Tienda de mascotas.
*Este no es un fic. No sé que sea pero no es un fic.
— ¡Mira este! —Señaló el hombre lleno de entusiasmo.
— No les llevaremos un cerdo.
—Es un jabalí —susurró — ¡Esta genial!
— ¡Te escuche!—reclamó —, de todas formas no les llevaremos un CERDO de mascota.
— ¿Cuál es el problema? Yo tuve un CERDO de mascota.
—Tú tenías muchas mascotas, señor yonosécontar.
—Claro que no.
— Por supuesto que sí, cada vez que abrías la puerta de tu casa entraban o salían docenas de animales.
— ¿Qué docenas? —Pregunta, ofendido —, solo era una.
— ¿Ves?
—Pero todos esos animales no eran míos. Mi única mascota era Abner.
— Bueno, tal vez, pero el tuyo no tenía un par de colmillos.
—Significa que no puedo llevar un jabalí, pero si un cerdo.
—No, significa que no quiero un jabalí ni a un cerdo.
— Pero…
— ¡No quiero un cerdo corriendo en mi casa!
—Querrás decir nuestra.
—Sí, nuestra.
—Bien, entonces busquemos otra especie.
— Qué tal algo más tradicional como un perro.
—Yo preferiría que no fuera un perro.
— ¿Por qué no?
— Mi abuelo y mi tía abuela Mitzi tuvieron uno siendo niños, cuando este se murió se distanciaron como por setenta años.
— ¿Y eso qué?
— Podría pasar a nuestros niños.
— ¿Qué te hace pensar que eso pasara con ellos?, ¿desde cuándo eres tan supersticioso, cabeza de balón?
— Desde que supe que Gertie, la bravucona de Stely, y Stely fueron mis abuelos; además ten en cuenta que tenemos un par de mellizos.
—Correcto, un perro no es buena idea—Helga desistió ante la lógica de Arnold.
— ¿Qué tal un gato?
— Eleonor le teme a los gatos—dijo Helga.
— Es verdad. Desde aquella fiesta la noche de brujas.
— ¿Qué tal un pez?
— Tengo malas experiencias con los peces—dijo Arnold.
— ¿Tal vez un ave?
— Podría ser…
— Yo tuve una paloma mensajera.
— Dijiste que tu única mascota fue Abner.
— Ehm..., bueno, y chester.
— Pero aquí no hay palomas. ¡Es increíble que tengan un jabalí y no tengan una paloma!
— Oye, ahora recuerdo…, también tuve un loro.
— No lo tuviste, porque era mío.
— Tú jamás lo reclamaste.
— Pero tú sabes que era mío.
— Se sabía mi nombre.
— Y también el mío.
— Yo jamás lo oí decirlo.
—Ese era el punto.
— ¿Qué hubieras hecho si hubieras escuchado mi nombre?
— Sinceramente yo creo que lo mismo que hice la primera vez que escuche que me amas.
— ¿Balbucear?
— Jajaja, sí. Pero tu lagarto se comió MI loro.
— ¡Era MÍO!
— ¿Cómo se llamaba?
— ¿Quién?
—El lagarto. ¿Mandíbulas?
— Te estás confundiendo. Mandíbulas era la tortuga del acuario.
— Oh, es cierto.
— La edad ya está afectando tu cerebro, Arnold-do.
— Tenemos la misma edad, Helga.
— A diferencia que a mí no me afecta.
— Pues entonces te sorprenderá saber que recuerdo una buena historia sobre esa tortuga.
— ¿Cuál?
— Uhm... ¿Cuál qué?, ¿de qué estábamos hablando?
— Arnold.
— Por tu culpa el acuario se quedo sin atracción. Siempre he creído que eres el señor "yo hago todo lo correcto" y ahora resulta que me case con un vándalo, Olga va a escandalizarse, debiste haberme dicho de tus antecedentes criminales. ¿A quién has matado?
—Fue una buena causa.
—Fue allanamiento y robo de propiedad pública.
— ¿Entonces que llevaremos?
—No me cambies la conversación, pequeño doble cara.
— ¡Un ratón!
Mirada asesina.
—Ehm…, no dije nada, cariño.
—Fue una gran idea traer esto a casa.
—Por supuesto, fue mi idea.
—Lo que tú digas, Helga.
...
13/03/2013
Casi dos años desde que escribí esto, pero qué bueno que no fue publicado. Mi ortografía era horrenda. Amor y paz, Yaki fuera.
