Capítulo Uno - ¡Bienvenido! ¡Ya estás muerto!
Bueno, todo pasó muy rápido para su gusto. Demasiado, podría decirse.
Pero bueno, las cosas imprevistas son imprevistas justamente por eso… ¡Porque no sabes cuando va a ocurrir!
Pero mejor contar todo desde el principio, que estamos un poco adelantados. Todo empezó un viernes.
La idea aburría, pero bueno. Era el último año, y debían aprovecharlo al máximo.
Al año siguiente estarían tapados de parciales en la universidad, o trabajando; y las fiestas locas serían únicamente un recuerdo de sus días de gloria.
Para Len Kagamine, rubio de dieciocho años, las fiestas locas equivalían a un suplicio el cual debía aguantar.
Él era el único en su grupo de amigos que no tomaba alcohol.
En consecuencia no se emborrachaba; y al no emborracharse debía llevar con su auto al resto, que si se emborrachaba. Y cómo lo hacían. Cuando Len conseguía que dejaran de decir incoherencias, pasaban a desmayarse sobre el tapete de entrada de sus respectivas casas.
Len procedía, entonces, a tocar la puerta y anunciar a los padres que su hijo era "un irresponsable y un futuro alcohólico. Pero pónganlo a dormir y mañana despertará con resaca. Hagan que se dé una ducha fría y estará bien."
Len era el responsable del grupo; y, como tal, debía cuidar que los demás no hagan nada estúpido.
—Hola, Len…
El rubio miró a quien le estaba hablando. Era una rubia, sonriéndole.
Su adorada novia, Neru Akita.
—Hola, Neru…
—¿Irás mañana?
—¿Disculpa?
—Tenemos una cita —le recordó la rubia —. Iremos al parque de atracciones, ¿recuerdas?
—Ah, sí…
—¡Te veré allá!
Dicho esto, Neru se marchó.
Len quedó con cara de bobo, hasta que sus amigos lo sacaron de su estupor.
—¡Hey, hey! ¡Len! ¿Vas a llevarnos hoy a la discoteca? —preguntó Piko.
—Eso, hombre. ¡Hoy habrá descuento en todas las bebidas! —anunció Rinto.
—Más chicas irán esta noche. —comentó Gumiya.
Len asintió desganado, demostrando que no tenía ningún interés en las bebidas alcohólicas y las chicas.
—Cierto que este idiota tenía novia… —murmuró Rinto —¡Pero bueno! ¡Nos vamos a divertir igual!
Y así fue como Len había acabado en un auto con los idiotas de sus amigos.
—Le-en, ¡este trasto es muuuuy lento! —Rinto rió estúpidamente —¿Entiendes? ¡Len-to! Ay, soy malote.
Len cerró los ojos pidiendo paciencia.
—¡Hazlo ir más rápido!
Y fue allí mismo donde su vida se fue por el inodoro.
Rinto pisó el pie de Len.
El mismo que estaba en el acelerador.
Len esquivó un auto, salieron de la autopista…
Y todo fue en picada desde entonces.
El rubio despertó y miró hacia el Porsche destrozado. Piko estaba vivo, Rinto inconsciente, y Gumiya salió casi sin un rasguño.
Len sonrió estúpidamente. Estaba vivo después de eso.
¡Estaba vivo! No debía preocuparse por el auto destrozado, ni por sus amigos borrachos, ni por esa mano que salía de uno de los lados más aplastados del coche.
Espera, ¿¡qué!?
Una mano, conectada a un brazo, yacía burlonamente cerca del auto. Len se acercó a ella. El brazo estaba conectado a un cuerpo aplastado, la sangre salía por los costados.
Vio que el muerto, además, se había roto el cuello, lo que le causó la muerte.
Miró el rostro del cadáver e intentó gritar.
Ese cadáver era él.
—Kagamine Len…
Len se dio vuelta a tiempo para ver a una joven de cabello aguamarina, quien aparentaba unos veinte años.
Ostentaba un vestido sin mangas, color negro, y estaba descalza.
—Vine para llevarte —anunció la chica, levantando una hoz. —, porque… ¡Ya estás muerto!
