Harry Potter y la era de la sangre.
-Me das asco, asesino, traidor…
Esas habían sido las últimas palabras que había escuchado decir a su supuesto mejor amigo Ronald Wesley, pronunciadas en el momento en que Albus Dumbledore y un nutrido grupo de fuerzas especiales mágicas del ministerio lo conducía a Azkaban.
Esas palabras no le dejaban dormir, no lo dejaban comer, no lo dejaban vivir. Le dolía que su mejor amigo, por quien habría dado la vida de ser necesario no le hubiese creído cuando se declaró inocente ante el tribunal del Wicegamot.
La culpa había sido transformada lentamente en rencor, en ira y al final en odio, no un odio negro y ciego hacia Ron Wesley y Dumbledore, sino un odio visceral pero controlado hacia la sociedad mágica que lo había usado, hasta dejarlo seco, la cual ahora le depreciaba como a un criminal, como a un vulgar criminal, como a un asesino, como a un traidor. Cuanto deseaba la ruina de esa decadente sociedad, y la destrucción de todos los que le habían vuelto la espalda… todos menos Hermione.
Mientras que todos le habían culpado (Ron, Ginny, Draco, Dumbledore), Hermione le había creído, y había tratado de defenderlo, con la ayuda de casi todos los Wesley había tratado de defenderlo, de sacarlo de Azkaban… Todo en vano. No podían competir con la brillante mente de Dumbledore, ni con el alubión de testigos, acusadores y demás gente de la misma calaña, que parecían no tener fin.
Y luego estaba Posner.
En Azkaban te podías encontrar a todo tipo de magos y brujas, traicioneros, mezquinos, arteros, solitarios, paranoicos, brutos, estúpidos, narcisistas… Y luego estaba Posner.
Posner era alto, casi metro noventa, de piel cenicienta, y con el pelo rubio oscuro, de complexión débil, sus ojos eran dos castaños pozos de sabiduría. Conocía muchísimos hechizos antiguos, y relatos de civilizaciones antiguas. De aspecto manso, tranquilo, ocultaba una rabia, un odio sin límites contra sus captores.
-No es justo-repetía con un gruñido-. Yo no debería estar aquí…
¿Y donde deberías estar? Se decía Harry a si mismo. Cuando Posner se encerraba en si mismo no había manera de razonar con él. Pero en esos momentos Harry recordaba su primer encuentro…
Flashback
-Yujuuu ¡Potter!- La ironía cargaba la voz de Lucius Malfoy-. Ven, siéntate con tu amigo Lucius.
La cárcel no había mejorado para nada el especto o los modales de Malfoy padre, al contrario, estaba muy delgado, con el pelo lacio sin vida y hasta se adivinaba la incipiente calva, estaba hosco, y colérico con la sociedad pero más aún con Harry, el promotor de su largo encarcelamiento.
-No gracias, me gusta mi pellejo- Dijo Harry mientras se alejaba de Malfoy padre y recorría el comedor de la prisión con la mirada en busca de una mesa vacía donde sentarte.
El comedor de la prisión era una gran habitación rectangular iluminada por unos tétricos fuegos fatuos (las almas de los que allí habían muerto), que flotaban siniestramente por el comedor. Su azulado brillo se reflejaba en el marmóreo suelo e iluminaba las hormigonadas paredes y columnas.
Harry se acercó hasta una de las mesas del fondo, donde se encontraba un hombre rubio con el uniforme de presidiario (como todos) raído y descosido. El hombre estaba leyendo un grandísimo libro de tapa negra, ya desvaída, con relucientes runas plateadas, en la cubierta; haciendo caso omiso del poco apetitoso rancho diario.
-¿Le importa que me siente?- dijo Harry.
-¿Eh?- el desconocido alzó los ojos, y uso marrones ojos le miraron de
forma distraída.
-Que si me puedo sentar con usted.
-Por supuesto- el desconocido cerró el libro mientras que Harry se sentaba en una silla en frente del hombre-. Es agradable un poco de compañía humana en vez del ganado habitual.
-Umm, Gracias-. Harry no sabía que pensar del individuo- ¿Qué está leyendo?
-"La última travesía de Ragnar el fiero"- respondió-. Una excelente saga vikinga.
-¿Sabe leer runas señor?- preguntó Harry.
-Puees…
-No emplees palabras demasiado complejas Posner-La voz de Malfoy padre estaba cargada de malicia-. Nuestro amigo el huérfano no recibió la instrucción paterna pertinente.
-Vete a la mierda Malfoy- Respondió Harry.
-¿A que debemos el… Umm… Honor de tu visita Malfoy?- Dijo pausadamente el llamado Posner.
-Cuando quiera oír gilipolleces te llamaré Posner- respondió Malfoy-. Ahora tengo que despellejar a Potter.
-Yo creo que no- Dijo Posner poniéndose de pie.
-¿Ah si?-Dijo Malfoy con sorna-. ¿Y que harás para impedirlo?
-Déjale en paz Malfoy- dijo Harry poniéndose de pié el también.
-No te metas Potter- dijo Posner, y acto seguido estampó su puño en la cara de Malfoy con tanta fuerza que este vió estrellas y planetas sin necesidad alguna de telescopio.
-Te… te voy a…. a matar-dijo tratando de recuperas aliento.
-Cállate- golpe en el estómago - y deja- Lucius doblado de dolor –de decir-Posner armó el brazo- GILIPOLLECES-¡Zas!
En cuanto se llevaron a Malfoy a la enfermería (con el tabique nasal roto), todo volvió a la relativa calma.
-No deberías haberlo hecho- dijo Harry-. Ese hombre es un…
-Mortifago, ya lo sé-dijo Posner mientras se frotaba los nudillos- no te creas que lo he hecho por ti- añadió como si nada-. Ya le tenía ganas.
-Gracias de todos modos- dijo Harry más tranquilo- Me llamo Harry Potter.
-Heinrich Posner, para servirte- dijo con una leve reverencia.
-Oye Posner…
-¿Si?
-¿Me enseñas a leer runas?-preguntó Harry.
-Claro-dijo el ahora alegre presidiario.
Fin del Flashback.
Poco sabía Harry que aquel hombre que conoció de manera casual era tras su padrino Sirius Black el único hombre con un plan para escapar de Azkaban que no acabase con una muerte muy desagradable…
Nota del autor: Espero disfruten de este mi primer relato, prometo subir capítulos con tanta frecuencia como sea posible sin fundir el ordenador je, je, je. Aprovecho para decir que no tengo pareja actual, interesadas dejadme vuestra dirección de correos para escribiros.
