Zootopia no me pertenece yo solo tomo prestado a sus personajes para fines de esta historia y mis ansias de Nicudy.
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Capítulo 1. Opuestos.
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"¿Qué dibujaré en el lienzo negro del mañana que ha sido teñido por la realidad?"**
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—Solo eres una torpe coneja—las palabras salieron de las fauces del imponente animal con toda la intención de ser despectivas.
Los orbes amatistas de la indefensa cría se ampliaron aun más, presas del pavor que sentía en esos momentos. Sin previo aviso las enormes garras del zorro se acercaron peligrosamente a ella. Su primera acción fue apartarse, pero aún cuando lo intentó, el animal que la tenía prácticamente acorralada cedió un paso más cerca de ella.
La pequeña nariz de la coneja se agitó y cada pelo de su cuerpo se crispó. Estaba en un estado de alerta máxima ante la presencia de su depredador.
—Aléjate Gideon—advirtió apenas en un susurro, temiendo elevar el tono de su voz y que el zorro percibiera el temblor en ésta.
— ¿O qué?—retó de vuelta el zorro con una mirada de diversión pura ¿acaso su presa estaba retándolo… amenazándolo? ¡Por favor! Simplemente ridículo dadas las circunstancias.
La cría miró hacia ambas direcciones, buscando desesperadamente a alguien. Nadie. Ni un solo animal que detuviera la pequeña masacre que estaba a punto de suceder. Judy Hopps no era más que una pequeña coneja indefensa que añoraba que alguien viniera a su rescate en esos momentos, y al parecer sus ruegos eran en vano, ningún animal se encontraba en su campo de visión, claro, sin contar al intimidante zorro rojo que tenía frente a ella, casi sobre ella. Amenazante… sus ojos revelaban más de lo que sus palabras decían. Unas intensas ganas de lastimar.
Armándose del valor que no poseía en esos momentos, Judy se irguió a más no poder, inflando el pecho con la mayor cantidad de aire posible. Estaba decidida, tal vez era una pequeña cría, una coneja que residía en BunnyBurrows, una más entre el montón, alguien a quien los demás animales -incluyendo sus padres- nunca tomaban enserio por el simple hecho de ser una soñadora empedernida que vislumbraba un futuro prometedor a pesar del aura pesimista de sus congéneres. Ella, a quien los animales más grandes creían con el poder de etiquetar con estereotipos racistas y despectivos; al fin tendría las agallas de poner la frente en alto y las orejas bien erguidas para que así los demás -en especial el zorro frente a ella- notaran su presencia.
Haciendo caso a su pequeña muestra de valentía, Judy trató de pasar a un lado del zorro, mostrando en su semblante total indiferencia al respecto de sus últimas palabras, demostrándole así al mamífero que ella no se pondría a su nivel, y no es que la coneja se creyera más que él, pero al menos le daría una lección, no cedería a sus provocaciones.
—Aun no he terminado contigo coneja—bramó de nuevo Gideon al ver las verdaderas intenciones de Judy. Ella no escaparía tan fácilmente de él.
—Ya basta Gideon ¿Cuál es tu problema?—interrogó ella permaneciendo estática ante el obstáculo que el brazo del susodicho representaba, honestamente Judy no comprendía del todo la actitud de Gideon Grey, sabía de antaño lo brabucón y aprovechado que éste era con animales más pequeños que él por el simple hecho de sacar ventaja de su tamaño y especie.
Una ladina sonrisa precedió a las palabras de Gideon—Tú eres mi problema Hopps, tú y todos los animales que no entienden su lugar, patéticos animales con sueños del tamaño del mundo que aspiran a ser más que simples presas, creyéndose mejores que los depredadores.
—No nos creemos mejores que otros animales—rectificó Judy, sus ideales nada tenían que ver con una superioridad de especies ni una magnificencia de la misma o cualquier otra en todo caso—cualquiera puede ser lo que quiera si se esfuerza lo suficiente.
Una vez más la pequeña coneja trató de abrirse camino, esta vez golpeando sin querer al molesto animal. Mal movimiento, pues esto fue interpretado de manera errónea por el zorro como un acto violento hacia él. Antes de que Judy llegara lo bastante lejos, Gideon puso sus garras en ella, halándola con tal fuerza que la hizo terminar en el suelo levantando a su paso una leve estela de polvo que se dispersó por el aire.
Un quejido escapó de Judy, quien aturdida por la caída no pudo percibir con claridad el nuevo rumbo de la situación. Al menos no hasta que sintió una leve punzada en la pata derecha, algo que comenzaba a estrujarle parte de la misma. Conectó la mirada con Gideon encontrando en esos orbes marrones una imponente ira y aparente satisfacción ante sus acciones, en un intento desesperado Judy trató de darle una patada al zorro, fallando de la peor manera al querer impulsar sus pies, logrando con dicho movimiento solo un leve contacto que no afectó en nada al depredador.
—Mal intento Hopps—en un acto reflejo y aplicando la ley de acción y reacción, Gideon dio un zarpazo a la mejilla de la coneja, marcando así su temeroso rostro—toma esto como una advertencia torpe coneja, no te atrevas a mostrar de nuevo esa molesta actitud en mi presencia o te irá peor.
El zorro retiró la pata que hasta entonces tenía aprisionada la de Judy. Miró una vez más a la indefensa coneja quien parecía estar reteniendo un mar de lágrimas, para después meter ambas manos en los bolsillos y patear el polvo del suelo directo hacia Judy. Sin nada más que decir se retiró del lugar con una enorme sonrisa en su rostro, todo ya estaba dicho.
Judy lo vio alejarse y solo cuando en verdad estuvo segura de que ya se hubiese marchado fue que se incorporó tomando su maltrecho pie en sus patas para observarlo, trató de dar un paso pero le fue casi imposible, la punzada de dolor aun seguía presente. De la misma manera llevó su pata hasta su mejilla, un fuerte escozor se abrió paso quemando al contacto haciéndola apartar súbitamente la pata de la zona, en su pelaje gris un tono rojizo destacó de repente. Rastros de un líquido carmín.
¿Qué acababa de suceder? Ni ella misma podía explicárselo, estaba confusa y con una enorme agitación que se vio reflejada en su incesante respiración y el casi frenético movimiento de su diminuta nariz. Un extraño sentimiento se instaló en ella, una sensación de aprehensión en su ser. Temor.
Judy abrió abruptamente los ojos, bañada en sudor y con la respiración agitada, demasiado agitada.
"Otra vez ese sueño" caviló estrujándose los ojos en un vago intento por ver con mayor claridad, la luz del sol no lograba colarse por la ventana junto a su cama, no porque los cristales estuvieran sucios, eso era lo de menos, sino porque eran escasas horas de la madrugada, miró el reloj encima de su escritorio "3:50 a.m." en efecto, muy temprano aun para que los primeros rayos del sol se alzaran en el horizonte dando inicio a un nuevo día.
Se recostó de nuevo, acomodando las cálidas sábanas sobre su menudo cuerpo, a como diera lugar trataría de recuperar el sueño en lo que quedaba de la madrugada, tal vez la penumbra de su pequeño departamento la ayudaría. Cerró los ojos y los cubrió parcialmente con su peluda pata sintiendo el peso de ésta presionar sobre sus casi temblorosos parpados. "Tranquilízate Judy fue solo un sueño" se dijo con la esperanza de apaciguar el leve temblor en su mandíbula que nada tenía que ver con el aire frío que se colaba por alguna rendija del maltrecho cuarto, vale, el lugar en el que actualmente residía no podía ser llamado explícitamente un departamento en todo el sentido de la palabra pues apenas abarcaba un par de metros, para ella, un animalito que apenas y ocupaba suficiente espacio eso podría parecer perfecto y amplio, pero para otros animales más voluminosos ese espacio apenas y llegaba a cumplir sus expectativas de comodidad.
Minutos más pasaron, el tiempo nunca era del todo indulgente y tampoco se detenía para nadie, en especial en aquella metrópoli tan agitada, Zootopia era un lugar muy activo, algo siempre sucedía en cada rincón, cada distrito de tan ostentosa ciudad.
Judy miró el techo, específicamente las manchas de humedad en ésta, sus pensamientos comenzaron a revolverse en su mente, evocando a ciertas épocas de su vida cuando aún vivía con sus padres en las madrigueras, preguntándose entonces qué diferencia había de aquel tiempo a este, lo que su madre haría en estas circunstancias. Se dijo entonces que tal vez ella entraría por la puerta con una humeante taza de té y algunas galletas hechas con su reserva de moras, las mejores que guardaba para ella después de la cosecha y entonces se las entregaría palmeándole la espalda diciéndole que se las comiera y olvidara lo que soñaba.
—Duérmete ya Judy, Bogo no acepta la impuntualidad—se reprendió. Ella mejor que nadie sabía lo estricto que podía llegar a ser el jefe de la policía, su jefe para ser más exactos, era tolerante con ella, sí, pero eso no quería decir que le agradara en un cien por ciento la impuntualidad, después de todo Bogo se aferraba a un perfecto sistema, uno que no concebía ningún tipo de imperfecto.
De alguna manera el puesto que el Búfalo le había asignado en primera instancia a la pequeña coneja decía todo lo que él pensaba sobre ella. Un puesto pequeño para un pequeño animal sin aspiraciones a nada más en la vida. Como siempre esas ideas de inferioridad hacia los conejos.
O al menos así había sido durante los primeros días de su estadía en la gran metrópoli cuando su carrera como policía despegó, era normal para ella que el búfalo la tomara como un simple chiste ¿ella una verdadera oficial? ¡Simplemente imposible! la idea racista sobre algunas especies aun prevalecía en Zootopia. Judy de alguna manera logró romper con ese esquema al resolver su primer caso, la falta de recursos y el escepticismo de Bogo no fue un problema para ella, su astucia y perseverancia fueron sus armas más poderosas para desenmascarar a la culpable quien irónicamente resultó ser la vice-alcaldesa de tan ostentosa ciudad.
La menuda coneja ya no era más un trofeo del departamento de policía "la primera oficial coneja" de la ciudad y el resultado del programa que el mismo alcalde había puesto en marcha para incursionar a los pequeños mamíferos en el sistema. Ahora era la reconocida "oficial Hopps" el rostro del ZDP, una valiente policía, el orgullo de dicha ciudad. Simplemente algo irónico.
—Deja de divagar Hopps—con una última mirada al reloj electrónico, Judy se echó de lado quedando recostada sobre su costado, hundiéndose así en el colchón desgastado.
No supo ni cómo ni cuándo fue que el sueño al fin se apoderó de ella.
…
Judy estaba a punto de meterse a la boca del lobo, bueno no exactamente a la de un lobo sino más bien a la boca del búfalo, dentro del ZDP se encontraba a toda clase de mamíferos de gran tamaño, animales bien formados para la tarea de custodiar y proteger la metrópoli, y de todos ellos, justo al frente y al centro se encontraba Bogo, un búfalo de aspecto atemorizante y tan imponente que la coneja estaba segura que incluso los tigres, leones o lobos no eran competencia alguna para él.
La pequeña coneja estaba segura que a Bogo no le haría gracia alguna su pequeño retraso, de hecho a ella tampoco le agradaba, Judy no se había percatado del sonido del despertador sino hasta veinte minutos después cuando éste dio su segundo aviso, fue entonces que cayó en cuenta de que la pesadilla de la madrugada causó estragos en ella, aún cuando no quisiese reconocerlo abiertamente.
—Bogo va a matarme— dijo para sus adentros. Quizás sonara demasiado exagerado pero Judy no podría estar más cerca de la verdad, tal vez el búfalo no lo hiciera físicamente pero siempre encontraría un escarmiento para Judy, es decir, si entregar multas en los parquímetros no era suficiente ¿entonces qué lo sería? Intuía que no podría haber nada peor que eso.
Judy ingresó a toda prisa a la estación, deteniéndose apenas para preguntar a Garraza sobre el informe de esa mañana.
—El jefe Bogo no se veía muy feliz Judy—comentó el regordete animal mientras sorbía un refresco carbonatado, desde su posición pudo notar la evidente tensión en el cuerpo de la pequeña coneja y casi sintió pena por ella, a pesar de ser la primera vez que llegaba tarde al trabajo, sabía de sobra que el jefe no era una persona muy tolerante.
Ni siquiera la ternura de Judy podría salvarla.
—Gracias Garraza—Judy apresuró el paso con rumbo a la sala de juntas, aun podía llegar y escuchar lo que restara del informe, era eso o nada.
"Pobre conejita no sabe lo que le espera" pensó Garraza, Judy fácilmente sería un bocadillo para los demás animales, ser comida y escupida por uno de ellos.
…
Judy se tensó apenas abrió una de las puertas de la sala de juntas, el chirrido de ésta la delató frente a sus compañeros, cada uno volteó en su dirección. Cada mirada se centró en ella, tan pesadas que casi pudo sentir como su espalda se doblaba a cada paso que avanzaba hacia su puesto junto a un enorme rinoceronte. Su frente casi dolió o al menos esa fue la sensación que tuvo, al levantar la mirada se encontró con los ojos de su jefe que claramente gritaban "Hopps estas en problemas".
—Ahora que la oficial Hopps nos ha honrado con su presencia proseguiré—soltó con total sarcasmo Bogo.
La coneja hundió aun más los hombros si era posible, de nuevo las miradas seguían fijas en ella, miradas de molestia y otras de reproche.
—Jefe Bogo yo…
—Ahora no Hopps, ya discutiremos su castigo más tarde—tras darle una mirada de advertencia para que no replicara cortando su intento desde la raíz sabiendo que la coneja no cerraría su pequeña boquita, el búfalo se acomodó los lentes, en su pezuña derecha sostenía un folder abierto, al que rápidamente dio un vistazo para continuar.
"No se encuentra de buen humor" caviló Judy, por lo general el trabajo de cualquier oficial resultaba bastante exigente, para Bogo la tensión aumentaba al doble siendo él quien prácticamente dirigía el lugar y cada misión de su escuadrón. Era comprensible que la tensión le hiciera una mala pasada, de hecho esa actitud reacia hacia los demás era una constante en la vida del jefe, tanto que algunos afirmaban que el búfalo "vivía enojado con la vida" sin detenerse a pensar siquiera en la verdadera situación, los gajes del oficio no siempre eran reconfortantes.
Afortunadamente Judy llegó a tiempo, el informe recién comenzaba; nada fuera de lo normal de hecho, las cosas parecieron normalizarse después del altercado con la oveja, al menos hasta cierto punto, no obstante la ciudad no estaba exenta a la ola de crimen que regía algunos distritos, robos, contrabando, extorciones; el pan de cada día en el devenir de los oficiales.
—Es todo, les entregaré a cada uno sus misiones—el búfalo tomó una pila de folders para después entregárselos a sus subordinados, por lo general las misiones se cumplían en parejas— ¡Hopps!—salvo por la coneja quien aun no tenía uno, ella de alguna manera siempre era la excepción a la regla en casi cualquier tipo de aspecto.
Tragando el nudo en su garganta, la coneja se acercó al búfalo procurando permanecer un par de pasos lejos de él como si una cinta amarilla marcara el límite de cercanía entre ambos. La prudencia ante todo.
Bogo le dedicó una mirada a la oficial, estaba de más decir cuál sería el tema de conversación para ambos, no se necesitaba ser precisamente un adivino para saber que Judy tendría que cumplir con una represalia por su impuntualidad, es decir, nadie estaba exento al peso de la ley incluso por muy pequeña que fuese la falta, mucho menos viniendo de un reconocido oficial, y en este caso del rostro ejemplar de Zootopia.
Sin decir gran cosa, la oficial aceptó el folder que su jefe le tendía, el semblante de Bogo le indicó que abriera ahí mismo el folder y así lo hizo. "Parquímetros" rezaba el único documento que contenía la carpeta, ¡bingo! A eso se refería Judy con que nada podría ser peor, bueno al menos las cosas parecían ir en marcha en la metrópoli, podría considerar eso como un pequeño break de su estresante trabajo y del intenso papeleo de casos sin resolver que seguramente aguardaba en su cubículo.
Sin dar mayor objeción, Judy le devolvió una mirada comprensiva al jefe encendiendo en él un leve chispazo de sorpresa ante la ausencia de réplica. Bogo intuyó entonces que la oficial tomaba la responsabilidad de sus acciones en sus patas de la mejor manera posible.
…
"Ya no eres un zorrezno"
El pensamiento atravesó la mente del animal en cuestión, el zorro apresuró el paso en la creciente oscuridad que lo rodeaba, tan opresiva que pudo jurar que estaba prácticamente ciego.
"No pienses en ello" se dijo, aludiendo al pensamiento anterior, él sabía muy bien que era un zorro adulto, más que eso, un zorro muy astuto. Había salido de situaciones peores en incontables veces ¿por qué ahora sería diferente?
Nick se detuvo unos segundos para tomar aire, el cansancio comenzaba a apoderarse de él, su agitada respiración era la prueba contundente de su estado.
Algo se movió a la distancia, sonidos, más bien unos pasos hacían eco. El zorro se congeló mientras su desarrollado oído recogía e identificaba los leves sonidos, estaban cada vez más cerca, desechó el cansancio y se puso en marcha acelerando su andar.
— ¡Ahí esta!—gritó alguien detrás de él.
El sonido de un disparo resonó en el aire, demasiado cerca de hecho, lo que le hizo taparse las orejas con las patas, temía que éstas comenzaran a sangrar por el sonido reverberante del arma, Nick incluso pudo jurar que el olor a pólvora flotó a su alrededor. Definitivamente eso no era bueno. A pesar de la oscuridad el zorro giró en un pequeño círculo, doblando en un callejón.
Corre. Gritó su mente, no era un cobarde, apreciar su vida por encima de otra cosa no era debilidad o cobardía sino instinto de supervivencia. Solo un idiota afrontaría a quienes lo perseguían ¡por favor! Y él claramente no era un idiota. No miraría hacia atrás, en cambio siguió corriendo como si su vida dependiera de ello porque de hecho así era, casi patinó al detenerse encontrándose con una sólida pared de ladrillo, maldijo por lo bajo. Un callejón sin salida.
Una idea apareció en su cabeza, lo bastante loca pero que podría funcionar. Se impulsó hacia arriba, trepando unos botes de basura. Podría escapar de esos matones si tan solo lograra alcanzar el borde de la pared y saltar hacia el otro lado despistando a sus perseguidores. Era una buena idea.
Pero sus esfuerzos fueron totalmente inútiles, justo cuando iba a alcanzar el borde de la pared, los botes se desplomaron y él con ellos, emitiendo un estridente sonido que resonó en las paredes del callejón. Su ruina.
Antes de que pudiera hacer algo para recuperar el aliento e incorporarse, una bala zumbó en dirección suya rozándole el brazo derecho. La agonía le desgarró el cuerpo, dolía como el infierno; los oídos comenzaron a zumbarle y la mirada a nublarse. Como pudo se llevó la pata izquierda a la zona afectada presionando fuertemente en ella para detener la hemorragia, tentando su suerte se incorporó en un inútil intento de huir.
Dos sujetos aparecieron en su campo de visión, ambos riéndose de él.
— ¿A dónde crees que vas zorro?
Nick apoyó la espalda en la fría pared con un solo pensamiento atravesando su mente. Estoy muerto. Enfocó la mirada en ambos sujetos y sus ojos titilaron con algo que él mismo reconoció como temor y repugnancia. Temor ante su inminente muerte y repugnancia hacia los sujetos que lo ejecutarían.
Con la respiración entrecortada tomó un momento para estudiar a cada uno de ellos, buscando una oportunidad, alguna debilidad. Pero la decepción brilló en la profunda oscuridad. Nada.
—Esto es una confusión chicos—intentó sonar lo más casual posible tratando de parecer agradable, tal vez usando esa táctica los tipos lo dejaran en paz, o al menos lo intentaría.
—Deja tu juego zorro—gruñó uno de los animales frente a él, un lobo gris de aspecto estoico—eres muy escurridizo.
—No tengo necesidad de mentir amigo, no sé qué es lo que quieren pero no soy el animal que buscan—mintió descaradamente. Quiso dar un paso atrás pero la pared lo detuvo, estaba atrapado ¿Qué otra opción tenía? Sabía que los lobos eran algo tontos, tal vez su estrategia funcionara.
—Esto ha terminado para ti Wilde.
En un intento desesperado, el zorro se precipitó hacia adelante en una nueva carrera, desafortunadamente no llegó lo bastante lejos cuando otro estruendo resonó y él cayó al suelo. Sintió cómo el aliento se marchitaba, exprimiéndole el último soplo de aire en los pulmones.
El par de lobos avanzaron hacia él con el arma aún en patas, listos para disparar. No percibieron nada, su excelente visión nocturna les develó el cuerpo inmóvil del zorro, se miraron por un instante, matarlo no era una opción. Mierda.
Las luces titilaron veloces, azul y rojo se proyectó en la pared del callejón. No tenían más tiempo, debían actuar rápido y huir de ahí dejando al zorro, al menos esa fue la primera opción para no ser atrapados. No, debían esconder la evidencia en algún lugar, si la policía los veía salir de ahí y los interceptaban, no tardarían en indagar y encontrar el cuerpo del zorro. Optando por la mejor opción, ambos lobos lo arrojaron a uno de los botes de basura mientras una lenta sonrisa curvaba sus labios. Desecharlo como la basura que era.
Nick Wilde despertó de su pesadilla totalmente sobresaltado, un agudo sonido explotó en sus sensibles oídos, su celular, el cual descansaba sobre la mesita de noche, no dejaba de emitir el incesante sonido. Un gruñido escapó de él al momento de estirarse para contestar el molesto aparato.
— ¿Sabes qué hora?—replicó aturdido. Una cínica risa fue su única respuesta al otro lado de la línea.
Reticente, el zorro se incorporó de su cama sosteniendo aún el celular en su pata, esperando a que el idiota que había osado interrumpir su sueño -más bien pesadilla- cortara con su molesta e incesante risa, Nick no le veía la menor gracia al asunto, es decir ¿Quién en su sano juicio se despertaba a…? miró el reloj de la pared… diez de la mañana ¡por favor! ¿Por qué su compañero lo jodía a tan tempranas horas de día? mejor dicho, prácticamente madrugada -según el estricto horario de Nick-
"Problemas para despertar bello durmiente" se mofó el sujeto al otro lado de la línea, dejando escapar de nuevo esa risa ahogada que comenzaba a crispar los nervios del zorro.
Si bien las mañanas nunca fueron buenas para el zorro, en esos momentos estaba más que seguro que en especial ese era el peor, la llamada solo empeoraba el poder de concentración de Nick.
— ¿Qué quieres Finnick?—un gemido escapó del hocico de Nick, no era la primera vez que su compañero lo despertaba con tanta insistencia la mañana de un lunes. Los ánimos nunca estaban presentes por las mañanas y en especial los lunes.
"Hey tranquilo galán" replicó Finnick "la falta de acción te tiene de un pésimo humor últimamente ¿acaso la vieja confiable ha dejado de ser útil?"
Nick prácticamente rodó los ojos ante el comentario sarcástico de su amigo, él sabía a la perfección sobre su pequeña racha de "abstinencia" -forzosa- y sin duda esa era la razón número uno para mofarse de él tan descaradamente diariamente. El último mes había resultado una tortura para el zorro, la restricción autoimpuesta al contacto físico con alguna hembra lo tenía en ascuas, camino a la inminente decadencia; el mes pasado frecuentó un par de bares y en cada ocasión nunca faltó alguna insinuación, algún leve roce, no obstante en todas, el zorro se recordó que si estaba ahí no era por placer sino por negocios "el deber antes que el placer" se decía, para Nick solo había algo que amaba más que una buena noche de sexo y ese era el dinero, montones de billetes.
— ¿Cómo has conseguido mi número?—cambió súbitamente de tema el zorro , desviando la atención de Finnick, Nick recordaba perfectamente no haber entregado aún el nuevo número a su compañero, recién había adquirido el nuevo aparatejo y por decir "recién" se refería a la noche anterior.
"Tengo mis medios" fue lo único que dijo Finnick dándole a entender a Nick que no revelaría nada más.
El vulpino frunció el ceño. Odiaba esa parte de Finnick, el pequeño zorro del desierto guardaba aun un par de secretos que se negaba a revelar - a él quien había sido su amigo, prácticamente hermano desde hacía años- no obstante Nick sabía que en algún momento desvelaría esa otra parte de Finnick, por ahora lo dejaría ser, de igual manera tampoco le gustaba a él que el pequeño zorro se inmiscuyera en sus asuntos.
— ¿Y bien a qué debo el honor de tu llamada?—Nick aun estaba enfadado pero lo disimuló de maravilla aludiendo a esa parte sarcástica y socarrona— ¿acaso extrañaste la voz de papi?—el gruñido del otro lado no se hizo esperar, un punto a favor para Nick.
Aquel no era más que un chiste "local" si es que se le podía llamar de esa manera, evocando a épocas pasadas en las que ambos zorros comenzaron un pequeño negocio como socios. Estafar era un negocio tan viejo como los animales mismos y en épocas más recientes se habían convertido en una fuente viable de ingresos para ambos o en general para cualquier otro ¿trabajo honrado? Sí claro, solo los tontos ejercían por "el buen camino" como ellos solían llamarlo; Nick y Finnick sabían por experiencia propia que en la vida lo único que quedaba era optar por la mejor manera de sobrevivir, la sociedad no era más que un gran sistema que devoraba a los animales sin voluntad, débiles que se apegaban a estrictas reglas o en coso contrario, la sociedad disponía de ellos como mejor le pareciera, instalando un sistema que arrebataba cualquier tipo de libertad convirtiéndolos así en solo unos títeres, cascarones vacíos a merced de una fuerza mayor.
"Tenemos trabajo que hacer Wilde y será mejor que levantes ese trasero" el tono de Finnick perdió cualquier rastro de diversión adquiriendo uno más serio, el que usualmente empleaba cuando se trataba de negocios "La información te llegara en unos minutos".
La línea murió en cuanto el zorro del desierto colgó. Nick miró con recelo el celular al tiempo que se derrumbaba sobre la cama, una vez su espalda golpeó con el mullido colchón dejó a un lado el celular. Cerró los ojos intentando conciliar el sueño de nuevo, pero fue inútil.
Si antes la pesadilla se había quedado grabada a fuego en su mente sobresaltándolo, ahora la llamada de Finnick había ahuyentado la posibilidad de conciliar el sueño. Lo maldijo por lo bajo. Pero de nuevo el sonido reverberó en esas cuatro paredes durando apenas lo necesario para que él reaccionara; presuroso tomó de nuevo el celular entre sus patas, un mensaje que rezaba la leyenda "objetivo".
El zorro supo entonces de lo que su compañero estaba hablando. Al presionar la pantalla una ventana se desplegó, una simple imagen le dijo todo al zorro; la imagen estaba un tanto distorsionada pero ello no impidió reconocer a su objetivo.
Una presa. Pensó sonriendo de manera casi imperceptible sin saber si era por la identidad de su objetivo o por la simple satisfacción de tener algo en lo que ocupar su tiempo y que al mismo tiempo sería el mejor negocio de su vida. Sus ojos esmeralda prestaron mayor atención a la imagen estática de la pantalla del móvil observando a la diminuta -casi insignificante- coneja con espíritu juvenil, en primera instancia parecía una coneja cualquiera, menuda de aproximadamente unos veinte o veintidós años de edad, nada del otro mundo de hecho.
—Hopps—repitió con aire ausente mientras observaba la figura, perturbando el silencio de su habitación.
"El trofeo de la ciudad" se dijo con una sensación amarga inundando su cuerpo. La reconocía a la perfección, la pueblerina que llegó a la ciudad con más aspiraciones que el número de habitantes de donde provenía.
Tal vez su abrupto despertar valía la pena después de todo. No obstante el zorro se tomaría su tiempo, apenas podía concentrarse, su mente huía a la imagen de su celular, repentinamente unos destellos amatistas inundaban su campo de visión. Una extraña sensación de júbilo se instaló en él, sin duda esta mañana sería muy diferente a las anteriores.
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Continuará…
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**Complication. ROOKiEZ is PUNK´D
Hola chicos, gracias por darle una oportunidad a esta pequeña historia. Este proyecto nace de mi deseo de escribir algo sobre esta pareja, he tenido que hacer y deshacer este capítulo muchas veces, plantear una y otra vez la trama pues nada me convencía, en el fandom he leído algunos (pocos en realidad) fics bastante buenos con tramas impresionantes y una redacción increíble, tal vez la historia les parezca repetitiva y un tanto cliché pero es el resultado de lo que mi loca mente ha maquilado.
Espero poder leer sus comentarios al respecto, hasta la próxima…
