Prólogo
Las vacaciones de verano por fin habían comenzado, dando paso así a la invasión de enanos. Niños de todas las edades corrían felices por la calle con helados y dulces, jugando en las plazas o reuniéndose en la casa del chico afortunado al que sus padres le habían comprado lo ultimo en tecnología muggle: La X-Box 360.
Contrastando con el ruidoso paisaje, un muchacho ajeno a todo dormitaba tranquilamente bajo la sombra del árbol más grande del exclusivo parque residencial para magos Valle Godric.
James Potter, un mago de 16 años, pelo azabache y sonrisa perfecta, rió al pensar en que vivía en un barrio exclusivo. Su padre había muerto cinco años antes y su madre, sumida en la depresión y desesperación, necesitaba de altas y continuas dosis de calmantes y sedantes. Sus abuelos paternos los llevaron a vivir con ellos para darle los cuidados necesarios a su madre y poder educarlo a él como Dios manda. Así había llegado al barrio exclusivo. Habría seguido perdido en "El Extraño Mundo de James" por unas cuantas horas, pero alguien lo interrumpió.
- Disculpe que lo moleste en sus meditaciones Señorito, pero su abuelo lo necesita en el despacho –. Uno de los elfos de la Mansión Potter había aparecido tan silenciosamente que el azabache se sobresaltó al escuchar su chillona voz.
- Gracias Pigli, voy enseguida –. Se levantó perezosamente mientras el elfo desaparecía con un ¡Plop!.
Lentamente comenzó a caminar hacia la casa de sus abuelos, maldiciéndose por no haber llevado la escoba. Al doblar en una esquina, la mansión estilo victoriano, de tres pisos y enormes ventanales se alzó imponentemente. Cruzó a grandes zancadas el jardín de entrada y antes de llegar, la puerta ya se había abierto dejándolo pasar. Se dirigió al estudio de su abuelo, ubicado en el primer piso, preguntándose qué había hecho ahora.
- ¡James!, amigo, hasta que llegas. Emily se moría de los nervios porque no aparecías. Yo como buen nieto-adoptivo-postizo-pegado le dije que te estabas ligando a una rubia increíble que vi al llegar, pero creo que no la tranquilizó mucho – Sirius Black lo saludó sonriente. Era el mejor amigo del azabache, casi su hermano. Tenía también 16 años y cumpliría los 17 en diciembre. Levemente más alto que James, de cabello negro y unos ojos azul oscuro que traían baboso al alumnado femenino de Hogwarts en totalidad. Con justa razón era el hombre más codiciado del colegio. Una difícil tarea pero, como Sirius solía decir, alguien debía hacerlo. A su lado lo esperaba la radiante sonrisa de Remus Lupin. Su otro gran amigo era tan o más atractivo que él y Sirius, aunque a veces su frágil figura le jugaba en contra. Dueño de unos ojazos color miel y cabello castaño claro era lejos el más adorable y lindo de los tres.
Tras saludar a sus amigos con el super-hiper-duper-exclusivo saludo de Los Merodeadores se percató de que donde Remus estaba sentado, el suelo estaba cubierto de una cantidad impresionante de envoltorios de chocolate. Decidió no preguntar, Remus era un tanto... sensible cuando de chocolates se trataba.
- ¡Sirius!¡Remus!, pensé que los vería la próxima semana. Llegaron antes de lo previsto – les dijo James mientras se iba a sentar. Sus abuelos los miraban con ternura, ambos sabían que al morir su hijo, James había recibido el apoyo incondicional de sus amigos, cosa que ellos agradecían enormemente invitándolos cada verano a pasar las últimas semanas con ellos.
- ¿No te sorprendo? Pensé que me querías más Jamsie. Pero veo que me cambiaste por el Quidditch – le dijo Sirius dramáticamente mientras señalaba la polera que James usaba orgulloso con el nombre de su equipo favorito estampado - Pero no te preocupes, lo entiendo. Si quieres que me largue, lo haré – Sirius avanzó lentamente hacia la puerta y antes de que alguien se lo impidiese agregó. - Pero como se que no es así, que tu me amas y adoras por sobre todo, me quedaré. -
- Bien chicos – Eduard le cortó el monólogo al amigo de su nieto con una sonrisa - los he llamado porque tengo algo que comunicarles. Dumbledore me mandó una lechuza y… -
- ¡Lo que sea que le haya dicho, nosotros no lo hicimos!¡Somos inocentes de todos los cargos! – Sirius estaba arrodillado en el suelo pidiendo clemencia. James tenía el puño en su boca intentando no reírse y a Remus se le había ido el chocolate por otro lado al hacerlo.
- Sirius, querido, deja que Eduard termine – Emily Potter miraba divertida al chico.
- Como decía, Dumbledore me mandó una nota y no, no me comentó nada de ustedes. James, lamentablemente con la abuela tenemos que partir esta misma noche y volveremos justo para despedirlos en el tren el primero de septiembre. -
- ¿Pero a dónde van? – James quería mucho a sus abuelos y le gustaba pasar la mayor parte de su tiempo de las vacaciones con ellos.
- Un favor – le respondió su abuela - Ahora, aprovechando que están todos aquí, y considerando lo que me costó reunirlos… -
- ¿Por qué, si me permite linda abuela-adoptiva-postiza-pegada, le costó reunirnos? -
- Pues a ti no puedo mandarte una lechuza a la Mansión Black por tu familia, querido. No quiero que me la regresen degollada con un lindo moño negro como la última vez y Remus, por razones que aun desconozco, no quería venir. Tuve que ofrecerle chocolates para convencerlo. - James y Sirius miraron a su amigo con incredulidad.¿Sobornos con chocolate?, la afición de Remus llegaba a niveles extremos. Además no recordaban alguna broma por la cual no hubiese querido ir.
- Es chocolate suizo. ¡Suizo! Es el mejor chocolate del mundo. ¡Y no me miren así! me siento incomprendido.. – Remus miró el suelo con pena. En eso, la abuela de James le ofreció la bombonera llena de chocolates "Kisses" con la cual partió corriendo al rincón del estudio con cara de sicópata feliz.
- Bueno, y James se la pasa todo el día bajo el árbol de la plaza mirando no se qué y pensando en no se quién - finalizó el señor Potter
- La cosa es que como no estaremos, necesitan supervisión y no, los elfos no lo harán, sabemos que ustedes los compran y/o sobornan – Cara de "pero-si-yo-jamás-he-roto-un-plato-en-mi-vida" de los 3 chicos.
- Por lo que decidimos – continuó Richard - que trabajarán este verano.
- jajajajajajajajajajjajaajajaja – James, Remus y Sirius rodaban por el suelo de la risa, con Eduard mirándolos impaciente. Cuando por fin lograron levantarse, sujetándose el estómago aun y limpiándose las lágrimas, James preguntó.
- ¿Es una broma, verdad? -
- No, no lo es. Sirius, Remus y tú irán a trabajar a un Club de Campo muggle durante cuatro semanas -
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¡Hola! Bueno, la verdad es que esta es la tercera vez que subimos este Fic. Pero como ninguna de las versiones anteriores nos gustaba nos aventuramos a una tercera que sentimos mucho mejor, mas completa, mejor redactada, en fin, nos llena mucho más. Esperamos desde lo mas profundo de nuestros corazoncitos que les guste, nos posteen y lo sigan hasta el final. Prometemos que vale la pena. Gracias por leernos y ya que llegaron hasta este punto, aprieten Go! y dejen reviws!
Kattia Potter
Sui Black
Ale Patil
Adelanto del próximo capítulo:
"Estoy a su servicio" ¡Esto parece un prostíbulo! Además, estos uniformes no dejan lucir mi hermoso y musculoso cuerpo. ¿Qué estaba pensando Eduard cuando nos mando a esto? – Sirius estaba indignado. A su lado, James y Remus se encontraban en iguales condiciones. No tanto por el hecho de que el uniforme era detestable, sino porque ambos pensaban que su trabajo era el más aburrido
