Prefacio
Los ojos de la muchacha brillaron ante la mirada penetrante de Scabior. Todo su cuerpo se tensó y sus labios se entreabrieron, como si quisiera proferir un grito de horror. Pero aunque Scabior reconoció la expresión de la víctima de su compañero de turno, lo único que pensaba era arrebatársela y liberarla de aquella pesadilla que estaba obligada a vivir por ser de sangre impura.
Los ojos de Scabior se enfocaron en Greyback, contemplando cada uno de sus movimientos como si de ellos pudiera surgir una de sus trampas. Poco a poco se fue acercando a la tienda y advirtió en la mirada de la muchacha un miedo que le congeló hasta el alma. Movió los pies más rápido hasta llegar a Greyback, y luego se quedó en pie a su lado.
Greyback alzó la mirada, expectante, esperando a que su compañero hablara.
"Tenemos un problema" dijo Scabior con detenimiento. "Nos hemos equivocado con uno de ellos."
Greyback lo miró, ceñudo. Se puso en pie con cierta dificultad y le echó un fugaz vistazo a la muchacha, la cual se tensó en el segundo que sus miradas se cruzaron.
"¿Cómo dices?" dijo, anonado. Sus manos temblaban levemente. "Sabes que ese lord no nos perdonará si —"
"Nadie tiene por qué enterarse" lo interrumpió Scabior astutamente. "Sólo tenemos que dejar libre a la chica y ya."
"¿Qué chica?" preguntó Greyback. "¿Te refieres a la rubia? Porque si es así déjame decirte que —"
"Sin peros" lo interrumpió Scabior nuevamente. "¿Es que a caso quieres tener problemas? No podemos jugar con esa gente."
Scabior lo contempló, esperando que se rindiera. Sabía que cuando su compañero se interesaba en una de sus víctimas no había forma de impedir que no la hiciera suya. Ambos eran carroñeros, pero a diferencia de Greyback, Scabior jamás había abusado de ninguna muchacha.
"¿Y qué vas a hacer con ella, entonces?" quizo saber Greyback. Scabior esbozó una pequeña sonrisa y se dispuso a entrar en la tienda, seguido por su compañero. "¿La devolverás?"
"Le borraré algunos recuerdos" mintió Scabior con total naturalidad. "No es necesario hacerla desaparecer."
Scabior se sentó en uno de los taburetes mientras Greyback contemplaba su varita, pensativo.
"¿Y cómo te enteraste que nos equivocamos?"
"¿Recuerdas cuando me enviaron a Valle de Godric?" dijo Scabior y Greyback asintió. "Bueno, allí me encontré con su padre. Él no me vio, por supuesto, pero estaba pegando afiches de su hija por todas partes junto a un par de hombres más, que si no me equivoco, eran un par de funcionarios del Ministerio —"
"¿Funcionarios?" Greyback largó una carcajada. "Un par de cachorros no podrán matarnos."
"Lo peligroso no son los funcionarios, idiota" dijo Scabior, ya un poco cansado de la situación. "Lo peligroso es el viejo."
