DESTINOS SEPARADOS

Ron y Ginny Weasley volvían a su casa en el nuevo coche de la familia Weasley. Por alguna extraña razón, sus padres no hablaron durante todo el viaje, y el silencio fue roto por la joven pelirroja, harta de jugar al Snap Explosivo en la parte trasera del vehículo con su hermano.

- Mamá, ¿has tenido alguna noticia de Fred y George?- su madre, por primera vez en todo el viaje, habló, aunque con la voz un tanto temblorosa, quizás de culpabilidad.

- Al parecer, su tienda en el Callejón Diagon les queda pequeña y van a cambiar de local- hizo una pausa, como temiendo continuar, pero se decidió por hacerlo-: Van a abrir una en Estados Unidos.

- ¡¿Qué?!- Ron y Ginny habían saltado en el mismo instante. Pero eso significaba que...

- Mamá- Ron tragó saliva-. ¿Eso significa que apenas vamos a volver a ver apenas a Fred y George?- ambos estaban acostumbrados a apenas ver a Charlie, que trabajaba en Rumanía o a Bill, que trabajaba en Egipto, e incluso a no ver a Percy, después del enfado entre sus padres y el ayudante junior del Ministro (Percy). Pero Fred y George... Podría decirse que eran sus hermanos preferidos, los más graciosos y divertidos.

- Bueno, más bien al contrario- intervino Arthur, el padre de los pelirrojos en la conversación.

- ¿Qué quieres decir?- preguntó Ginny, temiendo saber la respuesta, mientras Ron ponía cara de desconcierto.

- Mejor hablamos en casa- dijo Molly, terminando la conversación, mientras el silencio volvía a apoderarse de el coche.

Ginny se había puesto algo pálida, y Ron no parecía entender a qué había venido el comentario de su padre, hasta que, poco a poco, empezó a conectar ideas y palideció incluso más que su hermana. Arthur y Molly intercambiaron una mirada de nerviosismo, pero no hicieron ningún comentario durante el resto del viaje.

Una vez que llegaron a la Madriguera, ya de noche, Ginny se dispuso a ayudar a su madre a preparar la comida, mientras Ron y su padre ponían la mesa. Cuando empezaron a comer, Ron fue el primero en sacar el tema de conversación que había surgido en el coche, pues sorprendentemente, en todo el tiempo trascurrido desde que abandonaron el coche, nadie había hablado.

- ¿Y por qué decís que vamos a ver mucho a Fred y George? Siempre podemos usar un traslador para ir allí- dijo como si fuera un comentario casual, aunque hasta él opinaba que era un comentario un tanto absurdo.

- Explícaselo tú. Molly- dijo Arthur, como pidiéndole que le librara de hacer algo que le supusiese un gran esfuerzo.

La señora Weasley suspiró. La verdad era que habían tomado una decisión un tanto precipitada, pero quizás era lo mejor.

- Bueno, pues ya sabéis que Estados Unidos tiene un Ministerio muy influyente, quizás el mayor del mundo- dijo la señora Weasley, mientras notaba que estaba acaparando toda la atención-. Pues un viejo conocido de vuestro padre acaba de ser nombrado Ministro de Estados Unidos y...- suspiró, resignada a tener que ser ella la encargada de contarles aquello-. Bueno, que le ha dado un puesto muy importante allí a vuestro padre.

Ron se atragantó con la comida. Ginny abrió ligeramente la boca, sin importarle que se le viera parte de la comida. La Señora Weasley continuó, ahora con un tono algo más seguro.

- Y claro, como esta es una oportunidad única para vuestro padre y para mí, como Fred, George y Bill (ha pedido un traslado para el banco mágico Estado Unidense) también estarán allí, pues nosotros... Nos mudamos- concluyó.

En la mesa se hizo silencio, que al parecer era lo más característico del día. El tenedor que Ginny sujetaba en la mano, se cayó al suelo mientras Ron veía confirmados sus peores temores.

- No quiero mudarme- esas rotundas palabras fueron las únicas que consiguieron salir de la boca de Ron, mientras sentía como de repente había perdido el apetito, tras una fuerte sacudida en el estómago.

- Papá, mamá- ahora habló Ginny, con una voz aparentemente serena, pero que le temblaba-. ¿Dónde vamos a estudiar? Además, yo creo que sería más conveniente que ambos acabemos los estudios en Hogwarts...

- Ginny, estudiaréis en Yeinpo, una gran escuela mágica de allí, donde tienen un nivel idéntico al de Hogwarts, sólo que es algo más grande- Molly cambió alternativamente la mirada de su hija a su hijo. Ginny parecía habérselo tomado mejor-. Tenéis que comprender que es una única oportunidad y que para vuestro padre y para mí es muy importante que aceptéis venir con nosotros, pues como comprenderéis, no os podéis quedar aquí solos. Sabemos que aquí tenéis a vuestros amigos, y que prácticamente os va a resultar muy difícil despediros de ellos, pero tenéis que hacer un esfuerzo, así como lo están haciendo vuestros hermanos.

- ¿Eso significa que no vamos a volver aquí... nunca más?- preguntó Ron, con un hilo de voz.

- Ronnie, el tiempo será el encargado de decidir eso- dijo la Señora Weasley, respuesta que al joven pelirrojo le sonó a algo muy parecido a: "probablemente, no".

- Pero mamá...- Ginny estaba bastante pensativa y miraba suplicante a su madre, que de pronto, cambió su semblante de culpabilidad por uno severo.

- Nada de peros, Ginny- dijo la Señora Weasley con dureza, para luego continuar en un tono monótono-. El asión saldrá el 17 de este mes.

- Avión, Molly, avión- le corrigió el Señor Weasley, mirando apenado a sus hijos.

- He decidido que podéis invitar hasta entonces a vuestros amigos aquí para despediros. Entre los dos, como máximo tres- puntualizó la Señora Weasley.

Pero ni Ron ni Ginny estaban dispuestos a escullar más aquella conversación. Ron se separó bruscamente de la mesa, y subió las escaleras, rumbo a su habitación, seguido muy de cerca por su hermana menor.

Ron no lo podía creer. Iba a tener que dejar todo, sus amigos, a Hermione, el colegio, a Harry, su casa, a Hermione... ¿Por qué? Por un estúpido tipejo de Estados Unidos que no se le había ocurrido otra cosa mejor para arruinarle la vida que dar un puesto de trabajo allí a su padre. Ron cerró la puerta de su habitación de un portazo, furioso. No se dio cuenta de que la puerta de su habitación se volvía a abrir. Era Ginny, al borde de las lágrimas.

- Vamos, Ron, tampoco es tan malo- intentó consolarlo Ginny, aunque parecía que no estaba muy segura de lo que decía.

- Pero Ginny, ¿no te das cuenta?- dijo Ron, ya sin reprimir las lágrimas que llevaban tiempo pidiendo a gritos que las dejara salir de las cuencas de sus ojos-. Ginny, tendremos que dejar todo. No quiero separarme de Hermione- añadió con un tono muy triste. Su hermana no pudo reprimir una sonrisa de satisfacción estaba segurísima que su hermano estaba colado por la aludida. Ron notó el gesto de su hermana y añadió-. Y Harry...

Ron y Ginny se abrazaron como hermanos que eran, pensando cada una en sus infinitas preocupaciones.