Una reina en la oscuridad

Pequeño Shot

El silencio era compartido. Ambos cruzaron su mirada entendiendo por completo el deseo que sentían.
La mirada gélida se había transformado en fogosa cuando ella le sonrió juguetonamente. Se la habían llevado así desde el día que se conocieron. Jamás habían sido muy necesarias las palabras, porque aún sin ellas se entendían a la perfección. Aquel rostro de supuestas inexistentes emociones se había ido transformando hasta adquirir gestos que destacaban sus mayores temores y sentimientos.
Ella le ofreció su mano y él la tomó sin tapujos, simplemente se dejó llevar por aquella corriente de nuevas emociones.

Al principio no le gustaba sentirse así, por lo que bloqueaba cualquier tipo de sensación que se expresara hacia el exterior. Al acabar la guerra prefirió mantenerse apartado, la vergüenza, la rabia y la frustración le invadían cada fibra de su ser. Nadie lo comprendía y no quería ser comprendido. Su orgullo era más valioso. Ese encaprichamiento por seguir manteniendo un estatus que le había sido hurtado por culpa de una terrible equivocación lo llevaban a huir sin querer escapar realmente. No toleraba ser apuntado con el dedo, ni mucho menos oír que su apellido estaba contaminado. No lo soportaba, pasar de caballero de renombre a basura podrida.
Pero con ella fue diferente. Ella fue la primera que se acercó a ofrecerle un poco de té de calabaza, aunque él no fue muy amable y ni siquiera se lo recibió. No obstante ella siguió insistiendo, sin ser necesariamente molesta, como lo solía ser Pansy. Sólo estaba ofreciendo lo que los otros no le daban, un poco de amabilidad.

Subieron las escaleras y él la siguió sin soltar su mano. Allá arriba era donde sus emociones se expresaban con total libertad, y en lugar de burlarse, (como podría haber sido viniendo de otros), ella lo disfrutaba, porque era la única que lo conseguía.

Las risas y los chistes se filtraban a través de las paredes y las clases. No trabajaba con nadie más que no fuera con ella, porque para su suerte, no hablaba, simplemente actuaba.
Ella se detuvo en el umbral del segundo piso y él frunció el ceño. Con una sonrisa pícara lo tentó con un roce de labios antes de perderse en el largo pasillo. Atontado, sucumbió a la tentación siguiendo sus pasos amortiguados sobre la alfombra, hasta alcanzar la alcoba donde sucedía toda la acción que él consideraba el mejor regalo de su vida.
El primer beso no tardó en aparecer. Después de un par de encuentros furtivos en los que él aprovechaba para huir de los dedos acusadores, repentinamente se vio acorralado entre aquella menuda figura y una fría pared. Como era de esperarse, sucumbió a la juguetona tentación devolviéndole el beso que años más tarde se convertiría en una promesa.

Promesa que en aquel momento esperaba tras la alcoba. El vestido plateado que ella portaba destellaba bajo la luna junto con el cabello dorado y la diadema que lo decoraba. Él, quién nunca se imaginó vestir aquella túnica, se deshizo de ella tan pronto la mujer lo recibió entre sus brazos.
Sí, la promesa ahora estaba completa. Detrás de aquel cuarto, en la casa que habían adquirido, el apellido Malfoy finalmente se había limpiado de las ataduras impuestas por la oscuridad.
Gracias a ella, a la de nombre de reina, la de la sonrisa dulce, y de palabras silenciosas.


Esta historia nació gracias a YaniitaPotter quien pidió el desafío de Astoria y Draco en el foro Chocolate y Menta (vean mi perfil).
No quería ser muy cursi, ni obvia. Es un shot más bien poético, simple y que sólo detalla en pocas acciones un par de escenas entre el presente y el pasado de ambos.
Romántico y tierno dentro de lo que podría ser una historia referida a Malfoy. Espero no decepcionar a sus fanáticos.

¡Besos!
Anya.