Un hombre vestido al estilo de investigador privado paseaba por las ruinas de Fortuna durante el atardecer, miraba a todos lados como si buscase algo en concreto y de vez en cuando se acercaba a una pared y la golpeaba suavemente, buscando quizás algo que a simple vista no podía ver.
Al cabo de un rato el hombre se sentó en una de las ruinas que bien pudo ser antes el retazo de una fuente pero que ahora, después de que la ciudad fuese atacada por un grupo de demonios, el hijo de Sparda hiciese su aparición y con el líder religioso enloquecido no era nada. Todo había quedado desolado y abandonado a la suerte del tiempo y la naturaleza, la gente había huido y ya no quería volver.
El desconocido se froto la frente y resoplo en señal de cansancio, saco un block de notas y lo estuvo mirando hasta que apunto algo, se levanto y camino hasta llegar a lo que quedaba del castillo de Fortuna.
Sabía que ese lugar ya no encerraba ni peligro ni misterio alguno para muchos, pero él tenía que entrar, el saber le urgía y necesitaba conocer todo lo que había acontecido allí, ¿y qué mejor manera que ir al mismo lugar, al epicentro de los hechos, e investigar a fondo?
Paseo por el castillo durante horas, el patio, la galería, el comedor e incluso el cementerio, investigo y analizo todo lo que podía, a no ser que el deterioro del lugar le impidiese pasar. Pero solo había un lugar al que estaba interesado de ir.
El laboratorio subterráneo de Agnus.
El hombre se había documentado lo suficiente como para tener una ligera idea de lo que sucedió en ese lugar, su curiosidad científica fue lo que le había llevado a la ciudad y también a allí.
Una de las primeras cosas que comprobó antes de decidir el viaje fue que los cazadores de demonios se hubiesen encargado de limpiar la zona, por suerte para él eso había sucedido, por lo que podía andar a sus anchas sin que su vida peligrase.
O eso creía él.
Mientras investigaba los archivos que habían permanecido allí no noto como algo entre las sombras le acechaba y observaba, listo para atacar en cualquier momento.
El hombre no vio venir a las sombras que se le echaron encima y lo arrastraron fuera del laboratorio pese a oponer resistencia.
Lo único que quedaron fueron sus gritos en eco por el castillo y un relicario que cayó al suelo y dejo al descubierto la foto de una niña en su medallón.
