Hola otra vez. Sé que dije que no iba a escribir otro fanfic, pero este no es una creación mía, es una traducción~
La historia original, We'll meet again, es propiedad de George deValier. Decidí traducirla porque es maravillosa, una verdadera joya. Me puse en contacto con él y me concedió el permiso para publicarla, así que no me reporten o algo así, ¿vale?
Link al original: fanfiction .net/s/6153333/1/Well_Meet_Again
Link al autor: fanfiction .net/u/2348750/George_deValier
Si saben inglés, les pido que dejen los reviews en su página. Si no saben, pueden escribirlos aquí y yo los traduciré para luego enviárselos. Son doce capítulos más el epilogo, creo que subiré unos dos por semana ya que estoy de vacaciones y tengo mucho tiempo libre.
De acuerdo, sin más preámbulos, comenzamos, espero que la disfruten tanto como yo.
Pareja: Alfred Jones / Arthur Kirkland (US / UK)
Resumen: UA. El dueño de un bar en Londres, Arthur Kirkland, estaba enloqueciendo por los soldados estadounidenses de paso por Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. Y por uno en particular... el ruidoso y temerario piloto de guerra Alfred Jones. Pero ¿acaso la irritación de Arthur es solo una cubierta de algo más?
We'll meet again*
Los americanos estaban comenzando a volver loco a Arthur. Hace una semana que su bar estaba repleto de ruidosos, desagradables y juerguistas soldados estadounidenses de camino a la guerra. Ellos gritaban, bebían, peleaban ocasionalmente, bebían, coquetaban con las chicas del lugar y bebían un poco más. Luego volvían a comenzar. Al principio solo fue un quiebre algo interesante en la tediosa rutina. Pero al finalizar la segunda noche, Arthur había tenido sufuciente.
Para ser honesto, ellos no eran malos del todo. Generalmente intentaban comportarse bien, llevaron un montón de dinero a su bar, después de todo, eran aliados peleando contra un enemigo común.
A decir verdad, ellos no estaban volviendo loco a Arthur. Él lo estaba haciendo.
-¡Oye, Art, amigo! Otro bourbon** aquí.
Arthur levanto la mirada hacia el rubio sonriente que sostenía su vaso vacío junto a la barra. Todo acerca del americano lo irritaba. Su absurda chaqueta de bombardero en la que parecía vivir. Su sonrisa perpetua. La manera en que nunca peinaba su maldito cabello. Y su arrogancia... Arthur no estuvo para nada sorprendido al averiguar que era un piloto de combate. Consideraba que toda la maldita isla británica le debía a él su libertad y lealtad. Arthur rechinó sus dientes y tomó el vaso que el américano sostenía.
- Es Arthur. Y amablemente te pido que dejes de llamarme tu amigo- dijo.
-De acuerdo, perdón Art. Thur- respondió Alfred con una sonrisa. Obviamente estaba acostumbrado a conseguir lo que quisiera con esa sonrisa. - Ven a tomar un trago con nosotros.
-Gracias, pero no. Estoy trabajando.
-Creía que eras el dueño del maldito lugar. Deja que alguien más sirva los tragos por un rato. Quítate un peso de encima.
Otra cosa irritante. Ese rídiculo acento. Parecía ser capaz de estirar cada palabra en siete sílabas.*** -Gracias otra vez, pero me temo que estamos faltos de personal debido a todos tus soldados. Quizás en otra ocasión- Esta era la sexta vez que Arthur daba la misma respuesta.
-Bueno, de acuerdo, hasta luego entonces. Espero poder tomar una copa contigo en otra ocasión- Alfred le guiñó un ojo, tomó su bourbon y regresó a su mesa.
Arthur dejo escapar un suspiro. Se volvió y colocó la botella de vuelta en el estante, tomó un paño que se encontraba bajo la barra y comenzó a limpiarla frenéticamente. ¿Qué sucedía con ese maldito yanqui? ¿Por que insistía en preguntarle a Arthur si quería beber con él? ¿Por qué tenía que sonreír de ese modo? ¿Y por qué demonios eso tenía que afectarlo tanto?
Arhur dirigió una mirada a la mesa en la que se encontraba el piloto. Siempre se sentaba en la misma, frente a la segunda ventana, con ese otro compañero que se le parecía tanto. Tanto que Arthur se preguntaba si serían hermanos. Se dio cuenta de que Alfred lo estaba mirando. Y le sonreía. Arthur miró hacia abajo rápidamente. Eso había sido absurdo. Refregó su acalorada frente con una mano y supo que debía estar completamente sonrojado. Dejó el paño de vuelta en su lugar y se dirigió atropelladamente hacía el otro rincón del ajetreado bar. Seguramente habrían algunos vasos vacíos que recoger.
Uno de sus clientes frecuentes le saludó cuando pasaba a su lado. -¿Cómo estás lidiando con todos estos desgraciados yanquis, Arthur?
Arthur río entre dientes. -Me está manteniendo en forma, solo eso puedo decirte.
-Oh, bueno, el mentón siempre en alto, recuerda, ¿eh? De cualquier manera, no entiendo porque los necesitamos, cómo si nuestros chicos no pudieran encargarse de los alemanes por su cuenta- río el viejo.
-Bien dicho- respondió Arthur expresando su aprobación.
-Oh, bueno, hijo mío, me imagino que no pasará mucho antes de que ellos se marchen.
-No puedo esperar- ¿Era eso verdad?
Unas pocas horas después el bar estaba mucho más tranquilo. Arthur estaba ocupado limpiando las mesas vacías y juntando los vasos. contaba con un poco de personal, pero aún así prefería hacer la mayor parte del trabajo. El bar siempre había sido un negocio familiar y, ahora, era su vida, después de haber pasado veintitrés años en él. Pero era el último miembro de su familia que seguía allí, así que sentía que era su responsabilidad hacer lo más que pudiera por si mismo.
Arthur miró alrededor. La mayoría de los que quedaban eran clientes del lugar. pero unos pocos estadounidenses aún daban vueltas por ahí. Incluido Alfred. Arthur intentaba no mirarlo, pero no podía ignorar su ruidosa voz, que lo llamó cuando pasó cerca de la mesa en que se encontraba.
-¡Arthur, compañero! ¿Qué tal si vienes a tomar ese trago que prometiste?
-Nunca prometí nada...- Arthur se paró al enfrentarse con la suplicante expresión de Alfred. Suspiró. -Muy bien entonces. Un momento- Arthur se dirigió hacia la barra y se sirvió un pequeño vaso de ron. Después de eso, estaba mucho más tranquilo. Y quizás esto lograría terminar con las constantes peticiones de Alfred.
Arthur se sentó a la mesa en el asiento más próximo a la barra. Hasta cierto punto esperaba que algún cliente le pidiera un trago, dándole una excusa para irse. Estaba demasiado nervioso al estar sentado tan cerca de Alfred.
-Este es mi compañero, Matthew Williams- dijo Alfred.
Arthur saludó a Matthew. Realmente se parecía mucho a Alfred. -Encantado de conocerte.
-Buenas tardes. Tienes un agradable bar aquí- Matthew era tan silencioso que Arthur apenas pudo escucharlo.
-Gracias. Um, perdón por ser tan maleducado, pero ¿ustedes dos son...?
-¿Parientes? Nah. Pura coincidencia. Te digo, confunde de una manera endemoniada a algunos de los superiores. Finalmente logré que Matt se dejara crecer el pelo para que pudieran reconocernos- Arthur rió ruidosamente, Matthew sacudió su cabeza.
-Eso no sirvió, nunca me creen cuando les digo quien soy. 'Matthew Williams' les digo y la respuesta siempre es '¿Quién?'. Jodidamente frustante, ¿no?
Alfred se inclinó y le susurró a Arthur. -No le hagas caso, es canadiense.- Arthur sintió un escalofrío y rápidamente se alejó al recibir el tibio aliento sobre su oreja.
-Escuché eso- dijo Matthew.
-¿Eres canadiense?- preguntó Arthur tomando un sorbo de ron.
-Oh, ya no más, él se unió a los chicos buenos hace tiempo. Ya no es tema del Imperio Británico, ¿cierto, Matt? No, por supuesto, no hay nada de malo con eso- sonrió Alfred.
Arthur entornó los ojos a Alfred ligeramente.
-Aún me considero canadiense- dijo Matthew.
-Todos nosotros lo hacemos. Él nunca nos deja olvidarlo- dijo Alfred a Arthur. -Vive en jarabe de maple, lleva osos polares con él...
-¿Lleva osos polares?
-Ah, este, aquí...- dijo Matthew, desenganchando un pequeño y esponjoso oso polar blanco de uno de sus solapas, -... es Kumabaro. Es mi mascota de la suerte.
-Creía que su nombre era Kumajiro- cuestionó Alfred.
Matthew se encogió de hombros. -Algo así, De cualquier manera, todos tenemos uno... un amuleto de la suerte, eso es. Todos salvo Alfred.
-¿Por qué no tienes uno? - preguntó Arthur.
-Aún no encuentro algo que pueda servir de amuleto. Además, nunca lo he necesitado antes. Estoy vivo, ¿no?- Alfred levantó su vaso y lo vació.
-Brindo por eso- dijo Matthew, vaciando el suyo. Arthur pensó que era mejor seguir el ejemplo.
-Ahora nos hemos quedado sin tragos... ¡Hey, cantinero!- gritó Alfred. -Oh, espera...- rió estridentemente.
-Que gracioso- dijo Arthur, sin sonreír. -De acuerdo, creo que será mejor traer la botella.
Una hora después, Arthur había consumido mucho más alcohol de lo que era apropiado mientras aún trabajaba. Al menos el bar se había calmado un poco más, y solo quedaban un puñado de clientes. Matthew se había marchado hace veinte minutos... algo acerca de que necesitaba engrasar un motor, Arthur no podía recordar... después, Alfred había pasado un par de minutos haciéndole esos guiños. ¿Qué era todo eso? Debía de ser cosa de los americanos.
Se sentía un poco extraño estar sentado junto al hombre que lo había estado distrayendo por una semana ya. Seguro, Alfred aún era arrogante y ruidoso y, bueno, estadounidense, pero no era malo del todo, suponía Arthur. Solo muy confiado y quizás un poco ingenuo. Pero aún así, era más bien irritante.
-Y nosotros estamos haciendo esto por la justicia, tú sabes, no estaría aquí si fuera de otro modo. Estamos aquí luchando por la libertad. No podemos simplemente dejar que los poderes del mal y la tiranía se ciernan sobre nosotros mientras estemos dispuestos y seamos capaces de prevenirlo. -decía Alfred, gesticulando mientras continuaba su oración. -Es simplemente... anti-estadounidense.
Arthur asintió. -¿Y dónde estabas hace dos años?- murmuró alrededor de su vaso y para luego tomar un sorbo.
-¿Perdón?
Arthur agitó su mano. -Nada. ¿Hace cuánto que vuelas?
-Solía salir con mi padre cuando era un crío. Aún recuerdo el sentimiento que me embargó cuando volé por primera vez-, dijo Alfred con su cara radiante. -Fue... emocionante. Ese sentimiento que tienes cuando algo es tan intenso y un poco aterrador y asombroso y fantástico y tú estás un poco nervioso pero no quieres que termine nunca. ¿Entiendes a lo que me refiero?
Arthur no lo entendía, pero no pudo evitar ser cautivado por la sonrisa en el rostro de Alfred y la mirada de deleite en sus ojos. -Me temo que suena horriblemente enervante para mi.
-Ah, es difícil de explicar. Pero es mi vida. Postulé a la fuerza aérea tan pronto como cumplí dieciocho, y antes de darme cuenta, ¡aquí estoy, en Inglaterra, peleando en una guerra! La vida puede ser jodidamente extraña a veces.
-De seguro... espera. ¿Qué edad tienes?
-Diecinueve, ¿Por qué? ¿Qué edad tienes tú?
-Yo... er...- Arthur no se había percatado que Alfred era tan joven. De repente, se sintió viejo. -No importa.
-¡Oh no! ¡Tienes que decirme ahora!- dijo Alfred, bajando su vaso y acercándose hacia Arthur. -¿Eres muy viejo?
-¡No!- dijo Arthur, indignado. -Es solo que no soy un adolescente.
-Esta bien, me gustan los hombre mayores-, dijo Alfred, repitiendo ese maldito guiño. Arthur lo miro, un poco sorprendido. ¿Qué se suponía que significaba eso?
-Tengo veintitrés si tanto deseas saberlo. A pesar de que es de pésima educación el preguntarlo.
Alfred rió. -¡Oye! Tú me preguntaste primero, Arthur.
Cojones. Así que lo había agarrado. -Bueno, como sea. ¿En serio? ¿Diecinueve?
Alfred solo asintió.
-Bien. Excelente. Fantástico- Arthur terminó su vaso, avergonzado. Apenas notó que Alfred volvía a llenarlo.
-Entonces, Arthur, ¿tienes novia? ¿Una esposa por aquí en algún lugar?
-¿Qué? No.
-Ya me lo imaginaba.
Arthur boqueó indignado. -¿Qué demonios significa...?
-Espera, déjame mostrarte una foto de mi chica- interrumpió Alfred.
Arthur sintió como se disipaba su ira mientras su corazón se hundía. Se dijo a si mismo que no fuera ridículo. Por supuesto que Alfred tenía una novia. Era demasiado apuesto para no tenerla. Espera, ¿cuándo había dejado de ser irritante y comenzó a ser apuesto? Decidió que debía haber sido alrededor del cuarto trago. Además, no era como si le incumbiera.. -Oh, esta bien, echemos un vistazo.
Alfred extrajo su billetera de su bolsillo trasero y sacó una fotografía pequeña y maltratada. -Esta es.
Arthur miró la foto y pestañeó unas cuantas veces. -Um. Es un avión.
-¡Oye, oye! No es un viejo avión cualquiera. Es una P-51 Mustang, su nombre es Lady Beth y es hermosa, ¿cierto?
-Sí, sí, es algo... Yo solo... pensaba que estabas hablando acerca de tu novia.
Alfred rió. -¡Oh, Arthur, Arthur! Beth es la única dama a la que alguna vez daría mi corazón-. Volvió a guiñarle el ojo.
Oh, cojones. Arthur bebió rápidamente, deseando que Alfred no notará sus ardientes mejillas. Mirando alrededor, se dio cuenta de que eran los últimos dos en el bar. -Parece que es hora de cerrar.
-¡Vamos! ¿Qué tal una última ronda para terminar la noche?- Sonrío Alfred de manera casi suplicante.
Arthur se detuvo, luego se encogió de hombros. Seguramente un trago más no haría daño.
Una hora después...
-¡Ah! OTRA cosa- escupió Arthur. -¿Es tan endemoniadamente difícil agregar la letra 'u'? 'Color, honor'...****- se detuvo, intentando localizar su trago en la mesa. Al encontrarlo tomó un largo sorbo y continuó. - y así sucesivamente... Ustedes, yanquis, ¿a dónde carajo tiran la correcta ortografía del inglés?
-Bueno, um...
-¡Y el BASEBALL!- gritó Arthur, meciendo su vaso y apenas notando que la mitad del contenido iba a parar sobre Alfred. -¿Cómo diablos juegan baseball? ¡No tiene ningún maldito sentido!
-Puedo explicarte el baseball, si tu me explicas el cricket- dijo Alfred mientras intentaba secar el ron de su camisa.
-¡Hey, hey!- dijo Arthur, moviendo su dedo ante Alfred. -No hay nada malo con el gran juego del cricket. Tradición. Juego de caballeros. Deporte de reyes.
-Creía que era una carrera de caballos.
Arthur agitó una mano. -Deporte de, deporte de príncipes entonces. Duques. Deporte de barones como mínimo.- Dándose cuenta que su vaso estaba vacío, Arthur buscó la botella. Pero ésta había desaparecido.
-Hey...
-Quizás ya has bebido suficiente.
Arthur observó a Alfred a través de sus ojos nublados. -¡Soy es propietario de un maldito bar, yo te diré cuando haya bebido suficiente! Y, y, esa otra cosa. Tu sabes, la cosa.
-La cosa.
-Sí, esa cosa, es estúpida. ¡Oh! Y su comida es terrible. ¿No estás de acuerdo, Matthew?
-Ah, Matthew ya no está aquí.
Arthur miró de soslayo al rubio idéntico a Alfred que se encontraba justo a su lado. -¿Quién es el tío que está junto a ti entonces?
-Muy bien, viendo doble, es hora de ir a la cama.
-¿Qué? ¡Oye!- Repentinamente el suelo se alejó. Le tomó unos segundos darse cuenta que se encontraba sobre el hombro de Alfred. -¡OYE! ¿Qué significa esto? ¿Quién te crees que eres?
-¿Dónde está tu habitación?
Arthur respondió indignado. -No te lo diré.
-¿Por qué no?
-¡Ni siquiera sé que tipo de hombre eres!
-Te lo aseguro, soy un perfecto caballero.
-No, no lo eres, eres un estadounidense. Ah... ¡Caray! ¿Cómo terminamos acá arriba?
-No importa. ¿Dónde esta tu cuarto?
-Al final del pasillo. ¡Te lo advierto, soy más fuerte de lo que aparento!
¿Alfred estaba riendo? Arthur intento patearlo con indignación. Lo último que supo fue que era lanzado hacia su cama.
-Caramba... ¿Cómo llegué aquí?
-Magia- dijo Alfred, sonriéndole a Arthur.
-¡Esa cosa! ¡Ahí! ¡Esa maldita sonrisa! ¿Por qué siempre sonríes de esa manera?
-¿Te molesta?
Arhur pudo sentir como le quitaban sus zapatos. -No,- dijo enfunfurruñado -me hace... sentir...- Al percibir la suave almohada bajo su cabeza, Arthur ya no pudo mantener sus ojos abiertos por más tiempo. Comenzaron a cerrarse y suspiró profundamente. Lo último que sintió fue un suave beso sobre su frente. Pero quizás se lo imaginó.
Continuará...
NdT:
* Decidí conservar el título original en inglés ya que es el nombre de una canción que aparecerá más adelante.
** Bourbon: Whiskey americano. He escuchado que existe la españolización "burbón", pero no me convence.
*** Acá se dan a entender las diferencias entre el inglés hablado en Estados Unidos y el hablado en Inglaterra, por lo que, lamentablemente, no es posible traducirlo a español. A lo que Arthur se refiere es a que en el inglés norteamericano se tiende a hablar más pausado y alargando las vocales.
**** En inglés británico se intenta conservar la pronunciación francesa de ciertas palabras, de ahí "colour" y "honour", en cambio, los estadounidenses consideran innecesarias algunas vocales por lo que simplemente las quitan.
