Él lo es todo para mí, pero ¿qué es lo que él realmente siente por mí?
Londres - Inglaterra
Abrió esos gatunos ojos celestes y por un minuto se quedó mirando el techo sumergida en sus pensamientos, debía levantarse e ir a clases. –¡Qué fastidio!- pensó Setsu.
Primero preparó el desayuno para su nii-san, no podía dejarlo con el estómago vacío, sabía que si lo hacía, el sería incapaz de probar bocado en todo el día y muy por el contrario solo se llenaría los pulmones de humo sin parar.
Como odiaba ir al colegio y usar ese maldito uniforme, detestaba tener que verse igual al resto, por eso siempre terminaba transgrediendo las reglas y modificando esa desabrida ropa a su conveniencia, llamaba bastante la atención entre ese rebaño de ovejas, todas blancas y ella la más negra. El uniforme constaba de una falda plisada de color borgoña a la cual ella le había quitado bastantes centímetros de largo, hasta quedar convertida en una minifalda, una camisa blanca a la que ella le había agregado unas cruces metálicas en el cuello a modo de decoración, una corbata con rayas diagonales negras y borgoña, la que nunca estaba en su lugar, esa maldita corbata la ahogaba, ¡ella necesitaba más libertad! Y claro una chaqueta negra la cual tenía en la solapa un monto de pequeñas tachas plateadas. A Setsu le había tomado toda una tarde colocar cada tacha en su lugar, pero valía la pena, ella destacaba, no era como el resto, no pertenecía a ellos y eso la satisfacía... pero ahí estaba en esa prisión a la que llaman colegio, por suerte ya era su último año -sólo un año más, sólo uno más- se repitió para sí misma. Pronto podría dejar de ver a esa manada de idiotas descerebrados que tenía por compañeros. El año estaba recién empezando y no tenía muchas expectativas de su vida escolar, no tenía amigos ahí, ni los necesitaba, nadie en ese maldito edificio podía entenderla, todos eran demasiado NORMALES para ella, incluso le temían, muchos de ellos ni siquiera se acercaban a ella por miedo a que los embrujara, porque los muy idiotas pensaban que Setsu era una bruja, una Súcubos sin alma, que a la menor provocación les echaría un maleficio vudú o algo peor.
-Atención clase, tenemos un alumno nuevo, por favor sean cordiales con el – dijo el profesor, y luego le incito al nuevo estudiante que aún se encontraba en el pasillo, sin asomar siquiera su cabeza que entrara y se presentara.
Y de repente todas las miradas se posaron sobre el nuevo estudiante, alto y atlético, con un extravagante cabello plateado, todo un bombón, o por lo menos eso pensó todo el alumnado femenino que se encontraba en la sala, excepto una… Setsu, ella seguía sumida en sus pensamientos y en que su nii-san le había prometido llevarla a la grabación para esa serie en la que trabajaba últimamente, estaba tan feliz por poder contemplar a su nii-san toda la tarde y posiblemente salir a pasear por las calles un rato antes de tener que volver a casa, que ni siquiera escuchó lo que decía el profesor, no notó al nuevo estudiante y mucho menos se dió cuenta de que éste la miraba, lo único que percibió fue cuando alguien sentado en el pupitre a su lado izquierdo le hablaba, cosa inusual, ya que todos evitaban cruzar palabras con ella, además desde que tenía uso de razón, todo el mundo evitaba sentarse a su lado, es por esto que el asiento a su izquierda siempre había estado vacío. ¿Quién osaba interrumpir sus pensamientos, quién osaba apartar siquiera de su cabeza la imagen de su nii-san?, Setsu miro con sus ojos llenos de odio al estúpido que musitaba palabras que ella no oía.
-Hey soy Reino Viegoul mucho gusto, y ¿tu nombre es?- pregunto el pálido joven.
-Eso no es asunto tuyo- respondió Setsu con la mirada más altanera y despectiva que tenía, que molesto, los otros idiotas ya sabían que no debían molestarla, pero este tipejo nuevo, aun no sabía cuál era su lugar.
El resto del día fue de lo peor, ese imbécil realmente era retardado, no podía entender que Setsu no quería y no le interesaba hablar ni tener nada que ver con él y así aparecía una y otra vez intentando robar alguna palabra de los rojos labios de la rubia, pero todo fue en vano, ni siquiera lo miro, hizo de cuenta que no existía, era sólo basura a la que tenía que ignorar.
Por fin, ya era la hora de salir, sabía que su nii-san la estaría esperando en la puerta del colegio, de pie, junto a su motocicleta, como cada vez, que le prometía llevarla a algún sitio. No podía esperar, sólo quería montarse en la motocicleta y así poder abrazar a su nii-san tanto como pudiera, es que era un suplicio permanecer toda la mañana y parte de la tarde sin poder verlo, sentir su aroma y por qué no, acariciarlo un poco.
Setsu salió a toda prisa del colegio, pero cuál fue su sorpresa al no divisar a Caín en la puerta de entrada, la decepción estaba por invadirla cuando sintió su móvil, lo miro, era un mensaje, de él. Se había demorado pero pronto llegaría, así que le exigía que lo esperara, que no tardaba.
Ella se apoyó en uno de los pilares de la entrada, mientras escuchaba un poco de música en su reproductor, un poco de Metal siempre la tranquilizaba y hacia que su espera fuera menos eterna. De pronto sintió que le arrebataban uno de sus audífonos y sintió una respiración en su cuello.
-¿Me estabas esperando?- le dijo Reino susurrándole sensualmente al oído. Setsu un tanto descolocada por la sorpresa se volteó para encarar al idiota que invadía su espacio y para su sorpresa sus rostros quedaron exageradamente cerca, era casi casi, la escena previa a un beso. Se quedaron observando un par de segundos cuando, sintió el sonido de la motocicleta, su nii-san observaba la escena con un aura asesina, al principio se paralizó, pensando en cómo se podría excusar ante él y luego recordó; aquella grabación en la que su nii-san hacía de antagonista y debía besar apasionadamente a la protagonista, una chica bastante sosa, según los cánones de Setsu, pero que Caín incluso había disfrutado besar y hasta se lo había restregado en la cara, ella lo había visto con sus propios ojos, pero que el alardeara sobre eso frente a ella, era algo que no podía perdonar, fue en ese preciso instante cuando Setsu pensó … no estaría mal que mi adorado nii-san pruebe un poco de su propia medicina.
