Esta historia es escrita sin fines de lucro, todos y cada uno de los personajes, lugares, etc., le pertenecen a J.K. Rowling, así que únicamente poseo la romántica historia de los personajes principales.
El deseo, el corazón y las cenizas.
Por Las Luciérnagas
CAPITULO I
DESESPERACIÓN
"Tu amor es consuelo en la tristeza, serenidad en el tumulto, reposo en la fatiga, esperanza en la desesperación." — Mario Satz
Su sexto año en Hogwarts estaba por comenzar y los días pasaban uno tras otro, como si no les importará su necesidad de alargar el tiempo, de evadir su realidad; él comprendía cuando algo era inevitable, así que el mundo seguía girando sin importar la necesidad de nadie, ni siquiera la de él, pero ahora imploraba que hubiera algún hechizo que logrará borrarlo todo, eliminar aquello que odiaras más que a nada sin dejar rastro, algo que borrará sus propios errores y sus malas decisiones, algo que lo liberará de sus pecados. Sin embargo, era imposible y Draco Malfoy lo sabía de antemano. No tenía el poder sobre nada, ni de su vida, ni de la vida de nadie.
Simplemente estaba perdido. Colapsando en un mundo que ni siquiera se daba cuenta de su desesperación.
Él sabía que tenía que hacerlo, tenía que intentarlo, tenía que cumplir con sus mandatos, o sus padres y él mismo podrían morir. Estaba asustado de su propio ser, no comprendía porque había aceptado tan rápidamente, quizás era como Blaise le había dicho: "amas a tu familia como cualquiera lo hace". ¡Pues su maldito amor estaba llevándolo al límite de sus capacidades! Era cierto que Draco haría todo por su familia, por su padre quien era -en cierto modo- el culpable de todo lo que le sucedía, de estar metido en ese problema; Draco respetaba y amaba a su Lucius por ser lo que era, su progenitor, pero no se lo merecía, no cuándo estaba a las ordenes del Señor Oscuro, no cuándo bailaba a su son y menos cuando era capaz de arriesgar la vida de su propio hijo para complacerlo a él. Sólo su madre merecía todos sus actos suicidas, sólo ella, Narcissa era una mujer pagada de sí misma, arrogante y en muchas ocasiones déspota con las demás personas, pero ella realmente amaba a Draco, él incluso podría recordar cuando se le fue encomendada esa misión, ella abogó por Draco diciéndole a Lord Voldemort que no era más que un niño, que no podía fiarse de sus aptitudes, que él no podía hacerlo, que ella lo haría por él de alguna forma. Por supuesto que él no la escuchó.
Y así, fue tiempo de regresar a Hogwarts así como comenzar a trazar su plan.
Sin darse cuenta chocó con aquel a quién menos quería ver en esos momentos. Harry 'el maldito elegido' Potter, Draco sabía que si éste estúpido miedoso se le mostraba a su Señor no habría necesidad de estar viviendo lo que él vive, pero Potter no era más que un temeroso fracasado que se escondía detrás de Dumbledore, y ¡perfecto!, justamente venía acompañado de la sangre sucia y el traidor a la sangre, ese andrajoso. Eso era más que perfecto. Ellos que eran realmente reconocidos por el mundo mágico, el trío dorado, Draco esperaba todo menos encontrarse con ellos ese día.
"Fíjate por dónde caminas, Potter," el rubio masculló entre dientes, hubiera preferido evitar cruzar palabras con él, pero era inevitable que ellas salieran de su boca al verlo, tanto odio era imposible de contenerse. "Ve a que reparen tus estúpidos lentes, ¿o es qué tienes tanto miedo de separarte de Dumbledore como para salir de Hogwarts?"
"¡Cállate, Malfoy!"
Y tenía que ser, la santurrona de Granger con su estruendosa voz, pensó Draco, esa voz que siempre lograba molestar los oídos del rubio, y sin olvidar su horrendo cabello, ¿es qué no puede dejar de defender a su Potter al menos una vez? ¿Siempre tiene que tener algo que decir? Oh sí, cuanto había deseado poder usar todo hechizo que conociera sobre ella para que aprendiera a no meterse dónde no la llaman, pero estaba en terrenos donde no podía hacerlo y sería mejor no causar tantos problemas, no era conveniente tener tantos ojos sobre él.
La mirada de Draco se conectó con la de Hermione, como alguna vez lo hiciera cuando eran pequeños, pero Draco podía notar algo diferente en ella, Granger ya no era una niña ni estaba dispuesta de dejarse derrotar por él esa vez, si su sangre se lo permitiera podría admitir que Granger tenía agallas de enfrentarlo, agallas que ninguno de sus otros amiguitos poseían, pero ese no era el caso cuando ella no era más que una sangre sucia. En pocas palabras, era nada.
"¡Oh! Lo siento, Potter, olvidaba que tenías algo que siempre está ahí para reparar tus errores," dijo Draco mirando nuevamente con cierto asco hacia Hermione, no habían palabras capaces de expresar su odio que sentía por ella justo en esos instantes. "La sangre sucia que siempre tiene que salvar el maldito día, ¿no te aburres de eso, Granger?"
"¡Malfoy!" Fue el grito de Ron el que llamó la atención de Draco, aquí venía el que se las daba de muy valiente, el Slytherin sólo rodó los ojos, a decir verdad, prefería gastar palabras contra Potter o Granger que en alguien como él. "¡Te la estás buscando! ¡No te atrevas a volver a decirle así a Hermione! "
Hermione sonrió débilmente al ver como Ron la defendía de Malfoy.
"¿Cómo? ¿Sangre sucia?," dijo irónicamente, él nunca dejaría de llamarla así, ese era un hecho, primero se congelaría el infierno antes de que él lo hiciera, pero antes de decírselos, el Slytherin vio que McGonagall se acercaba a ellos. "Bien, no lo haré mientras se mantengan alejados de mi y de mis asuntos, tienen la nociva fama de meterse en lo que no les incumbe, tengo bastante con saber que están en éste lugar como para soportar su pestilente presencia tan cerca de mí."
Harry se detuvo frente a él con una mirada retadora.
"De eso no te preocupes, tenemos cosas más importantes en que pensar que en tú patética vida."
"Eso espero, Potter." Antes de que McGonagall llegase hasta ellos, Draco se marchó, ya tenía suficiente con tener a Snape sobre él como para ponerse a discutir con la jefa de los Gryffindor, su día definitivamente había comenzado de lo peor.
"¿Sucedió algo con el Señor Malfoy?" McGonagall se apresuró a preguntar al llegar hasta el trío, pero Hermione se aceleró a negar con la cabeza, sabía que Harry y Ron dirían lo que pasó, pero ella no quería iniciar el año con problemas. "¿Están seguros?"
Hermione sonrió al ver que Harry y Ron asintieron al mismo tiempo que ella lo hizo.
"No se preocupe, Profesora, más de lo mismo," respondió Hermione. "Malfoy es difícil de tratar como todos los años, así son los Slytherin, pero no hay nada novedoso."
"Bien," dijo la profesora. "Vayan al comedor ahora mismo, el Profesor Dumbledore les dará la bienvenida."
Su jefa de casa se alejo de ellos para abordar a otros alumnos, Hermione decidió hacer lo que les había dicho, así que se marchó directo al comedor, minutos después Ron y Harry se relajaron y la siguieron, cuando llegaron al comedor, Hermione ya estaba sentada al lado de Ginny, Dean y Neville, ambos muy sonrientes.
"¿Qué pasa?" inquirió Harry. "¿Por qué esas caras tan felices?"
"¿Es algo malo estar felices en estas épocas del año?," le cuestionó Ginny aún sonriendo, Harry negó con la cabeza y le devolvió una sonrisa. "No es nada, sólo que estaba molestando un poco a Neville, últimamente tiene una extraña fijación en algo y es agradable ver ese lado en un chico, así que…"
Ginny se detuvo al notar la molestia en el rostro de Neville, él no era muy asiduo a ese tipo de expresión así que mejor dejo eso, los chicos ya se enterarían después o al menos eso esperaba, con lo despistados que son.
"Está bien, me callo," la menor de los Weasley le dijo a Neville.
"Jóvenes," interrumpió Dumbledore con una potente voz. "Estamos comenzando un nuevo año en Hogwarts, pero no es un año como cualquier otro, sino es aquel donde es necesario que los nuevos brujos así como las nuevas brujas, ustedes que están comenzando a caminar por éste difícil sendero tengan en mente que quizás no suceda este mismo año, pero," hizo una breve pausa, al ver que algunos de sus alumnos comprendían a donde iba esa bienvenida, los tiempos ya no eran los mismos y ellos lo comprendían. "Más rápido de lo que imaginamos se verán envueltos en una guerra, una guerra que estaba detenida desde hace alrededor de 16 años, una guerra que traerá consigo perdidas, pero también ganancias si se es triunfante, una guerra contra el lado oscuro, una guerra contra Tom Riddle, qué ahora ustedes conocen con otro nombre, un nombre que esparce temor cuando se es escuchado. Contra Voldemort."
Se escucharon murmullos temerosos entre los estudiantes, sabían que era cierto, que él había regresado y qué no se detendría hasta esparcir dolor y sufrimiento a todos aquellos que estén en su contra, a quienes osaran intentar detenerlo y someter a aquellos que no tengan la capacidad de hacerle frente. Había temor, dolor, y en poco casos, comprensión en esos susurros y algunos sólo mostraban una fría expresión ante las fuertes palabras de su director. También, no era ningún secreto que aquel a quién más odiaba el Señor Oscuro estaba entre ellos, Harry James Potter, era la persona a la cual él ansiaba matar con sus propias manos. Harry no pudo evitar bajar la mirada.
"No obstante," interrumpió el director. "No podemos pensar que todo está perdido, jóvenes, nosotros tenemos algo que él no posee, algo que nos hace más fuertes y menos vulnerables ante su oscuro poder, nosotros tenemos amor, tenemos amistad, tenemos esperanza. No hay que sentirnos temerosos por los duros momentos que nos esperan en el futuro, más bien hay que volvernos más fuertes por aquellos que deseamos proteger, por quienes van a pelear."
Poco a poco aquellas miradas débiles y temerosas desaparecieron, Ron puso su mano sobre el hombro de Harry dándole a entender que no podía decaer en ese momento, no cuándo todo estaba comenzando. Ginny le regaló una sonrisa sincera, afianzada por los fuertes sentimientos que aún -en silencio- mantenía hacia él, y Hermione posó su mano sobre la de su amigo, él definitivamente no estaba solo en eso. Harry sonrió aliviado, Dumbledore tenía razón, él tenía mucho más de su parte que Voldemort. Y él los defendería contra todo, esa vez Voldemort no le arrebataría lo que más ama.
"Así que jóvenes, sean bienvenidos a éste nuevo año y no sé aflijan tanto, sólo disfruten lo que les sea posible disfrutar."
Acto seguido, Dumbledore hizo que la comida del comedor apareciera repentinamente, así todos comenzaron a comer, Ron hizo caso omiso a las suplicas de Hermione y Ginny acerca de su voraz manera de comer y probó cada platillo que había frente a él, Hermione sólo atinó a suspirar resignada mientras Harry reía en el momento, mientras que por un mísero instante, ella giró su mirada hacía la mesa de los Slytherin para encontrarse con las mismas serpientes que ella recordaba, pero había algo, o mejor dicho alguien, diferente.
Draco Malfoy no dirigía una sola palabra a alguno de sus amigos, simplemente estaba sentado sin hacer nada, con una mirada perdida. Hermione sabía que no debía perder su tiempo en él después de lo que había pasado unos momentos que se topó con él, pero no podía evitarlo, él normalmente estaba sonriendo o burlándose por chistes acerca de las demás casas o eso creía ella, pero era un hecho que nunca lo había visto de esa manera. Tan taciturno, tan alejado de todos, por un momento Hermione sintió pena por él mezclada con una ligera curiosidad, pero ese momento se disipó cuando él giró su mirada y se encontró con la de ella, sin pensarlo dos veces lo evadió tan rápido como pudo sin olvidarse de esa mueca que él hizo, una leve sonrisa se dibujo en los labios del Slytherin, definitivamente se estaba burlando de ella.
"¿Sucede algo?" Ron le preguntó al verla completamente avergonzada. "¿Hermione?"
"No es nada, sólo…no es nada."
Ron aceptó esa respuesta sin indagar más, ya que a Hermione no le gustaba que la interrogaran por algo tan breve como un ligero rubor en sus mejillas, así que siguió comiendo, lo cual agradeció la bruja con toda su alma, no podía ir pregonando que estaba viendo a Malfoy y repentinamente sus miradas se cruzaron, siendo eso el causante de su exaltación. Innegablemente estaba comenzado mal su año si había cometido el gran error de fijar su mirada sobre él.
"¿Qué clase tenemos juntos, Harry?," dijo Hermione, intentando evadir aquel sentimiento de su cuerpo.
"Sólo recuerdo que es pociones. "
"Eso suena bien," dijo sonriendo. "Pociones."
En la clase de pociones, Harry había llegado tarde junto con Ron, Hermione sólo suspiro al verlos entrar, pero al parecer el profesor tenía cierto gusto por Harry, así que los dejo pasar sin cuestionarlos, al menos parecía que a pesar de que había estado en Slytherin, Horace Slughorn no era como todos ellos, llenos de prejuicios ni de odio descontrolado por las demás casas, como era el caso de Snape. A veces Hermione pensaba que no todos ellos eran tan malos como su casa los hacía ver.
"Veamos, señorita…," dijo el profesor Slughorn dirigiéndose a Hermione.
"Granger, Hermione Granger, profesor."
Él sonrió, ella le recordaba a cierta antigua estudiante suya, la mejor en muchos aspectos.
"Señorita Granger, ¿podría decirme de que poción se trata está que tengo aquí?"
Era un caldero bastante grande y estaba humeando, Hermione se acercó cuidadosamente y no tardó en darse cuenta de que era, una poción muy común. Amortentia, era sencilla de explicar, Hermione miró al profesor contenta por saber con exactitud la respuesta, no quería dejar pasar el tiempo y decidió responder.
"Se trata de Amortentia, una poderosa poción de amor, está tiene un aroma diferente para cada persona dependiendo de lo que más le guste," dijo y luego aspiro débilmente y siguió hablando. "Por ejemplo, para mi huele a hierba recién cortada, obviamente al olor del pergamino nuevo y…," se detuvo, giró para ver a Ron, era el aroma de su cabello, pero ahora el muy idiota estaba jugueteando con esa chica, Lavender, así que dejo a un lado ese olor, y siguió con el último que ella podía percibir, era extrañamente desconocido, no entendía porque estaba ese aroma envolviéndola tan rápidamente. "Y…a un sutil olor a menta."
"Muy bien, señorita Granger, eso lo que es, una perfecta descripción y unos muy interesante aromas, si me permite decirle," dijo el profesor sonriendo hacía ella. "Sin embargo, está poción sólo crea una fuerte obsesión hacia alguien, más no el amor verdadero, así que debe de tratarse con mucho cuidado."
Slughorn tapó cuidadosamente ese caldero al ver como la mayoría de las alumnas se acercaban.
Hermione seguía sin comprender de dónde había aparecido ese olor a menta, ciertamente le gustaban todos esos aromas, pero nunca se había sentido realmente atraída por la menta ni había algo o alguien con quién pudiera relacionarlo.
"Qué más da," se dijo a sí misma.
"¡Vamos, Hermione!" Decía Harry. "Está vez sólo somos tú y yo, Ron está extrañamente pegado a Lavender y dudo que ella lo deje un momento, ven conmigo."
Hermione sonrió a duras penas, esa Lavender estaba a poco de colmar su paciencia, era odiosa, simplemente insoportable. Y Ron, Ron estaba teniendo demasiadas consideraciones con ella hasta el punto de dejar plantados a sus amigos, Harry le estaba pidiendo de buena manera que lo acompañara a sus prácticas de Quidditch donde debería estar Ron también, pero realmente a Hermione no le llamaba para nada la atención eso, se podría decir que nunca lo entendería. Esa era la única en la que ella se podría interesar.
"Ve con Ginny, Harry, ambos están en el equipo, además…" le dijo la castaña. "Yo tengo que ir a la biblioteca a repasar algunas cosas para la clase de Pociones."
"¿A la biblioteca? Si ya es tan tarde para eso, además ¡es el primer día, Hermione! Debes de ponerte un límite en ese tipo de cosas, estás obsesionada con estudiar."
No, ya no lo estaba. Quería creer que era como cuando era pequeña, cuando lo que más le apasionaba era estudiar, aprender, saber más que cualquiera en sus clases, ese día se dio cuenta de su falta de conocimientos acerca de Pociones, pero aún así ese no era el motivo por el cual quería ir a la biblioteca, seguramente Harry no lo entendería aún.
"Tengo que ir, te juro que regresaré lo más temprano posible," dijo sonriendo. "Diviértete con Ginny, y entrenen mucho."
"Está bien, pero ten cuidado, Malfoy no anda en ánimos de soportar a alguien y si ve que andas sola…"
"Sé cuidarme sola, además dudo que Malfoy vaya a la biblioteca comenzando el año, a decir verdad nunca va a ese lugar y la verdad dudo que empiece ahora, además él también está en Quidditch," Hermione le dio unas palmaditas en el hombro. "Ve con Ginny, se la pasaran mejor sin mí."
"Hermione…"
"Ve, Harry."
"Pero ten cuidado."
"Ya sé, ya sé."
Harry seguía comportándose cada vez más como su hermano mayor, o peor, como su padre, le agradecía su preocupación y su compañerismo, pero Hermione sólo necesitaba tiempo a solas para poder pensar las cosas claramente y dejar de preocuparse por Lavender y Ron, ya tenía suficiente con que ella se la pasara revoloteando a su alrededor, aparte de que Hermione sabía que ella y Ron no eran más que amigos, así lo que ella realmente necesitaba era paz, y seguramente la encontraría en la biblioteca, su oasis, un mundo donde nadie es capaz de entrar y perturbarla.
Draco estaba desesperado, sabía no podría conciliar el sueño, estaba comenzando a desesperarse y cuando eso sucedía cosas malas pasaban, Draco lo sabía y no trataba ni siquiera de aparentarlo, Blaise y Pansy estaban con él y se habían dado cuenta de su actitud, a pesar de que Blaise sabía lo que Lord Voldemort le había encomendado no se sentía con mucha confianza de decirlo en voz alta con Pansy en ese lugar, siempre conseguía alterarla, además para Draco el que nadie más supiera lo tranquilizaba y decirlo en las paredes de Hogwarts era tentar a qué alguien más se enterara.
"Como si ese maldito viejo tuviera una idea de lo que él puede hacerles," dijo refiriéndose a Dumbledore. "No tiene idea…"
"La tiene," dijo Blaise bostezando, ya había pensando en que tratar con Draco se comportaría de esa manera. "De todos los magos aquí, posiblemente es el que más sabe de lo que Él puede hacer."
Draco se giró hacía él con una mirada de poco amigos.
"No estás ayudando mucho, Blaise."
Esa fue Pansy, había estado inquieta desde que venían en el tren, Draco estaba cada vez más alterado, no parecía ser el mismo Draco que ella recordaba y eso estaba asustándola. Se acercó tranquilamente hasta él, no quería se alterara más de lo que ya estaba.
"¿Quieres que me quede contigo, Draco?," le preguntó Pansy insistentemente. "Es el primer día, no creo que alguien venga a vigilar si las mujeres estamos en nuestro dormitorio, si quieres podría…sólo quedarme."
"No," la respuesta de Draco fue seca. "Estoy bien."
"Pero Draco…"
"¡Ya te dije que no, Pansy! ¡¿Es qué no escuchaste?"
"No es necesario que le hables así, Draco," comenzó a decir Blaise intentando tranquilizarlo, aunque sabía que era imposible, su madre ya le había advertido de eso antes de regresar a la escuela. "Sé que estás inquieto, pero no es motivo para…"
"¡Lárguense!" Gritó encolerizado. "Si no quieren soportarme de esta manera, entonces ¡pueden marcharse ya!"
"¡No es eso, Draco!" Gritó Pansy.
"Bien, entonces me iré yo," amenazó.
"No es necesario," Blaise aclaró su garganta. "Está bien, nosotros nos vamos, de verdad creo que debes despejar tú mente y pensar en las consecuencias de tus acciones."
"Un Slytherin nunca piensa en consecuencias, ¿lo recuerdas, Blaise?"
"Pues tú deberías comenzar a hacerlo, si sigues así…vas a perderlo todo. Todo, Draco."
"Sólo váyanse, quiero estar solo."
Pansy no dijo nada más, aunque le preocupaba que Draco estuviera alejándose cada vez más de ellos sin razón alguna, estaban del mismo lado, eso los hacía al menos compañeros, además ella siempre lo había querido de una forma especial, pero él jamás ha correspondido realmente esos sentimientos porque tenía cosas más importantes en las que pensar que en el amor o en la amistad, eso es lo que él le había dicho una vez. Así Blaise y ella se fueron dejando a Draco sumido en la oscuridad de su habitación.
"¡Maldición!" Draco masculló.
Quería huir, quería marcharse, quería desaparecer, quería destruirlo todo, nadie comprendía su desesperación. Las noches siempre le provocaban terror, desde ese día no había podido tener una noche decente, ni siquiera podía sentirse cómodo en su propia casa, mucho menos lo haría estando en esa estúpida escuela, siempre soñaba posibles escenarios en el futuro, así que siempre recurría a beber algo, el alcohol era un buen sedante durante las noches.
¿Acaso no encontraría algo que le hiciera dormir tranquilamente sin necesidad de dañarlo? Lo más probable era que no.
Estaba oscureciendo, así que Hermione tenía que apresurarse, como siempre le había pasado, el tiempo se le había ido como agua, ya era muy tarde y si a la profesora McGonagall se le ocurriera las habitaciones, no quería ni pensar en el regaño que se llevaría, ese día no estaba pintando muy bien. Mientras ella corría por los pasillos pudo vislumbrar una rubia melena que estaba a pocos metros de ella, lo que la hizo detenerse instintivamente, ya que no había nadie más en todo Hogwarts que tuviera ese platino color en su cabello, nadie más que él. Malfoy se encontraba sentado en unas escaleras con una apariencia muy diferente a la que él mantenía durante el día, tan diferente al Draco Malfoy que ella recordaba de los anteriores años.
"¿Malfoy? ¿Estás bien?"
La mirada del Slytherin se cruzó con la de ella por tercera vez ese día, pero parecía que no reconocerla hasta que hizo una mueca de disgusto.
"Oh, eres tú," dijo Draco mientras se reincorporaba, aunque no lo lograba llevar a cabo muy bien. "Sangre sucia, pensé que eras alguien importante."
Hermione, ignorando sus bruscas palabras, se acercó a él.
"¿Qué te pasa? No me digas que… ¿estás borracho?"
No era necesario preguntarle, si apestaba a alcohol, Hermione no podía creer lo irresponsable que era al pasear de esa manera por el castillo, cualquier maestro podría verlo y por consecuencia castigarlo, al final de cuentas todos los hombres erran unos imbéciles, de eso no cabía duda. Primero Ron, luego…él. Aunque Malfoy estaba llegando a niveles inimaginables de estupidez.
"¿No es eso obvio, señorita yo-lo-sé-todo?" Draco soltó molestamente.
Sus movimientos eran torpes, pero aún así podía mantenerse de pie. Hermione suspiró sin seguir creyendo lo imprudente que podía llegar a ser, andar así era tentar a todos los maestros.
"Malfoy, tienes que volver a tu habitación, si alguien te ve van a…"
"¿…expulsarme?, eso es lo que busco, Granger," masculló entre dientes. "Así que vete y déjame seguir haciendo lo que…"
Hermione le dio un fuerte golpe en el brazo impidiéndole que hablara, lo cual hizo que Malfoy se tambaleara.
"¡Eres un malagradecido! ¡Y un imprudente!" Gritó. "¡Incluso cuando me preoc…!"
"Shhh, Granger, en primer lugar nadie te dijo que te preocuparas por mí," susurró tapando la boca de Hermione con su mano. "Y en segundo lugar, si no te conociera mejor pensaría que intentas que me expulsen de verdad con tus gritos, además de querer provocarme una jaqueca." Hermione le dedicó una mirada hostil cuando él dijo eso. "Mira, Granger, sólo vete, recuerdo haberles dicho a ti y a tus amiguitos que no se metieran donde no les importa. Y esto, definitivamente, no te importa."
Por supuesto que no me importa, pensó Hermione. Sin embargo el verlo sin poder pararse decentemente, aún cuando estaba deteniéndose de ella, se le hacía imposible dejarlo ir de esa manera, Hermione sabía que estaba mal al sentirse preocupada por aquel que siempre la ha tratado como si fuera lo peor, pero no podía evitarlo, era algo que en ella ya existía. Iba a intentar decir algo, pero él le dejo ir quitándole la mano de la boca y limpiándola como si algún extraño virus se le hubiera contagiado.
"Bien, entonces me marcho, no debí detenerme por alguien como tú."
Hermione se dispuso a irse, pero la fría mano de Draco la detuvo, una vez ella se giró para verlo no le gusto para nada lo que se encontró, él ya no poseía su típica mirada de antipatía de antes incluso cuando él sostenía su mano, la mano de alguien 'impura' como él siempre decía, Hermione vio en los ojos de Malfoy miedo, oscuridad, remordimiento y eso la asustó, además de que jamás había notado lo azules que eran sus ojos que se mezclaban con un platino matiz, definitivamente nunca había visto tantas malas emociones en unos ojos tan hermosos como esos. Hermione sabía que tenía que alejarse de él lo más rápido posible.
"¿Malfoy? ¿De verdad estás bien?" Preguntó claramente preocupada, sin comprender por qué no simplemente lo dejaba, tenía que admitir que sentía algo de curiosidad no exactamente por él, sino por la situación en sí, de su extraña actitud. "Debes irte…sino…es seguro que te expulsaran y no es como si me importara, pero mira no estás muy lejos de la torre de los Slytherin y yo…"
'…podría llevarte.' Eso era lo que ella iba a decir, pero se obligó a callar. ¿Es qué estaba pensando?
"No puedo," dijo Draco. "No podré dormir tranquilo…tomar ayuda en ocasiones."
La manera en que le hablaba era desconcertadora para Hermione, era débil y al mismo tiempo era ¿sincera?, no podía creer que ahora él le estuviera confesando esa clase de sentimientos. Aún así, ella sabía que era incorrecto seguir ahí, aún con toda su curiosidad tenía que regresar a su habitación antes de que alguien se diera cuenta de su ausencia, ya era muy tarde, pero Malfoy no le hacía fácil su huida, sus fríos dedos no la soltaban y parecían aferrarse a ella como si su vida dependiera de ello.
"Siento eso, pero suéltame," le pidió delicadamente. "Tengo que irme, si te quieres quedar aquí…entonces quédate, pero yo tengo que irme."
Lo que hizo Draco la descontroló más porque obedeció su orden y la soltó, pero no fue para dejarla ir sino para aferrarse a ella en un perturbador abrazo, Hermione no sabía qué hacer al sentir el rostro de su más odiado compañero sobre su hombro, sus brazos se entrelazaban en su cintura, los cuales no querían dejarla ir. Era extraño, ese tipo de abrazos eran los que ella casi nunca recibía, el abrazo de un hombre, se sentía tan diferente aún viniendo de alguien como Malfoy, pero no se sentía raro sino devastadoramente necesitado.
"No voy a repetirlo una vez más, ¡suéltame ahora mismo!" Esta vez fue un grito en que salió de la boca de Hermione, estaba más que asustada por las acciones de Malfoy, no sabía cómo quitárselo de encima y peor aún, ella comenzaba a encontrar agradable la sensación que le producía que él la abrazara de esa manera, nunca se había dando cuenta lo cómodo que podía sentirse el pecho de un hombre. "Malfoy, sino lo haces…"
"Duerme conmigo," susurró en su oído con un ligero tono demanda. "No sé si pueda dormir si estoy solo."
"¡¿Estás loco? Dile a alguno de tus amiguitos que se quede contigo y déjame en paz a mí."
"Los corrí," dijo quedamente. "Nadie está ahí…para mí, estoy solo."
Draco levantó su mirada hacía ella casi suplicándole, Hermione vio que los efectos del alcohol se estaba notando más, estaba segura que ya ni siquiera sabía quién era ella en esos momentos, si lo supiera no estaría diciendo tales tonterías, él únicamente no quería estar solo, no le importaba quién fuera.
"¡Maldición! Estoy segura que voy a arrepentirme de hacer esto," dijo entre dientes mientras hacía que Malfoy dejara de abrazarla con toda la fuerza que ella poseía para luego pasar su brazo sobre su espalda, no tenía idea de cuánto podía pesar un hombre, pero al menos él hacía el intento de mantenerse en pie y no dejarse caer. "Te llevaré a tu cuarto y lo demás será tu problema, Malfoy."
Hermione maldecía su estúpida manera de ser, su maldita incapacidad para abandonarlo a su suerte y por todo eso terminó caminando por los pasillos del castillo en compañía de un Slytherin, y lo peor era que ella sólo había planeado ir a la biblioteca y regresar a la Torre Gryffindor, no esperaba ningún contratiempo, si es que así se le podía decir, era más bien una enorme piedra en su camino, algo que no debió pasar. Era claro que ese año no sería el mejor de su vida, con un comienzo como ese ¿qué podría esperar?
No tardaron más de quince minutos de llegar a la puerta de la habitación de Malfoy, Hermione había agradecido que Snape no hubiese pasado por ahí así como ningún otro Slytherin; sin embargo, lo difícil fue que él le dijera la contraseña ya que estaba a punto de caerse dormido y el muy ingrato había alegado que no podría dormir esa noche. Ya adentro, Hermione lo dejo caer sobre su cama, se sentó a su lado por el evidente cansancio que le había causado llevarlo hasta ese lugar, jamás en su vida volvería a hacer algo como eso por él ni aunque se estuviese muriendo, ya había tenido suficiente por una noche. La bruja no pudo evitar verlo nuevamente, el rostro del Slytherin mientras dormía le causaba cierta comodidad, no parecía ser el idiota que era normalmente, sólo parecía una persona que estaba asustada de algo y que se encontraba tan solo, le hubiera gustado saber que lo tenía tan perturbado, tanto como para aceptar la ayuda de una sangre sucia.
"Es hora de irme," dijo sonriendo, y antes de levantarse volvió a sentirse detenida por él, nuevamente Draco la había tomado de su mano para después pasar sus brazos por la cintura de Hermione. "Malfoy…"
"Quédate."
"¿Sabes siquiera quién soy? ¿Sabes a quién se lo estás pidiendo?"
"Si sé quién eres, ¿te quedaras?"
"No."
"Bien."
Ese "bien" significaba que aunque ella lo quisiera, él no iba a soltarla. ¿Por qué demonios lo hombres tenían que ser tan fuertes?, los brazos de Draco estaban enérgicamente entrelazados a ella, como si fuera una serpiente que había atrapado a su presa. Ella sólo quería descansar, era tarde, lo había llevado hasta ese lugar a duras penas, sólo quería dormir…pero no en ese lugar.
"No puedo quedarme, y sé que si estuvieras en tus cinco sentidos no querrías que me quedara ni a un metro de distancia, así que hagámonos un favor y déjame ir," intento razonar con él. "¿Vas a dejarme ir?"
"Hmmm," fue el único sonido que salió de su boca.
"Mañana tú y yo nos vamos a arrepentir tanto, ¿lo sabes?"
Draco no dijo nada, pero a sabiendas que ella tampoco podría hacer mucho más que esperar que el agarre de Malfoy se deshiciera o que él por fin despertara, a decir verdad, la primera opción le parecía la mejor, no quería ver el rostro de él cuando descubriera el gran error que cometió por haber bebido tanto, al final Hermione cedió ante el abrazo de Malfoy y se sentó cómodamente sobre es cama adornada por una cubierta de color verde, tan conveniente de una serpiente como él, por su parte Draco se apropió del regazo de Hermione. Esa sería una noche muy larga, por lo visto, sólo para ella.
"Eres Granger," dijo Draco entre susurros.
"Realmente espero que olvides eso cuando despiertes."
Y así sucedió, el desencadenante de todo lo que se vendría, una fría noche donde la curiosidad de Hermione Granger y la desesperación de Draco Malfoy se encontraron, se mezclaron y se unieron, podría tomarse como un error, una coincidencia, pero más allá de ello era un hecho inevitable, algo que debería suceder por el bien de todos.
"Al menos parece que podrás dormir tranquilo," susurro Hermione antes de quedarse dormida a lado de su peor enemigo.
Y bueno, es algo simple, lo sé, pero me siento muy satisfecha con el resultado. Planeo hacer mi propia versión de los últimos dos libros de Harry Potter, donde se desarrollara una historia de amor entre Hermione y Draco, con esto no quiero decir que no me guste lo originalmente escrito por J.K. Rowling, me gusta mucho y Romione se me hace una pareja de los más encantadora, pero Dramione es una de esas parejas que te seduce tan fuertemente que es imposible escapar, así como es mi OTP, por eso estoy aquí, escribiendo mi primera historia de ellos, esperando que no sea la última, es necesario que lo haga porque no me ha dejado continuar con mis demás FF y me voy a frustrar después.
# Oh, sí, no sé si consiga reviews, pero sería agradable si es que te gusta mi historia, si tienes alguna opinión, algún comentario, alguna crítica (constructiva), está será bienvenida y con gusto intentaré responderte lo más rápido posible.
