Disclaimer: Harry Potter le pertenece a Rowling.

Este fic participa del sexto reto «Historias en canciones» del foro «El triángulo, donde tres, están unidos»


Ella es la chica

Eres el nuevo maestro de defensa contra las artes oscuras en Hogwarts y pese a todas las implicaciones que sabes que esto trae consigo, has puesto tus ojos en una de tus estudiantes.

O dicho de una manera aún más agobiante: Eres el nuevo maestro de defensa contra las artes oscuras en la escuela que te vio crecer y pese a todas las malditas implicaciones que sabes que esto trae consigo, has puesto tus putos ojos en una de tus estudiantes.

Pero no en cualquier estudiante. Nada más y nada menos que en la más brillante de toda su generación. Una chica a la que no sólo le doblas la edad, sino a la que además, no tienes absolutamente nada que ofrecerle.

¿En qué jodido momento caíste bajo el encanto de su sonrisa?

Puedes engañar a todo el mundo y hacer de cuenta que no te importa en lo más mínimo, pero sabes que cada día la situación empeora porque cuando ella levanta su mano para responder a una de las preguntas que tú has formulado en clase, las barreras que has puesto a tu alrededor se desmoronan una vez más.

Entonces te preguntas, ¿qué tiene Hermione Granger que la hace diferente del resto? Y aunque tratas de buscar una respuesta sensata, te das cuenta de que siempre vas a llegar a la misma maldita conclusión: Ella es lo más bello que has visto jamás, y su manera inocente y vivaz de ser, ha logrado remover la frialdad de tu corazón.

Y luego está lo otro. La maldición que has cargado durante toda tu vida. La que sabes que va a terminar por dañarla si en un caso —extremadamente— hipotético, muchos años después, decidieras confesarle lo que sientes por ella.

Pero esto es tan enfermo que prefieres callar y seguir contemplándola durante cada ocasión en la que te demuestra una vez más por qué es una persona a la que has empezado a admirar.

Su cerebro trabaja a mil por hora. Lo sabes porque las has visto en acción e inevitablemente recuerdas a una persona que conoces bien. Una que como ella ha sido brillante, aunque ahora no le sirva de nada. Porque el corazón está cegando a su razón y lo está obligando a hacer cosas que nunca creyó posibles.

Sí, esa persona eres tú mismo.

Puede que sean diferentes en muchas cosas pero en el fondo te ves reflejado en ella y por eso la buscas cuando estás sentado en la mesa de profesores en el Gran Comedor. Y sonríes en clase cuando te das cuenta de que su mayor temor es reprobar la escuela. Y sientes ternura por ella cuando se acerca a solicitar que le recomiendes las lecturas que necesitará para tu clase.

Ella es la chica.

La que hace que todo a tu alrededor cambie con sólo una mirada.

Y a pesar de que vuelves a reprocharte por lo que sientes cuando estás cerca de ella, te das cuenta que es tan inevitable como tus cambios drásticos de humor de cada mes. Porque Hermione Granger sin darse cuenta, impregna tu espacio personal con su aroma a flores y llena tus días más sombríos con su risa contagiosa e incluso te ha enseñado una lección de lealtad que hace mucho no veías y lo hace nada más y nada menos que con el hijo de uno de tus mejores amigos.

Y la miras aún más, y tu admiración crece, igual que ese sentimiento al que has decidido no ponerle nombre porque esa chica que tiene solo dieciséis años, ha logrado remover la frialdad de tu corazón, a pesar de que tú a penas te has dado por enterado.

¿Qué es lo mejor que podrías hacer?

¿Esperar a que sea mayor y se enamore de alguien que pueda ofrecerle lo que tú no puedes?

Sería lo más sensato pero entonces sufrirías una pena mayor que la que sufres ahora, cuando solo puedes respirar su aroma y verla sonreír.

De lejos. Y eso es mejor que nada.