Disclaimer: Todos los personajes que utilicé en este fic para pasar el tiempo, son propiedad de la magnifica Maki Murakami~

Pairing: YukixShu, al fin y al cabo.

Advertencias: Lemon corto pero explícito.


Deidad

Primero, sus labios chocaron con los míos. No fue accidental, él ya lo tenía planeado desde que me había visto sobre el escenario.

Después, sus temblorosas manos recorrieron mi cuerpo, impacientes y deseosas de algo más que una simple exploración provocada por la curiosidad. Su mirada infantil seguía presente; la expresión de miedo e inseguridad se desbordaban de su rostro. Parecía un niño que no sabía si lo que hacía era lo correcto o no.

Yo simplemente me dejé, había deseado que llegara ese momento desde hace mucho tiempo; él se convirtió en mi amor platónico desde el primer video en el que lo vi, me enamoré perdidamente de su desgarradora mirada y su penetrante voz.

Entonces, yo lo abracé del cuello demostrándole que me quería entregar completamente a él. Yuki no importaba en ese instante, yo sólo necesitaba saber que Sakuma-san me daría su total atención a mí y no a otros.

Nos fuimos deshaciendo de la ropa conforme los besos y las caricias subieron de tono. Mis gemidos empezaron a retumbar en el camerino por su desesperado contacto. Estaba más que excitado.

No tardó en cambiar su inocencia por la madurez y el sadismo; jugueteos entre lenguas, masturbaciones rápidas, besos desenfrenados, embestidas incesantes y, finalmente, su semilla desbordándose en mi recto.

Jamás había sentido algo así, mi excitación era mayor a la de otras veces. A pesar de que habíamos finalizado, yo deseaba más.

De repente, dejé de ver los ojos de Sakuma-san, su calor desapareció y todo aquello fue sustituido por la inesperada voz de Yuki en mi oído.

-Te amo, Shuichi.

Respiraciones agitadas, confusiones borrosas y voces diferentes. Era la misma alucinación de siempre.

Ryuichi-san jamás se atrevería a tocarme de esa manera, a seducirme de un modo tan preciso ni a verme como su amante.

Sonreí cuando Yuki me confesó aquél sentimiento, una lágrima resbaló por mi mejilla al no poder corresponderle. A pesar de lo mucho que amaba a Sakuma-san, me era imposible dejar de perseguir a ese escritor tan egocéntrico. Fue, es y siempre será el sustituto de mi más grande deidad.