Ciudad del Oeste vs Ciudad del Sur
Oneshot humorístico en el que Vegeta quiere ver un partido de fútbol y tiene que hacerse cargo del pequeño Trunks. Afortunadamente no está solo y recibe una ayuda inesperada.
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La afición por el fútbol (soccer) de Vegeta era bien conocida por su entorno. Los días en los que no podía entrenar y prepararse para la venida de los androides, encendía la televisión y veía los partidos y las noticias deportivas. A Bulma no le preocupó su extraño gusto por un deporte considerado minoritario pero le pareció gracioso que le gustase algo más que la lucha.
Él conocía dicho deporte por el padre de Bulma, que lo veía de vez en cuando y lo ponía como sonido de fondo mientras trabajaba en sus inventos.
El partido más esperado era Ciudad Oeste contra Ciudad del Sur. A pesar de todo, Vegeta se consideraba habitante de la Ciudad del Oeste y tenía cierta obligación de seguir dicho equipo. Pero aquél partido era especial, se disputaba la final de la copa de Campeones.
Vegeta había hecho comprar toda clase de aperitivos y también se abasteció de bebidas y de su querida cerveza negra. Había bajado un sofá a los laboratorios subterráneos y lo había cubierto cuidadosamente con toda clase de telas para protegerlo del derrame de líquidos y otras sustancias que lo estropearían y haría enfadar a la madre de Bulma -algo que es casi imposible, cabe destacar- y que a la vez daban un aspecto pordiosero a la escena. ¿Y qué escena?
Un vegeta en pantalones cortos y camiseta de asas se sentaba sobre un sofá lleno de trapos enfrente a una mesita llena de bolsas de patatas fritas y cervezas. La televisión de 42 pulgadas había sido colocada estrategicamente para que la visión fuese perfecta y que la imagen estuviese nítida y que el marcador estuviese perfectamente visible. El mando tomaba una posición privilegiada en la mesa sobre un cojín. La oscura iluminación de la sala le daba un aspecto siniestro.
"Listo" Vegeta estaba satisfecho con todo lo que había hecho. Había esperado bastante tiempo por algo que le emocionase y le entretuviese tanto.
Lo que no sabía el pobre Vegeta es que acabaría haciendo de canguro de su hijo, al cual no soportaba porque siempre que se acercaba a él lo hacía llorar. Sus "suegros" habían tomado unos días libres para irse de crucero y Bulma debía ir a una cena con inversores.
"Vegeta, cariño..." le dijo Bulma acercándose a él con un traje negro con un escoque de infarto. El guerrero del espacio se temía lo peor porque ya que era extraño que ella le hablase así y con ese tono pasteloso "¿Podrías hacerme un favor?"
"¿Quieres que te arranque el vestido?" Preguntó sonriendo.
"Bueno, eso cuando termine el partido, ¿si? Pero vine a pedirte algo... muy importante" Bulma puso su mano sobre su pecho musculado. Dibujo con su dedo un círculo y Vegeta tragó saliva mientras miraba con lujuria. "Me tengo que ir a una cena con unos importantísimos inversores a la cual no puedo faltar por nada del mundo y no tengo con quien dejar a nuestro pequeño y adorable Trunks..." Vegeta cambió su sonrisa por un ceño fruncido. "Ni hablar, hoy no" respondió él.
Vegeta le dio la espalda y cruzó los brazos. "Llévate al niño contigo" le respondió de mala gana. Bulma intentó poner ojitos para dar pena pero él siempre fue inmune a ello "Vegeta, no puedo, es demasiado importante y seria para que esté NUESTRO hijo".
"Voy a ver un partido de fútbol" le dijo él y ella asintió. "Voy a decir palabrotas, voy a insultar al árbitro y lo más seguro es que vuele la mesa de una onda". Bulma le puso un dedo en la boca "No me importa si cuidas de NUESTRO hijo".
Él estaba enfadado, pero tenía una obligación con el hijo de Bulma, la cual le recordó una y otra vez que era suyo. Sobretodo y casualmente en su última conversación.
"Si el niño termina con un trauma la culpa será solamente tuya, ¿me oyes?"
Pero cuando se dio cuenta, Bulma ya había salido de casa dejándole a un bebé sobre sus brazos con un post-it con instrucciones básicas.
"Soy un bebé. No me mates. Puedo llorar por varios motivos:
1. Tengo hambre. Dame de comer.
2. Me he hecho caca. Cámbiame los pañales.
3. Estoy aburrido. Juega conmigo.
4. Tengo sueño. Méteme en mi cunita.
5. Me das miedo. Deja de ponerme caras raras."
Vegeta se enfureció. Él ya sabía qué hacer en cada momento porque había visto como Bulma cuidaba de él. El niño dormía plácidamente. Bajó el volumen del televisor con resignación y puso al crío sobre el cojín que había sido reservado para el mando del televisor. El partido iba a comenzar. Sonó el teléfono.
El guerrero subió las escaleras y cogió el teléfono.
"No hay nadie" dijo un Vegeta muy borde.
"¿No está Bulma?" respondió con una pregunta una voz que pudo reconocer como la de Yamcha.
"No hay nadie, gusano".
"Bueno, estás tú..."
"Eso mismo. No hay nadie en la casa con la que quieras hablar..." iba a colgar el teléfono cuando oyó al niño llorar.
"¿Te ha dejado al niño? ¡Oh dios mío!" Yamcha empezó a preocuparse.
"¿Tienes algún problema?" le dijo él "Está bien".
"¡No está bien! ¡Está llorando! ¡voy ahora mismo para allá!"
"Te juro que como vengas... ehm... ¿Yamcha? ¿¡estás ahí!" el ex de Bulma había colgado el teléfono. "Mierda".
Vegete se acercó al niño y le preguntó "Oye, ¿qué demonios te pasa?" pero el crío, como es lógico, no respondió. "Vale, creo que no puedo hablar contigo, pero no llores". Pero el niño, como es lógico, no dejó de llorar. "¿Tienes hambre? ¿Quieres unas patatas?" le preguntó ofreciéndole unas patatas, pero el niño, como es lógico, volvió a ignorar a su padre y continuó llorando.
El partido había comenzado. Parecía que Ciudad del Sur ganaba terreno por la banda derecha pero desperdició la oportunidad con un tiro lejano que no supuso ningún problema para el portero local. El comentarista criticaba la alineación visitante porque varios jugadores claves empezaban en el banquillo.
Vegeta se tocó las sienes "Piensa, ¿qué haría Bulma?" se dijo. Cogió al niño en brazos y empezó a moverlo de un lado a otro para callarlo, pero su movimiento era demasiado brusco y solo lo estaba asustando. Quiso imitar una nana de las que cantaba Bulma, pero el niño se asustó más por la estruendosa, arrítmica y a la vez satánica canción de cuna de Vegeta.
Odiaba al crío en esos momentos. Bueno, en realidad solía odiarlo siempre porque su voz martilleaba sus sensibles oídos. Le estaba doliendo la cabeza, como si le estuviesen taladrando su cráneo y ya hubieran llegado al cerebro. A la vez de odio también sentía frustración porque él mismo no sabía cuidar de su hijo, a su heredero, a su príncipe.
Yamcha entró en la casa. Se extrañó de que todo estuviese oscuro y se guió de los chillidos del pequeño "¿Acaso Vegeta está ignorando a su propio hijo?". Abrió la puerta y se encontró con un Vegeta sentado con las manos en la cabeza con el bebé llorando sobre la mesa. El intruso se acercó a la mesa y cogió el niño en brazos, el cual bajó la intensidad de sus lloros al no verse ignorado. "Vegeta, ¿estás bien?". Él negó con la cabeza.
Yamcha se llevó al niño "Seré tu papá durante unos minutitos". Antes de cerrar la puerta preguntó por Bulma, obteniendo como respuesta un gruñido de Vegeta.
Al dolor de cabeza se le unió la decepción. Ciudad del Sur se adelantaba al marcador con un gol de un penalty bastante cuestionable. "Menudo robo" decía él mientras veía la repetición de la falta.
Yamcha alimentó y le cambió los pañales al pequeño Trunks. "Creo que ya está todo" dijo satisfecho. El crío se fue durmiendo entre sus brazos "Ojalá fueses mío, pequeño". Puso al niño en su cuna y encendió el intercomunicador. "Se lo daré a Vegeta, para que atienda al crío si llora" Un escalofrío recorría su espalda. Igual no era tan buena idea. "Apuntaré mi número en un post-it y que me llame si no sabe qué hacer"
Dejó el intercomunicador y le dio el post-it, pero Vegeta ya estaba animado "Vamos, imbécil, corre con el puto balón... ¡Arhg! ¡Imbécil! ¡Pásala!"
A Yamcha no le parecía tan mal plan sentarse a su lado y empezó a gritar con él, aunque el guerrero del espacio no le prestó atención.
Quiso coger una de sus cervezas. Vegeta lo cogió por el cuello y lo lanzó fuera de la sala. Se perdió el gol de su equipo, el cual empataba el partido y haría que se jugase la prórroga.
Yamcha, preocupado, quiso llamar a sus conocidos... HORROR Bulma no quería que se descubriese su secreto. No quería que nadie supiese quién era el bebé. "Mandaré a Puar" pensó. No era mal idea después de todo. Él debía dormir y Vegeta podría acabar con su vida en cualquier momento.
El pequeño gato volador se sentó en el sofá, ahora vacío porque Vegeta seguía el partido de pie y agitando los brazos animado. Bebía cerveza de vez en cuando incluso derramándose sobre su camiseta haciendo que su aspecto fuese lamentable. Además, olía a gusanitos y a patatas sabor jamón.
La prórroga estaba siendo aburrida por el cansancio de los jugadores, pero se fue animando en su segunda parte con un 1-1 en el marcador. Vegeta empezó a gritar de nuevo a los jugadores cuando perdían el balón o fallaban un pase "Inútiles mariquitas, ¡sólo queréis que termine el partido para ducharos juntos!"
El gato miraba con sorpresa y a la vez extrañado el divertido y a la vez terrorífico comportamiento de Vegeta. No le dio demasiada importancia hasta que empezó a oír llorar a Trunks.
"Vegeta, el niño..." "¡CORRE MALDITA SEA HIJO DE PERRA! PORQUE NO CONOZCO A TU MADRE PORQUE JURO QUE LA MATABA POR TENER UN HIJO TAN INCOMPETENTE!"
Puar se sintió desplazado e ignorado. Debía actuar porque Vegeta ya se estaba preparando mentalmente para la tanda de penaltys. "Bien, tendré que encargarme del bebé" se dijo el gato.
Fue a la habitación y se acercó a la cuna. El niño se calmó al ver como una bola adorable de pelo le acechaba. Trunks estiraba sus brazos hacia arriba abriendo y cerrando sus manos. La situación era divertida para el pequeño, que ansiaba agarrar y meterse en la boca al gato. Y así lo hizo. Puar intentó huir del bebé que lo agarraba con una fuerza digna para ser reconocido como hijo de Vegeta. Notaba como la saliva del bebé empezaba a cubrir su cuerpo. No sabía que hacer y el gato empezó a temer por su vida "¡El niño me va a comer! ¡YAMCHA!"
Bulma abrió la puerta. Había sido una recepción corta, más que nada porque ella decidió abandonarla antes de tiempo por miedo a que Vegeta hubiese matado a Trunks. Pero no. Todo era calma. "Uy, que raro" se dijo ella. Luego se preocupó "¿Y si ya lo ha matado? ¡Oh, dios míos!" corrió a junto la sala donde estaba Vegeta.
Éste bailaba sobre el sofá agitando los brazos. Había ganado Ciudad del Oeste en el último suspiro y cuando pensaba que la victoria se escapaba. "¡CAMPEOOOOONES!" canturreaba Vegeta con una alegría que jamás había visto Bulma. Ella se acercó y preguntó por el pequeño. No obtuvo respuesta. Vegeta estaba demasiado extasiado con la victoria que había empezado a hacer movimientos de Air Guitar.
Bulma, traumatizada por lo que había visto fue corriendo a junto la cuna de su bebé. Dormía acurrucado a uno de sus peluches. "Oh, míralo, qué mono" le dijo ella "Cuando seas mayor estarás tan majara como tu padre". Abandonó la habitación.
Puar, lleno de saliva empezó a moverse sigilosamente, escurriéndose con la saliva y escapando de su cauterio. Voló y huyó. Odiaba a los bebés y en aquél momento odiaba a Yamcha.
Vegeta, seguía celebrando la victoria ante la mirada de su compañera, a la cual le hacía gracia la reacción y el efecto que tenía sobre él una victoria de un deporte como el fútbol cuando el deporte por excelencia era el béisbol. "Si él es feliz..." pensaba.
Vegeta se bajó del sofá, se sacudió. Encendió las luces y apagó la televisión. Estaba excitado. Tenía la necesidad de seguir saltando, de correr o incluso hacer un millón de flexiones. Miró a Bulma. La lujuria inundó su mirada y su mente. Bulma sonrió y corrió a los brazos de su amado. "Mereces una recompensa, has cuidado muy bien de nuestro pequeño". Se besaron apasionadamente e hicieron el amor en el sofá lleno de palomitas y restos de sabe dios qué cosas.
Fin~
