Y ahora es que lo entiendo. Esa horrible opresión en el pecho y las lágrimas que mis ojos habían estado reteniendo toda la tarde, que ahora suplicaban por salir en la tranquila oscuridad de mi habitación, me lo avisaban.
Me había enamorado localmente de un imposible.
Engañandome a mi misma al pensar que había una oportunidad. Yo que siempre temía al compromiso y me alejaba del mismo... No había hecho más que sucumbir a la agridulce tortura llamada amor. Lo peor era que muy en el fondo todavía creía tener oportunidad, pensaba que si cambiaba un poco tal vez le agradaría, que me daría un "si".
Mi sufrimiento era agónico y sólo podía ser apaciguado por el bálsamo de su presencia a mis cercanías.
Lamentablemente eso nunca ocurriría, pues ella había optado por la manera fácil y cobarde de librarse de mi propuesta. Sin tan siquiera decir agua va, ella sólo comenzó a acercarce a un chico, aún cuando yo esperaba atenta y pacientemente una respuesta. Me enteré por terceros (pues ni de eso tuvo el valor de hablarme) que ella gustaba de este nuevo chico. Cada comentario sobre el tema no hacía más que herir mi corazón...y por que no decirlo, también mi ego, pues él le daría cosas que yo nunca podría ofrecerle.
La terapia de exposición es demasiado dolorosa, lo digo yo, que actualmente tengo los ojos llorosos mientras veo como mi autocorrector pone siempre entre mis primeras opciones su nombre. Ahora sólo haré como que nunca pasó nada, que nunca me declaré, que nunca esperé por su respuesta. Volveré a ser la amiga que ella deseaba, la que la aconseja sobre chicos y la apoya desde el otro lado de la caja de cristal donde ella misma me hizo encerrarme a mi y mis jodidos sentimientos.
Hasta nunca Karma Ashcroft. Aquí es donde muere la Amy Raudenfeld locamente enamorada de ti.
La próxima vez que nos veamos te saludaré amablemente, tal vez ya vayas de la mano de el perfecto señor Liam Booker, así que les daré su espacio.
Es momento de que mi vida deje de virar en torno a ti.
