Holas mis niños… pedí un fic así pero nadie me dijo "yo o/" TwT así que ni modo, me tocó sentarme a relatarlo uwu…

Este primer capítulo está un poco lento, pero es el inicio, ya a medida que avancé se pondrá más interesante :P

Serán capítulos cortos, de unas 2000 palabras cada uno.

Declaimer: Los personajes son de Masashi Kishidrogaslocasmoto, a quién amo por hacernos taaaaan cannon jaajjaja

Personajes principales: Naruto y Hinata.

Secundarios: Sakura, Shion, Sasuke.


o

O

o

~~Yuuwaku Miko~~

La tentación de la sacerdotisa

CAPÍTULO I: MIKO

o

O

o

«Nadie puede tocarla, mirarla, acercarse demasiado a ella, sería como profanar una antigua tumba Egipcia, así que borra esas ideas de tu mente, ya con desearla te compras el boleto hacia el infierno».

Y al diablo con lo que otros pensaran, o advirtieran, mi corazón estaba sedado en aquel instante.

Ella desfilaba por el largo pasillo del templo, con su vestido negro, apto para la ceremonia, un gran turbante en su cabeza y el largo velo que terminaba de cubrir la piel de sus brazos. Era como ver una diosa en persona.

o

O

o

—Repíteme una vez más, ¿a dónde vamos? —sus manos retiraron los lentes de sol de sus ojos, permitiendo que el azul brillara intenso con el sol.

—Naruto, ya te expliqué —replicó su acompañante golpeándole suavemente con una Cosmopolitan enrolladla—. Iremos a Osaka para realizar una ceremonia que es tradición en la familia de Sasuke.

—¿Y yo tengo que ir por qué…? —Sakura rodó los ojos.

—Eres mi padrino de bodas —fijó sus ojos por un instante en la ventanilla del avión—. Realmente quiero casarme con Sasuke, y lo sabes. Se supone que haríamos la boda civil en Manhattan, la boda católica –para complacer a mi familia– en Roma y listo, nos instalaríamos a vivir en Berlín, como habíamos acordado, pero, su padre insista en que hagamos la ceremonia tradicional en Osaka.

—¿Y de que va?

—Pues, consta de varias partes —buscó una agenda en su bolso de mano y comenzó a leer—. Primero; debo pasar una semana conviviendo con quien será mi testigo civil –o sea tú– y los monjes del templo.

—¿Monjes, templo? —golpeó su frente—. ¡Ya recuerdo! —sonrió de lado—. Mi familia y la de Sasuke son cercanas. Esa tradición, no sabía que aún la llevaban a cabo.

—¿Sabes de qué trata? —el rubio rió tras asentir.

—¡Claro! Tras una semana, en la cual no puedes hablar con Sasuke de ninguna manera, se realiza una boda, una especial, más que una boda es como una ceremonia para llamar a la armonía y la fertilidad en la pareja.

—¿Fertilidad? —preguntó tras parpadear un par de veces—. No quiero llenarme de hijos como una coneja.

—No te preocupes, yo no creo mucho en esas cosas.

—¿Y luego? —su curiosidad iba en aumento.

—Pues, la ceremonia se realiza en el último piso del Castillo de Osaka, a diferencia de las bodas católicas, quién realiza la ceremonia es una sacerdotisa.

—¿Una sacerdotisa? —enarcó una ceja.

—Sí, ya te lo dije, no es una boda como tal, no de las que conoces, es una ceremonia hermosa, aunque algo rara.

—¿En qué sentido?

Estimados pasajeros, por favor ajustar sus cinturones.

—Llegamos —susurró Naruto—. Bien, te sigo contando al rato.

—Está bien —ajustó su cinturón, lista para llegar al fin a aquel lugar—. ¿El Castillo de Osaka? —sus ojos se posaron con recelo en aquel castillo que a la distancia lucía imponente.

o

O

o

El Castillo de Osaka, aparte de ser hermoso, un atractivo turístico y emblema del Japón antiguo, era el lugar de descanso para muchos en sus jardines, incluyendo a los residentes del templo que dentro de sus murallas se encontraba.

No era raro encontrar a las sacerdotisas del templo paseándose entre los arboles de cerezos, entrenando en los jardines abiertos, con sus Hakamas* escarlatas, sus camisetas blancas de hombros sueltos y sus tabis**, para los turistas, aquello era parte del espectáculo, para ellas, un estilo de vida.

Los monjes Yamabushi*** que habitaban el lugar, también hacían parte del espectáculo. Era un paisaje que te llevaba a épocas antiguas.

—Mi señora —los presentes se postraron al verla entrar en la sala de oración del templo.

—Orad por vuestra paz, Dios escucha vuestras plegarias —a diferencia de otras sacerdotisas, lucía un kimono tradicional, blanco con flores violetas subiendo elegantes sobre la tela, y sobre su cabeza yacía una tiara, flores entretejidas de plata que rodeaban su cabeza, dejando caer su cabello negro azulado hasta rozar la punta del kimono.

La tela del kimono se arrastraba tras un par de centímetros tras de ella, tornando invisibles sus pies. Sus ojos blancos solo eran vistos por el altar, pues nadie se permitía el atrevimiento de mirarlos.

Blancos como la luna, y carentes de vida, así eran para aquellos que los habían observado en algún momento. Parecía que si los mismos dioses la hubiesen dejado en aquel lugar, para ser admirada en lugar de ellos.

—Mi señora —habló un joven, acercándose al altar, frente al cual ella, de rodillas, oraba—. He venido desde muy lejos para verla… —comenzó a relatar, tras recibir un asentimiento, indicándole que podía hablar.

—No es necesario continuar —sus ojos se abrieron, cruzando directamente con los negros que desde el suelo le observaban—. Traedla aquí, si un mes en el templo demuestra que es digna, entonces os daré mi bendición y los Dioses les bendecirán también.

—Gracias, mi señora.

—Si por el contrario —continúo hablando, interrumpiéndole—. Demuestra ser indigna a vuestras creencias, a vuestros Dioses, vuestro matrimonio será impuro y no podré daros mi bendición.

—Entiendo —sonrió y apoyado en las supersticiones de su gente, tocó un mechón de aquel largo cabello, según, para la buena suerte—. Muchas gracias, mi señora.

Se levantó, manteniendo la cabeza gacha y una postura respetuosa. Se retiró del templo, dispuesto a volver con aquella mujer.

o

O

o

—¡¿Qué dices?! —el grito de la pelirrosa inundó sus oídos y resonó en las paredes del hotel—. ¡¿Un mes?! —gritó de nuevo—. ¡Dijiste una semana, una maldita semana!

—Sakura, cálmate por favor.

—¿Qué me calme? —hiperventilaba—. Por segunda vez debemos cambiar la fecha de la boda en menos de 15 días, y todo porque la vieja del templo me quiere un mes allá.

—No seas irrespetuosa, no es cualquier sacerdotisa, y sé que Dios estáa de nuestro lado porque he tenido la oportunidad de hablar con ella directamente —sus ojos negros brillaban—. ¿Puedes creer que ya sabía sobre qué iba a hablarle?

—¿Puedes creer que te han visto la cara de idiota? ¿Tienes idea de cuantos hombres llegarán por la misma razón que tú?

—Tú aceptaste el cumplir con las tradiciones de mi familia.

—Pues ya no quiero ¡No iré a internarme en ese templo durante un mes, y es mi última palabra!

3 horas más tarde…

—Sean bienvenidos al Castillo de Osaka —una hermosa Geisha se inclinó ante ellos en uno de los salones del palacio—. Es un honor para mí recibirles, Uzumaki-sama, Uchiha-sama, Haruno-sama —se arrodilló ante ellos, se levantó y comenzó a preparar el té en frente de los 3—. Se me ha ordenado recibirles en esta habitación. Aquí, deberán despedirse de Uchiha-sama —tomó la primera taza de té y la entregó al nombrado—. Uzumaki-sama deberá de acompañar a Haruno-sama durante su estadía en el templo, como padrino, es su deber guiar el matrimonio de sus ahijados —el rubio se rascó la cabeza avergonzado y confundido—. Haruno-sama, estará bien mientras cuente con el apoyo de su padrino. Uchiha-sama debe de esperar por ella, y si es digna, mi señora les casará —entregó la taza de té a Sakura y Naruto—. Uchiha-sama —el aludido se sobresaltó—. Es su hora de retirarse.

—¿Podemos despedirnos antes? —preguntó la ojiverde exhaltada.

—No, porque la prueba ya ha dado inicio —dos Yamabushi aparecieron tras los invitados y tomaron al novio por ambos brazos.

—Ey, déjenlo, esto es extremista —se quejó, siendo retenida por Naruto.

—Tranquila, es parte de la tradición, recibir la taza de té, es la manera en que aceptas el trato.

—Pero…

—Todo estará bien —le sonrió y la Geisha se levantó, tras retirar sus tasas.

—Hoy conocerán a mi señora —comenzó su camino—. Siganme, les llevaré al templo, allí serán recibidas por las sacerdotisas, serán preparados para cumplir su primera tarea.

—¿Primera tarea? —Sakura tragó en seco—. ¿Cuál es la primera tarea?

—Asistirán a mi señora en una ceremonia —sonrió y se inclinó ante ambos—. Deben darse prisa, ya mi señora está siendo preparada.

—¿Ceremonia de qué? —preguntó Naruto sonriendo.

—Ceremonia de matrimonio —verde y azul se cruzó en una fugaz comunicación al escuchar las palabras de una de las sacerdotisas—. Hoy conocerán el cómo funciona la ceremonia, y asistirán a la sacerdotisa.

No hubo tiempo para más preguntas. Fueron arrastrados por los largos pasillos del templo y llevados a las que serian sus habitaciones; Naruto compartiría con 5 Yamabushis y Sakura con 4 Mikos****.

Sakura fue vestida con las ropas tradicionales de las sacerdotisas y Naruto con ropas de monje. Para la ceremonia los trajes eran completamente blancos. Era la norma de oro.

No podían usar zapatos o getas y debían de recorrer solo con las tabis el camino desde el templo hasta el octavo piso del castillo, al cual, por tradición, subían por las escaleras los sacerdotes, monjes y sacerdotisas, en lugar de usar el ascensor.

En menos de 30 minutos se encontraban ambos, de rodillas, con la espalda firme, al igual que unos cuantos monjes y sacerdotisas más, en el pasillo principal del templo, esperando por la «estrella principal» en aquella ceremonia.

—Recuerden —les susurró la sacerdotisa de antes—. Cuando mi señora entre, se levantan uno tras del otro y le siguen, manteniendo una postura firme, su trabajo es guardar la espalda de la sacerdotisa.

—¿Guardarla de qué? —preguntó Sakura, cada vez más confundida.

—De los malos espíritus que puedan intentar entrar en su cuerpo para maldecir a los recién casados —respondió Naruto sonriendo—. Por eso vamos completamente de blanco, para que el brillo que desprendemos les haga desaparecer.

—Exacto —la sacerdotisa sonrió y tomó asiento en la punta, junto a Sakura—. Está muy bien informado.

—Soy de Osaka —respondió con orgullo.

—Por cierto —intervino Sakura—. ¿Cómo te llamas?

—Soy Shion —respondió con tranquilidad, manteniendo su postura—. Ya viene, recuerden, distancia de 50 cm y espalda firme.

—Sí, señora —respondieron al unísono.

Ella entró…

—Es hermosa —se escapó de los labios de Naruto al verla—. Muy hermosa…

—Ten cuidado con tus palabras —le reprendió Shion, levantándose sobre sus talones—. Nadie puede tocarla, mirarla, acercarse demasiado a ella, sería como profanar una antigua tumba Egipcia, así que borra esas ideas de tu mente, ya con desearla te compras el boleto hacia el infierno.

—No la estoy deseando —se defendió.

—¿No? —sus ojos le miraban con recelo—. Entonces, explícame, ¿por qué tu rostro se ha sonrojado, tu piel se erizó y tu Hakama se ha abombado un poco al frente?

—Cállate —bufó intentando enfriar sus ideas.

Y al diablo con lo que otros pensaran, o advirtieran, su corazón estaba sedado en aquel instante.

Ella desfilaba por el largo pasillo del templo, con su vestido negro, apto para la ceremonia, un gran turbante en su cabeza y el largo velo que terminaba de cubrir la piel de sus brazos. Era como ver una diosa en persona.

Era hermosa, y sus ojos, tan blancos como las ropas que llevaba se cruzaron con los suyos. En el momento que se detuvo frente a él.

Shion se inclinó ante ella y comenzó su andar. La sacerdotisa avanzó y todos comenzaron a levantarse.

—Naruto —le llamó Sakura, con cuidado de no ser escuchada al frente—. Levantate.

—S-sí —sus ojos se enterraron en la persona que caminaba frente a él desbordando gracia—. Muy hermosa —pensaba—. «…borra esas ideas de tu mente…» ¿Qué las borre? Si apenas puedo contenerme de mirarla.

El paseo hasta el octavo piso del templo terminó, y siguiendo las indicaciones de Shion, Naruto se sentó a su diestra y Sakura a su derecha frente a los novios.

—Cuidaos mutuamente y Dios os cuidará —recitaba con las manos al frente. Sus ojos se desviaron a su derecha, él seguía mirándola, aquello comenzaba a incomodarla.

—Baja la cabeza —le sugirió Shion a su lado—. No debes de mirarla a los ojos.

—Lo siento —susurró fijando sus ojos en sus propias piernas.

o

O

o

Continuará…

*Hakama: falda divida tradicional, consta de 5 pliegues adelante y 2 atrás. Es parte del traje tradicional de la sacerdotisa o «Miko».

**Tabi: Medias tradicionales para usar con getas.

***Yamabushi (lo que se oculta en la montaña): es una clase de eremitas budistas japoneses seguidores de la doctrina del Shugendō, una integración del budismo esotérico de la escuela Shingon con elementos del taoísmo y el sintoísmo.

****Miko: Sacerdotisa, Monja, Hechicera, entre otras denominaciones para las cuidadoras de los templos Shinto


Espero lo hallan disfrutado… besos~~ FanFicMatica :*