Hola, yo aquí con una nueva historia esta vez de Naruto. No podía sacármela de la cabeza, así que tuve que escribirla y traerla ante ustedes. Espero que sea de su agrado.
Disclaimer: Todos los personajes del Anime/Manga Naruto, pertenecen a Masashi Kishimoto, yo solo tome sus personajes prestados para adaptarlos a mi historia.
Capítulo 1
Allí estaba él, de pie en uno de los andenes del metro de regreso a casa como cada tarde, esperando que llegara su parada mientras escuchaba un poco de música de su agrado como pasatiempo.
Sin embargo, ese día algo había llamado su atención desde que había subido al metro sin poder evitar el pasar su mirada de vez en cuando en el objeto que yacía debajo de uno de los asientos.
Discretamente pasó su mirada en los viajeros con quienes compartía el andén ese día sin detenerse mucho en ninguno. Para sorpresa del peli negro ninguno parecía haberse percatado de la presencia de aquel objeto abandonado.
El chico dejo salir una expresión de fastidio dedicada hacía sí mismo. Se sentía estúpido al tomarle tanta importancia a un objeto tan irrelevante, pero el día en la escuela había sido tan aburrido que necesitaba algo con lo que distraerse, que mejor manera de hacerlo que leyendo un libro olvidado en el metro.
Finalmente se acercó al lugar vacío frente a él y tomo asiento a la vez que inclinaba su cuerpo ligeramente hacía abajo y tomaba el bendito libro.
El joven miro el objeto en sus manos con decepción, no se trataba de un libro, era un simple cuaderno.
Con poco interés abrió el objeto aludido, deteniéndose a observar atentamente el dibujo que estaba hecho a lápiz en la primera hoja; era una increíble puesta de sol.
El pelinegro quien comúnmente no mostraba emociones en su muy agraciado rostro con tanta facilidad, hoy lo estaba haciendo. No podía parar de observar aquel dibujo con tanto asombro en su mirada.
"Quien sea que lo haya hecho tiene un talento increíble", pensó el joven pelinegro reconociendo la gran técnica del autor de dicho dibujo.
Finalmente el chico se decidió a pasar a la siguiente hoja, encontrando un pequeño escrito sobre ella con trazos sumamente pulcros y delicados.
Sin pensarlo mucho se animó a leer el primer párrafo de dicho escrito, ensancho sus ojos con sutileza una vez término de leerlo, sabía de qué se trataba ahora; era un diario.
—Parada para pasajeros con destino a Chiyoda— Anuncio el conductor del metro.
Nuevamente sin pensarlo guardo el cuaderno que sostenía en mano en su maleta escolar a la vez que se ponía de pie y caminaba hacía la salida del andén.
Una vez con sus pies en tierra firme, emprendió camino a su hogar, el cual estaba relativamente cerca de la estación del metro.
Extrañamente esa tarde el llego a casa más rápido que otros días.
Al entrar y percatarse de que no había nadie aun en casa, subió directamente a su habitación. Una vez dentro de ella, tomo asiento en el borde la cama cubierta con sabanas lisas color gris y saco el cuaderno que había guardado en su maleta.
Se sorprendió a asimismo al notar la curiosidad que lo invadía por continuar leyendo aquel diario, cuando raramente algo o alguien lograba provocar tanta curiosidad en él, sin embargo de nueva cuenta se encontraba a si mismo leyendo aquella escritura de trazos tan delicados.
"Siempre me pregunte que se sentiría tener un diario, y la verdad ahora que lo tengo debo decir que… no se siente nada, un nuevo descubrimiento inútil por añadir a mi lista de cosas que a nadie le importan.
Pero no pude evitar el comprar este cuaderno al verlo solo en el aparador de una tienda de camino a casa, se veía tan solo; tan solo igual que yo.
Sin saber que uso darle realmente, termine usándolo como diario, como un lugar en el que puedo expresarme libremente, sin sentir miedo, el miedo que todos los días siento de decepcionar a alguien, de ser escuchada, de ser rechazada…
Digamos que es un objeto perfecto para mí, tal vez después de todo sea lo mejor que pude haber en el transcurso de este último año, comprar este cuaderno y convertirlo en un diario.
Bueno, es un poco tarde, debo ir a dormir antes de que mi nana suba las escaleras y venga a mandarme a la cama.
Nos vemos otro día, buenas noches diario.
H.H"
—Qué demonios…— Musito el pelinegro apenas termino de leer.
No pudo evitar el formar una expresión de desconcierto en el rostro ante lo que acababa de leer.
Raro. Era la palabra que podía describir a la perfección lo que estaba escrito en esa primera hoja a modo de ver del chico.
Se quedó pensativo mientras miraba aquel diario, dudaba de si debería continuar leyéndolo o no. Él era una de esas personas que odiaba invertir su tiempo en cosas sin sentido o de poca utilidad.
Aspectos como el tiempo, limpieza u orden lograban sacar su lado maniático y hasta algunas veces desquiciado. Es por eso que de alguna manera al ver la limpieza y buen estado en que se encontraba el cuaderno que ahora sostenía en su mano y miraba detenidamente, había llamado su atención y lo había incitado a leerlo.
Pero ahora después de haber terminado de leer la primera hoja no sabía si debía continuar haciéndolo, después de todo no era como si enterarse de la vida de alguien más a quien jamás conocería le causara morbo.
El pelinegro dejo salir un suspiro mientras nuevamente abría ese cuaderno y continuaba leyendo.
Se reprochó mentalmente por ello más no se detuvo.
Sin saber porque, sentía una especie de atracción hacía ese objeto, ese diario.
"Hola diario, ya es de día.
Escribo en ti desde la enfermería de la escuela. Me caí mientras subía las escaleras y uno de los maestro me trajo cargada hasta aquí.
No tengo nada, pero el maestro insistió en que la enfermera me hiciera un chequeo.
Yo como siempre no pude decir nada y obedecí.
A decir verdad, solo tengo pequeños raspones en ambas rodillas, nada que no me haya pasado antes; te confieso que suelo ser muy distraída, aunque tampoco es que sea un secreto, todo mundo parece notarlo.
Esa es una de las muchas razones por las cuales no he podido cumplir las expectativas de mi padre, soy demasiado, boba, lenta, torpe, tímida, miedosa, fácil de engañar… creo que nunca seré lo suficientemente buena a sus ojos.
Debo volver a clases, tomar asiento y esperar a que el día termine.
Hasta luego.
H.H"
Otra vez estaba esa expresión en su rostro, esa expresión de desconcierto.
¿Por qué hay tanto drama en la forma de escribir de esta persona?, pensó el chico a la vez que posaba sus orbes negros en la siguiente página sin darse cuenta.
"Diario, ya estoy en casa.
¿Sabes? Hoy fue mi primera vez viajando en metro, nunca había estado en uno antes, siempre tuve un chofer que me llevaba en coche a todos lados, pero papá dijo que ahora que era una estudiante de preparatoria tenía que volverme más independiente e ir y venir a la escuela por mí misma, al igual que realizar algunas otras actividades por mi propia cuenta; escuchar eso me hizo muy feliz.
Te confieso que estaba muy asustada, pues nunca he sido nada buena moviéndome entre grandes multitudes de personas y las veces que lo he hecho he terminado con un moretón en alguna parte de mi cuerpo.
Tampoco soy buena tratando con las personas, me pongo muy nerviosa cuando tengo que hablar en público ¡Ni que decir de hablarle a un chico!, me resulta casi imposible, por lo general me pongo tan roja y nerviosa que la voz simplemente no me sale y termino huyendo.
Soy muy tímida desde que tengo memoria. Tal vez es por eso que nunca he sido capaz de formar una amistad con alguien, jamás he pasado una tarde en compañía de personas que no sean mi papa, hermana o mi nana.
Pero… ahora que empiezo mi vida como estudiante de preparatoria quiero saberlo, quiero ser capaz de tener mi primer amigo, así que, deséame mucha suerte.
Es hora de mi clase de ballet, hoy viene una nueva maestra a la casa, espero que sea una persona amable, ¿Te dije que práctico ballet? Bueno, será en otra ocasión, debo irme. Hasta luego diario.
H.H"
Asocial, pensó el chico pelinegro como posible descriptivo de la dueña del diario, porque estaba más que claro que se trataba de una chica.
Si bien, él no era exactamente alguien a quien se le pudiera conocer como una persona social, quien todo el tiempo estaba rodeado de gente y era seguido por todos, aunque bueno, cabe destacar que si él quisiera podría ser de esa manera, pues no le faltaba nada para lograrlo. Tampoco se podía decir que fuera un marginado social, pues incluso el teniendo una personalidad la mayor parte del tiempo fría y seca, tenía amigos. Claro que disfrutaba de su tiempo a solas, escuchando música o leyendo un buen libro, pero también disfrutaba de pasar el rato en compañía de un amigo, claro… muy a veces.
El ruido de una puerta abriéndose atrajo su atención, dejando el cuaderno sobre el escritorio que se encontraba pegado a la ventana.
Se puso de pie y camino hacía el arco de la puerta de su habitación.
— ¿Sasuke? — Escucho la voz de su hermano mayor llamarlo desde el primer piso.
—Nii-san— Dijo Sasuke mirándolo desde la barandilla de las escaleras del segundo piso. —Bienvenido a casa— Menciono el pelinegro.
—Estoy en casa— Dijo el hermano mayor con una de esas amables sonrisas que solo le dedicaba a su hermano menor y único familiar. — Ven, he traído la comida. — Lo llamo, alzando un par de bolsas que cargaba en la mano derecha. — Vamos a comer— Pidió con tono amable el pelinegro mayor.
—Hi— Obedeció el menor caminando hacía las escaleras.
Los hermanos Uchiha eran una pequeña familia compuesta por Itachi y Sasuke Uchiha, quienes habían quedado huérfanos tras perder a sus padres en un accidente automovilístico hace 6 años. Había sido un acontecimiento muy fuerte para ambos, más para el menor, quien apenas contaba con 12 años de edad y cursaba su último año de primaria.
Tras ese doloroso incidente, Sasuke quedo bajo la tutela de su hermano mayor Itachi, quien por suerte ya había adquirido la mayoría de edad en aquel entonces y no habían tenido que correr con la desgracia de ser separados y enviados a alguna casa hogar para adolescentes.
Sin embargo, los hermanos Uchiha no habían quedado desamparados. Habían adquirido una herencia por parte de sus padres, quienes en vida eran dueños de fábricas exportadoras e importadoras de vino, también dueños de varias tierras y propiedades dentro de Japón.
Habían quedado como dueños directos de todo lo dejado por sus padres, pues no tenían ningún otro familiar, solo se tenían el uno al otro. Fue así como ambos hermanos se unieron, saliendo adelante superando la triste pérdida de sus dos figuras paternas.
Los Uchiha a pesar de todas las propiedades que tenían a su disposición, no eran presuntuosos ni mucho menos se las daban de ser personas de la alta sociedad, eran todo lo contrario.
Vivian sin lujos y excentricidades, pues no necesitaban demostrar nada a nadie, simplemente elegían vivir cómodamente.
Itachi bajo el consentimiento de Sasuke, había vendido la casa donde ambos habían vivido con sus padres seis años atrás, y había optado por comprar una más pequeña y hogareña en el noreste del distrito de Chiyoda, donde actualmente ambos continuaban viviendo.
Cualquiera que los viera jamás se imaginaría que pudieran llegar a vivir llenos de lujos si así lo desearan, pero el caso era que ninguno de los gustaba de ese tipo de vida, así que preferían vivir modestamente sin llamar mucho la atención, que ya de por sí resultaba difícil, pues ambos jóvenes estaban de muy buen ver y atraían la atención de las personas con facilidad.
Físicamente tenían un gran parecido, mismo color de cabello, mismo color de ojos, mismas facciones, salvo pequeñas diferencias como el color de piel que en Itachi era un poco más oscura y unas grandes ojeras bajos los ojos del mismo.
Fuera de esas diferencias se notaba a simple vista que eran hermanos; que eran Uchiha.
—Puedo ver en tu rostro que ocurrió algo — Dijo Itachi, mientras veía más de cerca el rostro de Sasuke quien bajaba por las escaleras.
Sasuke se sorprendió ligeramente ante la habitual capacidad de análisis de su hermano, nada se le escapaba, después de todo lo conocía muy bien.
—Puede ser— Contesto el menor de los Uchiha mostrando una apenas perceptible sonrisa en sus labios.
— ¿Es algo bueno? — Cuestiono el mayor con curiosidad.
El menor de los pelinegros se quedó pensativo por unos segundos y luego esbozo una traviesa sonrisa en sus labios.
—Digamos que es algo que me mantendrá entretenido por un buen rato— Contesto finalmente colocándose justo a un lado de su hermano.
—Ya veo— Dijo Itachi— Me alegro— Agrego— Lo que sea que hayas encontrado, me alegra que te tenga así de interesado. — Añadió con una sonrisa—Te espero en el comedor entonces.
Dijo por último, caminando hacia el lugar mencionado.
Sasuke se quedó de pie, pensativo, analizando lo que acababa de mencionar su hermano "Me alegra que te tenga así de interesado "recordó.
Y era verdad, aquel diario había despertado un interés que no había tenido hacía nada desde hace mucho tiempo, el mismo se desconocía de esa manera, siendo tan curioso respecto a la privacidad de una extraña y quien quiera que fuese H.H había despertado eso en él.
—Nos veremos luego H.H— Dijo mirando hacia arriba en dirección a su cuarto. —Sorpréndeme.
¿Cómo les pareció? Espero sus comentarios acerca de este primer capitulo, ojala les haya gustado.
Dependiendo de la respuesta que tenga esta historia, seguiré publicando los siguiente capítulos, de los cuales ya tengo avance.
Sin más que decir, nos vemos hasta la próxima.
