Ahí sentados en la banca del parque, Arnold teniendo una mano apoyada en la de su novia, habían unido lentamente sus labios y al separarse donde se reflejaban en sus ojos. El muchacho hablo:
—Helga, creo que lo sabes, pero tú eres la única que he besado —comenzó— Y eso para mí significa mucho.
La aludida se sentía desfallecer por esa declaración que hacía con su melodiosa voz.
—Tu eres tam... —Helga no pudo seguir hablando. En vez de eso, aparto la mano y formándola en un puño le pego un puñetazo en el hombro —Basta de sentimentalismo, Cabeza de balón... ¿Algo cambia por ser la única que te ha besado?
Argumentó con su habitual tono, aunque por dentro se estaba muriendo de felicidad al ser la única que es dueña de sus labios.
—Para mí sí... —su voz tranquila— Porque solo te he besado a ti.
Helga se sentía derretir, razón de que se pegó a sí misma una cachetada para recuperar su autocontrol.
—¿Eso significa que quieres besar a alguien más, Arnoldo?
—No, no es eso —negó rápidamente, sus mejillas sonrojándose levemente. Ella se estaba muriendo de ternura por verlo así.
—Es solo que creo que es algo único y especial que solo nos hayamos besado entre nosotros.
La rubia quedó estática, se levantó de la banca y giró la cabeza para no delatar lo que estaba pensando.
—¿Helga? —llamó al verla más extraña de lo usual.
—¡Oh! Bien, Arnoldo —dijo exasperada como si había estado sufriendo un interrogatorio hace horas— Tu no fuiste el único chico que he besado ¿De acuerdo?
Arnold quedó estático, aun sentado en la banca.
—No te quedes así, Cabeza de balón —repuso mirándolo— Hay muchos chicos que me quieren besar.
—¿Él te beso?
—Bueno... —inició—Yo lo bese a él.
—¿No era yo el único que haz amado? —ahora levantándose y estando a la misma altura que ella.
—Por supuesto, zopenco —espetó— Ese beso fue por puro agradecimiento.
Él pudo suspirar aliviado.
—Entonces no fue en la boca.
—¿Podrías ya parar con el interrogatorio, Cabeza de balón?
—Fue en la boca —aseguró Arnold ante la evasiva.
—Estaba muy agradecida ¿Okay?
—¿Quién?
—¿Eso importa? —su mirada fija lo confirmaba. Si, le importaba— Fue Brainy y Cabeza de balón, solo te lo digo porque no practicas la violencia.
—¿Que hizo él para que estés MUY agradecida?
—Recuperó mi relicario que había arrojado al rio y la foto tuya que había cortado en trozos que también había lanzado —argumentó— Eso recupero y por si no lo recuerdas, Arnoldo, sin ese relicario, tus padres no habían vuelto. Tú también deberías estar agradecido.
Arnold seguía mirándola fijamente, como si aún no lo pudiera creer.
—Deja de mirarme así —espetó apuntándolo con el dedo— Fue el calor del momento ¿Bien? No te olvides lo que hizo el relicario por ti.
—Muy bien, estoy agradecido por lo que hizo Brainy, pero no por eso lo voy a besar y mucho menos en la boca.
—¿Estas celoso, Arnoldo?
Él no respondió a eso, porque esa no era la palabra que lo describía en ese momento. Suspiró.
—Solo espero que actúes del mismo modo cuando haga algo que merezca mucho agradecimiento de tu parte.
Helga sonrió.
—No lo dudes, Cabeza de balón —mientras cruzaba sus brazos debajo de su pecho— Pero primero tienes que hacer algo.
