arrancando con Padre e Hija dentro. Por fin, estaban solos.
Nicole rompió ese silencio incómodo con un suspiro profundo.
- Bueno, creo que nuestra aventura terminó... – Acto seguido se levantó de la cama, buscando el resto de su ropa. – Tu padre volverá pronto, y será bueno tener todo limpio antes de que llegue.
Ella levantó su falda, la cual se encontraba tirada bajo la cama, y sin ropa interior, comenzó a ponérsela.
- Lástima que no pudimos terminar con esto... – Nicole sentía una enorme frustración dentro de ella. – No pude, de nuevo.
De pronto, una mano la detuvo antes de salir del cuarto.
- No te irás a ningún lado. – La voz fue fuerte y precisa.
- ¿Qué?
- Dije que no te irás mamá..
Nicole volteó hacia atrás. Gumball la sujetaba fuertemente del brazo, y su mirada era fija.
- ¡¿Qué demonios estás haciendo Gumball?!
- Cállate. – Gumball la veía seriamente con una mueca entre dientes.
- Tengo que irme, tu padre...
De pronto, Nicole fue derribada contra la cama. Un desnudo Gumball la había forzado a caer boca abajo.
- Gumball... No lo...
- ¿No hacer qué? ¿Esto? – La mano de Gumball empezó a deslizarse dentro de la pequeña falda de Nicole, acariciando sus piernas, su trasero... y de pronto frotando sus dedos contra la intimidad de ella.
- Tu... *AH* Tu... padre... Debes dejarme ir... – Nicole trataba de hablar entre gemidos.
- Si realmente quisieras irte y no quisieras que hiciera esto, fácilmente te hubieras soltado... – Gumball retó a Nicole con esas palabras.
Ella tragó saliva. Sabía que lo que decía Gumball era verdad. Era demasiado fácil levantarse, vestirse e irse. Gumball no era alguien que impusiera resistencia o fuerza, mucho menos tonelaje. Pero muy dentro de todo esto, el placer por sentirse a merced de la persona que había profanado excitaba a Nicole.
- Me dijiste que si era un buen gato me ganaría esto...
La palma de Gumball cayó pesadamente sobre el trasero de ella, haciendo un enorme sonido. Ante el impacto, Nicole logró soltar un pequeño y leve gemido, que ahogó rápidamente.
- Creo que eso significa que realmente me porté bien... – La mano de Gumball volvió a sonar fuertemente contra el formado trasero de Nicole, sosteniéndolo firmemente. – Entonces supongo...
- ¿Supones...?
- Supongo que tu trasero es mío ahora...
Otra fuerte nalgada cayó sobre el trasero de Nicole. Un gemido más se escuchaba.
- Gumball...Si nos descubren a los dos vamos a... Oye, ¿qué rayos haces con mis bra...? ¡MPPPHH!
Gumball había amarrado fuertemente los brazos de Nicole con su cinturón a su espalda, y de pronto usó su mismo suéter para amordazarla. Ahí estaba ella, atada y amordazada, con su redondo y firme trasero levantado, acostada boca debajo de rodillas contra la cama.
- Fui un gatito bueno por demasiado tiempo. Ahora es el turno de que este gatito tenga a su perra...
Nicole no podía hablar, pero escuchar eso le erizó la piel. Gumball estaba hablando en serio y no se iba a alejar de ella, pero realmente ella quería que el sucumbiera a sus instintos, que se vengara de todo lo que le había hecho.
El erecto miembro de Gumball empezó a frotarse contra las húmedas partes íntimas de una amarrada Nicole. Las manos de Gumball jugueteaban alegremente moviéndose entre el trasero de ella y sus caderas, para sujetarla fuertemente.
Gumball con una mano tomó a Nicole de la cadera, y con la otra sujetó sus brazos atados. Era hora de tomar lo que le pertenecía.
Fuertemente, Gumball empujó su cuerpo y su miembro, entrando en Nicole con violencia. Un enorme gemido sacudió la casa, a pesar de la situación de privación del habla de Nicole. Con ese primer llegue, él empezó a moverse rápidamente de adentro hacia afuera, intentando que cada momento fuera una sensación de placer inmensa para ella.
- ¿Se siente bien cómo te convierto en mi perra mamá? – Gumball retó a Nicole con estas palabras, mientras golpeaba con la palma de su mano el trasero de ella repetidas veces. – ¿Te gusta cómo te doy lo que te mereces?
- ¡MPPPHH!
- ¿Eso qué quiere decir? ¿Quiéres más?
- ¡MMMM! - Nicole se encontraba ahogada en sus gemidos mientras su trasero se hacía rojizo.
- ¿Te encanta sentirlo, no? ¿Te gusta que te sometan?
Llegó la nalgada más fuerte.
Nicole se encontraba extasiada. Sentía como cada segundo Gumball parecía entrar más rápido y más fuerte en ella. Su cuerpo se llenaba de sensaciones cada vez más extrañas, pero placenteras. Nadie le había hecho ese tipo de cosas antes.
Por lo general, Nicole era la orientadora y la dominante en el sexo. Si algo lo quería de una manera, Richard lo hacía sin chistar, pero en esta ocasión era diferente. Nadie la había sodomizado, nadie había amarrado sus manos por su espalda, nadie le había hablado de tal manera, nadie había usado su cuerpo para provocarle dolor y placer a la vez, nadie la había tratado como un objeto sexual, solo para darse auto-placer. Y eso le estaba gustando.
Gumball entraba fuertemente en ella, hablándole de diversas maneras sucias. Los ojos de Nicole estaban perdidos, había una sonrisa en su boca amordazada, sus gemidos se volvían incontrolables por cada penetración, su piel se erizaba, y como agradecimiento a Gumball por ello Nicole flexionaba cada vez más sus rodillas, abría más las piernas poco a poco, movía su cola incitando a Gumball a jalarla...
De pronto, tuvo una terrible buena idea. Como pudo, empezó a morder el suéter para deshacerse de su mordaza. Al tener la boca completamente libre, sin que Gumball se diera cuenta, gritó:
- ¡¿Eso es TODO lo que tienes minino?! – Una sonrisa de maldad se formó en ella. - ¡VAMOS! ¡DIJISTE QUE ERA TU PERRA! ¡HAZME SENTIR COMO UNA! ¡NO SEAS COBARDE Y DESTRÓZAME! ¡AHHH!
Esta vez, ella tendría un final feliz.
Un claxon con el sonido de la cucaracha sonó enfrente de la casa de Tobías.
- ¡DARWIN! ¡Ven aquí! ¡Te voy a llevar a casa hijo!
No hubo respuesta, solamente había ruido.
- ¡DAAARWIIIIIIN!
Richard gritaba en vano el nombre del pez anaranjado.
- Oye Anaís, tu hermano no viene, ¿por qué no vas tú por él y le dices que lo estamos esperando? – Richard mostró una sonrisa falsa.
- ¡¿Yo?! ¡Yo no entraré a esa casa de locos! ¡Hay gente gritando al punto en que se desgarran sus cuerdas vocales y no quiero arriesgarme ahí! – Anaís cruzó los brazos.
- ¡Ve! Y te llevaré a ver a Daisy la Burrita en 3D...
- ¿Para qué falsifiques los boletos de nuevo? No gracias.
- Pero...
- ¡DIJE QUE NO!
Un vidrio de la casa salió disparado. Era Banana Joe completamente desquiciado, gritando sin sentido.
- ¡EL DIOS DE LAS FRUTAS VIENE POR TODOS NOSOTROS! ¡VOLVAMOS A NUESTRO ESTADO NATURAL! – Mientras lo hablaba se quitaba su cáscara y empezaba a correr por la calle.
- Está bien... Voy por él. – Richard se resignó y empezó a caminar rumbo a la casa.
La situación era alocada. Niños gritando por todos lados, comida aventada manchando las paredes, Boberto en llamas, Tobías con una maceta en su cabeza, Teri en pánico rociándose desinfectante... Un caos.
- Diablos. Los niños de ahora no se saben divertir. En mis tiempos esto no pasaba cuando llegaba uno a las fiestas... ¿Dónde están las togas y los embudos? Me molesta a lo que ha llegado esta generación...
- Si está buscando a Darwin, está en un cuarto arriba...
- Era la voz de Penny, quien estaba en un rincón de la casa, intentando no unirse al desastre.
- Oye preciosa *hic*, ¿por qué no dejas a tu gato feo y te vienes con un verdadero macho alfa? – Tobías, aún con la maceta en su cabeza, intentaba besar a Penny, sin saber que a lo que le hablaba era a un perchero.
- ¡Imbécil! – El perchero golpeó a Tobías.
Richard subió las escaleras lentamente, sufriendo como lo había hecho anteriormente en su casa. Dentro de un cuarto, Darwin y Carrie se abrazaban.
- ¡AY MALDITA SEA! ¡ODIO LAS ESCALERAS!
Carrie logró identificar la voz de Richard, se apartó de Darwin y empezó a volar en círculos.
- ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¡LO TENGO!
Carrie entró al cuerpo de Darwin, poseyendolo y poniendo sus ojos en blanco. Se levantó usando el cuerpo de Darwin, acto seguido se sentó con las piernas cruzadas, y sonrío de la forma más convincente, esperando lo peor...
- Oye hijo, nos vamos. Entra al auto y despídete de tus aburridos amigos que no saben divertirse en las fiestas. ¡OH! ¡PIZZA! – En solo tres segundos, Richard entró y se fue. Darwin pudo estar inconsciente y nada hubiera pasado.
- Vaya... eso fue extraño. – Carrie voló con el cuerpo de Darwin y lo depositó suavemente en las puertas del auto. – Espero que te hayas divertido... Y le dio un beso en la mejilla al inconsciente pez naranja.
- He visto cosas raras el día de hoy... pero eso fue lindo. – Dijo Anaís al ver la escena, mientras Carrie notaba su presencia y la saludaba silenciosamente.
- ¿Qué dijiste? – Preguntó Richard con la boca llena de Pizza
- Vámonos a casa... – Anaís mencionó sarcásticamente.
En casa, los gemidos eran incontrolables.
Nicole se encontraba empinada boca abajo, con las muñecas atadas a sus tobillos, una venda en sus ojos y un cinturón alrededor de su cuello, fungiendo como un collar. Sus labios solo emitían gemidos y ruidos de placer por cada movimiento que ocurría en su cuerpo.
Arriba de ella estaba Gumball, penetrándola salvajemente. El trasero de Nicole había adquirido marcas rojas de los golpes, ahora dados con el cinturón.
El cuerpo de ella se sacudía frenéticamente a cada penetración, las cuales iban aumentando de velocidad. Gumball jalaba el collar para levantarla, mientras le repetía "¿Quién es mi perra?"..
Sin embargo, a pesar de esa sensación placentera, Nicole quería llegar a un límite más extremo.
- Eso... *AHHH* no es... *MMMMPHH* nada... Dame todo... *AAAAHH* lo que tengas... *UFFFF* - Su voz empezaba a quebrarse por los gemidos. - Tú perrita… *MMM* tiene que ser educada...
Gumball la miró fijamente, sorprendido de lo que oía. Ella lo estaba retando, no importaba si le había dado nalgadas, si la había sodomizado, si había usado el cinturón para golpear su trasero, ella quería más y más.
*Esto no puede ser posible... ¿Cómo puede aguantar tanto?* Pensó para sus adentros. *Quizá lo estoy haciendo mal... Quizá...*
- ¿QUÉ ESPERAS? ¡DAME TODO!
Gumball se detuvo un poco. Se alejó del cuerpo de su madre lentamente, guardando la respiración y permitiéndole a ella recuperarla. Soltó el cinturón que había convertido a Nicole en su esclava. Nicole cayó pesadamente sobre la cama, haciendo señas con su dedo índice.
- Por favor… maltrátame minino...
Gumball ya sabía qué hacer, y lo entendía perfectamente. Los años de frustración sexual estaban muy reprimidos en Nicole, y ella pensaba que siendo utilizada se irían, por eso no le importaba perder el aire o explotar a Gumball para liberarse. Pero quizá, necesitaba otra táctica...
- ¿Qué... qué pasa? – Nicole preguntó al notar el cese a la acción.
Gumball se quedó callado. Sabía que hacer, sabía cómo terminar todo. Se acercó a Nicole de nuevo, y empezó a desatarla, a quitarle el cinturón de su cuello y la venda de sus ojos.
- ¿Qué estás… haciendo? - Preguntó una confundida Nicole, al verse liberada.
Las manos de su hijo tomaron las suyas y la recostaron suavemente boca arriba en la cama. Sin permitirle preguntar de nuevo, Gumball selló sus labios con un beso.
Sus cuerpos volvieron a unirse lentamente, esta vez con el pequeño gato azul encima de ella, con movimientos pequeños y lentos pero que recorrían todo su interior. Nicole pasó de la confusión al placer rápidamente.
- *AH…* ¿Por qué… me desataste?
- Porque… *UFFF* creo que ya se que es lo que necesitas…
Gumball volvió a besarla. Las manos de Nicole lo abrazaron fuertemente mientras los labios de él se dirigían a su cuello, para realizar pequeñas mordiditas. El panorama era increíble para ambos, pues sus movimientos estaban completamente coordinados. El cuerpo de Nicole empezó a erizarse al sentir cada milímetro de su cuerpo siendo tratado con suma delicadeza.
El miembro de Gumball entraba fácilmente al interior de Nicole, retrocedía un poco y se frotaba lentamente fuera de ella, para después volver a entrar. El acto se repetía varias veces, con cada penetración más rápida y más profunda que la anterior, mientras el roce de ambos seguía igual de lento.
Los gemidos se intensificaron, Nicole tomó fuertemente la cobija de la cama mientras cerraba sus ojos. Gumball estaba siendo demasiado gentil con ella, algo que no había sentido anteriormente.
Para ella, el sexo tenía que ser agresivo, competente, directo, fuerte. Alguien debía tener el control del otro, pero ahora que su cuerpo se complementaba con el de él, esta situación era nueva para ella.
Inconscientemente, Nicole flexionó sus rodillas y abrió más sus piernas para ayudar a Gumball a explorar cada rincón interno de ella de esa forma.
Los gemidos de ambos se volvieron fuertes, sus caderas se coordinaban, sus manos acariciaban toda parte de sus cuerpos posibles, sus labios chocaban, y por cada penetración, un choque eléctrico los sacudía.
De pronto, Gumball apretó fuertemente la mano de Nicole. El último choque había sido demasiado para él, la sensación estaba fuera de control. Con una suave, pero intensa sacudida, Gumball lanzó un enorme gemido de alivio, mientras inundaba el interior de Nicole.
Apenas y empezó a sentir como Gumball la llenaba, Nicole se sacudió. Trató de ahogar el gemido, pero no logró hacerlo. Su cara se inundaba de placer, mientras sus manos agarraban fuertemente las cobijas de la cama y la mano de Gumball; el éxtasis para ella era increíble. Sus piernas empezaron a sacudirse y su cadera respondía con varios espasmos que llenaban de electricidad todo su cuerpo.
Nicole no podía exclamar más que gemidos de placer, con jadeos incomprendibles. Gumball por su parte, se encontraba fuera de sí, respirando para recuperar el aliento perdido. Ambos habían llegado al punto máximo.
Y de pronto… el silencio.
Ese silencio que llega cuando sabes que has hecho algo malo, que te hace reflexionar sobre todas las situaciones que has vivido, que te hace preguntarte si eres de casualidad una buena persona, que tortura lentamente… Ese silencio lo estaban viviendo, mientras estaban ambos acostados boca arriba, tratando de entender que había pasado.
- ¿Gu… Gumball? - Rompió el silencio Nicole, con un leve suspiro
- ¿Sí…?
- ¿Crees que… está mal lo que acabamos de hacer? - La voz de Nicole empezó a quebrarse.
- Bueno… no… no lo sé… - Gumball trataba de mantener la calma. - Creo… que ninguno de los dos esperaba algo como esto.
- Perdóname… Por favor.
- ¿Por qué?
- Por haberte hecho todo esto. No está bien, no es bueno, ¡no es sano! ¡Incluso te deje terminar dentro de mi! ¡Soy una terrible persona! ¿Qué clase de madre hace esto con sus hijos? ¡No está bien hacer este tipo de cosas, y mucho menos forzarte! Pero han sido tantos años...
El cuerpo de Nicole sintió un cálido abrazo.
- Oye… está bien.
- ¿Por qué dices eso? ¡Acabamos de…!
- Lo sé… - Gumball trató de consolarla. - Y nos divertimos, y nos gustó, y experimentamos algo nuevo y diferente y… creo que a pesar de todo, ha sido la mejor experiencia que he tenido… Y me alegra que haya sido contigo.
- Pero… está mal…
- ¿Y qué si está mal? - Gumball exclamó. - ¡La mitad de las cosas que hace esta familia son ilegales o simplemente están mal! Eso no nos hace terribles personas. Solamente… somos así. ¿Qué tiene de malo hacer algo… malo? Con que ambos nos sintamos… bien. Porque… yo me sentí bien haciéndolo contigo.
Nicole y Gumball se miraron fijamente.
- ¿Esto no te provocará un trauma mínimo?
- No mientras tu seas la amarrada la próxima vez…
- ¡Pero tú me amarraste esta vez!
- Pero no TODO el tiempo…
Ambos rieron alegremente y acto seguido, se besaron. Ahora eran cómplices de algo que nadie más debía saber. Cómplices de algo que seguirían haciendo, sin importarles que pasaría. Las risas invadieron el cuarto mientras se vestían, arreglaban y limpiaban el desastre.
- ¡LLEGAMOS! - Gritó Richard a lo lejos, con una fastidiada Anaís y un noqueado Darwin.
- ¿Se divirtieron? - Preguntó una sonriente Nicole desde la cima de las escaleras. - Porque aquí nos divertimos mucho a pesar de estar algo enfermos…
FIN
