Escrito por: Tamat Rin Le Beau

Declaimer. Realmente no estamos tan seguros de que yo no sea Hidekaz, o ¿si? (Para aquellos que no tienen buena comprensión lectora y/o no pueden procesar sarcasmos, NO señores, ella no es dueña de hetalia, y no lucra con ello)

Notas. Uno de los pocos femMex que escriba, no es que no me agrade, si no que me gusta mas cuando es niño, ademas de que el yaoi lo llevo en las venas XD. Dedicado especialmente a Myobi (te asmo Tamat, que lo sepan los lectores XDD) que gusta tanto de esta pareja.


Los rayos del sol comenzaban a iluminar el camino logrando que la mayoría suspiraran un poco más tranquilos al verse envueltos bajo la protección del astro rey, la carroza avanzo un poco mas rápido, no querían estropear la preciada carga que tanto trabajo les había costado conseguir.

Se escuchó un quejido proveniente del interior a lo que algunos de los hombres solo golpearon esta soltando algunas burlas y ofensas.

Él solo hizo oídos sordos a aquello, se encontraba bastante cansado como para molestarse con pequeñeces como esa.

-Será mejor que te calles monstruo-

Uno de los mayores golpeó fuertemente la carroza provocando que esta se meciera bruscamente asustando a los caballos por el rugido molesto y herido de la criatura en el interior.

-Ahora no eres tan valiente cierto zorra-

Hubo una burla general y nuevamente otro golpe.

Silencio

-Mas te vale que no la hayas matado-

Patrick, el jefe en turno, un hombre que rozaba por los cuarenta miro amenazadoramente al incitador y ahora todos dirigieron sus miradas a él, incluyéndole. Bastante trabajo les haba costado conseguir a una de esas cosas como para que esta se muriera en la recta final del camino, frunció el ceño molesto y desmontó su caballo justo en el momento en el que un par de nubes taparon la luz del sol.

Hubo una exclamación de sorpresa cuando una mano sobresalió de la carroza y tomo a uno de los más cercanos a esta, el tronido de la madera rota logró que los más lejanos se acercaran solo para presenciar como el pobre desdichado que había sido jalado de la camisa por aquel ser tratara inútilmente de zafarse, los ojos viajaban a los rostros de todos los presentes que veían con una mueca de horror aquel siniestro espectáculo.

-Ayuda... alguien... ¡aah! ¡quítenme de encima a esta cosa! -

Todo parecía transcurrir en cámara lenta y por más que quiso acercarse simplemente no pudo.

Otra mano salió y sujetó firmemente del cuello del hombre que por más que se movía no podía liberarse de aquel agarre que lo tenía pegado de espalda contra aquella enorme caja de madera que servía para que la criatura estuviera protegida de la luz, las manos pálidas subieron con su carga como si la madera que separara a la presa del cazador no fuera mas que una delicada cortina de seda.

Un grito y el estruendo de la madera rompiéndose saco a todos del estupor tomando una distancia prudente y enarbolando sus armas esperaron a que aquella cosa hiciera cualquier otro movimiento, el silencio era tal que podían escuchar los lamentos débiles poniéndoles la piel de gallina a más de uno.

La poco luz le permitió distinguir como algo se movió rápidamente accionando sus reflejos y disparando una flecha de su arco, esta atravesó el cráneo de su desafortunado compañero, el cual cayó a sus pies muerto.

Se escuchó la risa maliciosa en la sombras y Patrick les ordenó a todos retomar sus lugares y avanzar lo más rápido posible.

El resto del camino transcurrió en silencio, incluso cuando llegaron a la posada en la que se estaban hospedando la mayoría optó por desaparecerse en sus habitaciones mientras que él y otros tres sujetos que apenas y conocía fueron los encargados de custodiar a aquella cosa.

-¡Hey tú!... Kirkland-


No sabía si era cosa del agotamiento, pero en cuanto oyó aquel apellido se forzó a mantenerse despierta, era curioso como trabajaba el destino.

-Kirkland- susurró para ella misma mientras se recostaba en una de las paredes y cerraba los ojos.


-Saquen a esa cosa de allí-

Las voces le parecían lejanas y su cuerpo le pesaba, apenas si fue consiente de que alguien la arrastraba, trató de abrir los ojos pero la poca iluminación le lastimaba los ojos, soltó un quejido cuando fue arrojada al piso sin consideración alguna.

-Toda una belleza-

Alguien levanto su rostro tomándola del mentón.

-Ahora ya no eres tan valiente ¿cierto zorra? -

La sorpresa le llegó de lleno cuando las manos de aquel sujeto rompieron su vestido de la altura del escote a la cintura.

-Veremos que tan feroz eres ahora-

No le dio tiempo a aquel tipo tan siquiera de hacer otro movimiento cuando ya le había saltado a la yugular.

Los otros dos se apresuraron y uno logró clavarle una lanza en el hombro haciéndola retroceder.

-Esta muerto-

Sentenció el que la había herido.

-Maldita zorra-

Ambos se abalanzaron contra ella justo en el momento en el que un par de flechas los atravesaron a la altura del pecho matándolos al instante, su vista se posó en el chiquillo que le apuntaba con su arco.

-Si tan solo haces un movimiento, date por muerta-

Le causó gracia que aquel muchachito que a su parecer no rebasaba los dieciséis la amenazara, pero era consiente de que no podía hacer mucho dada su situación y agotamiento, que si bien podría despacharse al crio y recomponerse un poco bebiendo de él, afuera era de día.

Sonrió mientras llevaba uno de sus brazos a sus senos cubriéndolos.

-¿Cómo te llamas niño?-

La voz le pareció demasiado dulce para un monstruo como describían a aquellas bestias que, a decir verdad, ahora que veía a aquella mujer le resultaba bastante hermosa, a pesar de la extrema palidez y algunos golpes y rastros de sangre que manchaban el vestido roto y parte de su cuerpo.

-Scott Kirkland-

Respondió en automático sin darse cuenta, pateándose mentalmente por aquel fallo.

-Tú puedes llamarme Fran-

Vio como aquella mujer se acercaba a la carreta alertándolo, pero por más que se ordenó dispararle no lo hizo.