La confianza que le tenía la señora Weasley a Hermione, se vio reflejada en el momento en el que esta le dejo la casa a cargo, mientras salía, ya que no se encontraba nadie mas allí y tenia asuntos urgentes que resolver.

Era de tarde, aproximadamente las 5 y media, y el resto de los Weasley no llegaría hasta la noche, ya que George junto con Ginny, que estaba cubriendo a Ron por unos días, se encontraban en la tienda ''sortilegios Weasley''; Ron y Harry habían ido a un curso especial de preparación de aurores, el señor Weasley y Percy se hallaban en el ministerio trabajando en la restauración del mundo mágico, y Hermione solo tenía que terminar una redacción del ministerio, es por eso que acepto gustosamente acabarla ahí, en su casa, como se lo habían hecho saber los señores Weasley, y se lo habían demostrado los demás.

Estaba sentada en la mesa de la cocina, cuando de pronto, se dio cuenta de que la puerta que se encontraba allí estaba siendo abierta, pensó que era la señora Weasley, pero se equivoco completamente. Una cabeza pelirroja masculina se asomo y en el momento en que se vieron, el rostro se le iluminó.

Era Ron el que acababa de llegar, su ron, él se acerco lentamente hacia donde estaba ella, se puso a su altura y le estampo un beso que la dejo hipnotizada, él le sonrió y ella hizo que él se pare para seguir besándolo con todo su amor; su lenguas comenzaron un combate, un pequeño combate, ella se mostro tímida al comienzo, pero luego, sin saber ni siquiera ella porque, se volvió una fiera, y hundió mas su lengua con la de él. Se acariciaban, y de pronto ella comenzó lentamente a bajar por su cuello, lo besaba, lo chupaba, lo lamia, lo disfrutaba; él se mostro sorprendido y algo cohibido ante esto, pero luego le siguió esto y el también hizo lo mismo con ella. Ya comenzaban sus manos a actuar solas, el miembro de Ron ya estaba en una altura considerada, sus respiraciones se escuchaban frenéticamente, ella ya sucumbía ante aquel pelirrojo, ella ya estaba lista para que el la haga suya, pero de pronto, como si algo hubiese parado, el se separo bruscamente de ella, ella lo miro desconcertada:

-¿ Por qué paras, te necesito, te necesito ya dentro de mí?-dijo la castaña confusa

-No entiendes verdad, Hermione-dijo Ron en forma poco convincente- te acuerdas que tú me pediste que esperáramos hasta el matrimonio para poder hacer el a..., bueno, para poder hacer esas ''cosas.

-Ya no quiero esperar, estoy completamente segura de lo que te estoy pidiendo-dijo la castaña desesperada.

-Piénsalo bien, Hermione, yo no quiero que te arrepientas y luego, yo tenga la culpa-dijo el pelirrojo, y subió hasta su cuarto para darse una baño y bajarse la temperatura del cuerpo.

Ella se quedo ahí, parada y despeinada, confusa e intrigada; pero tomo una decisión, lo necesitaba dentro de ella, necesitaba que aquel pelirrojo testarudo le haga el amor de forma loca y desenfrenada, no sintió vergüenza al pensar esto, porque de verdad lo necesitaba; así pues, subió lentamente, y sin hacer ruido alguno, hacia el cuarto de Ron, abrió suavemente la puerta, y la sello con un simple sencillo, al cual le añadió un muffliato, por si se le escapaban algunos gemidos cuando alguien llegara. Caminó hacia la puerta entreabierta del baño y lo vio ..., fue una de las mejores vistas de su vida, el estaba ahí, desnudo, con el agua chorreándole por el pecho y bajando hasta su grande y bien formado pene, oh dios mío!, mirar eso la hizo mojarse inmediatamente; no soporto mas y decidió desnudarse ahí, porque sabía que él no le iba a hacer el amor sino lo provocaba completamente, ya que el podría ser todo, pero nunca dejo de cumplir lo que prometía, y eso ha ella, algunas veces, la hacía rabiar.

Entro al baño y dijo:

-¿Me permite, noble caballero, tomar una ducha con usted?, o ¿lo espero en la cama para que me venga a cambiar?

El se quedo boca abierta, y poco a poco el color de su cabello se iba expandiendo por todo su cuerpo, nunca antes hubiese imaginado que Hermione Jean Granger fuera capaz de hacer eso, ella la correctísima prefecta perfecta, la inquebrantadora de reglas, la señorita correcta; estaba ahí desnuda, en frente de él.

Ella sonrió satisfecha, y camino hacia la ducha, se metió, y quedo a escasos centímetros de él, que todavía no salía de su asombro; luego se dio cuenta de que no había marcha atrás, y comenzó a examinarla. Tenía un cuerpo asombrosamente perfecto, sus pechos eran grandes, no exagerados, pero si bien moldeados, y esto que era la primera vez que veía unos, además tenía los pezones endurecidos, y él, al notar esto, logro que su miembro se le endureciera de una sola vez.

Ella rio ante esto y se alejo un poco, él no pudo aguantarse mas, la agarro de la cintura y la beso con fiereza, (el también sabia jugar ese juego de seducción), con una mano sujetaba su cabeza, y con la otra recorría su cuerpo con la punta de los dedos lo que hacía que ella se estremeciera de placer; pero quería mas, así que agarro la mano del chico, y sin descaro alguno, la poso en uno de sus pechos, lo que el interpreto como la llave a la libertad de hacerla gritar hasta que se quedara sin voz; de pronto el dejo de besarla y bajo hacia sus pechos, los lamió como un gato, los chupó como un pequeño niño bebe la leche materna, los disfruto completamente, y bajo lentamente a su torso, dirigiéndole besos en fila; hasta que llego al comienzo del verdadero paraíso; el subió su mirada hacia ella, y ella asintió con los ojos, entonces él comenzó besar su rajita, y lamer los costados hasta hacerla gemir de excitación. De pronto, introdujo su dedo dentro de su vagina, y lo introducía y sacaba a un ritmo impresionante. Logro que la castaña tenga su primer orgasmo.

-¡Ronald Weasley, hazme tuya! ¡Hazme tu, mujer!- dijo gimiendo de placer la castaña.

El decidió, que por esta vez, no la iba a torturar, porque el también la necesitaba; se paro, metió el dedo lleno de jugos de Hermione en su boca, a lo que la castaña contesto con un apasionado beso, con boca, con su lengua, con su corazón latiéndole a mil por hora; y entro..., ella salto un grito de placer, y llego la hora de comenzar un juego lento y necesario.

Se necesitaban; Ron comenzó lentamente, para no asustarla, pero la cosa era que él también era un principiante en eso, así que lo harían los dos, seguían en ese vaivén hasta que ron comenzó a desarrollar un ritmo más acelerado, el comenzó a manosearle el trasero, sobarle los senos, lanzarle miradas de amor infinito, pasión desatada... estaban explorando algo nuevo..., ya se venían, ya llegaban los dos juntos, y terminaron, terminaron.

Se miraron a los ojos y se sonrieron mutuamente, pero fue una sonrisa con el corazón.

-¿Ves que esto no fue tan malo como pensabas?-bromeo Hermione

-Estás loca, esto recién es el comienzo, no tienes ni idea de lo que Ron Weasley es capaz de hacerle a su mujer cuando quiere hacerla gritar de placer, pero si, esto fue maravilloso-dijo el pelirrojo risueño.

-Te amo, tonto; y para la próxima no te hagas el difícil, que para ser franca, no convences a nadie.

-Es que soy irresistible!-presumió Ron, lo que hizo que Hermione le diera un leve golpe en el brazo, y luego le dijo:

-Creo que ya deberíamos salir de aquí, para secarnos-

-Yo pensaba que esto iba a seguir continuando- dijo Ron, y inmediatamente beso a Hermione, a lo que ella lo paro.

-No Ron, eso sería contra prudente, en cualquier momento llega tu familia, y que dirían si nos vieran así!- dijo Hermione algo asustada.

-Perdón, señorita, pero usted fue quien comenzó este juego- le dijo Ron- pero creo que tienes razón, deberíamos salir ya, antes de que se den cuenta de lo que hiciste con este pobre e indefenso hombre enamorado- dijo burlonamente.

-¡Hay Weasley, nunca cambies! -rio Hermione.

Y salieron, se vistieron apresuradamente y bajaron juntos a la cocina, ella le preparo algo de picar, y se sentaron a conversar...

-Y, después de todo porque viniste tan temprano?-dijo ella.

-No lo sé-dijo él- no... La verdad, es que hoy tuve una corazonada de que algo mágico pasaría, y por lo visto no me equivoque- la miro él, y ella al escuchar esto, lo beso con ganas.

De momento a otro, llego la familia, y durante la cena no hicieron más que hacer sonrojar a cada momento a Ron y a Hermione; aunque nadie en realidad, aparte de ellos dos, sabían que ese día se habían hecho uno solo para toda la vida.