Algunos personajes pertenecen al Gran Maestro J.R.R. Tolkien, los demás son de la historia nacional Mexicana. Este Fic participa en el reto número 11 del Gran foro "El Poney Pisador".


Y corría el inicio de la cuarta edad del Sol. La tierra media se recuperaba poco a poco de las diezmas que la batalla definitiva contra el Señor Oscuro había causado en los reinos establecidos en Arda. Elfos partían hacia Válinor, enanos continuaban en las montañas, los Hobbits eran felices en la Comarca y Los humanos disfrutaban la paz que llenaba el aire. Y es aquí donde entra su servidor. Yo soy Elessar Telcontar rey actual del reino unificado de Gondor. Soy descendiente de los Númenor, un dúnedain. Y ahora, a mis dos siglos de edad cumplida y sabiendo que los días que le quedan a este descendiente de Isildur están por llegar a su fin, decidí poner por escrito la que será la mayor de las aventuras, la mas difícil de todas. Y no, no es la destrucción del anillo único a la que me refiero. Quizá se pregunten ¿Qué puede ser peor que el pelear contra Sauron? Me limitaré a responder que es mucho peor pelear en un mundo que no es el tuyo.

95 años de Edad tenia yo, 5 años gobernando a este hermoso pueblo. Lo recuerdo como si hubiese ocurrido esta mañana, con llaves en mano me dispuse a explorar lo que quedó de la torre de Orthanc acompañado de mis mejores soldados y amigos. No había puesto un pie en esta ciudad maldita desde su destrucción durante la guerra del anillo, y menos había entrado a la que fue la torre de Saruman, desde donde se dirigió aquel ataque que casi acaba con nuestras vidas en el Abismo de Helm. Y ahí estaba yo, entrando a esa torre y después de comprobar que toda el área era segura de recorrer, dí la orden de separarnos para buscar y destruir cualquier cosa que hubiese quedado guardada allí, cualquier cosa que se asociara con aquellos días de oscuridad.

Y fue así como pasó...

En aquella fortificación, entre telarañas y centímetros de polvo. Entre armaduras viejas y oxidadas debajo de todo aquel centenar de basura militar, allí debía colocar en su posición original aquella piedra negra.

Pero al sacarla de ese pequeño cofre de metal, volví a ver ese extraño brillo en ella.

No puedo decir que me impresioné, porque ya lo había visto en más de una ocasión. Pero esa necesidad de tocarlo apareció de pronto y no pude resistirme a la curiosidad innata que me provocaba.

Y lo toqué...

Me transportó en visiones a otro lugar, un lugar lleno de tiranía y sufrimiento. El dolor y la desesperación, la esclavitud de un pueblo, aquello que yo tanto deseaba eliminar del mundo estaba en esas imágenes que laceraban mi mente. No pude más, y despegue mis manos de la piedra. Mi cuerpo temblaba al sentir en mis venas el miedo de aquellas personas. Pero ese mundo era imposible de alcanzar, solo eran imágenes en mi cabeza, solo eran Pesadillas. Y en un momento de locura, de deseo por borrar esas alucinaciones, mi cuerpo por instinto dejó caer el Palantir. Buscando apaciguar las voces e imágenes que inundaban mi mente... Y la piedra calló, y los trozos llenaron el suelo. Pero aquellas pesadillas... esas si existían.