Austin & Ally no me pertece, es un producto de Disney, Kevin Kopelow y Heath Seifert.
·Allyson Dawson·
Guardó las cosas necesarias en su cartera de mano: maquillaje, hilo y agujas para emergencias, tijeras de acero plegables, broches, horquillas, pantimedias adicionales y ropa interior. Se sorprendió cuanto podía entrar en un algo tan pequeño como eso. Desesperadamente buscó el celular. Sus pantuflas resonaban suavemente en el suelo. Lo encontró apoyado arriba de la mesada de la cocina. Se preguntó cómo había llegado allí. Tenía la cabeza muy alborotada como para recordarlo. Fue al botiquín del baño y tomó un blíster con aspirinas. Sabía que en estas últimas semanas se había estado exigiendo demasiado y que pronto –seguramente esta misma noche– le comenzaría a pasar factura. Guardó el móvil y las aspirinas en la cartera.
Fue a la habitación y con el dolor en el alma se quitó las cómodas y acolchadas pantuflas para colocarse los zapatos cerrados con taco de diez centímetros y plataforma de tres centímetros color coral que Trish le obligó a comprar. Se masajeó la pierna derecha, como si eso fuera a evitar que dentro de unas horas, el golpe recibido en la despedida de soltera no empezara a afectarle el andar.
Se paró y alisó su vestido color champagne. Era sin tirantes, escote recto y falda línea «A» hasta tres dedos por encima de la rodilla. En la cintura llevaba una amplia tira de tela color coral que terminaba atrás en un delicado lazo cuidadosamente realizado cuyas cintas caían elegantemente hasta por abajo del ruedo del vestido. Arriba de la mesa de noche estaba lo único que le faltaba: la gargantilla de tela. Estaba hecha con el mismo material del lazo de la cintura, tenía cuatro centímetros de ancho y era del tamaño justo para que no le cortara la respiración. Se la colocó prendiendo los ganchos en la parte de atrás.
—Creo que no falta nada. ―dijo mirándose en el espejo de cuerpo completo.
―Ally, necesito tu ayuda, por favor. ―le gritó su amiga desde la otra habitación.
Rápidamente acudió al llamado y ver a su amiga con el vestido la emocionó.
―Te ves tan hermosa, Trish. ―le dijo con ternura, llevándose las manos al corazón.
―Lo sé ―respondió, restándole importancia al halago.―, pero ahora necesito que me ayudes a subir la cremallera. No llego a la parte de atrás.
Ally atravesó la habitación hasta llegar junto a Trish. Por suerte, el cierre se deslizó sin problemas sobre la bajaespalda de Trish, abrazando perfectamente su cuerpo. Con los arreglos de último momento no estaban seguras de cómo quedaría, pero los resultados se mostraban como si nada hubiese pasado.
Trish dio media vuelta quedando cara a cara con su amiga, con una mueca de preocupación.
―Ally, estoy nerviosa, no sé qué hacer. No… no lo quiero hacer.
Ally la miró preocupada y le colocó las manos en los hombros, dándole ánimos.
―¿Estás segura de lo que estás diciendo? ―le preguntó. Trish negó con la cabeza y Ally la abrazó.― Sólo estás nerviosa. Es algo muy grande lo que vas a hacer hoy.
―Lo sé. Es que fue tan repentino para mí. ―Ally se separó de ella y la miró sorprendida.
―¿Repentino? Hace más de un año y medio que estamos con esto, Trish.
―Lo sé. Pero hasta hace unas horas lo veía muy lejano. ¿Y si sale algo mal? ¿O si cambia de opinión? ¿O todo se estropea de repente?
Ally la miró extrañada. Pero sonrió rápidamente.
Nada va a salir mal. ¿Acaso te olvidaste quien organizó todo? ―dijo moviendo los pulgares apuntándose a sí misma, guiñando rápidamente el ojo derecho y con una sonrisa bromista. Trish sonrió.― Lo que salió mal ya se arregló. Además, no debes preocuparte por si «cambia de opinión». Si no te amara no estarías hoy aquí, vestida tan hermosa, con ese peinado tan bonito y a punto de unir tu vida con él. Desde un principio él te habría rechazado y no se te hubiera propuesto. No tienes que preocuparte en lo más mínimo por eso. ―le explicó de forma maternal.― Ambos ―dijo remarcando la palabra.― serían unos idiotas y cobardes si a último momento deciden cambiar de parecer. No tienes que preocuparte. Tú lo amas y él te ama. Y ambos lo saben.
Trish sonrió ampliamente y abrazó fuertemente a su amiga agradeciéndole en silencio.
―Me harás llorar. Y no quiero porque se me va a correr el maquillaje. ―le dijo.― Lo siento, estos últimos días me han afectado y estoy un poco sensible.
―Tranquila. Todo está y va estar bien.
Un ruido en la puerta se escuchó y se separaron para dirigir su atención al lugar de donde provenía. Era la pequeña prima de Trish, Lucy. Tenía un vestido similar al de Ally sólo que con tirantes y largo hasta el suelo. El cabello suelto y totalmente lacio estaba adornado con una vincha con una delicada flor de tela color coral.
―Tío nos espera en el auto. ―dijo la niña de 8 años.
―Dile que ya vamos. Tengo que ponerme los zapatos. ―ante las palabras de Trish la niña se retiró.
―Tengo que hacer una llamada. Ya vuelvo. ―le avisó Ally.
Fue hasta el patio trasero y sacó el móvil de la cartera. Se dio permiso para suspirar relajadamente por primera vez en el día. Miró al cielo, buscando aplacar los nervios. Se estaba nublando. Quizás llovería a la madrugada. Sólo esperaba que si llovía sea mientras estaban todos adentro y refugiados bajo el techo del salón.
El día había sido muy agitado. Llegó temprano en la mañana y empezó a organizar las cosas para un improvisado spa casero. Con Trish se relajaron mientras se pintaban las uñas, comían snacks y miraban una película de comedia romántica. Luego almorzaron unas pastas con salsa napolitana que pidieron en el restaurante de la esquina. El tiempo se pasó rapidísimo. Cuando terminaron de almorzar inmediatamente llegó Lucy y tras ella, casi en seguida, Mary, la peluquera, maquilladora y vecina de al lado.
Lucy, para la suerte de las chicas ya se había bañado en su casa y su peinado era tan sencillo que en quince minutos ya estuvo lista. La vistieron y le dieron indicaciones de que se quedara quieta mirando televisión si quería, pero que tratara, por favor, de no ensuciarse o desarreglarse, algo que cumplió hasta el último minuto.
Ally había notado que por tanto estrés y nervios, Trish había adelgazado unos kilos y, para prevenir le pidió que se probara el vestido.
¡La sorpresa que se llevaron! El vestido, hecho a medida, le quedaba grande de cintura. Unas pinzas y alfileres, la máquina de coser de la mamá de Trish, la rapidez y eficacia de Ally fueron necesarios para arreglarlo. Cuarenta y cinco minutos después habían hecho mella en los nervios de las chicas y el vestido estaba casi listo. «Casi» porque ahora había que arreglarlo en la cadera. Otros veinticinco minutos más en la máquina de coser y estuvo como si nunca se hubiese presentado problema alguno.
Trish aprovechó el percance del vestido para que Mary la peinara y maquillara, con resultados espectaculares. Mary definió los rizos naturales de Trish con una buclera y los recogió en un peinado estilo griego, con un tocado de flores blancas. Los delicados y finos mechones de rulos que enmarcaban su cara la hacían ver hermosa, además de resaltarle los pómulos.
Luego fue su turno. Un peinado semirecogido levantado en la parte superior para darle volumen, trenza cosida a un lado que terminaba con una coleta semibaja y ondas en el cabello suelto de la coleta. Luego de cuarenta y cinco minutos que se le hicieron eternos esperando mientras la maquillaban y peinaban, más otros diez vistiéndose, estaba lista. Trish había decidido ponerse el vestido a último momento por miedo a ensuciarlo. Decisión aprobada por Mary y Ally.
Hacía no más de diez minutos que había despedido a Mary en la puerta y le pareció una eternidad. La mujer les había deseado mucha suerte y diversión.
«Yo seguro que la tendré», pensó Ally, pícaramente.
Marcó el número al que debía comunicarse. Luego de cinco tonadas le atendieron.
―¿Todo bien por allá? ―preguntó la voz del otro lado.
―Las dudas atacan de nuevo, pero tengo todo controlado. ―respondió Ally.― Ya estamos listas y por partir. ¿Y él? ―preguntó luego de una pausa.
―Bien, nervioso, ansioso y preocupado por las dudas.
―Dile que todo está bien y que yo aseguro que no hay nada por lo que preocuparse. Nos vemos luego. Adiós. ―colgó sin esperar respuesta. Guardó el teléfono y se dirigió adentro.
La ansiedad siempre le daba mucha sed. Antes de irse decidió tomar un vaso de agua. «Tal vez otro no vendría mal», pensó después de terminar el primer vaso.
Afuera, la esperaban Trish, Lucy y el señor De La Rosa dentro del Mercedes-Benz W219 color blanco con un moño gigante blanco en la parte superior, anunciando el evento especial al que asistirían.
El viaje fue muy silencioso y sólo se escuchaba la música de la radio y los retos de Ally hacia Trish cada vez que ésta se mordía los labios con evidentes nervios.
―No te muerdas los labios. ―le decía mientras le daba un ligero golpe en el hombro. ―Quitarás la pintura.― Trish sólo se cruzaba de brazos.
El tráfico no ayudó mucho pero cuarenta minutos después llegaron a su destino, la Iglesia de San Patricio en Miami Beach. Ally todavía se preguntaba por qué eligieron casarse en otra ciudad. El padre de Trish detuvo el vehículo a unos veinte metros de la entrada y todos se bajaron del auto. Ally tuvo que ayudar a Trish con su voluminoso vestido. Nerviosa, se paró y llamó la atención de las otras tres personas presentes. Sacó de adentro del auto una canasta pequeña decorada con tul y cintas blancas con un doble fondo, oculto por un estilo de almohadilla forrada en blanco. Abajo se encontraban los anillos cuidadosamente envueltos en una tela color oro; arriba estaban los pétalos que terminarían adornando el pasillo. Cuidadosamente doblado y apoyado sobre los pétalos estaba el velo. Ally lo tomó y comenzó a colocárselo a Trish después de entregarle la canasta a Lucy.
―Yo entro primero y me aseguro que todo esté bien. Cuando comience la música tú ―dijo apuntando a Lucy.― entras primero tirando los pétalos. ¿Ya sabes cuándo entregar los anillos? ―la niña asintió. Lo habían ensayado muchas veces.― Bien. ―miró a Trish y la abrazó delicadamente.― Estás muy hermosa.
Nada más parecido a la realidad. El vestido en color marfil le quedaba realmente hermoso. El escote cruzado en forma de corazón con el efecto drapeado siguiendo las líneas del corte del escote y la cintura alta le remarcaban sus atributos. La falda era en corte de baile hasta el suelo. El hermoso y delicado bordado mostraba un dibujo de flores y hojas con filigranas y líneas meramente decorativas que empezaban aisladas para comenzar a tupirse a medida que bajaba hasta el ruedo de la falda. Los zapatos blancos con puntera abierta y una flor en la punta iban haciendo juego con el tocado de su cabeza y el ramo de flores blancas y amarillas que ahora sostenía en sus manos.
La castaña comenzó a caminar en dirección a la Iglesia pero fue interrumpida.
―Ally… ―la llamó Trish. Cuando la aludida se dio media vuelta vio a Trish señalando sus labios.
―¡Oh! Claro. ―sacó de su cartera el lápiz labial y se los retocó a Trish.― ¡Perfecta! ―anunció feliz. Vio en los ojos de Trish un deje de preocupación y duda.― Todo va a salir bien. No te preocupes. ―la calmó con una sonrisa.
Miró la hora en su móvil. Cuarenta minutos de viaje y diez minutos tarde. Esperaba que no haya problemas con el tiempo.
Caminó tan rápido como los zapatos se lo permitían. En la entrada se detuvo para admirar el edificio. La Iglesia, pintada con colores claros, estaba construida en una exquisita mezcla entre el estilo cisterciense, el románico y un austero estilo gótico. Se llegaba a la entrada por medio de unos escalones don dos divisiones marcadas por dos pasamanos. A los lados estaba la barandilla, hecha con hermosos balaustres rematado con un pasamano rectangular a juego. Luego del pequeño descanso estaba la entrada: un arco formado por cuatro arquivoltas decoradas con un pilar a cada lado. El techo, a dos aguas, tenía en la punta una cruz, indicando la religión profesante. En la fachada se podía apreciar la ventana ornamental con el diseño de un mandala circular, cuyo dibujo recordaba a una flor de largos, delgados y elegantes pétalos.
Entró al lugar y contempló la hermosura mientras se apoyaba la rodilla derecha en el suelo y se hacía la Santa Señal.
El techo era de madera clara y de él colgaban numerosas arañas: cada una consistía en un foco grande y circular rodeado por otros más pequeños. Las arañas de techo se encontraban distribuidas en dos hileras, alumbrando toda la longitud de lugar. En el pasillo central habían colocado una alfombra roja, llegando desde la entrada hasta el altar. Los asientos de la congregación en caoba estaban distribuidos en dos hileras; en sus extremos, tenían decoraciones con flores blancas cuyos tallos estaban unidos por una cinta blanca. A los lados, una serie de arcadas dejaba mostrar en las paredes los vitrales, con motivos de las estaciones del Vía Crucis que dejaban entrar una tenue luz predominantemente azul.
Sobre la puerta de entrada en un balcón interno, estaba el órgano. Los tubos eran cortos en el centro, con tendencia a alargarse a medida que se acercaban a las paredes. Sobre los tubos cortos se encontraba la ventana ornamental.
El altar, al fondo y bajo una sencilla bóveda de crucería y sobre un estrado al que se accedía subiendo cuatro escalones, consistía en una plancha de concreto sobre cuatro baluartes con una franja dorada en el centro hacían a la vez de patas. Detrás de él había un arco decorado con imágenes en relieve; en el centro del arco estaba colgando una cruz. Delante del altar se encontraba un apoya-rodillas acolchado para los novios y con un apoyabrazos, que consistía en un marco de metal con dibujos de espirales en el medio, en color dorado.
Se erguió y caminó por el costado izquierdo de la Iglesia, pues no quería llamar la atención caminando por el pasillo central. Fue hasta el primer banco, con el sonido del murmullo a su espalda; todos comentando sobre la hora y la ausencia de cierta persona. Ella no prestó atención.
En el primer banco se encontró con la familia De La Rosa y saludó a la madre de Trish y luego a Rico*, el hermano de su amiga, siguiendo por los abuelos. Mientras saludaba a los demás conocidos podía sentir como dos pares de ojos la miraban fijamente. Sabía perfectamente quienes eran, dónde estaban y por qué la miraban de esa forma. Volvió a su lugar junto a Rico.
En el banco de al lado, sólo separado por los dos metros de pasillo central estaba la familia del novio y el padrino de bodas que la veían con nervios y preocupación en su cara. Les devolvió la mirada y los calmó con un asentimiento de cabeza que demostraba que todo estaba bien.
Dio media vuelta y miró hacia el organista, quien ya estaba en su lugar, esperándola. Ally levantó la mano derecha a la altura de sus ojos, como en señal de «pare». El hombre comprendió el gesto y comenzó a tocar la marcha nupcial de una manera asombrosa, haciendo parecer que el techo del lugar se levantaría por el sonido de la hermosa música.
A partir de ese momento todo pareció transcurrir muy rápido y lento a la vez: la entrada de Trish junto a su padre, las palabras del sacerdote, el intercambio de anillos, el sí de ambos y el beso final, tan de cuentos de princesas. Realmente hermoso y ella tan sentimental, que casi se le escapan las lágrimas de felicidad. Las controló, no quería aparecer en las siguientes fotos con la máscara de pestañas corrida y marcándole un camino negro en cada mejilla.
Ally estuvo tranquila en lo que transcurría la ceremonia, pero había algo –mejor dicho alguien– que la ponía continuamente nerviosa. Ese rubio al otro lado del pasillo no le sacó la mirada de encima en ningún momento, la hacía sentir desnuda e incómoda. En ningún momento se atrevió a devolverle la mirada porque lo conocía demasiado para saber que si lo hacía, caería en la primera jugada de él.
«Hoy no. ―pensó.― Este juego se juega de a dos, y ésta vez voy a participar. No como antes» ―se dijo, decidida, mientras salía del recinto pisando el arroz que los demás asistentes habían arrojado hace unos instantes a los recién casados.
Pueden googlear la Iglesia como «Saint Patrick's Church Miami Beach». No sé mucho (nada) de arquitectura, pero por lo que estuve averiguando esos estilos son lo más parecido que pude encontrar. Si alguien sabe y me puede corregir, se lo agradecería.
*Decidí poner a Rico (Rodríguez) como hermano de Trish porque, además de adorar a ese chico, me parece mejor que JJ (hermano de Trish en la serie, interpretado por Devan Leos). Y, obviamente porque es el hermano menor de Raini Rodríguez.
Si quieren en mi tumblr puedo dejarles las imágenes de los peinados de cada chica. Sólo comenten.
Besos :)
