RON WEASLEY Y LA CONQUISTA DE LA FELICIDAD

Ron está a punto de vivir la mayor de sus aventuras. No tendrá que enfrentarse a un dragón, ni a una araña gigante. No tendrá que vencer a un dementor, ni a un mortífago. No tendrá que destruir un horrocrux, ni abrir una cámara secreta. Simplemente deberá intentar vivir como un muggle.

Sobra decir que todos los personajes, lugares, objetos y demás que reconozcas pertencen a la gran imaginación de JK Rowling, yo solo los acomodo a mi gusto.

No sé, porque escribí esta historia. Creo que luego de leer muchos fics, yo también quise contar mi propia versión.

Prólogo:

Ser auror es uno de los honores y orgullos más grandes del mundo mágico. Solo los mejores magos llegan a serlo, por cuanto se necesita lograr ser admitido en la academia, lo cual por sí solo es todo un reto. Después se requiere por los menos cuatro años de entrenamiento, en el mejor de los casos, por cuanto se han conocido de aurores a quienes les ha tomado un poquitín más. Algunos han durado hasta ocho o más años. Pero según registra la historia, Thomas White, quien ingresó a la academia alrededor del año 1859, ha sido el aspirante a auror quien más ha durado en llegar a serlo, algunos libros registran que tardó un poco más de catorce años y otros que un poco menos de diecisiete. Muchas generaciones de alumnos lo conocieron, ingresaron a la academia, cuando él ya era estudiante y lograron graduaron mucho antes.

En todo caso, ya sea que se tome cuatro años o un poco más, lo cierto es que para ser auror, se requiere una mente brillante, un espíritu valiente, un cuerpo fuerte, pero sobre todo, horas y horas de insomnio. Como durante el día se deben realizar entrenamientos físicos y asistir a las lecciones, tanto teóricas como prácticas, de los más difíciles cursos de Encantamientos, Pociones, Transformaciones, Defensa Muy Avanzada Contra las Artes Más Oscuras, solamente quedan las noches para poder estudiar y poder realizar una y otra vez los ejercicios vistos durante el día. Esto sin contar que se requiere, además, haber cumplido con no menos de cinco mil quinientas horas de vuelo en escoba, debidamente certificadas, dentro de las cuales no cuentan aquellas que se realicen mientras se juega al quiddicth.

Sin embargo, lo más difícil de llegar a ser auror, no es la clase práctica de Transformaciones, donde le exigen a los alumnos convertir una caja de cerillos en un hipopótamo, o viceversa. Ni la clase de Pociones, en la cual como trabajo final cada alumno debe idear un nuevo brebaje, cuya fórmula es rigurosamente examinada, con el objetivo de determinar si funciona o si tiene efectos secundarios nefastos, como el crecimiento exagerado de las orejas. No, lo más dificultoso, en lo que la mayoría de los aspirantes fracasa, es la "Prueba reglamentaria de extrema peligrosidad para aurores", o mejor conocida como "P.R.E.P.P.A.", la cual debe presentarse luego de culminar los cuatro o catorce años de formación básica, según cada caso.

Lo que hace que esa prueba sea realmente particular, además de su extrema peligrosidad –según las estadísticas oficiales, existe un veintinueve por ciento de posibilidades de que el estudiante desista o que muera durante su realización, pero según las estadísticas extraoficiales, la probabilidad aumenta hasta un cuarenta y uno por ciento- lo constituye el hecho de que cada prueba es única, especialmente diseñada para cada estudiante, según las debilidades que cada uno de ellos evidencia a lo largo de su formación.

Se conoce del caso de un chico a quien le ordenaron internarse en las montañas del Himalaya, en búsqueda del Abominable Hombre de las Nieves, y esto únicamente, por cuanto el chico era un poco friolento, por ser oriundo de una soleada isla caribeña, donde nunca había visto, ni por asomo, la nieve. También se sabe del caso de una jovencita, aspirante a auror, quien padecía de una terrible hemofobia, mejor conocida como miedo a la sangre o heridas, quien tuvo que convivir, durante varios meses, con un vampiro. Y aunque algunos dicen que la historia concluyó bien, pues terminó como únicamente podía hacerlo, o sea enamorándose uno del otro, al principio fue terriblemente difícil, sobre todo a la hora de la cena.

Y ahora bien, es aquí, en el momento de la asignación de esta difícil, pero indispensable prueba, que empieza esta nueva historia, cuyo protagonista es el mejor amigo de un viejo conocido.

Capítulo 1: La P.R.E.P.P.A.

Londres, 23 de diciembre de 2002

Hacía frío, mucho frío. Era un típico día de invierno, el cielo estaba gris oscuro y una fina capa de nieve cubría todo el paisaje. El viento golpeaba los cristales de los ventanales de la academia. Pero adentro, los jóvenes no le prestaban la más mínimo atención al clima, pues se paseaban por los pasillos sumidos en sus preocupaciones. Esto era lógico, ya que cada diciembre los estudiantes debían prestar atención a las pruebas que debían rendir antes de poder disfrutar las vacaciones de Navidad y fin de año.

La academia de aurores no era precisamente un internado tipo Hograwts, por cuanto sus estudiantes ya eran todos mayores de edad. Esto impedía imponer reglas como la prohibición de abandonar las instalaciones, sin embargo los estudiantes que venían de diferentes países optaban por vivir dentro de la propia academia, la que ofrecía aposentos destinados a esos fines, mientras que los estudiantes que provenían de Londres solían vivir en casa de sus padres.

Cada mes de diciembre la academia se llenaba de euforia, nerviosismo y mucha preocupación, ya que los estudiantes gozaban de vacaciones, por lo que debían dejar sus deberes y prácticas al día, para poder disfrutar de un tiempo de descanso. No obstante, para los estudiantes de último año era un poco distinto ya que cuando llegaban a esta etapa de sus estudios se les asignaba la realización de la P.R.E.P.P.A. ("Prueba reglamentaria de extrema peligrosidad para aurores"), la cual era cuidadosamente seleccionada por el Consejo de Aurores, máxima autoridad dentro de la academia y presidido por el mismísimo jefe del Departamento de Aurores del Ministerio de Magia. La prueba era designada a cada uno de los estudiantes de último curso, quienes debían cumplirla a lo largo del año siguiente y en caso de que sobrevivieran a ella (era común que muchos murieran en el intento) y que además lograran realizarla a cabalidad, podían regresar para la entrega de la certificación que los acreditaba como auténticos aurores.

Harry Potter y su fiel amigo Ron Weasley, a pesar de la fama que los rodeaba y el buen nombre que los antecedía a ambos, por haber sido pieza clave en el derrotamiento de quien no debía ser nombrado, aunque ya todos lo nombraban sin temor alguno, debían cumplir con dicha prueba, por cuanto al fin habían llegado al último año de entrenamiento. Ambos amigos vivían en el número 12 de Grimauld Place, desde que iniciaron su entrenamiento en la Academia, no solo por cuanto quedaba cerca de ella, sino por cuanto el lugar aún seguía siendo secreto, lo que impedía que los periodistas amarillistas, tipo Rita Skeeter, los asediaran todo el tiempo.

Ambos chicos, amigos desde casi la infancia, esperaban con ansias este día, llevaban meses realizando conjeturas acerca de lo que podían asignarles a cada uno de ellos, según sus propias debilidades. Habían realizado cientos de bromas al respecto, de las cuales, lógicamente, toda la familia Weasley, pero muy especialmente Ginny y George era partícipes. Habían llegado a la conclusión de que a Ron le tocaría enfrentar a una acrumántula sobrealimentada, que sin lugar a dudas acabaría con él en tal solo nueve segundos. En cuanto a Harry. ¿Qué le podría tocar? Es decir era el único mago que había sobrevivido a la maldición asesina, había realizado su primer patronus corpóreo a los trece años, había vencido a Lord Voldemort a los diecisiete. ¿A qué otra prueba se le podría someter? Esto sí que era un gran misterio.

El día de la asignación de la P.R.E.P.P.A., ambos llegaron a la academia antes de su hora habitual, sabían que la asignación, por parte del Consejo de Aurores, no iniciaría hasta las diez en punto de la mañana, pero aún así llegaron muy temprano. Se les veía visiblemente nerviosos, pero a uno más que al otro.

-Oye ¿Cuando nos metimos en esto hace como cuatro años, te imaginabas que llegaríamos a este momento... es decir a la asignación de la P.R.E.P.P.A?- preguntó Harry a su amigo.

-Mira, Harry, cuando entré por primera vez a la academia, pensé que no duraría más de un mes. Pero cuando asistí a la primera clase de Encatamientos, me di cuenta de que estaba equivocado, supe que no duraría ni una semana. Así que la verdad nunca pensé que llegaría a este día- aseguró Ron con su característica sonrisa.

-¿Qué crees que nos asginarán? ¿Crees que será muy difícil?

-Para mí sí- dijo Ron- Para tí será como ir de día de campo a Hosmeade.

-Sí claro- dijo Harry, con una media sonrisa en su boca.

-No te preocupes, el Consejo de Aurores no querrá que te mueras, te imaginas, toda la comunidad mágica se volvería loca. El último héroe que les queda y muerto al tratar de cumplir una estúpida prueba.

-Ya basta- dijo Harry, medio entretenido. -Bien sabes que la mayor parte de las cosas que he logrado te las debo a ti, a tu hermana y a Herm...-Un silencio comprometedor se apoderó de la conversación. -Bueno, a tu familia en general- concluyó el muchacho.

-Sí claro como si nosotros hubiéramos matado a Lord Voldemort, eso lo hiciste tú solito.

-Con la ayuda de ustedes y de muchos otros.-

-Sí, sí, sí claro que sí, bien sabes que eso lo hiciste tú solo. También sabes que la paz y la tranquilidad que poco a poco hemos vuelto a vivir, te la debemos a ti.

-Bueno...- quiso protestar el muchacho, pero la verdad que se quedó callado, disfrutaba tanto de este tipo de conversaciones con su amigo. Esas pláticas que solo con él podía mantener, en las que podían estar en desacuerdo, pero siempre concluían afablemente. Ya habían quedado atrás los tiempos en que habían discutido. Ya habían olvidado las estupideces que en algún momento los hizo distanciarse e incluso no hablarse. En este momento eran tan solo dos chicos que llevaban siendo amigos más de una década, eran tan solo dos chicos que a través de los años se habían convertido en hermanos y que en un futuro cercano, llegarían a estar realmente emparentados.

Para calmar un poco la tensión, Ron le empezó a contar a Harry, acerca de los últimos inventos de George. Le habló acerca del estado de salud de sus padres, especialmente del de su madre, quien después de cuatro años de la muerte de Fred, aún no lograba superarla, por lo que constantemente estaba sumida en fuertes depresiones o afectaciones físicas. También le habló acerca de la próxima boda de su hermano Percy, a la cual tendrían que asistir de manera obligatoria, a pesar de que no les emocionaba en lo más mínimo. Todas estas cosas Harry ya las sabía, por cuanto mantenía estrecha relación con toda la familia Weasley, sin embargo dejó que su amigo, se entretuviera con la conversación, pues sabía que sería una buena forma pensar en otras cosas y calmar los nervios.

Poco a poco se fueron uniendo sus compañeros de curso, quienes también lucían un poco ansiosos.

Cada uno era llamado de manera individual a la sala de sesiones donde estaba reunido el Consejo de Aurores en pleno. Los estudiantes entraban con cara de asustados, pero salían con cara de horrorizados. Sin embargo ninguno se atrevía ni siquiera a mencionar la prueba que se le había asignado, no solo por el shock emocional del momento, sino también porque la prueba era extremadamente secreta.

Fueron llamando uno a uno: Scott Bandrade. Minor Ching. Antonio D`Silva. Amy Falls. Steven Green (...) Rogelia Pérez. Harry Potter. Este último ingresó, duró menos de un minuto y luego salió con cara sonriente. Le hizo señas a Ron de que lo esperaría en el patio central de la academia y se marchó alegremente. Por último Ronald Weasley, quien ingresó al recinto, encontrándose con el Consejo de Aurores, en pleno.

Ron fue recibido de manera cordial y respetuosa, si bien no era Harry Potter, su nombre también era famoso en el mundo mágico, y no solo por ser el mejor amigo del elegido, sino porque todos sabían que había colaborado grandemente en el vencimiento de Lord Voldemort. De todos era conocido que había acompañado a Harry en aquel viaje suicida. También sabían que él había destruido el guardapelo, convertido en horrocrux y que había sido él quien ideó la forma de destruir la copa. Todos estos detalles, eran de conocimiento público, en virtud de las múltiples conferencias de prensa que Harry había brindado, luego de finalizada la guerra.

Apenas ingresó lo invitaron a sentarse, le preguntaron por la salud de sus padres. Algunos le manifestaron conocer a Arthur, a quien no veían desde que se había retirado de manera permanente del Ministerio, por lo que le solicitaron que le hiciera llegar sus saludos.

-Bueno, bueno, señor Weasley- le dijo un hombre un tanto mayor, de pelo blanco y marcadas arrugas en la frente, quien se sentaba al centro del Consejo de Aurores. -Para ya no atrasarnos más, por cuanto todos queremos retirarnos a empezar a disfrutar de nuestras vacaciones navideñas, vayamos directo al punto. Como usted debe de saber, el día de hoy le será asignada la conocida P.R.E.P.P.A., la cual es indispensable para que usted pueda optar por el grado de auror. Hemos analizado su caso con sumo cuidado, pues de todos es conocido sus grandes hazañas en pro del mundo mágico. Según hemos leído en su expediente personal usted jugó un papel prepoderante en el vencimiento de Lord Voldemort, sabemos que incluso se enfrentó en batalla a la peligrosísima Bellatrix Lestrane, además que montó un dragón, que destruyó un horrocrux y bueno muchas cosas más. Por todos estos actos heroicos el Ministerio le está y le estará eternamente agradecido. Así que en un primer momento pensamos -y el hombre dirigió una rápida mirada a cada uno de los miembros del consejo- que sería realmente innecesario asignarle una prueba, por cuanto sus habilidades ya han sido más que ampliamente demostradas...

Ron escuchaba, atentamente, todas estas palabras, pero sin poder creerlas. Al fin alguien valoraba todo lo que había hecho. Finalmente, le iban a recompensar por todos sus esfuerzos y sacrificios, pues según la forma en que se dirigía el discurso, resultaba más que evidente que le iban a exonerar de la prueba, ya que era innecesaria. Seguramente por ese motivo Harry había salido de la sala tan pronto y sobre todo tan contento. De fijo lo habían mandado a descansar. Ya se podía imaginar durmiendo todo un año, lo que bastante falta le hacía. Podría ir a visitar a sus padres, a quienes no veía desde hacía largo tiempo, podría practicar quiddicht o simplemente volar en escoba hasta la hora que le diera la gana. Ya no tendría que cumplir horarios, pero sobre todo ya no tendría que preocuparse por su vida, pues no moriría, por lo menos aún no. Estaba a salvo. Ya se veía el próximo año en la graduación de aurores. A lo mejor, hasta lograba graduarse con honores. Que orgullosa estaría su mamá y sus hermanos. El primer auror de la familia Weasley. Seguro que la tía Muriel lo volvía a incluir en el testamento. Una leve sonrisa de felicidad se iba dibujando en su rostro.

Llevaba varios minutos, en los que no le prestaba la menor atención a su interlocutor. Su mente estaba en otro lugar.

Sin embargo, decidió volver a poner los pies en el suelo y prestar, aunque fuera por mero respeto, un poco de atención.

-... y tal y como le iba explicando- decía el presidente del consejo- hemos decidido asignarle una prueba especial, que estamos seguro que sabrá sobrellevar con gran éxito. Nunca antes habíamos asignado una tarea de esta naturaleza. En los dicisiete años que yo tengo de formar parte de este consejo, es la primera vez que nos vemos en la necesidad de hacerlo.

En el rostro de Ron se veía una ligera confusión. No entendía, hace tan solo unos instantes todo parecía indicar que no se le asignaría prueba alguna, pero ahora todo parecía apuntar lo contrario.

-Entonces, verá usted señor Wealey, dados sus antecedentes, el consejo en pleno y de manera unánime ha decidido que su P.R.E.P.P.A. consistirá en que viva en el mundo muggle por un año. Aclaro, para que no quepa lugar a confusión alguna, no solo en el mudo muggle, sino más bien como un muggle. ¿Me explico?-

Pues no. En realidad no se explicaba para nada. Ron no entendía ni una palabra. Y seguramente por abrir sus ojos como un par de platos y ante la cara de desconcierto que estaba mostrando, el hombre decidió explicarse un poco mejor.

-Tal y como es de su conocimiento cada prueba es especialmente diseñada según las debilidades de cada aspirante. Según le decía, a lo largo de su trayectoria, usted ha mostrado dotes magníficos, que nos hacen estar seguros de que posee las habilidades necesarias para convertirse en un excelente auror. Sin embargo, nos ha llamado, poderosamente, la atención, de que su vida ha estado ausente de lo que acontece en el mundo muggle. Es decir, su familia es de las pocas de sangre totalmente limpia, que aun quedan en nuestra comunidad. O sea no tiene parientes muggles, menos esquibs, ni siquiera mestizos. Según nuestros registros, su madre tiene un pariente lejano, que no pertenece al mundo mágico, sin embargo ni usted, ni ningún otro miembro de su familia inmediata, reportan tener contacto con él. En otras palabras desde que usted nació siempre ha estado inserto en este mundo, no conoce nada más allá de él. Es más según el reporte de calificaciones que nos fue enviado de Howgrats, usted ni siquiera cursó Estudios Muggles. ¿Es eso cierto, señor Weasley?

-Sí- dijo Ron un tanto contrariado- Nunca llevé ese curso, nunca pensé que fuera necesario, además no estaba incluido dentro de las materias que obligatoriamente se debían aprobar para ingresar a la Academia.

-Efectivamente- dijo el presidente del consejo. -Eso era así. Pero luego de la guerra todo cambió. Precisamente ese curso ahora es obligatorio, no solo para ingresar a esta Academia, sino para todos los alumnos que presentan los T.I.M.O.S y los E.X.T.A.S.I.S. Verá señor Weasley, después de la guerra hemos tratado de hacer conciencia en la comunidad mágica acerca de la importancia que tiene el mundo muggle. Hemos tratado de estrechar lazos, de conocer un poco más su cultura, hemos querido que nuestros miembros no sean ajenos a lo que acontece en ese mundo, por cuanto solo así podremos acabar con los prejuicios que aun existen. Queremos que todos nuestros niños y jóvenes conozcan de las cosas que suceden más allá de nuestras fronteras. Deseamos que algún día exista un verdadero acercamiento y por qué no hasta llegar a revelar nuestra existencia. Pero todo esto solo es posible por medio del conocimiento y la información.

-Pero bueno... -interrumpió una joven que se sentaba en el extremo de la mesa- Ya no queremos atrasar más al señor Weasley, además de que como nuestro presidente dijo, todos queremos irnos de vacaciones. Por lo que creo que sería mejor, y de una vez por todas, asignarle la prueba.

-Sí, en eso Rosaline tiene toda la razón- volvió a intervenir el presidente. Mire señor Weasley, en resumen, su P.R.E.P.P.A. consiste, como ya lo había dicho, en que usted viva en el mundo muggle y como un simple muggle, durante todo un año, eso implica que deberá vivir en una comunidad totalmente ajena al mundo mágico, deberá aprender las costumbres y realizar las labores típicas de un muggle, que mejor no se las adelanto, ya que usted mismo deberá determinar cuáles son, y por supuesto y lo que es lo más importante, no podrá utilizar la magia, durante todo el tiempo que dure su prueba, salvo, claro está, en casos de extrema necesidad y emergencia. Todo esto durante un año, al cumplir dicho plazo si su resultado es satisfactorio, a juicio de este consejo, de lo cual no dudamos en lo más mínimo, usted habrá superado la P.R.E.P.P.A. y estará listo para convertirse en todo un auror. ¿Qué le parece? ¿Tiene alguna duda, señor Weasley?