Un muy atrasado regalo de cumpleaños para Koushiro Yamato; me demoré meses pero, curiosamente, terminé escribiéndolo en poco menos de dos horas.
Aclaración, complemente personal: Star no me agrada ni me agradará (es como Ginny en Harry Potter, insufrible).
¡Olvídalo!, se un héroe
¡Abre los ojos!, mira otra vez.
No era un chico como cualquiera, pese a su edad, su cabeza estaba dedicada a tareas más importantes que sentimientos juveniles y preocupaciones típicas de todo adolescente; aún así, Robin no se había dado cuenta de algo.
Tarde o temprano, todos caían.
–¡Eh! ¡Robin!
Starfire elevó el brazo, saludándole ruidosamente mientras volaba hacia él. El cabello largo se alborotaba por el viento pero siempre, y sin que hubiera una razón lógica para ello, terminaba pulcramente acomodado cuando la chica descendía.
Y así, sin notarlo, el líder de los Titanes se encontró bajando la mirada por la silueta femenina… reparando en que el traje comenzaba a lucir diferente aunque fuera el que la chica usaba desde años atrás.
Curioso, pensó Robin.
A veces había que mirar dos veces, tal vez tres, para reparar en detalles como aquel. El problema, y es que sí había uno, era que le faltaba tiempo y vida personal.
–¿Qué? ¿Tengo algo?
Star giró en su lugar, tratando de encontrar algo que fuera motivo de esa densa mirada que tenía sobre ella; y sin más, de un momento a otro, la atención del resto de los titanes recayó sobre su persona.
–Es la Star de siempre –Chico Bestia murmuró aquello, con aire deductivo.
–Quizás ha ganado altura –Cyborg se unió al análisis–, fueron unos meses lejos de casa…
–Luce exactamente igual –Raven, aunque ya con la mirada en otro punto, agregó su observación.
Y como era de esperarse, Star se dirigió al causante de aquello.
–¿Robin?...
Saliendo del trance, el Chico Maravilla sonrió.
–Bienvenida a casa Star…
5 …
