Hola a todas y todos mis lectores: he volvido ^^
A continuación, una nueva historia: ambientada en la etapa escolar de Natsumi... Y bueno, no les adelanto más: distinta a mis otros "hijos", porque es más entretenida y de suspenso.
Con sus clásicos malos XD, y la participación de mi hijo Kaede, por supuesto.
NatsumiXToukairin.
Sin más preámbulos: disfruten del capítulo.
PARAÍSO EN LA TIERRA
Gaby-chan.
Paraíso en la tierra
Prólogo
-¡Es fantástico, Daisuke!: ¿en serio puedo comer lo que yo quiera?
-N-no te preocupes…- dijo nervioso el muchacho, mientras se pasaba un pañito por la cara- Pide lo que quieras: va por mi cuenta…
-¡Yapi!-fue la instantánea muestra de alegría de Natsumi, antes de desatar la locura en los meseros y, porqué no decirlo, el terror en la cara del muchacho y su bolsillo sufriente.
Daisuke, un muchacho metalero que conoció a la bruna en una de las tantas tocatas en las que se topaban, apenas la vio quedó prendado de nuestra protagonista. Tras intercambiar un par de palabras, comenzaron a hablar más seguido y el interés fue creciendo cada vez más, pero las juntas se hicieron cada vez más escasas, hasta el punto de no saber de ella en meses.
Bueno, ya la suerte está echada: al fin logró hacer contacto con ella, tras las miles de llamadas, juntas arruinadas por supuestos acontecimientos que ni ella misma sabía explicar bien.
… Sólo esperaba tener la oportunidad de acercársele y que ella lo aceptara: ni pensar en un fracaso que podría echar por la borda todo el esfuerzo y los cumplidos acumulados en este tiempo hacia la bruna.
-¡Ah, estuvo riquísimo!
El bufido del muchacho no se hizo esperar: al fin, la muchacha había dejado de comer y puso algo de atención en la persona que había dado tal banquete.
-Espero que haya sido de tu agrado, Natsumi…
La chica asintió alegremente- Un delicioso manjar: ¡ah!, entre nos- el muchacho rubio se acercó a ella, quien le hacía señas para acercarse- La comida del internado no satisface en absoluto: suerte que no echaron a los perros antes de las ocho, porque esa pared era un infierno, ¡un infierno!
El muchacho sonrió aterrado: esta Natsumi se las traía en grandes.
-Bueno, me alegro que estés aquí—
-¡El helado ha llegado, señorita!- el muchacho pecoso llegó con los postres de cada uno, lo que hizo que la venita de Daisuke latiera: ante la mirada iracunda del rubio, el mesero se hizo humo al instante.
-¡Qué excelente atención! Bueno, ¿qué querías decirme ya?- dijo la bruna, mientras cuchareaba su helado.
De pronto, el muchacho tomó una de sus manos, lo que hizo que ella frunciera el ceño.
-… Hace ya mucho tiempo, he esperado este instante, Natsumi: tú sabes lo bien que la he pasado contigo. Este verano ha sido fantástico a tu lado y, bueno…- Daisuke revolvió un tanto su cabello-… No quisiera que terminara aquí…
La expresión de la bruna no cambiaba: el muchacho hizo el ademán de soltarle la mano, pero fue la mismísima Natsumi quien lo retuvo.
Sus ojos púrpuras lo miraron atentamente, provocando que se derritiera por esa chica: ¡Dios: si quería decir algo, que lo dijese ya! No podía soportar tanto tiempo en esa situación.
-… Bueno, ¿cuál es tu propuesta?
-¡¿Novios?
-¡Shhhh, no tan alto!...- le musitó Natsumi a Yoriko, mientras sus compañeras reparaban en las facciones de fastidio, por parte de la maestra de latín- No tenía otra opción, Yoriko: no tengo a nadie más en quien confiar. Sabes que, de no ser él, serías tú o Aoi…- finalizó, con una sonrisa en los labios.
-… Natsumi, agradezco tu flor, pero creo que no es el momento de discutir el tema- musitó Aoi, quien miraba a la profesora.
-¡Cómo que no es momento de discutir el tema: sabes que no me puedes dejar con la historia a medias, Tsujimoto! Especialmente ahora, con las horas de Latín que nos quedan: ¡qué fastidio! …
Una sombra se cernió tras sus cabezas, y una voz de ultratumba irrumpió el tema de conversación- Si eso la incomoda, señorita Nikaido…- la muchacha se dio vuelta lentamente, hasta dar con la magistra enfrente suyo-… podré ayudarle: a Dirección las cuatro, ¡ahora!
-… Soy tu mejor amiga, ¡la mejor del instituto!: no puedo creerlo…- seguía lloriqueando Yoriko y, debido a tanto cabeceo de su parte, el agua de su balde mojaba a una Natsumi ya hasta la tusa de sus reproches.
- ¡Que ya está bueno, mujer! Dios, no sé en qué minuto te lo he contado: ¡y ya deja de mojarme!
-Ustedes y sus peleas sin sentido: ¡siempre debo estar en medio de sus peleas!
-Ni que lo digas…- musitó una niña, puesta al lado de las tres- por su culpa, también me echaron: y eso que ni siquiera las conozco…
Las tres amigas vieron a la muchacha desconocida, de quien apenas y habían caído en cuenta cuando abrió la boca, pero el centro de atención duró muy poco.
-… Y, bueno, eso no explica lo que has hecho, Natsumi- la bruna abrió un ojo, al escuchar la voz más meditada de su compañera Aoi- Tú misma te has desdicho, todo este tiempo: no ibas a buscar ninguna relación, que no tenías prisa…
-Es cierto…- se unió Nikaido a la posición de su mejor amiga, mientras se restregaba los ojos, a causa del llanto anterior- ¿Es que acaso no era lo que querías hacer?
Natsumi se removió inquieta de su sitio, sin tomar en cuenta la cubeta en su cabeza.
Es que el sólo rememorar la situación a la que se vio obligada a dar solución la hacía tiritar.
Esperaba no volver pronto a su casa: y todo por su culpa…
Un mes atrás, en vacaciones…
-Familia, les presento a mi novio: Sho Tsukishiro…
A pesar de tener en claro que Miyuki jamás traería a un prometido feo, y de no ser ésta la excepción, todos en la casa quedaron sorprendidos por las proporciones del nuevo prospecto: el tamaño de ese muchacho era impresionante. Tenía la cabellera color marrón, de ojos celestes y un bronceado agradable a la vista: el padre le tendió la mano, a lo que Sho la recibió con fuerza.
-Un gusto, señor Tsujimoto: espero que nos llevemos bien.
-¿Practica usted algún deporte, señor Tsukishiro?
-E-es usted observador: soy cinta negra en karate… ¿Cómo se dio cuenta?
De pronto, depara en el hecho: el padre de la familia está adolorido por la fuerza descomunal del muchacho.
-L-lo siento mucho, señor: no ha sido mi intención—No he querido lastimarlo—
Una risita brotó de la esquina de la habitación: Sho se le quedó mirando, inmóvil. Era una niña de ojos turquesa y pelo marrón: de unos quince años, vestida holgadamente, lo observaba desde un pequeño sillón, al costado de la habitación.
-¡Natsumi, basta de burlas!
-Ay, que no pueden aceptar una burlilla…- se hizo a un lado la muchacha, quien se acomodó en el sofá y tomó su celular, tecleando mensajes acerca de la junta de esa noche.
-Bueno, hijita, cuéntanos: ¿dónde se conocieron?
-Nos vimos en la clase de Cálculo avanzado: apenas y llegué a la clase, sentí su mirada tan cálida…- Sho le sonreía, no con tanto entusiasmo como el que Miyuki demostraba-… Conversamos un rato y ya sentíamos algo especial…
-Un ataque de hiperglicemia, como el que acabo de tener…- musita Natsumi, lo que fue escuchado por Sho.
-… Por lo que he escuchado, no estás en el mismo colegio de tu hermana: en un internado, ¿me equivoco acaso, Natsumi?
La bruna devolvió inmediatamente una mirada de desconcierto y rabia: ¿quién se creía, que la trataba con tal familiaridad?
-Es que no pudo ingresar por vía regular: no quiso insistir en ello…- Miyuki se acercó al muchacho y le susurró al oído- Será mejor que no toques el tema: todavía está muy latente…
Natsumi, a causa de percibir el desagravio latente, tomó sus cosas, y sin siquiera preguntar, se estaba retirando de la habitación.
-¡Natsumi, esos modales!
Paró un instante, y se dio el lujo de dejar en claro el motivo de su retirada.
-… Poco creo que les importe: dudo que sientan mi presencia, ya que no es mi pasatiempo favorito ver a tus pretendientes…
-¡N-Natsumi, ven a disculparte!- Miyuki se levanta de su asiento, pero su padre la detiene. Ante esto, su enojo fue aumentando- ¡Ya la estás defendiendo! Vamos, Sho: ven a mi habitación. Estaremos mucho más cómodos allí…
Los dos se retiraron del lugar. Natsumi iba a realizar lo mismo, cuando su madre la detiene.
-¡Qué bueno que te haya quedado claro!: olvídate de la salida de esta noche, muchachita…
-¡P-pero, mamá: quedamos en ese acuerdo! Los chicos, la banda—
-¡Me importa un soberano bledo! Anda a tu habitación, ¡ahora!
El padre se interpuso- Mi amor, Miyuki ha exagerado: no creo que sea para tanto…
-¡No quiero más excusas! En cuanto a ti, jovencita… Sabes lo que te espera.
Le lanzó una mirada resentida, pero igualmente acató el mandato: tomó sus cosas y se fue a la habitación.
Al soberano carajo: de todos modos, no quería ser parte de una escena de amor.
Lo que no sabía, es que estaba totalmente metida en el problema…
Golpeó la puerta, pero nadie respondía: iba a volver a golpear, cuando la puerta se abrió un tanto.
Natsumi estaba en la cama, escuchando música, por lo que eso explicaba la falta de respuesta. Tenía puesta una polera metalera y unos shorts que casi no se veían: su cuerpo era precioso, aun con la falta de busto, pero sus piernas largas y siendo curvilínea compensaba gratamente. Estaba embelezado con la imagen, cuando escucha un estruendo.
Era la bruna, quien se cayó del susto al ver que había alguien más en la habitación.
-¡Dios, Sho! Eres un metido: golpea la puerta, antes de entrar…- masculló la bruna, mientras se incorporaba frente a él.
Sentía que le hervía la sangre, con tan sólo mirarla: se llevaban por ocho años, pero eso no quitaba que la muchacha frente a él dejara de causarle estragos.
-Demonios, que si no vas a hablar, vete por donde viniste…
-Miyuki te manda a llamar: dice que la cena está lista y tus padres ya se han ido…
De la supuesta indiferencia se pasó inmediatamente a la sorpresa y alegría de Natsumi- ¿Se han ido, dices? ¡Genial!
Tiró toda su ropa al suelo, en búsqueda de algo que ponerse: tan concentrada estaba en su fiesta privada que apenas se dio cuenta de la presencia del intruso.
-…Así que, ¿te han puesto en un internado?- dijo el susodicho, mientras hojeaba unos cuadernos de Natsumi.
Se levantó y le arrebató las cosas al muchacho- ¿Y qué con eso? Nada que te incumba…
-¿Por qué te empecinas en que me caigas mal? Sé que te llevas mal con tu hermana, que siempre las están comparando, pero yo te comprendo… Si te abrieras más conmigo…- intentó tocarle el hombro, pero ella lo esquivó.
-No sé de qué demonios me estás hablando: esto está lejos de afectarme, así que no te pases películas…- Le dio la espalda unos segundos, pero bastaron para perdiera de vista todo lo que pasaba a su alrededor y que poco a poco se desmoronara frente a sus ojos…
La dio vuelta y tomó su boca: a Natsumi nada le hacía entrar en razón, fue tan apresurado que no tenía la fuerza suficiente para oponerse a lo que estaba ocurriendo, pues sus brazos apenas hacían presión como para dejarle unos centímetros de exclusividad. La aprisionó contra la pared, devorando lo que tenía a su alcance. Sho tenía un tamaño avasallador, por lo que la muchacha no pudo sino cerrar los ojos, hasta que terminara lo que estaba pasando.
El sujeto dio espacio entre ambos, separando lentamente sus labios. Apenas Natsumi abría los ojos, debido a la falta de aire: Sho tomó su mentón y marcó fuertemente el labio inferior, el cual se hizo granate al instante.
-Eres una chica muy linda, Natsumi: en verdad me gustas… Me gustas mucho.
-Cállate, por favor…- musitó la bruna, en estado catatónico, indefensa a la segunda ronda que estaba dispuesta a continuar el muchacho: la tenía entre sus brazos, con su aliento dirigido hacia su cuello…, cuando…
-¡Chicos, vengan: la cena ya está lista!
Ya con total control de su cuerpo, no pudo sino reaccionar con la primera respuesta que sus miembros podían realizar: empujó a Sho y fue hacia la puerta.
-Natsumi…- intentó acercarse, pero la muchacha tenía un bate en su defensa: tuvo que contener el temblor de sus manos, al verle tan cerca.
-Ni lo pienses: ni siquiera te acerques, y más te vale que desaparezcas lo antes posible, maldito asqueroso- murmuró, más lo hacía en tono marcado- Mi hermana lo sabrá todo y de ti no quedará ni el recuerdo.
-No lo entiendes, Natsumi. ¡Por dios, que nadie va a creerte!: si te das a mí, te lo daría completamente todo, a manos abiertas… Tan sólo— estaba a punto de tocarle, cuando el bate fue contra su mano.
Alcanzó a alejarla de su alcance: faltaba poco, como para haberle causado algún daño.
-¡Estoy cansada de oír tus imbecilidades: vete o no respondo de lo que voy a hacerte! Y no volverás a tener suerte- lo alzó ante él- Sólo fallo una vez…
Sho bufó, mientras revolvía su cabello-… Como quieras…
No soltó el bate, hasta que Sho se perdiera de vista. Dio la espalda contra la pared, deslizándose hasta encontrar apoyo en el suelo.
Fin del flash back
Se quedó pensando en aquel desafortunado hecho, cuando reacciono ante las miradas que estaban puestas en ella.
-… Y bien, ¿por qué el cambio de opinión tan repentino?
-Eh, ¡Sólo fue impulsivo, ustedes me conocen! Con el bichito del pololeo, volando en mi casa, me he decidido ya…- sonrió, poco complaciente, pero lo suficiente para que las demás la dejaran en paz.
¡Y bien que la convencieron!, pues ella no tenía las mismas habilidades, al parecer: Miyuki no dio prestancia a lo que sus oídos escucharon, y el resto de su familia tampoco dio crédito a lo que afirmaba… En realidad, no tenían el tiempo para escucharla atentamente…
Nada sacaba con sorprenderse o siquiera indignarse: era su situación, la que siempre había vivido. En el internado, una visita a la casa y a su cuarto: en lugar de causar alboroto, prefirió guardar silencio y seguir en sus planes.
Estar absorta en cualquier cosa que no fuese su casa. ¡De todos modos!: su hermana casi ni se presentaba en ella, con sus prácticas profesionales de cheerleader, así que las oportunidades de encontrarse con el tal sujeto se veían notoriamente reducidas.
De todas maneras, dudaba que esto se repitiera: sintió que el convencimiento con el bate le daba la ventaja, y Miyuki era lo bastante atractiva para satisfacerlo. Se oía terrible, pero ante su incredulidad, no tenía más que hacer que dar un paso atrás y que ella descubriera lo que tuviese que descubrir.
Lamentablemente, su buen augurio no dio los pasos adecuados…
Flash back
Estaba en su fiesta, con sus amigos del club motociclista, entre los que contaba a Daisuke: iba a buscar unas cervezas, cuando sintió un escalofrío correr por su columna. Miró hacia el segundo piso, y ahí estaba…
Con una cerveza en mano, y una mirada de lo más terrorífica.
No dijo nada en absoluto, mas el aire enrarecido le decía todo.
-¡Vamos, Sho!- el muchacho se dio vuelta: Miyuki estaba lista para irse. Le tomó el brazo y caminaron hacia la entrada: un suspiro se escuchó de parte de uno de los presentes.
Ni siquiera volteó para saber de quién se trataba: uno de sus mejores amigos, Nakayima, la quedó mirando con tristeza. Antes de abrir la puerta, Miyuki cayó en cuenta de algo que se le había quedado: se disculpó con Sho y fue corriendo a su habitación.
El susodicho se aseguró de verla en el lugar, para caminar en dirección contraria a la salida.
-Esta salsa estará lista en un par de segundos: ve por las cervezas, en el refri, y yo los alcanzo…
Escuchó unos besos y risas, por parte de Natsumi, y la sangre se le subió a la cabeza: cuando vio que el muchacho había salido de la cocina, caminó sigilosamente hasta el lugar.
Se apoyó en la pared, mirándola fijamente: le daba la espalda y tarareaba la canción de Metallica que habían puesto sus amigos.
Amparado en el ruido estridente de la música y la soledad, puso rápidamente el pestillo de la puerta.
-¡Ya está lista, Daisuke! Verás cuán rica ha quedado…- se da la vuelta, esperando encontrar al muchacho: frunce el ceño, extrañada por la presencia de Sho. Luego, cae en cuenta de la puerta con seguro…
-Imagino que sabrás el porqué estoy aquí…- caminó hacia ella, mientras ella trataba de alejarse de él, para ordenar los pensamientos en su mente.
-Tú,- mi hermana te está buscando…- tragó nerviosa: tenía el cuerpo algo entumecido, debido a las botellas de cerveza y los vasos de ron que se había tomado.
-Está buscando entre sus cachivaches, así que por ella no te preocupes: tenemos algo de tiempo de calidad… Sólo para aclararte algunas cosas…- tomó la salsa que tenía en sus manos y la dejó a un lado- No querrás tener algo contundente en tus manos, para lo que te hablaré…
-Aléjate, Sho: nosotros hemos quedado—
-… ¡En claro que me gustabas!- terminó tergiversando la frase, tomándole la barbilla para tenerla a su alcance- Y mucho… No sabes cuánto…
-Esto no está bien: por favor, ¡ya suéltame!
Y se deshizo del agarre de Sho: su mano viajó rápida y lo golpeó en su mejilla. Respiraba con nerviosismo, ante la figura impertérrita del bruno.
Pero poco duró esa tranquilidad: los ojos azulinos del muchacho recayeron en ella, en notoria impaciencia por lo ocurrido-… Tú, estúpida niña…
Y la tiró contra un mueble, y el golpe de espalda que la dejó en el piso removió el recipiente de vidrio con la salsa, que se hizo mil pedazos al estrellarse. La salsa le salpicó toda la ropa, pero ni siquiera dio cuenta de ello.
De pronto, unos pasos rápidos se escucharon por el pasillo: sin siquiera entender lo que ocurría, Sho preguntaba por su estado y la intentaba incorporar del piso, por lo que, a sabiendas de lo ocurrido, lo corre de un manotazo.
-¡Suéltame, imbécil!
-¿Natsumi?...- y al final dio con el porqué de sus atenciones fingidas: era Miyuki, impactada por el nivel de desprecio que sentía su hermana menor por su novio, quien sólo había sido amable con ella.
-Lo siento, Natsumi: no quería ofenderte… No quiero que me malinterpretes…
-¿Malinterpretarte?, ¡ja!: como si ello fuese posible… No das cabida a malentendidos—
-¡Basta, Natsumi!: quiero que te detengas…
Natsumi la miró fijamente, con el rostro descompuesto: las palabras clamaban por salir de su boca, pero sabía que era algo que no daría frutos- No he hecho nada…- masculló lentamente, con los ojos brillantes de ira.
-No me consta: siempre te buscas con Sho… Si tanto te molesta, ¡deberías dejar de buscarlo!
Ese comentario sí que la dejó con la mandíbula por el suelo- E-es ¡Es este estúpido el que no deja de molestarme, ya dile que se mantenga lejos de mí, que no me busque, y VA PARA TI TAMBIÉN! Y-y- ¡Ay, si no sé porqué me permito este monólogo imbéci!: tú, depravado, y tú, CORNUDA- los señaló a gritos, desfogada con ambos, y cerró de un portazo.
Salió de la habitación, sin mediar siquiera en la fiesta organizada con sus amigos, y se encerró en el cuarto: tenía la respiración acelerada, tras el incidente en la cocina.
Sabía que las cosas no terminarían bien: tenía la pequeña esperanza de catalogarlo como un hecho aislado, pero las llamadas y los mensajes de texto anónimos eran seguramente, realizadas por Sho.
Tenía que estar alerta: ese tipo se las traía, y no tenía más aliado ni protector que su propia prudencia. Para su mal y el beneficio de Sho, Natsumi se encontraba sola.
Esa era la vida de Natsumi: de un momento a otro, se situó en una posición de peligrosidad que ni ella misma ha dimensionado…
Sin embargo, abrió otra arista: una que jamás había dimensionado porque, como buena optimista, no perdía las oportunidades que le entregaba la vida. Sus padres, sin apretarle grillete, pues estaba fuera de su alcance y Miyuki,… bueno, ella estaba fuera del planeta.
Sería libre, realmente libre: recorrería el mundo, para saciar sus ganas de vivir plenamente. Daisuke tenía preparado un viaje por las islas de Tailandia, para poder festejar y hacer suyo ese verano inolvidable.
¡Qué importancia cabía en su maravilloso mundo, esa rata insignificante de Sho!: nada la detendría ahora. El tiempo de la resignación tenía vencimiento, para diciembre.
… Saldría de vacaciones,… y no le volverían a ver un pelo.
-Lo conseguiré…- musitó Natsumi, con la risa acumulándose, mientras sus compañeras la veían con susto- ¡LO LOGRARÉ ESTA VEEEEZ!-
Y sí que lo logró: logró quedar completamente empapada, y con las chicas muertas de la risa, burlándose de sus usuales disparates.
-¡C-c-c-claro que lo con-conseguiré!, ¡achú!- estornudó con fuerza, limpiándose la nariz: tomó el papel y lo echó a la basura.
Se sentó en la banca, tiritando de frío, en espera que las muchachas pudiesen conseguir un buzo. Las ansias de sus planes siempre hacen mella en sus acciones, lo que terminaba en alguna de las tantas atrocidades que hacían reír a todo el mundo, menos a ella.
Golpes en la puerta la hicieron salir de sus cavilaciones: se levantó y fue corriendo a abrir la puerta.
-¡Ah, ya se habían tardado demasiado! Estoy congelada, par de malvadas—
Y se quedó congelada en el marco: esas no eran las chicas… Error: "ése", no eran sus amigas.
Era Sho: era Sho en persona… Y ella, en esas fachas, sin nadie a quien recurrir…
Dio pasos hacia atrás, sin volver la vista, en búsqueda de algo con qué noquearlo: el muchacho, apenas le tocó el hombro, se encontró con un palo en plena frente. Cayó hacia atrás, como leño, ante la figura nerviosa que era Natsumi.
-¡No me toques, depravado, o no respondo por tu vida!
-¡Oye, yo no soy ningún depra!— intentó defenderse el muchacho, pero un dolor reflejo lo hizo echarse hacia atrás- Oh, Dios: esto ha dolido…- musitó, tapándose la frente con una mano.
Se le quedó mirando, con más detención: este muchacho, a diferencia de Sho, era más claro de piel y tenía los ojos azules, a diferencia de los celestes de su acosador… Soltó el palo, lentamente, y fue corriendo a verle.
Movió la cabeza lentamente a sus piernas, e intentó mover la mano que tapaba la frente, pero una corriente de dolor lo hizo reafirmar su tapado- Hey, lo siento: yo creí—Bueno, déjame ver eso… Se pondrá feo, si no lo vemos…
Movió su mano, y unos ojos azules la miraron atentamente, lo que la hizo enrojecer.
-Te has sonrojado…- musitó Shouji, con una leve sonrisa.
-Cállate, tonto: estoy viendo tu herida… Y no estoy sonrojada- musitó, con el ceño fruncido- Sólo algo acalorada…
Tenía la botella de hielo en su frente: cuando se sintió mejor, la tomó él mismo y se sentó, algo más aliviado…- Gracias, pequeña: no debiste molestarte…
-¡No me digas así, que eres como de mi edad!
-… No te creo: debes tener unos quince. Yo tengo veintiuno…
Herida en su orgullo, dio vuelta la cara, indignada infantilmente: lo que no sabía, es que al muchacho le daba la vista completa de su ropa empapada, que no dejaba su figura muy a la imaginación, que digamos…
… Le mira de vuelta, y ve que el muchacho estaba notoriamente sonrojado.
-T-tu cuerp- tu ropa…
Frunció el ceño, desentendida, hasta que vio sus ropas, y fue el turno de ella de enrojecerse: intentó buscar algo con qué taparse, cuando sintió una chaqueta en sus hombros.
-Vas a resfriarte: iré al estante de ropas perdidas, para prestarte algo…
Estaba por salir, cuando Natsumi lo detiene con su voz- E-espera…
El muchacho se da vuelta y le sonríe- Me llamo Toukairin, Shouji Toukairin: para que no me confundas…
La bruna sonrió, lo que hizo acelerar su corazón, sin ninguna explicación.
Se fue del lugar, y Natsumi se echó, a lo largo de la banqueta, afirmándose de la prenda de ese chico extraño.
-Sabía… Sabía que este año sería especial…- musitó Natsumi, con una sonrisa en los labios.
Continuará…
