El calor dominaba en Nueva York ese 1 de julio, sobre todo para los semidioses que entrenaban en el Campamento Mestizo, claro, los que no estaban haciendo nada se relajaban a la sombra de los arboles, o simplemente se escabullían de vuelta a sus cabañas. Desde que había finalizado el conflicto con Gaia y los romanos, todos habían sido libres de disfrutar de una vida lo más tranquila posible.

Seis meses antes, en enero, Percy y Annabeth rompieron su relación sin dar razones a nadie, les tomó tres meses volver a hablar como antes.

Hablando de calor, cierto hijo de Hefestos había logrado sobrevivir a cierta explosión y después de un mes había vuelto en un cierto dragón acompañado de cierta chica inmortal.

Sí, Leo Valdez había sobrevivido, para casi morir a manos de una enfadada hija de Afrodita.

Calypso había sido bien recibida en el Campamento, y se quedaba en la Casa Grande junto a Quirón.

Nico y Will habían desarrollado una extraña relación de amistad en donde ambos peleaban sin razón, pero si no estaban cerca el uno del otro, se buscaban, aunque fuera para pelear, de nuevo.

De vuelta al presente, la tranquilidad se vio rota repentinamente, cuando dos chicas cruzaron la barrera del Campamento como si nada, ocasionando que un sátiro gritara con espanto. Todas las cabezas se volvieron en dirección a la entrada del Campamento, y las miradas de los semidioses se centraron en esas dos chicas.

Una, llevaba el cabello castaño oscuro atado en una coleta alta, de ojos oscuros, al igual que su cabello, su piel era ligeramente tostada, poseía rasgos felinos, y miraba todo con atención, como si pensara me piro a la primera que sospeche. Era baja de estatura, vestía unos jeans negros, una blusa y converse del mismo color.

La otra chica, poseía cabello negro, ojos de igual color, sus rasgos faciales eran femeninos y delicados, su piel era un poco más oscura que la de la otra chica, de la misma estatura, llevaba una blusa negra sin mangas, unos shorts negros, una chaqueta atada de la cintura de color gris y Nike's del mismo color.

Quirón se acercó rápidamente, seguido de Will y Jake.

-Señoritas...

El centauro fue interrumpido por un halo de luz que iluminó a la chica castaña, y sobre ella apareció un arco y una lira. Era hija de Apolo.

Los murmullos no se hicieron esperar, y todos los habitantes de la cabaña 7 se acercaron a su nueva hermana.

Ambas chicas parecían confundidas en toda la extensión de la palabra, y la hija de Apolo miraba el holograma sobre su cabeza con una ceja alzada.

Quirón habló:

-¿Les molestaría decirme sus nombres, señoritas?- La voz del entrenador de héroes era calmada, como si no le sorprendiera en lo más mínimo la presencia de las dos jóvenes.

Ambas féminas compartieron una mirada, y la hija de Apolo respondió por las dos:

-Mi nombre es Amira, y ella es Karissa.- Señaló a la otra joven, alias Karissa.

El centauro sonrió.

-Las he estado esperando, jovencitas.

Quirón les hizo una seña, emprendiendo camino a la Casa Grande, siendo seguido por Karissa y Amira. Los demás semidioses miraron con esceptismo al centauro y las chicas irse.

¿Qué acababa de pasar?

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A la hora de la cena, todos se reunieron en el pabellón, expectantes a la oportunidad de saber más sobre esas dos chicas que habían llegado al Campamento sin la ayuda de un sátiro.

Amira se había situado en la mesa de Apolo, y había entablado conversación rápidamente con Will, Karissa en cambio, se mantuvo de pie junto a Quirón.

-Campistas.- Llamó la atención el centauro, con su mano izquierda en el hombro derecho de Karissa- Como sabrán, hoy se han unido a nosotros dos semidiosas. Amira Loux, hija de Apolo, y la joven Karissa Rodriguez, hija de...

Y una vez más, el legendario centauro fue interrumpido por una intervención divina. Justo encima de la cabeza de la azabache apareció una calavera rodeada de una neblina verde. Un signo que nadie había visto antes, pero que demostraba claramente la identidad de su progenitor.

La boca de Karissa se abrió con asombro cuando miró lo que tanto llamaba la atención, se quedó observando el holograma hasta que este se desvaneció.

Quirón se inclinó frente a ella.

-Salve, Karissa Rodriguez, hija de Hades, Dios del Inframundo, Dios de las riquezas, señor de los muertos.

Un trueno rompió el silencio mortal que se había formado, pero todos hicieron caso omiso y empezaron a arrodillarse, siguiendo el ejemplo de Quirón.

Karissa se mantuvo ahí, de pie, con los ojos abiertos como platos, y una expresión que decía algo como ¿Estás bromeando? Dime que estás bromeando, tienes que estar bromeando.

Después de unos minutos, que a Karissa le parecieron una eternidad, empezaron a levantarse todos. La recién descubierta hija de Hades tenía una mueca de incomodidad, mientras pasaba el peso de su cuerpo de una pierna a otra.

-Bueno, Karissa,- Habló Quirón- Te quedarás en la cabaña 13, y la compartirás con Nico, quien no está presente ahora.

-Eh, sí... Gracias.

La hija de Hades sentía las miradas de todos sobre ella, y sabía que estaban haciendo comentarios. Sabía la rutina de los nuevos, llegabas, te miraban, y salían los rumores. Benditos rumores. En su última escuela, habían creado el rumor de que su padre era un mafioso y que por eso nunca estaba en casa, por lo cual la mayoría procuraba no acercarse a ella. Jamás hubo un rumor que le ahorrara tantos problemas como ese.

Los bravucones no se metían con ella por miedo al padre que no conocía, y los chicos habían dejado de intentar meterse en sus pantalones. Claro, la única que no se había dejado llevar por los rumores había sido Amira, quien era igual de solitaria, pero poseía un aura oscura que no era muy agradable.

Ahora que lo pensaba, considerando que era la hija del dios del sol eso era bastante irónico.

Pero ahora, ¿Dioses?, había tenido tres días para hacerse a la idea, y aún no podía creer que todo lo que su padre había dicho fuera cierto. Hades había hecho una pequeña visita sorpresa a Karissa, explicándole todo sobre el mundo mitológico, diciendo que ella era su hija y revelándole que su única amiga era una semidiosa también.

Hades le había confesado que no confiaba en los sátiros del Campamento, porque Zeus podría manipularlos. Le explicó lo pasado esos últimos seis años, las guerras, el juramento. Todo. Le dejó la dirección del Campamento, y se marchó tal y como había llegado.

Karissa estuvo tentada en más de una ocasión el decirle:"Eh, espera. Sobrecarga de información, el dispositivo se está sobrecalentando. Intente más tarde." Pero no estaba segura de sí el dios no se enfadaría.

Entonces, si ya sabía que era hija de un dios y todo, ¿Por qué la sorpresa?.

Hades le había advertido que hablaría con el encargado del Campamento, Quirón, y le informaría sobre la situación. Que le diría a Quirón. No que iba a hacer esa cosa del reclamo divino y ese holograma tan feo, ni que todos se arrodillarían frente a ella en señal de respeto, ni que se convertiría aún más en el centro de atención.

Repentinamente, una voz conocida hizo su camino a través de los oídos de Karissa, casi causándole un infarto.

-¿K-Kari?

Solo había una persona que le llamaban así en todo el mundo. Su hermano, Chris. Pero eso no era posible, llevaba años sin saber de él y su madre le había dicho que había decidido marcharse con su padre.

Volteó, y su mirada se humedeció mientras observaba a un joven de cabello negro, con ojos de color marrón, de rasgos afilados y cejas arqueadas.

-¿Chris?- Su voz se deslizó por su garganta y salió como un susurro. El chico sonrió, y le abrazó fuertemente.

Ese calor, ese sentimiento de ternura. Ella los conocía. Aún recordaba cada vez que, cuando era niña, Chris iría a calmarla cuando tuviera un mal sueño, cuando él le haría la cena, todo eso lo recordaba.

Envolvió el torso de Chris con sus brazos, sintiendo las lágrimas tratar de escapar de sus ojos.

Ambos se separaron, mirándose a los ojos.

-Creí que... Mamá dijo...- Trataba de hablar, pero su alivio y sorpresa nublaba sus sentidos.

-No debes creer nada de lo que te diga esa mujer.- Dijo Chris, mirándola de pies a cabeza - Diablos, ¡Cómo has crecido! Eres toda una señorita.

Karissa rió, y observó la vestimenta de su hermano mayor. La camiseta naranja del campamento estaba hecha jirones, y sus pantalones tenían unas rasgaduras que sospechosamente parecían garras.

-Chris... ¿Qué te sucedió? ¿Estás bien?

-Eso debería preguntarlo yo. ¿Cómo has llegado aquí?

Karissa procedió a contarle lo que había sucedido, la visita de su padre, sus consejos y advertencias, su llegada al Campamento.

Cuando terminó de relatar los acontecimientos, miró a Chris con una ceja alzada.

-¿Qué? Oh, es que estaba en una misión, fuimos a acompañar a un sátiro a buscar a unos semidioses nuevos, nada fuera de lo común.

-¿Fuimos?- Preguntó la menor, ladeando la cabeza en confusión.

-Sí, Clarisse y...- Repentinamente y de manera alarmante, la cara de Chris tomó un color pálido, y empezó a pasear su mirada por todos lados- ¿Has visto a una chica de cabello castaño, alta, un poco robusta y con un pañuelo en la cabeza?

Karissa se tomó el tiempo de mirar por el lugar, y sus ojos negros se encontraron con unos marrones, que la miraban con furia.

La menor de los hermanos tragó con dificultad.

-¿Te refieres a esa chica detrás de ti que me mira como si me fuera a hacer ensalada a la Rodriguez?

Chris cerró los ojos con fuerza, y Karissa pudo ver su manzana de Adán subir y bajar. Su hermano volteó lentamente, y sonrió con nerviosismo.

La muchacha le miró con ira y se dió la vuelta, marchándose junto a los chicos robustos que Quirón le había señalado como los hijos de Ares.

Karissa miró a su hermano.

-¿Estás bien?- Cuestionó con preocupación.

-Sí.- Suspiró- Hablare con ella luego. Ahora, cuéntame que has hecho estos últimos nueve años.

-Bueno...

La menor de los Rodriguez relató todas las cosas que habían estado sucediendo en su vida, le contó sobre su amiga, Amira, y Chris le comentó que en el Campamento haría muchos amigos.

Ambos se sentaron el piso, siendo que no podían ocupar lugar en mesas de otro progenitor divino, recibiendo miradas curiosas de vez en cuando.

A la hora de ir a la hoguera, Amira se había acercado, y la había alejado un poco de Chris.

-¿Quién es ese, eh?- La hija de Apolo movió sus cejas de arriba a abajo.

-Es mi hermano mayor, se llama Chris.

-Entien...- La mirada de Amira se llenó de indignación al darse cuenta de que era la primera vez que le comentaba sobre algún hermano- ¿¡Por qué no me habías dicho antes!?

-Larga historia corta:- Rodó los ojos- Mi madre me mintió diciendo que él se había marchado con su padre, y simplemente no me apetecía hablar de algo como eso.

Amira asintió, aunque su boca estaba fruncida con inconformidad. Karissa se sentó junto a su hermano, que le había hecho lugar a su izquierda, y Amira se posicionó a la izquierda de Karissa.

Cantaron al ritmo que marcaba la cabaña de Apolo, y Karissa pudo escuchar por primera vez la maravillosa voz de su amiga. Chris tenía un brazo sobre los hombros de su hermana, y la cabeza de Karissa estaba apoyada en el pecho del hijo de Hermes mientras observaba el fuego de unos dos metros de alto de un vivaz color naranja. Fue ahí cuando pudo divisar a una niña muy cerca del fuego, de cabello castaño rojizo y ojos del mismo color del fuego.

Le comentó a Chris sobre ella, y él le dijo que seguramente era Lady Hestia, la diosa del hogar, y que sólo algunas personas podían verla. Karissa asintió, y preguntó si él no podía verla, a lo que él negó.

La hija de Hades se estaba quedando dormida cuando Chris la sacudió ligeramente.

-Hora de irse a las cabañas.- Anunció él con una sonrisa. Karissa se levantó, y le pidió, entre bostezos, que le indicara cual era la cabaña 13. Él le señaló la cabaña que estaba completamente pintada de negro, con fuego verde en las antorchas. La menor le agradeció y se despidieron con un abrazo.

En cuanto el cuerpo de la semidiosa tocó la suave cama de la litera de arriba, cayó rendida a los brazos de Morfeo.

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Al día siguiente, cuando se había levantado, había una camiseta del Campamento en uno de los escritorios. Se levantó y entró al baño, el cual estaba completamente limpio y ordenado, como si nadie lo hubiera usado en mucho tiempo.

Se dió una rápida ducha, usando el shampoo de olor a durazno, cuando salió del baño, cayó en cuenta de que no había llevado ropa al Campamento, con algo de miedo, revisó los armarios, buscando algo de ropa.

Para su suerte, encontró unos pantalones un poco pequeños, pero que sin duda le servían. Se puso la camisa del Campamento, los jeans, sus Nike's y se ató la chaqueta en la cintura.

Tomó un cepillo que estaba en una caja, lo cual demostraba que era nuevo, y se cepilló los dientes con rapidez.

Salió de su cabaña, observando el clima nublado, y solo pudo caminar unos metros antes de escuchar un alboroto en la entrada del Campamento, había mucha gente aglomerada en el lugar, como si estuvieran en la calle y apareciera una super estrella de cine.

Se quedó mirando aquel escándalo hasta que oyó una voz detrás suyo.

-Sí que son exagerados.- Volteó a ver al dueño de aquella voz.

Era un chico de tez olivácea, alto y delgado, de cabello y ojos negros. Estaba vestido completamente de negro, y llevaba una espada de igual color en la cintura.

Él la miró, y extendió su mano.

-Soy Nico Di Angelo, hijo de Hades.

Karissa tomó su mano y la sacudió con firmeza, sonriéndole.

-Soy Karissa Rodriguez, es un placer.

-Padre me informó sobre ti, te deje la camiseta del Campamento. No pude conseguirte unos pantalones, pero veo que los de Hazel te sirvieron.

-¿Hazel?- Preguntó confundida.

-Nuestra hermana por parte romana.

-Oh.- Dijo simplemente, volvió a mirar a las personas que mantenían su desastre en la entrada del Campamento- ¿Qué sucede allá?

-Sólo es Percy.- Respondió Nico con los brazos cruzados sobre su pecho.

-¿Percy Jackson?

-Veo que te han hablado de él.- Dijo, inexpresivo- Sí, el gran héroe, Perseus Jackson.

-Ya veo...

Ambos compartieron una mirada, se dieron la vuelta y se marcharon al pabellón. Karissa sirvió una porción considerable de comida en su plato, mientras que Nico se comió lo restante.

En menos de cinco minutos, Nico había terminado de comer y observaba a su hermana saborear sus alimentos, Karissa le miró con una ceja alzada. Ese chico era una bestia.

Me recuerda a alguien, pensó.

Su mirada se encontró con su única y mejor amiga, Amira, poniendo una gran cantidad de comida en su plato, comiendo rápidamente y bebiendo coca cola en su mesa.

Sacudió la cabeza y buscó a Chris con la mirada, lo encontró en la mesa de la cabaña 11, comiendo y hablando con los que se habían presentado a ella como los Stoll, aunque tenía un semblante preocupado.

Y entonces entró la bestia.

La chica que Chris había señalado como Clarisse se dirigió al pabellón justo después de salir de la cabaña 5, y se plantó furiosa frente al mayor de los Rodriguez. La joven castaña empezó a gritar a los cuatro vientos que quién demonios era la chica con la que había estado coqueteando y lo descarado que era para hacerlo frente a sus narices.

Karissa entendió, entonces.

Ellos eran pareja.

Sus labios formaron una gran 'O', y se levantó con determinación, ignorando las señas de Chris para que se sentara. Nico frunció el ceño confundido cuando ella empezó a caminar hacia la fiera, y la mandíbula de todos cayó hasta el Inframundo cuando la hija de Hades se posicionó junto a Chris, sonriéndole a la bestia sedienta de sangre que era Clarisse.

-Hola,- Empezó, y decidió que debía apurarse cuando Clarisse le gruñó- Creo que no nos hemos presentado correctamente, mi nombre es Karissa Rodriguez, soy la hermana de Chris. Un placer conocerte.

Y las mandíbulas cayeron aún más bajo, hola tártaro es un placer conocerte.

Clarisse boqueó, pareciendo un pez fuera del agua. Miró a Chris con pena, y sus mejillas se colorearon de un pálido rosado. Karissa sonrió y palmeó a su hermano en el hombro.

-Nos vemos, bro.

Salió del pabellón y fue hacia la arena, según lo que le había dicho Quirón, podía elegir entre tiro con arco y clases de espada. Decidió que entrenaría la espada primero.

Pero claramente, necesitaba un arma para entrenar. Buscó a alguien que conociera que pudiera ayudarle, y su mirada se posó en la persona perfecta.

-Eh...- Vaciló - Disculpa que te pregunte así pero, ¿Eres Travis o Connor?

El chico sonrió travieso.

-No lo sé, podría ser Travis, como podría ser Connor. ¿Quién crees tú que soy?

Karissa dudó, y le miró con atención. Se acercó al cuerpo del chico, y midió su altura. Le llegaba a los hombros.

-¡Eres Connor!- Exclamó alegre, sorprendiendo al menor de los Stoll.

-Demonios.

La hija de Hades sonrió.

-¿Podrías llevarme a escoger un arma?

El hijo de Hermes le sonrió devuelta y asintió, empezando a caminar e indicándole que le siguiera. Ambos se dirigieron a la armería, y con ayuda de Jake Mason estuvieron durante aproximadamente una hora tratando de encontrar un arma con la que se sintiera cómoda.

Habían probado espadas, lanzas, mazos, cuchillas, de todo. O eran muy largas, o muy cortas, muy pesadas o demasiado ligeras.

Simplemente ningún arma se sentía bien en sus manos.

Karissa suspiró derrotada, al igual que Connor y Jake. Los dos chicos estaban sentados en el suelo, rodeados de todo tipo de armas mortales.

El sonido de los cascos de caballo llamaron la atención de la hija de Hades, quien levantó la mirada.

-Veo que han estado ocupados.- Quirón dijo, con una sonrisa divertida al ver las muecas de frustración en las caras de los semidioses- Connor y Jake, pueden volver a sus actividades, yo seguiré ayudando a Karissa.

Ambos chicos asintieron y se marcharon, despidiéndose de Quirón y Karissa. El centauro le sonrió, y le señaló que le siguiera, ambos empezaron a caminar hacia la Casa Grande, se adentraron a la casa y Quirón le miró con una leve sonrisa.

-Debes subir al ático, busca en la caja que tiene la inscripción "με την κόρη του Άδη".

Karissa dudó, pero asintió, y con pies de plomo subió con desgana al ático de la casa.

El lugar le causó un escalofrío, era algo oscuro, lleno de antigüedades, ella estaba segura de que si respiraba con la suficiente fuerza saltaría el polvo por todos lados. Empezó a buscar con rapidez la caja que Quirón le había indicado, topándose con cosas como: Recuerdo de la Batalla del Laberinto.

Karissa se preguntó por qué alguien querría guardar algo de una batalla. Sacudió su cabeza. Debía concentrarse en encontrar la caja.

Después de rebuscar en unos estantes, encontró una caja de color negro, que era de las pocas cosas que se había salvado del polvo, la tomó en sus manos y leyó las palabras en griego inscritas en color blanco:

με την κόρη του Άδη.

Ok. Esa era la caja, a menos que hubiera otra caja que dijera "Para la hija de Hades". Karissa resopló, y se levantó, arregló un poco las cosas y salió del lugar. Bajó las escaleras, encontrándose a Quirón, quien la miraba.

-Ábrela.

El ceño de Karissa se frunció ligeramente mientras removía la tapa de la caja, adentro había un anillo de color negro, con un hermoso rubí en el centro. En el interior tenia talladas las letras "K. R." , la pelinegra miró al centauro con confusión.

-¿No se suponía que buscaríamos un arma?- La voz de la semidiosa destilaba confusión mientras observaba a Quirón.

-Verás, ese anillo es un arma.

La confusión de Karissa aumentaba mientras sus ojos trataban de decir lo que por respeto no comentaba Ya se le fundió el cerebro al pobre.

-Sujétalo con fuerza.

La hija de Hades empezaba a dudar de la cordura del centauro, pero obedeció y apretó el anillo con su mano derecha. Soltó el objeto con sorpresa cuando comenzó a emitir un brillo rojizo, el anillo brillaba con intensidad, y cuando el brillo se extinguió, en su lugar había una espada de medio metro de largo y unos seis centímetros de ancho, de mango negro y hoja de doble filo.

Cuando Karissa superó la sorpresa, tomó la espada con manos temblorosas. Era ligera y se movía con facilidad, se movía como si fuera una extensión más de su cuerpo, con fluidez.

-Su padre nombró esa espada como " Kalosýni "

-¿Bondad?- Las palabras salieron de su boca antes de poder siquiera entender que había traducido con facilidad el griego- Extraño nombre para una espada.

-Lo creas o no, Karissa es variante de bondad.- Sonrió el centauro, disfrutando de la mirada de incredulidad de la semidiosa.

-Y esto... ¿Es mío?

-Bueno, se supone que es para la hija de Hades, y me la entregó Argos hace unos días, de parte de tu padre. Como eres la única hija de Hades por aquí, sí, es tuya.

Karissa volvió a mirar la espada en su mano, sintiéndose extraña ante el hecho de que su padre le había enviado aquel regalo.

Sacudió la cabeza con fuerza, y le sonrió a Quirón, despidiéndose y dando las gracias. Tomó la caja, y decidió que la dejaria en su cabaña para cuando quisiera guardar algo.

Cuando salió de la cabaña 13 miró el Campamento. Era un lugar hermoso, y por lo que había visto hasta ahora, todos -o al menos la mayoría- se apreciaban.

El día se le pasó junto a Jake Mason en la forja, observando el trabajo de los hijos de Hefesto y ayudando de vez en cuando. Los semidioses ahí le agradaban, a pesar de ser de pocas palabras, excepto claro por Leo Valdez, quien parecía un pequeño duendecillo hiperactivo.

Cuando se hizo hora de almorzar, Karissa y los hijos de Hefesto fueron al pabellón, y se separaron en ese momento. Nico había aparecido rápidamente, tomado unos bocadillos y se había marchado a hacer algo que no quiso decirle a Karissa. Eran ya las tres cuando terminó de almorzar, y se dirigió al lago a pasar el rato.

Un sentimiento cálido afloró en su pecho cuando Chris y Amira se acercaron a ella y empezaron a contarle sobre lo divertido que iba a ser jugar Captura la Bandera. Ambos les explicaron como se jugaba y cuáles eran las reglas, comentándoles que la cabaña de Hermes se había aliado con Poseidón, la de Apolo con Atenea y la de Hades era neutral, ya que Nico no había estado presente durante la semana.

Karissa se preguntó por qué Nico no estuvo presente esa semana en el Campamento.

-Claro, lo más probable es que vengan Annabeth y Percy a pedirte que te unas a uno de ellos. Si el equipo con el que te aliaste resulta ganador, entonces los ganadores se libran de las actividades de limpieza y...

Comentaba Chris, y las semidiosas le escuchaban con atención, pero a Karissa le llamó la atención la chica que se acercaba a ellos con una leve sonrisa de satisfacción, que le recordó a la que tenia Amira cada vez que le ganaba en una apuesta.

Quiso pensar que la chica iba a otra dirección, pero cuanto más se acercaba, más se hundían sus esperanzas.

La chica se plantó frente a los tres, aún sonriendo y saludó a Chris, para luego dirigirse a las dos chicas.

-Hola, soy Annabeth Chase.- Se presentó, extendiendo su mano hacia Karissa.

La hija de Hades apretó su mano con timidez, mirándole. Annabeth poseía cabello rubio y ondulado, atado en una coleta, ojos de un increíble gris y mirada desafiante, llevaba la camiseta del campamento y unos shorts, de cuerpo atlético y ágil.

Cuando se percató de que había estado mirando sin disimulo a la chica desvió sus ojos a su regazo, sintiendo sus mejillas arder.

-Yo soy Amira y ella es Karissa.- Presentó Amira luego de estrechar la mano de la chica.

-Es un placer conocerlas. Y díganme, ¿De quienes son hijas?

-Ella es hija de Hades y yo soy hija de Apolo.

-Eso había oído.- Dijo ella. Miró a Karissa y le preguntó- ¿Has oído sobre Captura la Bandera?

-Eh... Sí,- Respondió- Chris me estaba explicando las reglas justo ahora.

-Entiendo, y dime algo, ¿Te gustaría jugar a mi favor? Soy la consejera de la cabaña de Atenea.

-Yo...

Karissa pensó en su situación, apenas había recibido su arma, no había entrenado ni un poco, y ya faltaba poco para que dieran las seis -que era cuando comenzaba el juego-.

-¿N-No deberías preguntarle a Nico? Él tiene más experiencia y-y eso.

-Nico me dijo que te preguntara si querías unirte, después de todo sigues siendo nueva en esto.

-E-Es que...- Dudó- El problema es que no he entrenado ni nada y creo que solo seré un obstáculo.

Annabeth sonrió.

-Tranquila, escucha,- Comenzó- Lo único que tendrás que hacer es distraer a los que se acerquen al arroyo, no es un trabajo muy difícil.

-B-Bueno, está bien.

-Tranquila cariño,- Amira pasó un brazo sobre sus hombros- Yo estaré al pendiente de ti.

Annabeth sonrió una vez más y se marchó. Chris miraba a su hermana con desaprobación.

-No eres experimentada en esto, no debiste aceptar.- Regañó el mayor.

Karissa le sonrió, nerviosa. Chris suspiró y cambió de tema.

Llegada la hora del juego, Quirón empezó a dictar las reglas, que Karissa ya sabía gracias a su hermano. La hija de Hades se sintió incómoda en aquella armadura, pero no se atrevió a quitársela; se acercó a Annabeth, y tocó con timidez su hombro.

-Oh,- Annabeth volteó- ¿Estás nerviosa?

-No. Bueno, sí. Sólo un poco.

La hija de Atenea sonrió levemente y palmeó su hombro.

-Bueno, tranquila, ya escuchaste a Quirón. No se permiten mutilaciones, y si te preocupan los chicos de Ares, puedes estar tranquila. No te harán nada si saben lo que les conviene.

-Uh...- Annabeth le indicó donde debía posicionarse y se marchó- Gracias...

Amira empujó su hombro con una sonrisa, mientras se separaba de ella para ir con algunos otros hacia otra parte del bosque, llevando un arco y un carcaj lleno de flechas colgado en su hombro izquierdo.

En menos de tres minutos, Karissa estaba en el arroyo, con Kalosýni en mano, usando una armadura el doble de pesada que ella, esperando a que no le tocara enfrentarse a nadie.

Una vez más, la suerte jugaba en su contra, después de algo que pareció como una hora o algo así, cinco chicos robustos que ella recordaba haber visto en la mesa de la cabaña 5 aparecieron, armados con lanzas y espadas.

Ya me morí, fue el único pensamiento de Karissa al ver las sonrisas maliciosas de esos chicos por debajo de sus cascos.

La hija de Hades tragó con dificultad. Cinco contra una. Expertos contra amateur.

Era obvio para ella que no tenía oportunidad, entonces, ¿Por qué sus piernas no corrían?. Una sensación de adrenalina se disparó en las venas de Karissa mientras esquivaba el mandoble de la espada del que parecía ser el más grande.

La pierna de la semidiosa actuó por si misma, pateando el pecho del hijo de Ares con fuerza, haciéndolo caer y golpearse la cabeza con un árbol, lo cual lo dejo lo suficientemente aturdido, como para que Karissa pudiera detener a los otros chicos de seguir avanzando.

Las manos y los pies de Karissa se movían con vida propia, siguiendo aquellos impulsos que la parte racional de su cerebro luchaba por callar.

Su mano derecha sujeto con fuerza a Kalosýni, antes de pegarle uno de de los chicos de lleno en la cara, con la parte plana, claro está.

Dos menos, faltaban tres.

El otro con la lanza trató de darle en el estómago, y Karissa se echó hacia atrás exaltada, con la mala suerte de que cayó, y los otros dos con espadas la tomaron cada uno por un brazo, alejando a Kalosýni de ella.

-Vaya, vaya, miren que tenemos aquí. Una pequeña valiente.- La voz del tipo frente a ella era gruesa y rasposa, y su mirada tenía un tinte diabólico que la hizo estremecer.

Karissa maldijo por lo bajo, y sintió el impacto de el puño del imbécil estrellarse en un estómago, seguido de un golpe en la cara. La hija de Hades le miró con desprecio, sin demostrar el dolor que aquellos golpes habían causado.

Eso se estaba poniendo demasiado serio para su gusto, y no le agradaba para nada el hecho de que los otros dos tipos se estaban recuperando de su aturdimiento.

Repentinamente, la figura de una mano formada con agua impactó al chico frente a ella, y ya no sentía el agarre en sus brazos. Sus piernas temblaban, y cuando estaba a punto de dejarse caer, unos brazos la atraparon, ella se soltó, pensando que sería uno de los hijos de Ares. Cayó de culo al piso, y alzó la mirada para observar al tipejo.

Sorpresa. No era uno de los retrasados aquellos.

El chico la miraba con una sonrisa, extendiendo una mano hacia ella. Tenía el cabello negro revuelto, y ojos de un color verde mar, las facciones definidas y masculinas. Llevaba una espada de bronce celestial -como le había llamado Jake-.

-¿Estás bien?- Cuestionó el chico.

-Y-Yo... Sí...

Con algo de recelo tomó la mano del joven, y él le ayudó a mantenerse en pie hasta que pudo caminar sin dificultad.

Se acercó a su espada, la cual estaba a unos dos metros de ambos. Cuando volteó a ver al joven, la sonrisa se había convertido en un ceño fruncido y mirada fulminante.

Su mirada era, de verdad, lo que más asustaba.

-Ustedes de verdad no aprenden.- La voz del pelinegro era completamente seria, mientras observaba a los cinco idiotas.

Él estaba por decir algo más cuando los gritos se hicieron presentes y la bandera azul era llevaba por Annabeth hacia el territorio de los rojos, en el que estaba Karissa, indicando que habían ganado. La bandera tomó un color gris y un búho se estampó en ésta.

El chico suspiró y miró a Karissa.

-Felicidades, hiciste un buen trabajo para ser nueva.- Sonrió.

Estaba por marcharse cuando la hija de Hades le preguntó:

-¿Quién eres?

-Oh.- Rió- Lo olvidé, mi nombre es Percy. Un gusto.

Annabeth se acercó junto con los demás campistas. Quirón iba hacia ellos también, con rapidez.

-¿Lo ves? Te dije que no te preocuparas.- Dijo Annabeth. Ella volteó hacia Percy- Gracias por ayudarla, Percy.

-Como tu dijiste, la ayudé. Ella se había cargado a dos sola.

Annabeth la miró con sorpresa.

-Dijiste que no habías entrenado.

-Mi... Mi cuerpo, no sé, se movía solo, como si supiera que hacer.

-Ya veo...

Fue ahí que Karissa se percató de todas las miradas posadas en ella. Chris se acercó corriendo hacia ella y la abrazó con fuerza.

Su hermano empezó a preguntar si se encontraba bien, que si le habían hecho algo a lo que Karissa reía con diversión, pero aún nerviosa por los acontecimientos. Amira se acercó a ella, abrazándola diciéndole lo mucho que se había divertido y que tenia que contarle sobre lo que había hecho.

El resto de la noche voló para Karissa, los acontecimientos habían causado estragos en su mente, cuando llegó la hora de dormir, se dio una ducha rápida, se puso una camiseta del armario de Hazel, subió a su litera y se durmió al instante.

Sus últimos pensamientos los dedico al Campamento que poco a poco le empezaba a gustar.