¡Hola! He visto que no hay muchos fanfics de Super Danganronpa 2 por aquí (lo cual es una lástima :c), así que vengo a cambiar eso con esta aportación mía al fandom. Aunque sea el primero que escribo espero que os guste^^
¡Advertencias! YAOI (chicoxchico); LEMON (sexo explícito) y SPOILERS (doy por hecho que la persona que lea este fic se haya pasado ya el juego de Super Danganronpa 2 y por tanto esté al tanto de todo lo que está pasando)
Por favor, si no estás de acuerdo con ninguna de estas advertencias no sigas leyendo. Pero para los demás: adelante ;)
Super Danganronpa 2 no me pertenece, esto es tan sólo un fanfiction porque necesito desahogar mi mente pervertida xD
¿Tú eres mi suerte o mi desgracia?
Hinata Hajime no para de dar vueltas en la cama. No puede dormir. No, más bien algo le está privando de dormir. Su cuerpo se encuentra totalmente exhausto, casi al borde del desfallecimiento. Si hubiese sido un día cualquiera habría caído redondo en la cama. Pero la misma razón de tal debilidad es también la causa de su insomnio. Tiene hambre. Mucha hambre. Demasiada hambre. Desde que ha entrado en la tal "casa de las sorpresas" no ha probado bocado. Sí, ese sádico oso de peluche, Monokuma, les ha negado a él y a sus compañeros una de las necesidades más básicas del cuerpo humano al entrar en este edificio para que cayesen en la desesperación y cometiesen otro asesinato con tal de salir de ese horrible lugar. No sabe con claridad cuántos días han pasado desde entonces, porque hasta la luz del sol se les ha prohibido y ya ha perdido la cuenta. ¿Habrán pasado 3 días ya? Lo único que sabe con claridad es que han estado encerrados sin comer el suficiente tiempo como para que el hambre resulte insoportable. El estómago le ruge y se retuerce dolorosamente sin cesar. A Hinata nunca se le ha pasado por la mente el ser el causante de otra muerte más entre sus compañeros. Como dijo aquella vez en la torre de uva: "Es mejor morir uno mismo que matar a uno de tus amigos." Y aún mantiene ese principio. Ya han sufrido lo suficiente con las muertes de sus otros compañeros, de sus otros amigos… No, él jamás cometería otro asesinato. Antes prefiriere su propia muerte. Pero a pesar de todo Hinata no deja de ser humano y la idea de morir en ese estado lento y doloroso le aterroriza. Le aterroriza tanto que se desespera. "Tiene que haber una forma de salir de aquí." Piensa una y otra vez. "Tiene que haber una salida." No puede ser que estén totalmente atrapados en este lugar. Para empezar, han tenido que haber entrado por algún lado y por ese mismo lugar también se podrá salir. De pronto una idea se le cruza la mente. "¡Claro! El 'Final Dead Room'. Es el único sitio que todavía no he explorado. Esa tiene que ser la salida. ¡Es esa!"
Reúne la poca fuerza que le queda y decide dirigirse a ese lugar totalmente convencido de que ahí se encuentra la salida. "Sólo tengo que superar el juego de la muerte. Si lo consigo… ¡Podré salir de aquí!" Los oídos le pitan ligeramente por la anemia que produce el estar desnutrido, pero esa nueva convicción hace que ignore todo lo demás. Paso a paso finalmente llega a su destino y se para en frente de la puerta. Tiene fuerzas suficientes para ello, podría conseguirlo, tan sólo tiene que entrar, ganar y ya todo acabaría. Agarra el manillar de la puerta, pero algo lo para en seco.
- No. – Oye una voz que viene detrás de él.
Es Nanami Chiaki.
- No lo hagas. No encontrarás lo que buscas. – le dice ella.
Toda la esperanza que había puesto en aquella habitación se derrumba con cada palabra de la otra chica. Ella consigue abrirle los ojos y hacerle ver que ha estado a punto de cometer una estupidez. Esa habitación es una trampa, no una salida. Nanami convence al chico a que vuelva a su habitación a salvo, y éste así lo hace. Ya no intentará volver a entrar en el 'Final Dead Room', pero el sabor amargo de la desesperación vuelve a tomar control. "¿Qué hago? ¡Tengo que hacer algo! ¡No puedo quedarme de brazos cruzados!" Procura volver a dormir acostándose sobre la cama y cerrando los ojos. Intenta pensar en otra cosa que no sea esa hambre horrible. Si hay algo que le ronda la mente aparte de su instinto de supervivencia reclamando alimento, es esa persona. Ese compañero llamado Komaeda Nagito. No sabría realmente decir por qué pero le llama la atención. Tiene curiosidad por él. Desde el incidente durante el primer juicio cualquier tiempo libre que tiene se las pasa junto a él, pero no por afecto, sino por miedo a que quiera cometer otro asesinato y sobre todo por curiosidad. "¿Y si le hago una visita?" Piensa. "Él también estará pasando tanta hambre como yo y puede que esté tramando un asesinato en este mismo instante. Tengo que ir a vigilarle." Sabe que realmente es una excusa, y una muy patética, pero no puede evitarlo. Necesita distraerse desesperadamente. El dormir ya no es una opción, tiene los ojos como platos.
Por segunda vez se levanta de la cama y esta vez decide hacer el menor ruido posible para que Nanami no vuelva a seguirle pensando que estaría intentando hacer otra tontería. Lo cual está haciendo. Es una tontería ir a vigilar a Komaeda. Se deja convencer de que el hambre no le deja pensar con claridad y sigue hacía adelante. Entra nuevamente en la casa de la fresa y busca la habitación de su compañero. Se acuerda de que tiene una de las lujosas, la cual consiguió ganar a la primera jugando al piedra, papel o tijera. "Maldita su suerte…" Piensa sonriéndose a sí mismo. Es de esperar que el gran "Super High School Level Lucky Student"se llevase la mejor habitación. Se para frente a la puerta que tiene la imagen pixelada de la cara del chico que ronda su mente. Sin duda alguna esta es la habitación que busca. De alguna manera comienza a tensarse y a ponerse un poco nervioso. Supone que desde su subconsciente se da cuenta que en el fondo no tiene razón alguna para estar allí, pero aun así decide llamar a la puerta con unos ligeros golpes.
Hinata espera pacientemente alguna reacción mientras se pregunta si el otro chico se encontrará confuso por que haya alguien llamando a su puerta a estas horas. Sin embargo, la puerta no tarda mucho en ser abierta. En ella se asoma el muchacho de pelo blanco y desastrosamente rizado.
- ¿Oh? ¿Hinata-kun? ¡Qué agradable sorpresa! – dice Komaeda con un tono suave. Su mirada comienza a brillar de curiosidad y eso hace que Hinata se inquiete un poco.
- Buenas, ¿Puedo pasar? – decide que mejor no dar muchas explicaciones mientras todavía no le ha preguntado y así hacerse el interesante.
El otro chico le sonríe y se hace a un lado de la puerta, abriéndole paso a Hinata e invitándole con la mano a entrar.
- Adelante.
Hinata entra en la habitación y se asombra de lo lujosa que es. No se puede ni comparar con la habitación de pobre que tiene él. No se queja tampoco, pues así se sorteó con los demás chicos, pero aun así… se debe de vivir bien en un cuarto así. Komaeda cierra la puerta detrás de él.
- Siento no poder ofrecerte nada para picar. – se disculpa el otro chico y Hinata nota un tono de sarcasmo en sus palabras. – Pero como sabrás estamos sufriendo un poco de escasez en estos momentos…
Se ríe ligeramente ante su propio comentario y el castaño no puede evitar fruncir el ceño molesto. "¿Cómo puede bromear sobre esto en estas circunstancias…?" En serio, la frivolidad de Komaeda no para de sorprenderlo.
- Bueno… - empieza Komaeda cruzándose de brazos. - ¿A qué debo tan agradable visita?
Vaya, ya ha llegado la hora de dar explicaciones. Hinata repasa rápidamente en su mente las razones de su visita que se había preparado en su cabeza mientras había venido andado hacia aquí.
- Verás, no me fío ni un pelo de ti. – le contesta con toda la seriedad posible.
El otro chico le lanza una de sus sonrisas. Seguramente se había esperado al menos eso. Hinata prosigue:
- En esta situación en la que nos encontramos ahora cualquier cosa puede pasar. Conociéndote seguramente ya estarás tramando de las tuyas. Sólo te digo que ni se te ocurra, no voy a permitir que sigas adelante con lo que sea que esté planeando esa mente retorcida tuya.
Komaeda guarda silencio. Hinata se había esperado que respondiese al menos algo, pero ve que no tiene intención de decir ni una palabra y eso extrañamente lo pone nervioso.
- P-por eso… - continúa para romper con el silencio incómodo que se ha creado. – No pienso dejarte por aquí suelto a tus anchas. Que sepas que te voy a mantener vigilado para que tampoco incites a nadie con tus trucos y manipulaciones.
- Hinata-kun…
Menos mal, al menos ha abierto la boca. Hinata ya se temía que volviese a guardar silencio, pero lo que dice a continuación lo deja desconcertado:
- ¿Para qué has venido aquí realmente?
- ¿Cómo? – es lo único que es capaz de decir en su asombro.
¿Cómo que le pregunta eso después de haber estado precisamente explicándolo? ¿No será que ha conseguido calar esa excusa desde el principio? "Mierda…" Piensa Hinata nervioso. "Lo había subestimado." Sabe que va a resultar inútil intentar seguir engañándolo, pero aun así hace un último esfuerzo:
- N-no sé de qué me hablas… Ya te he dicho que estoy aquí porque seguramente estás tramando algo por las espaldas y-
- No me vengas con cuentos, por favor. – le interrumpe el peliblanco con un tono más serio.
Al otro chico le sorprende esa reacción. La paciencia habitual de su compañero parece estar agotándose hoy. Debe de ser el hambre. Hinata no sabe qué responder porque ni él mismo lo sabe con claridad. ¿Por qué está ahí? Porque no puede seguir soportando el hambre y necesita distraerse con lo que sea. ¿Pero por qué precisamente Komaeda? ¿Qué es lo que se espera de él? Con esos pensamientos confundiéndolo en su mente opta mejor por el silencio y permanece callado. Mientras tanto el chico bendecido con suerte observa a su compañero de arriba abajo con detenimiento sin decir ni una palabra. Justo cuando Hinata se empieza a intranquilizar preguntándose qué estaría pensando al mirarlo así, Komaeda le vuelve a sonreír:
- ¿Tienes hambre, Hinata-kun? – le dice con un tono suave.
Hinata entrecierra los ojos. "¿A qué viene esa pregunta? Aquí todos nos estamos muriendo de hambre, ¿sabes? Incluido tú." Komaeda prosigue mirándole directamente a la cara y descaradamente inspeccionándolo entero:
- Mhm… Sí, tienes que estar pasando un hambre espantoso. Empiezas a tener los pómulos marcados y estás muy pálido. Con estas pintas me extraña que te puedas mantener en pie y no te estés arrastrando ya por el suelo.
"Te vendría bien que te mirases tú a un espejo de vez en cuando." Piensa Hinata molesto. Ambos están en la misma situación y en la misma condición. ¿A dónde quiere llegar?
- ¿Estás desesperado? – finalmente le pregunta con un brillo de curiosidad en sus ojos y con una sonrisa amplia.
Hinata finalmente comprende. Debería de habérselo esperado y se siente estúpido por no haber caído antes.
- Tienes tanta hambre que ya no puedes aguantar más, ¿verdad? Quieres salir de aquí cuanto antes. No, necesitas salir de aquí a toda costa, ¿no es cierto? ¿No soportas más esta dolorosa desesperación que te mantiene preso?
El castaño siente que cada palabra se clava en su ser como un puñal. Sobre todo porque sabe que es verdad.
- Basta…
- ¿Has sucumbido finalmente ante la amarga desesperación y te estás movilizando para alcanzar la esperanza? Me parece muy bien. Ah… que seas tú el que lo esté haciendo, Hinata-kun… me pone los pelos de punta. Me fascina. – se sujeta ambos brazos de la emoción. - ¿Has venido hacía mi para eso, verdad? Finalmente vas a usarme como peldaño para alcanzar la esperanza. Estoy dispuesto a cooperar en lo que haga falta. Dime, ¿En qué te puedo ayudar? ¿Quieres que sea tu cómplice o quieres que yo sea la víctima? ¡O puedo ser las dos cosas a la vez! Te puedo crear el crimen perfecto solo para ti.
- Para…
- Ahh… - suspira emocionado. – Trabajar en esto con Hinata-kun… es como un sueño. Será todo un honor. ¡Juntos haremos que la esperanza brille más que nunca!
- ¡Cállate ya de una vez! No he venido aquí por eso. – Hinata alza la voz empezándose a exasperar. – Siempre es lo mismo contigo… Ya me estás empezando a poner de los nervios con ese discursito de la esperanza. No, no he venido aquí para matarte. Ni a ti ni a nadie. Y mucho menos uniría fuerzas contigo para hacer nada. Yo mantengo lo que dije esta mañana: ¡No pienso matar a nadie, antes prefiero morir yo mismo!
Extrañamente Hinata mismo empieza a percibir que ya no está tan convencido como antes de esas palabras, lo cual lo aterroriza. Pero la simple idea de matar a otro de sus amigos… No, jamás, ni pensarlo. Komaeda se ha puesto serio de nuevo y se vuelve a cruzar de brazos, seguramente decepcionado al ver sus ilusiones echas trizas.
- Muy bien. – dice él algo impaciente. – Explícame entonces qué se te ha ocurrido para vencer la desesperación y alcanzar la esperanza.
- ¡Ya te he dicho que no me gusta esa forma que tienes de pensar! Por supuesto que odio con todo mi ser esta situación y también es verdad que estoy desesperado. Pero no voy a caer en lo que pretendes. Tu idea de esperanza es demasiado retorcida… yo no lucho para eso.
Tras ese pequeño discurso Hinata se queda callado cogiendo ligeras bocanadas de aire. Se ha puesto demasiado nervioso y procura calmarse mientras espera la reacción de su compañero. Una vez más se sorprende al ver la mueca burlesca del otro chico.
- Pecas de ingenuo, Hinata-kun.
Con ese comentario Komaeda se acerca lentamente hacia el chico que se va tensando con cada movimiento suyo. Algo en su interior le pide a Hinata que retroceda, pero por alguna razón no lo hace y decide mantenerse firme. La siguiente acción de Komaeda lo deja extrañado. Éste alza una mano lentamente y suavemente le acaricia la mejilla a Hinata. "Su mano está… cálida." Es lo primero que piensa el castaño al sentir la caricia. De alguna manera se había esperado un contacto más frío. Él mismo se sorprende al ver que no le ha apartado la mano a su compañero, pero es que se siente bien. Este gesto le inspira alivio en una situación donde la desesperanza no deja ni un respiro. Hinata no hace ni un ademán por moverse y en vez de eso prefiere dejarse llevar. De pronto una risa ligera le saca de su trance:
- Así que en realidad has venido a por esto, ¿Eh, Hinata-kun? – le dice con un tono insinuante.
Los colores se le suben del tirón al castaño y por un momento desea que se lo pudiese tragar la tierra. Había bajado la guardia. ¿Cómo pretendía que Komaeda no se diese cuenta que había estado disfrutando de la caricia? Ahora ya es demasiado tarde y el otro chico lo ha pillado. Sin poder alzar la vista de la vergüenza aparta al peliblanco delante de él y se dirige hacia la puerta.
- C-con permiso. – le avisa de su retirada.
No aguanta allí ni un minuto más. Desde el principio había sido una estupidez venir aquí. ¿Qué es lo que quería conseguir? No debería de haber venido, tan sólo ha conseguido dejarse en ridículo delante de la persona menos indicada. Intenta avanzar hacia la puerta pero algo lo bloquea del tirón. Komaeda lo ha agarrado del brazo.
- ¿Pero qué haces? – le pregunta Hinata nervioso. – Déjame ir.
- No me importa.
- ¿Cómo?
- Si esto hace que recuperes la esperanza, no me importa.
Hinata se queda mirándolo con los ojos como platos sintiendo el pulso en su garganta. ¿Acaba de decir que no le importa…? Pero, ¿Acaso están pensando los dos en lo mismo? Quiere decirle que deje de bromear, pero no encuentra ni una pizca de burla en los ojos de Komaeda. Es más, lo mira más serio que nunca.
- Puede que ni tú mismo sepas por qué has venido hacia aquí, Hinata-kun. O puede que en el fondo lo sepas pero no quieras reconocerlo. Pero yo lo sé. Lo vi en tu mirada desde el momento que pusiste un pie en esta habitación. - Mientras va diciendo estas palabras se va acercando hacia Hinata, el cual aparta la mirada nervioso. - Estás desesperado, quieres huir y no sabes cómo. Y lo peor de la desesperación es que te engulle por completo y no deja sitio para nada más, ni siquiera para la esperanza. Sin embargo, necesitas esperanza para poder combatir la desesperación, y por eso has venido aquí: para conseguirla.
- Ya te he dicho que no voy a matar a nadie.
Komaeda se sitúa detrás de Hinata. Éste ha preferido darle la espalda porque no se atreve a mirarle a la cara, por lo que el otro chico aprovecha la situación para hablarle al oído desde atrás:
- Hay distintas formas de tener esperanza, ya que cada persona es distinta. Y por lo que he podido observar tú necesitas alguna distracción de toda esta situación para poder pensar con claridad. Por eso te digo que no me importa. Sea cual sea la distracción que tú necesites, yo te la daré.
Las manos de Komaeda empiezan a meterse con cuidado debajo de la camisa del chico, como si fuesen tímidas. Seguramente no esté siendo por timidez, sino más bien porque estará tanteando la reacción del otro. Sus intenciones respecto a la distracción que le proporcionará están siendo claras. Al parecer sí ha estado pensando lo mismo que Hinata.
- Con agrado me presto a ello. – prosigue. – Con tal de hacer que Hinata-kun alcance la esperanza, yo haría lo que sea.
Hinata suelta un suspiro que no se había dado cuenta que estaba reteniendo. Su mente comienza a nublarse aún más de lo que ya estaba. Siente como si todos sus sentidos le pidiesen a gritos que se deje llevar. ¿… Y si Komaeda tiene razón? ¿Y si todo esto es a causa de la desesperación que trae el hambre? Necesita distraerse de esta tortura de alguna manera y ya. Necesita placer. Cuando esta idea se le cruza la mente ya sabe que no hay marcha atrás. Decide por un momento que sus instintos tomen el control.
Hinata se gira y mira de frente a Komaeda. Viéndolo tan de cerca se percata por primera vez que el otro chico es ligeramente más alto que él. Qué extraño que este pequeño detalle lo incite más. Sin decir ni una palabra el más alto se inclina y le toma los labios con los suyos. Al principio Hinata pensó que se iba a tratar de un beso corto para comprobar que él realmente quiere eso, pero el ver cómo se va prolongando le hace percatarse de lo mucho que Komaeda confía en su capacidad para leer a las personas. O quizá esté dependiendo de su suerte en este momento. Sea como fuere, el beso es correspondido y se va haciendo cada vez más largo. Poco a poco comienzan a caminar hacia atrás hasta que la espalda de Hinata choca contra la pared. Hinata le rodea con un brazo el cuello y le agarra suavemente su melena revuelta. Están besándose abriendo la boca, por lo que el respirar no es un problema: cogen pequeñas bocanadas de aire antes de arremeter de nuevo contra los labios del otro. Hinata no ha besado nunca antes a nadie, por lo que no puede evitar sentirse torpe cada vez que sus dientes chocan entre sí. Pero seguramente Komaeda tampoco haya besado antes a nadie, ¿no? Aparta rápidamente ese pensamiento de su mente al ver que se siente curiosamente incómodo al pensar en quién podría haberlo besado antes que él. Ahora mismo es él el que lo está besando… ¡Y vaya beso! Se siente tan bien que decide llevarlo al siguiente nivel. Vuelve a abrir la boca y con la punta de la lengua decide lamer el labio inferior del otro chico. Komaeda parece pillar la indirecta, por lo que abre también su boca y le invade con su lengua. En ese momento a Hinata se le nubla aún más el pensamiento. No se había imaginado que tener la lengua de otra persona en su boca o viceversa pudiese resultar tan placentero. Por eso se decepciona cuando Komaeda decide acabar el beso pronto y separarse ligeramente de él. Con una sonrisa de satisfacción le dice:
- Esa ha sido una gran invitación, Hinata-kun.
El castaño no puede evitar sonreír ligeramente, satisfecho de que su compañero haya apreciado la iniciativa de antes. Komaeda vuelve a besarlo con fuerza explorando con su lengua cada rincón de la boca de Hinata y dejando que éste haga también lo mismo. Empieza a haber mucha saliva y Hinata ya no sabe de quién es, pero él se la traga igualmente sin importarle. En una de estas, Komaeda empieza a mordisquearle ligeramente el labio inferior y Hinata no puede evitar soltar un ligero gemido. Tomándose eso como buena indicación el peliblanco repite la misma acción una y otra vez sintiéndose orgulloso de haber aprendido algo nuevo de Hinata. Le gusta que le mordisqueen y le succionen el labio inferior, lo tendrá en mente.
Entre besos, Komaeda comienza a presionarse más contra el otro chico. Posa su rodilla entre las piernas de Hinata y con ligeros movimientos se empieza a restregar contra las caderas del otro.
- Haa…
Hinata siente un suave cosquilleo en el abdomen, el cual se va haciendo más intenso cada vez que percibe la fricción provocada por las caderas del otro chico. Su respiración comienza a ser audible y él mismo se ruboriza al escuchar sus propios jadeos. En cuanto se quiere dar cuenta ya tiene formada una erección. Siente la necesidad de abrir las piernas para poder recibir más de ese delicioso roce, y así lo hace, incitando a su compañero a que arremeta más contra él.
- Ha… Haa… - jadea con más fuerza.
Hinata ya no siente tanta vergüenza de que se escuche su respiración agitada, sobre todo cuando ésta comienza a mezclarse con los jadeos entrecortados del otro chico. Hace un rato que ha podido notar como Komaeda también ha formado una erección y seguramente esté sintiendo el mismo placer que él ahora mismo. Komaeda lo mira a los ojos. Tiene las mejillas un tanto coloradas y las pupilas dilatadas. El castaño nunca antes lo había visto así. Y encima escuchar su respiración hace que Hinata se excite más aún. Komaeda está en ese estado gracias a él. Quiere ver más de él. Quiere ver cómo se hunde en el placer que le provoca el chico.
Es entonces cuando una idea se le cruza la mente y lejos de desecharla decide ponerla en marcha. Coge un ligero impulso y acorrala a Komaeda contra la pared haciendo que sus posiciones se inviertan. El más alto lo mira divertido con un brillo de curiosidad en sus ojos. Con sólo eso Hinata acumula el coraje para llevar a cabo su siguiente acción:
- ¿Te acuerdas de aquella vez que me dijiste que me arrodillase y te lamiese los zapatos? – le pregunta con un tono de picardía.
- Sí, cómo no. – responde el chico. – Valió la pena sólo para ver la cara que pusiste. Me pareció que te ruborizaste y todo.
Hinata sonríe ligeramente. Sí, aquella vez ese pequeño comentario hizo que al chico se le subiesen todos los colores del tirón aunque sólo hubiese sido una broma. Pero ahora mismo no va a ser así. No va a permitir perder el control que acaba de tomar.
- Bueno, pues… - prosigue insinuante. - ¿Qué tal si en vez de los zapatos te chupo otra cosa?
"Ha valido la pena sólo para ver la cara que ha puesto." Piensa Hinata sonriendo para sus adentros. Komaeda tiene los ojos como platos de la sorpresa; seguramente no se habría esperado algo así. Pero una vez ha terminado de procesar lo que le acaba de insinuar, Komaeda suelta un suspiro cargado de deseo.
- Hinata-kun… - susurra con lujuria.
Con esa reacción de su compañero Hinata no pierde tiempo para arrodillarse frente a él y desabrocharle los pantalones. Mientras tanto, Komaeda lo observa desde arriba sin perderse ni un detalle de los movimientos del otro chico, su corazón latiéndole a mil por la expectación. El castaño le mete la mano en su ropa interior y saca su miembro. Se lo queda mirando durante unos segundos estudiándolo antes de meterse la punta en la boca.
- Aah… - Komaeda suelta un gemido leve en cuánto siente un calor sofocante rodear su parte más sensible.
Sin perder ni un segundo más Hinata comienza a mover la cabeza en un ritmo constante recorriendo la longitud de la punta. Cada vez que baja la cabeza intenta meterse más de Komaeda en su boca, pero al no estar acostumbrado no consigue hacerlo sin tener alguna arcada que otra, por lo que decide no forzarlo. La respiración del otro chico se vuelve más agitada y agarra la cabellera de Hinata, jugando ligeramente con la coronilla puntiaguda que tiene el chico formado en su pelo. Hinata mira hacia arriba para comprobar sus sospechas. En efecto, Komaeda parece estar disfrutándolo. Lo sabe también por la manera que tiene de apretar su pelo cada vez que Hinata baja su boca, engullendo su miembro. Le gusta este gesto así que gime ligeramente, entregándole al otro chico una serie de vibraciones placenteras alrededor de su pene.
- Mmh… Ah… - Komaeda gime cada vez un poco más.
Hinata continúa con su dosis hasta que de repente Komaeda le agarra de la cabeza y le embiste especialmente fuerte con el objetivo de meterle más dentro de su boca. Hinata siente una arcada muy fuerte y se ve obligado a apartar su boca y toser. Eso ha sido bastante desagradable, se le ha irritado la garganta.
- L-lo siento, Hinata-kun. Se me ha escapado, lo siento mucho. – se disculpa Komaeda entre jadeos.
Hinata le mira a los ojos y no encuentra el valor para reprocharle nada. Observa que tiene la mirada nublada con deseo y por la manera de respirar deduce que está ya en las últimas para venirse. Seguramente no haya podido controlarse, es normal. Sin decir nada Hinata decide ignorar lo que ha pasado y continuar donde se ha quedado. No quiere que vuelva a pasar lo mismo de antes, así que para compensar decide agarrar con el puño la parte que no abarca con su boca.
- Ah…
Otro gemido necesitado se escapan de los labios entreabiertos del chico y Hinata se lo toma como señal de que ha tenido una buena idea. Sigue moviendo la cabeza de arriba abajo aumentando tímidamente el ritmo. No para de recorrer con la lengua la punta o cualquier otro lugar que piensa podría sentirse bien y de vez en cuando aspira con un poco más de fuerza ahuecándosele las mejillas.
- Ah… H-Hinata-kun… Para ya… Me voy a correr…
Esa última frase es la que ha necesitado Hinata para terminar de convencerse de que va a llegar hasta el final. Lejos de apartarse aumenta el ritmo frenéticamente para estimularlo más. Los ligeros gemidos de Komaeda se hacen más continuados.
- Mhm… S-si sigues así… Ah… No me puedo hacer responsable de lo que vaya a pasar… - le advierte Komaeda entrecortadamente.
Está bien. A Hinata no le importa. Es más, lo quiere. No sabe muy bien por qué pero algo dentro de él se lo pide. Continúa sin cesar hasta que de pronto siente que el chico se comienza a tensar. Escucha un gemido ahogado y acto seguido siente una sustancia muy cálida en su boca. Ya se ha corrido. No se lo piensa ni dos veces antes de tragarse todo lo que Komaeda le está ofreciendo e incluso prosigue un poco más intentando escurrir todo lo que puede. Después de asegurarse de que no queda ni una sola gota sin tragar decide soltarlo. Una vez ha recuperado el control sobre sí mismo se pregunta por qué ha hecho lo que acaba de hacer. Decide ser sincero consigo mismo y finalmente acepta la razón. "Qué patético…" Piensa de sí mismo, pero no podría haberlo evitado ni aunque hubiese querido. Así de fuerte es la desesperación. Alza la vista hacía el otro chico y ve que éste lo observa boquiabierto y sonrojado. Pero pronto vuelve a dibujar una sonrisa sobre su rostro con cierta picardía:
- Hinata-kun, corrígeme si me equivoco… - empieza Komaeda con la voz aun cargada de pasión. – Pero me da la impresión de que te has tragado mi semen para rellenar tu estómago vacío con al menos algo.
Hinata se ruboriza furiosamente y se mantiene en silencio. Al parecer Komaeda ha dado en el clavo. Éste suelta otro suspiro. El simple hecho de que Hinata haya hecho eso lo vuelve a poner a cien. Posa su zapato en la entrepierna del chico arrodillado y a pesar de la suela puede notar lo dura que está su erección. Hinata se ruboriza ante este gesto. De alguna manera siente que es un gesto de superioridad por parte del otro chico. A lo mejor este tipo de cosas lo excitan debido a su complejo de inferioridad por no tener un talento digno según él. Pero para su sorpresa Komaeda le ofrece una mano para ayudarlo a levantarse:
- ¿Te apetece que nos vayamos a la cama? Ahí estaremos más cómodos. – le dice dulcemente con una sonrisa amable.
- V-vale.
Agarra la mano que le ofrece Komaeda y con un impulso se pone en pie. Es entonces cuando se da cuenta de lo mucho que le duelen las rodillas por haberse apoyado en ellas. Seguramente debajo del pantalón estén ahora mismo irritadas y con un círculo rojo tiñéndolas. Pero la excitación del momento le obliga a ignorarlas y simplemente se dedica a seguir a su compañero a la cama. Hinata se acuesta en ella mientras Komaeda no pierde ni un segundo en posicionarse encima de él y lo mira a los ojos. La mirada no dura ni un segundo, pero para Hinata se le hace el segundo más largo de su vida. Esta mirada no es como otras que había visto antes en él. Ésta transmite algo más, algo que el castaño no quiere pensar en este momento y por eso decide romper el contacto visual juntando de nuevo sus labios con los del otro. En el momento que lo hace se da cuenta de que tiene la boca sucia debido a su actividad anterior y seguramente le resulte desagradable a Komaeda. Sin embargo, nada más lejos de la realidad al ver la pasión con la que le devuelve el beso. Hinata le corresponde con la misma fogosidad y siente cómo la temperatura va aumentando en esa habitación. De pronto, Komaeda rompe el beso y se centra esta vez en el cuello deshaciéndole así la corbata y abriéndole la camisa. Al principio le planta besos ligeros por dónde pasa, pero pronto decide mordisquearle y chuparle la zona. Si le gusta que le mordisqueen los labios seguramente también le guste que le mordisqueen el cuello. En respuesta a este acto, Hinata comienza a soltar suspiros pesados y algún que otro gemido ahogado. Uno de esos besos en el cuello se vuelve más violento provocando que comenzase a succionar.
- ¡Ah…! O-oye… que me haces daño. – se queja Hinata de una manera poco convincente. Es verdad que duele, pero es un dolor placentero que hace que se ponga más duro aun.
Komaeda lo ha notado y restriega la pierna sobre la erección del chico para hacérselo ver. Otro gemido más se le escapada de los labios.
- ¿Pero qué dices? – le provoca el peliblanco dejando de succionar. – Si te gusta.
Observa la zona donde ha estado besando y nota como se forma una mancha roja. Al ver eso no puede evitar sonreír de oreja a oreja haciendo que Hinata se preocupe. Esa zona le sigue doliendo… ¿No será que…?
- ¿Me has dejado un chupetón? – le pregunta incrédulo.
Komaeda no responde, tan sólo sigue mostrando esa estúpida sonrisa suya. Hinata se pone rojo del tirón llevándose una mano al cuello.
- ¡Imbécil! ¿Y si alguien lo ve? – le reprocha.
- ¿Y eso qué más da?
- A mí mucho. Qué vergüenza…
Ese último comentario le duele un poco, pero jamás lo reconocería. Suelta un suspiro:
- No te preocupes, Hinata-kun. Ya me imaginé que no te haría mucha gracia que alguien como yo te dejase una marca, por eso he procurado dejarla en un sitio en el que no se te vea. En cuánto te vuelvas a atar la corbata que siempre llevas puesta nadie notará nada.
- Sabes que no es por eso… - le dice poniendo los ojos en blanco.
No soporta la manera auto despreciativa que tiene Komaeda de hablar, pero sabe que no va a conseguir cambiarla. Por lo que ignorándolo alza las caderas para darle una señal de impaciencia al chico y pedirle sin palabras que continúe. Captando la idea, Komaeda baja la cabeza y le lame un pezón con la punta de la lengua.
- Ah… - la sensación es más satisfactoria de lo que ha esperado.
Incitado le sigue lamiendo trazando círculos alrededor del pezón. Sólo con eso Hinata siente cómo se le encoje el abdomen con un cosquilleo haciendo que su miembro palpite dolorosamente. Necesita que lo toque ahí ahora mismo.
- K-komaeda… - jadea. – Venga, t-tócame ya.
Komaeda sonríe pícaramente por la impaciencia que muestra Hinata. Cuela su mano debajo de los pantalones del castaño masajeando y presionando el bulto duro que se encuentra debajo de la ropa interior. Parece que la zona está húmeda.
- Ah… Haa…
Hinata se retuerce ligeramente. Ante eso, Komaeda finalmente desliza la mano dentro de la ropa interior y cierra el puño alrededor del miembro de su compañero. Ese repentino calor de la palma de su mano hace que a Hinata le produzca un suave sobresalto. Lanza un suspiro pesado al aire cerrando los ojos con fuerza. Sujetando con firmeza, el puño empieza a moverse marcando un ritmo continuado. El castaño echa la cabeza hacia atrás, el sudor corriendo por su frente:
- Ah… Sí… - se abochorna de haber dicho eso, pero no ha podido reprimirse. Para evitar que vuelva a suceder se muerde el labio inferior. – Mhm…
Komaeda no puede dejar de observar a su compañero perdiéndose en el placer, pero siendo como es él no se conforma con sólo eso. No, este tipo de estimulación es la general y básica. Él quiere conocer más de Hinata. Quiere saber qué es lo que le gusta sólo a él. Cuáles son los lugares que hacen que tan sólo a Hinata y nadie más que a Hinata se le ricen agradablemente los dedos del pie.
Abre el puño y juega con sus dedos por el pene explorándolo. Hinata siente con frustración como las olas de placer han cesado de ser tan intensas y mira con reproche la actividad del otro chico.
- ¿Pero qué haces? – se queja con las mejillas aún encendidas.
- La paciencia es una virtud, Hinata-kun. – le responde dulcemente.
- No me vengas ahora con esas…
Hinata se siente molesto al pensar que él antes había estado haciendo todo lo posible por complacerlo, pero que ahora no le está devolviendo el favor de la misma manera. No obstante algo le interrumpe de repente de sus pensamientos. Komaeda ha deslizado la punta de su dedo por una zona concreta del glande y repite la misma acción en un movimiento circular.
- ¡Ah! – Hinata suelta una bocanada de aire sobresaltado. ¿Pero qué…?
- ¿Te gusta? – pregunta Komaeda inocentemente, una inocencia claramente falsa.
Hinata se ruboriza:
- ¿Cómo sabías que a mí…?
- No lo sabía. – le dice con una sonrisa. – Por eso te estoy estudiando.
Así que es eso… Se lo debería de haber esperado de Komaeda. La idea de que otra persona investigue sus zonas sensibles de esa manera no le emociona mucho. Hinata no se había esperado que ese lugar se pudiese sentir así de bien. Normalmente él no se suele tocar a sí mismo, pero cuando lo hace es de manera sistemática y casi no se toma el tiempo necesario para tantearse. Por eso, el que otra persona descubra cosas de su propio cuerpo que ni él conoce le asusta un poco. Sin embargo, no detiene a Komaeda.
- Bueno, está bien. Pero ve con cuidado. – le advierte sonrojándose.
Esta reacción tan inocente y pura le extraña a Komaeda.
- ¿Mhm? ¿Qué pasa? ¿No te conoces tu propio cuerpo? – le pregunta.
- S-sí, a ver… - Hinata se abochorna. Se siente tan humillado. – Tengo una ligera idea, pero tampoco me toco con tanto detenimiento como para saberlo…
- Oh… - se sorprende alzando una ceja. – Vaya, eso sí que no me lo había esperado. Me extraña después de la labor tan excelente que me has hecho hace poco.
Hinata decide ignorar ese último comentario, no sabiendo casi por dónde tirar con su defensa:
- ¿Es que tú sí lo haces? – le pregunta en un intento de que el otro sienta un al menos poco de vergüenza, pero le sale el tiro por la culata y sólo consigue que Komaeda le dedique una amplia sonrisa traviesa.
- Claro.
A Hinata le da un vuelco el corazón con esa declaración. Nunca se había puesto a pensar en ello, pero de pronto se le viene una imagen a la mente de Komaeda tocándose en la soledad de su cuarto. Acariciándose, explorándose… y el abdomen se le encoje placenteramente. Quizá la manera en que lo ha estado tocando hace unos momentos es la misma manera que tiene él de tocarse a sí mismo.
- Relájate. – le susurra Komaeda. – Y ya verás qué bien.
Komaeda vuelve a tocarle tanteando entre poner más presión y menos; más suave y más fuerte. Hinata se deja llevar ante todas estas nuevas sensaciones, y es en el momento en el que su compañero le acaricia en frenillo del pene cuando por primera vez en todo este tiempo suelta un grito de placer:
- ¡Aah!
- Con que te gusta aquí especialmente... – se ríe Komaeda entre dientes.
- K-komaeda… esper-
No consigue terminar la frase y se estremece del gusto. Mientras tanto, Komaeda baja unos dedos recorriendo todo el pene y acabando en los testículos, los cuales los masajea suavemente. Disfruta de todas y cada una de las reacciones el chico debajo de él. Hinata no puede evitar que se le encojan las piernas al tensarse de vez en cuando, abriéndolas inconscientemente. "Ah… Esto se siente tan bien… tan bien…" Piensa una y otra vez en su cabeza hundiéndose cada vez más en la sensación.
Los gemidos se van haciendo más vulgares al disfrutar de esas caricias y sintiendo que si sigue así se va a correr pronto, pero Komaeda se asegura de que no sea el caso. En vez de seguir tocándolo le presiona con un dedo su entrada ligeramente mojada por el líquido pre-seminal que ha ido resbalándose. Hinata se sonroja.
- ¿Ne, Hinata-kun? ¿Te gustaría que llegásemos hasta el final? – pregunta Komaeda con un rostro serio.
Hinata no responde. Se ha quedado un momento en blanco al pensar en el significado de esas palabras. 'Llegar hasta el final'… con eso se refiere a tener sexo, ¿no? Y sexo entre dos hombres… se hace de 'esa' manera, ¿no? Komaeda le sigue tocando con suavidad mientras rodea levemente su entrada con los dedos, como queriendo inducirle, seducirle. El castaño suspira hondo. "¿Qué hago yo planteándomelo a estas alturas?" Piensa. Dejado a medias, lo único que sabe con claridad en estos momentos es que quiere sentir placer desesperadamente. Venga, ¿Por qué no?
Finalmente Hinata asiente. Mira el rostro de satisfacción de Komaeda, por una parte orgulloso de ser el causante de esa reacción. Pero el próximo movimiento del chico lo deja perplejo. El más alto se incorpora y se levanta de la cama. "¿Eh? ¿Y este a dónde va ahora?" Se pregunta Hinata a sí mismo. En serio, Komaeda será capaz de leerlo como un libro abierto, pero él no tiene ni idea de lo que está pensando el peliblanco. Komaeda se acerca a un cajón situado en la otra esquina del cuarto y lo abre. De él saca una caja y un bote pequeño, que más adelante cuando tiene ya una mejor visión de los objetos en cuestión, reconoce que se trata de una caja de condones y un bote de lubricante.
- ¿Y eso? ¿De dónde los has sacado? – pregunta Hinata señalándolos. Le parece chocante que haya tales objetos en este lugar.
Komaeda se encoje de hombros:
- Ya estaban aquí cuando llegué. Un día me puse a explorar el cuarto entero a ver si encontraba algo interesante y me topé con esto. La habitación lujosa realmente tiene de todo. Ah, menos comida, claro…
Seguramente Monokuma los ha puesto ahí. Hinata frunce el ceño. No puede evitar sentirse molesto porque es muy probable que ese maldito oso haya querido presenciar un poco de acción de este tipo aprovechando la desesperación. A juzgar por la situación en la que se encuentra ahora mismo parece que Monokuma tiene al chico comiendo de la palma de su mano. "Mierda… esto es desesperante." Piensa Hinata apretando los dientes con fuerza.
- Desesperante, ¿eh? – comenta Komaeda con una sonrisa, como si le hubiese leído el pensamiento.
Oh, estaba ya claro que Komaeda iba a disfrutar con todo esto. Éste prosigue:
- Sabes, cuando me encontré con esto al principio pensé que era algo inútil, pero luego me di cuenta de que es una manera de vencer la desesperación. En momentos de gran estrés el ser humano necesita algo para liberar tensiones, sino se volvería loco. Y, ¿Qué hay mejor que esto? ¿Verdad, Hinata-kun? Tú te diste cuenta de esto también aunque inconscientemente, y por eso viniste aquí. Sin embargo, te parece desesperante el saber que estás cayendo justamente en lo que Monokuma quería que cayeses. Pero no te preocupes, Hinata-kun, no pasa nada. Déjame que yo me ocupe de todo. Yo conseguiré que tu esperanza resplandezca como nunca.
Komaeda alza las manos en fascinación con una sonrisa amplia. La mirada se le nubla de la misma manera que ha estado hace unos momentos, pero esta vez la razón es diferente. Aunque en realidad, tratándose de Komaeda no sería de extrañar que no haya diferencia alguna. Su obsesión con la esperanza es tan enfermiza que es probable que le produjese excitación. De pronto Komaeda suelta una exclamación como si se hubiese dado cuenta de algo y se pone a murmurar en alto:
- Mmh… El que Monokuma haya dejado esto en las habitaciones lujosas… El hecho de que me tocase por azar una de estas habitaciones de lujo… El que tú hayas venido precisamente a mí entre todas las personas… Me pregunto si todo esto ha sido un juego del destino. Ah~ realmente tengo mucha suerte…
Hinata ya no aguanta escuchar ni una palabra más de ese monólogo demente. Siempre el mismo discurso. Desesperación, esperanza, suerte… ¡Basta! ¡No digas más!
- Cállate de una vez y acércate. – le manda el castaño. Todo esto le ha puesto de mal humor pero está dispuesto a ignorarlo.
Komaeda se calla del tirón y accede, claramente divertido por todo lo que está pasando. En cuanto regresa de nuevo a la cama se sitúa entre las piernas de Hinata, el cual las abre poco a poco tímidamente. Komaeda se ríe entre dientes:
- ¿Aún tienes vergüenza?
Hinata le lanza una mirada fulminante, rojo por el bochorno:
- Mira, no te pases, que sino invertimos las posiciones.
- Por mí no hay problema. – responde Komaeda sinceramente. – Mientras sea con Hinata-kun, cualquier cosa me vale.
Hinata lo mira con curiosidad. 'Mientras sea con Hinata-kun…' ¿Eso qué quiere decir? No sabe hasta qué punto tomarse lo que dice Komaeda en serio. ¿Está jugando con él simplemente por sádica satisfacción? Decide no calentarse la cabeza con ese tema y simplemente aparta la mirada susurrando un leve:
- Eres raro…
Komaeda le sigue sonriendo y prosigue con lo que estaba haciendo. Se moja unos dedos en lubricante y los pasa por la entrada. Hinata se estremece un poco ante el frío del líquido pero poco a poco la sensación se vuelve más placentera. Con lo resbaladiza que está la entrada, Komaeda se atreve a meter un dedo. Prácticamente entra sin problemas.
- ¡Ah! - exclama Hinata.
La sensación es muy extraña. Hinata no está muy seguro de que le termine de gustar, pero a la vez que Komaeda empieza a mover el dedo dentro y fuera de él le toca esa parte del pene que acaba de descubrir que le encanta a Hinata.
- Aah… Ah…
Esa combinación se siente muy bien. Ya no cabe duda alguna; le gusta. Su respiración empieza a volverse más agitada y Komaeda aprovecha para ir ajustando más de un dedo dentro de él. Duele un poco, pero no importa. Hinata mueve sus caderas intentando que aumente la velocidad de sus dedos.
- H-hinata-kun… - Komaeda susurra con deseo. Parece que a él también le está gustando todo esto. - ¿Puedo meterla ya?
Se lleva una mano a su pantalón y se lo desabrocha, sacando su erección la cual está ya casi goteando. Tiene que estar teniendo unas ganas casi irrefrenables. Y Hinata mismo está en condiciones similares. Quiere sentirlo todo.
- S-sí. – Da su consentimiento.
Komeada no pierde ni un segundo en sacar un condón de la caja y ponérselo. Se echa también un poco de lubricante sobre su pene con el condón puesto y se lo agita ligeramente para untárselo bien. Hinata observa todo esto sin apartar la mirada, como en un trance. Sus mejillas le arden y el corazón le palpita tanto que juraría oírlo retumbar en sus oídos. Nunca aceptaría en voz alta que la imagen de Komaeda untándose el lubricante sobre su pene le enciende más de lo que le gustaría. Tras esa corta preparación, Komaeda se posiciona de nuevo encima de él para penetrarle.
- Hinata-kun, allá voy. – le avisa antes ir entrando en él gradualmente y sin pausa hasta conseguir introducirse entero.
- ¡Aaah! – Hinata se queja de dolor.
Komaeda suspira fuerte entrecerrando los ojos, deleitándose. Pero no se puede decir lo mismo de Hinata, el cual siente una fuerte molestia. La sensación de tener una masa caliente hundiéndose dentro de él duele. Duele y mucho. Sólo hay algo que pueda aliviar ese dolor en ese momento. Automáticamente se dispone a llevarse una mano hacia su miembro para tocárselo, pero Komaeda ya se ha adelantado a esa idea. Éste presiona y acaricia todos los puntos placenteros de Hinata, haciendo que el dolor sea algo más llevadero.
- Shss… tranquilo… - le calma. – Está todo bajo control.
Esa afirmación tan solo logra poner a Hinata de los nervios, ya que no le agrada mucho esta posición tan sumisa. De repente Komaeda empieza a moverse desintegrando todos los pensamientos del otro chico.
- Ah… Aah…
Hinata no puede evitar que estos gemidos se escapen de sus labios aunque todavía no se sienta especialmente bien. La sensación arranca esos sonidos de él. No obstante, poco a poco empieza a notar un poco de placer. Cierra los ojos e intenta concentrarse todo lo que puede en esa sensación. Como Komaeda ha estado estudiando donde están los sitios más sensibles en su miembro sabe qué zonas tocar para que se sienta bien.
- Aah… K-komaeda… - gime su nombre no sabe exactamente por qué.
El placer que le provoca la estimulación de su miembro hace que se vaya encogiendo alrededor de Komaeda, apretándolo deliciosamente. Éste jadea por la ola de placer que le produce y arremete un poco más fuerte contra el chico. Las estocadas duelen, no hay duda, pero ese dolor es lo que hace que sea tan sabroso. Sin ese dolor no sería lo mismo. No, él lo quiere, es necesario. Hinata echa la cabeza para atrás gimiendo con más fuerza, sintiendo que todavía no es suficiente.
- Aah… Komaeda… M-más… Más… Dame más…
Ya nada le avergüenza. Ya todo le da igual. Sus sentidos físicos lo son todo para él en estos momentos; qué más da el resto. Ve como su compañero se sonroja ante esa petición y cómo le ha incitado para aumentar la velocidad y la fuerza.
- H-hinata-kun… - le susurra al oído.
En cuanto las estocadas se han hecho más fuertes Hinata percibe que una sensación distinta se apodera de él. Hay un lugar dentro de él muy sensible que prácticamente palpita con cada roce. Debería de ser tratado con más suavidad, pero el hecho de saber que esa área tan sensible está siendo abusada bruscamente lo estimula aún más. Siente cómo se le van formando lágrimas en la comisura de sus ojos y su propia vista se nubla al igual que su mente. Rodea con los brazos el cuello de Komaeda, atrayéndolo más a sí.
- Aah~ S-sí… Justo así… Ah~ - gimotea vulgarmente.
- Hinata-kun…
Komaeda se encuentra en la misma situación, abstraído por la pasión, exhalando pesadamente con cada reacción del chico debajo de él. Le encanta verlo así; necesitando más de él.
- ¿Te está gustando, Hinata-kun? – le pregunta sensualmente a lo cual Hinata sólo puede responder con gemidos. – Dentro de ti… se siente tan bien. Tú también te sientes así de bien, ¿no?
Se incorpora ligeramente apoyándose sobre las palmas de sus manos para observar con todo lujo de detalle como el otro chico se estremece y tiembla de placer.
- Oh, Hinata-kun… que alguien como yo esté siendo capaz de hacerte disfrutar a ti, a alguien con un talento reconocido para traer esperanza a la humanidad… no te puedes imaginar cómo me hace sentir. Es lo más placentero para mí. – alza una mano para acariciarle la mejilla. - El poder estar así contigo es mucho más de lo que me merezco. Ah… he tenido tanta suerte… tanta suerte. ¡Jaja! ¡La excursión de asesinatos mutuos es lo mejor que me ha podido pasar jamás!
Hinata escucha una y cada una de sus palabras sin realmente prestarles mucha atención. Tan sólo es Komaeda enloqueciendo por la misma mierda de siempre. Ya ni se esfuerza por pararle los pies, que piense lo que quiera. Ya no le importa, ya no le importa nada. A la mierda la casa de las sorpresas. A la mierda Monokuma. A la mierda esta maldita isla. ¡A la mierda el mundo entero! ¿Qué significado tiene todo eso en este momento? Asesinatos, hambre, compañeros… nada de eso tiene algo que ver con él ahora mismo. Las lágrimas caen por sus mejillas ardientes. Ahora su mundo se compone solamente por él y este placer.
- ¡Aah! ¡Aah! – a medida que sus gemidos se van haciendo más audibles un calor muy intenso se va acumulando en su abdomen, a punto de explotar. - ¡Aah! Y-ya… No aguanto más… Ya voy a…
- ¿Te vas a correr? Haa… Está bien, quiero verte… hazlo…
Komaeda aprovecha que el chico arquea la espalda para darle un ligero mordisco a uno de sus pezones. Eso ha sido lo que le ha faltado al castaño para terminar de caer. Encogiendo los dedos del pie y agarrando la espalda de su compañero, una intensa ola placentera le recorre entero como electricidad erizándole la piel. Cada extremidad de su cuerpo está tensa y Hinata juraría que ve las estrellas, disfrutando así de cada segundo. Su mente se encuentra en blanco, no podría pensar en otra cosa ni aunque quisiese. El semen va saliendo de él manchando su abdomen con gotas blancas. Mientras tanto, Komaeda aprovecha el estado de éxtasis del otro chico para embestir más fuerte, gozando de las convulsiones de Hinata y de la manera en la que se ha estrechado más aún alrededor de él. Tras unos segundos Hinata lanza unos últimos gemidos prolongados al aire antes de dejarse caer sobre la cama como si se hubiese desinflado del tirón. No mucho más tarde Komaeda le sigue y se corre también, cerrando los ojos al soltar un gemido ahogado.
Durante unos momentos eternos se quedan así; relajados y recuperando el aliento. El primero en moverse es Komaeda, el cual se sale del interior del chico. Hinata siente una gran pesadez apoderarse de él. Siente como si no pudiese mover ni un solo músculo de su cuerpo y sus párpados le amenazasen con cerrarse. Sería perfecto si pudiese quedarse dormido justamente así y ahora mismo. No parece ser el caso del otro chico, el cual se quita el condón y levantándose de la cama se dispone a desprenderse de él en el baño. Como no, la habitación lujosa tiene también un baño incorporado. Espera… la habitación lujosa… la casa de las sorpresas… la isla Jabberwock… todo vuelve a su mente en un abrir y cerrar de ojos. Y así el alivio que ha estado sintiendo durante estos últimos segundos se desvanece. No puede quedarse ahí y dormir. Habrá podido distraerse su mente durante un rato, pero nada ha cambiado. Sigue atrapado en la misma situación que antes. No puede quedarse de brazos cruzados…
Con estas palabras dando vueltas en su mente se incorpora de la cama. Sus músculos fatigados como si hubiesen estado sometidos a una hora de ejercicio intenso le dificultan la tarea de levantarse. En cuanto pone un pie en el suelo e intenta apoyarse sobre él siente un dolor intenso proceder de sus caderas.
- ¡Ay! – se queja y se tambalea. No parece que vaya a poder ponerse pronto en pie.
Komaeda aparece del baño, extrañado por el quejido.
- ¿Estás bien? – pregunta preocupado, pero pronto se le abren los ojos de par en par al ver a Hinata intentando salir de la cama. - ¡Hinata-kun! ¿Qué haces? Tienes que descansar.
- N-no… - responde Hinata con la voz un poco ronca. Mierda… sí que ha estado gritando antes. – Tengo que irme… a este paso todos nos moriremos de hambre… No puedo quedarme aquí tumbado… No…
Komaeda le sonríe amablemente y se sienta a su lado. Posa una mano sobre el hombro del otro chico, como intentando apaciguarlo.
- No pasa nada, Hinata-kun. Ahora no es el momento para eso, estás cansado. Descansa y ya cuando despiertes lo verás todo con otros ojos.
- P-pero…
- Antes te dije que dejases que yo me ocupase de todo, ¿no? Pues hazme caso. Relájate y olvídate de todo ahora mismo. Ya mañana tendrás la fuerza suficiente como para afrontar el futuro con esperanza renovada.
Hinata lo mira. Sabe que de la última persona en la que se debe fiar es de Komaeda, pero está tan exhausto que por una vez piensa que tiene razón. Ahora la mente no le funciona con claridad, ya mañana pensará en ello. Lentamente Komaeda se va acercando más a él, susurrándole de manera cariñosa en el oído:
- Quédate aquí esta noche, Hinata-kun. Quédate conmigo y descansa. No pienses en nada más. No permitiré que nadie te haga nada el tiempo que estés aquí.
Como si estas palabras le hubiesen hipnotizado Hinata se tumba nuevamente en la cama, totalmente sosegado. Komaeda se recuesta a su lado acariciándole la mejilla con el dorso de su mano. Ese gesto a Hinata le apacigua más aun sintiéndose extrañamente seguro. Cierra los ojos y respira profundamente.
- Así es. – le susurra Komaeda. - Duérmete y no te preocupes por nada. Yo te cuido.
Hinata no sabría reconocer si ha escuchado correctamente las palabras del otro chico, pero tampoco le importa. Estar así se siente tan bien… Poco a poco su respiración se vuelve más tranquila y se queda profundamente dormido.
Sin embargo, Komaeda no sigue el mismo camino que su compañero. Considerando un privilegio la oportunidad de tener a Hinata durmiendo así de tranquilo a su lado, decide quedarse despierto todo ese tiempo para poder observarlo. "Hinata-kun, Hinata-kun…" Es lo único que llena sus pensamientos. No podría sentirse más dichoso en estos momentos, por lo que esa sonrisa de satisfacción que viste su rostro no desaparece. "El haberte conocido, el poder estar así a tu lado… es la suerte más grande que he tenido. Hinata-kun, tú eres mi gran suerte. Me pregunto qué desgracia sucederá a cambio de esta suerte. No me importa… que venga lo que tenga que venir. A cambio de haber cruzado caminos con Hinata-kun seguro que merecerá la pena." Ojalá este momento durase mucho más.
Sin embargo, los próximos eventos a partir de ahora suceden demasiado rápido para él.
Aunque le había aconsejado a Hinata de dormir hasta la mañana, la pequeña siesta del chico en la habitación de Komaeda dura tan sólo unos 20 o 30 minutos, en los cuales el peliblanco no duerme ni por un instante. En cuanto Hinata se despierta pide utilizar la ducha de la habitación y luego se viste preparándose para partir. No tienen una gran conversación tras lo pasado entre los dos. A lo sumo el castaño le pregunta preocupado y sonrojado a Komaeda si alguien habrá escuchado las voces de los dos, a lo cual el chico para su alivio le recuerda que la habitación lujosa está insonorizada. No intercambian ni una palabra más. Ni una pregunta de qué ha pasado, ni una explicación, ni nada. Pero Komaeda ya se da por satisfecho. Ha obtenido mucho más de lo que se ha podido imaginar jamás. Tras eso, Hinata vuelve a su propia habitación para dormir la noche entera. Al día siguiente Nidai aparece muerto en la torre de uva y los chicos de la casa de fresa no pueden pasar a la de uva a causa de haberse roto el ascensor. Ya está en marcha de nuevo; la batalla entre esperanzas. En esta situación Komaeda decide entrar en el 'Final Dead Room' por el bien de los demás chicos y sus esperanzas. Sobre todo por la de Hinata. En el juego de la ruleta rusa depende totalmente de su suerte, quitando sólo una bala de la capacidad total de 6, y teniendo así sólo una probabilidad de 1/6 de sobrevivir. Gustoso accede a jugarlo de ese modo. Total, no tiene nada que perder. Y la prueba la supera con éxito. Por ello, entra en el octágono y no sólo descubre cual es la tal "arma definitiva" sino que también descubre el secreto de la casa de las sorpresas. No cabe en sí de satisfacción, todo le está saliendo a pedir de boca. Su suerte está al máximo.
Hasta que llega el momento en el que se pone a leer el contenido de ese misterioso archivo que le entrega Monokuma como premio por haber superado el 'Final Dead Room', el cual contiene los perfiles de los demás chicos. En un instante el mundo entero se le cae encima.
- ¿¡Pero qué…!?
Continuará...
Gracias por haber leído hasta el final y espero que lo hayáis disfrutado. Habrá un segundo capítulo espero que pronto jeje...
He de añadir que yo he jugado a la versión inglesa del juego y por lo tanto algunos nombres oficiales los he dejado tal cual en inglés (Final Dead Room) y otros los he traducido yo a mí manera (La excursión de los asesinatos mutuos). Espero que no importe que mis traducciones puedan no coincidir con la versión en español que se haya hecho...
Bueno, aquí me despido. ¡Hasta la próxima!^^
