Prólogo
Ella había escuchado los rumores, visto las noticias y escuchado el estremecimiento de la Tierra. Estaban aquí, todos ellos estaban aquí.
Finalmente los había encontrado.
La frialdad de los rayos lunares la iluminaban mientras caminaba por la calle, generando luces doradas en su cabello plateado. Una suave briza alborotaba las hebras largas y lacias que colgaban libremente sobre su espalda. Sonrió para sí y un brillo cálido iluminó sus ojos.
-Finalmente-. Suspiró.
De repente un grito surgió a una cuadra de distancia. La rubia giró hacia él con entusiasmo justo cuando un grupo de personas huían con terror en la dirección contraria. Ahora era su oportunidad. Ellos estarían ahí para responder a ese grito. Y ella estaría ahí para reunirse con ellos.
-¡Mercury!, ¡necesito ese reporte!- Sailor Moon gritó mientras saltaba a un lado para esquivar la explosión de energía. Las Senshis, estaban enfrentando algo que se llamaba a sí mismo Batok. Medía aproximadamente dos metros y medio de altura, con una armadura verde metálico que cubría toda su longitud. Penetrantes ojos amarillos estaban colocados en una cabeza ensangrentada y con cuernos.
Tenía dos armas. La primera que había mostrado a las Senshi cuando habían llegado era un conjunto de lanzas expulsadas desde sus muñecas, las cuales se regeneraban a sí mismas por lo que Batok tenía un arsenal inacabable para lanzarle a sus enemigos. La segunda que en su uso parecía más precisa, era un proyector de energía que disparaba de sus manos.
La Senshi de pelo corto que había sido llamada, se había escondido detrás de un árbol para teclear comandos en su computadora portátil.
-Todos nuestros ataques de energía parecen igualmente, pero ninguno lo lastima demasiado, intentaré encontrar un punto débil con el que acabar con el-.
-¡Por favor hazlo!-. Gritó Jupiter, corriendo al lado de Mars para arremeter contra la espalda de Batok. Con toda la furia que había en ella, burló sus piernas, y dirigió un poderoso y limpio puñetazo a su estómago. -¡Owww!-. Chilló alejándose con su muñeca adolorida de Barlok a quien el golpe no le había hecho efecto.
-¡Patético!-. Gritó con un gruñido. -¡Ahora sean un buen grupo de debiluchas y entreguenme el cristal!-.
-Eso es lo que odio, ¿Por qué tuvieron que enviar a uno que puede formular frases inteligentes?-. Gruñó Venus mientras enviaba un rayo a la cara del Youma. -¡Eso debería callarte!-.
Moon giró para evitar otra lanza y lanzó una mirada suplicante a Tukedo Kamen, quien luchaba a unos metros de distancia. -¿Podrías por favor golpear a este idiota por mi?-. Batió sus pestañas sarcásticamente. -Me encantaría oírlo aullar con la picadura de una de tus rosas-. Moon le guiñó un ojo antes de volverse a encarar a su enemigo.
-Nunca he sido de los que decepcionan a una dama-. Dijo el hombre de la capa sin problemas, lanzando dos rosas, una se atascó en su antebrazo y la otra logró atravesar su ojo.
Soltó un chillido agudo y muy femenino. -¡¿Quién se atrevió a hacer eso?!-. Gritó furioso aunque su voz de trueno no tenía el mismo efecto después de ese afeminado graznido.
-Creo que fui yo. ¿Quieres otra dosis?-. Kamen sonrió con picardía. Oh, siempre era muy divertido jugar con los desahuciados. Volteó a ver a sus chicas y volvió a sonreír con picardía, ya las consideraba sus chicas. Se sintió como un hombre con un Harem. Y al mismo tiempo, eran ellas las que tenían todo el poder y hacían todo el trabajo. El solo era lo suficientemente suertudo para tener algunos trucos supernaturales; de otra manera estaría en la banca como cualquier otro hombre del mundo.
Se alegró de que pudiera ayudar, aunque fuera con su pequeña contribución. Las Senshi le daban un propósito, cuando se levantaba en las mañanas, ya no era solo otro aburrido estudiante universitario. Era un héroe; bueno un compañero de apoyo. Pero tenía la oportunidad de pelear al lado de heroínas y hacer un cambio positivo en el mundo. Sus ojos vagaron cariñosamente por las cinco chicas. Cada una era tan única, tan especial. Esperaba que lo supieran.
Sin importar la misión en la que se embarcaran como encontrar a la princesa ,encontrar el cristal; eran ellas las que hacían el trabajo sucio, se levantaban temprano todos los días y se saltaban la cena por lo menos tres veces a la semana.
El cristal era importante, la princesa era importante, el más que nadie lo sabía, pero sinceramente esperaba que ninguna de ellas pensaban que eran más importantes que ellas mismas, pues creía que eran tan invaluables como sus objetivos.
-¿Que piensan chicas?, ¿ha sido un buen chico?, ¿se merece otra ronda?-. Vio a Mars sonreír brillantemente.
-Oh sí, me atrevo a decir que ha sido más que un buen chico. Creo que se merece jugar con fuego-. A veces el sarcasmo era demasiado divertido.
-Después de tí Mon Ami-. Batió sus brazos para cederle el paso. Sin más preámbulo, Kamen hizo girar sus dedos para materializar cuatro nuevas rosas, las cuales lanzó con mortal precisión como el fuego de Mars que les seguía el paso.
Aunque dolor le fue infligido, el Youma no se redujo a cenizas. Mercury tecleaba furiosamente unos cuantos códigos más. Su ordenador emitió un pitido impaciente.
-¡Si, lo tengo chicos!-. Salió de su escondite en el árbol para envolverse en la batalla otra vez. -Su espalda baja no tiene el grosor de la armadura corporal alrededor de su cuerpo. ¡Dale ahí!-.
Algunos minutos después seis de ellos se encontraban parados alrededor de un montículo de polvo. -Bueno, eso fue divertido, creo que deberíamos hacer esto otra vez señoritas-. Kamen saludó galantemente tocándose la punta de su sombrero y se volvió para irse, pero fue detenido por una visión etérea. Allí en frente de él se encontraba una joven de apariencia muy familiar, no podía decir exactamente donde la había visto pero sabía que lo había hecho.
-Por favor-. Imploró. -Por favor, no te vayas todavía-.
Paró por curiosidad.
Detrás de él, las Senshi estaban terminando su reporte con Luna y Artemis. Los dos felinos, habían salido de los arbustos cuando la pelea había terminado. Ninguno notó al nuevo visitante avanzar hacia ellos.
-Muy bien-. Concluyó Luna. -Suena como un trabajo bien hecho. Su talento chicas, aumenta cada pelea-.
Jupiter se mofó. -¿Acabo de escuchar un cumplido salir de la boca de Luna?-. La demás Senshi rieron
-Está bien, está bien. Es hora de ir a casa y conseguir algo de cenar antes que sus padres empiecen a preocuparse. Luna rozó la pierna de Moon en dirección para irse a su respectivo hogar.
-¡¿Luna?! ¡Luna! ¿eres tú realmente?-.
El gato negro se giró, notando por primera vez la delgada figura parada junto a Tuxedo Kamen. Saltó al hombro del chico y frotó su cabeza contra su cuello maullando. Ella pretendería ser un gato ordinario hasta que estuviera segura que la extraña podía ser confiada. Kamen rascó su barbilla y ella no tuvo que pretender ronronear ante la muestra de afecto.
La chica de pelo plateado miró con asombro. Sus claros ojos grises azulados estaban abiertos como platos. -Oh-. Canturreó. -¡Sabía que iba a encontrar a las Senshi, pero no sabía que te encontraría a ti!-. Estiró sus brazos y acarició las orejas del gato.
Luna se había tensado ante la mención de las Senshi, pero comenzó a relajarse ante el familiar toque de la chica. Pero cuando dos manos se posaron bajo su vientre e intentaron recogerla, ya no estaba tan relajada. Un violento siseo se escapó de su boca, clavando sus garras sobre las solapas de Kamen para mantenerse firmemente planteada sobre sus hombros.
-¿Luna? ¿Qué pasa?-. Trató de alzarla otra vez pero se encontró con otro siseo.
-¿No te acuerdas de mí? Si lo hicieras, sabrías que yo nunca te haría daño-. Su tono era suave y confundido. Luna no respondió a sus preguntas.
-Puedes confiar en mi-. Dijo honestamente. -¿Por qué no quieres hablar conmigo?-.
La gata miró recelosa la figura ante ella. Era bien sabido que luna raramente confiaba en alguien que no conociera muy, muy bien. Le había tomado seis meses confiar en Tukedo Kamen. El hecho que la chica supiera acerca de las Senshi y su habilidad de hablar era inquietante. Por otro lado había un persistente presentimiento al fondo de su mente que le decía que conocía a la chica.
Abrió la boca para decir algo cuando cuando escuchó a Sailor Moon llamarla suavemente por su nombre. Girando su cabeza, se dió cuenta que todas las Senshi se encontraban paradas justo detrás de Tukedo Kamen.
-Parece que esta chica nos conoce. Pero no tengo memoria de haberla conocido-.
-Así que no me recuerdas-. La extraña sonaba derrotada. -Tu fuiste la consejera de mi madre junto con Artemis-. Ella miró al gato blanco. -Por veinte años, y no te acuerdas de mi-.
Le tomó unos momentos procesar la información, y luego, comenzó a hacer conexiones. La pérdida de memoria que les había afectado a todos era porque pertenecían a sus vidas pasadas, pero a la vez les resultaba tan familiar porque una vez la habían conocido muy bien
Ella era su princesa.
Sus ojos saltaban de sus órbitas, habían peleado casi un año por encontrarla y en su lugar ella los había encontrado a ellos.
Sailor Moon había posado ligeramente su mano en el hombro de Kamen cuando había llamado a Luna, pero ahora caía como una roca a su costado. Su princesa. Su princesa.
-Eres… ¡Eres tu!-. Moon se adelantó y pasó su mano por la frente de la chica. El movimiento hizo al lado el flequillo revelando el signo de media luna que brillaba ante la declaración-
-¡Nuestra princesa!, ¡Eres realmente tú!-. En su entusiasta forma de ser, Moon se adelantó y abrazó a la chica fuertemente.
-¡Oh!, ¡Te hemos buscado por todas partes!-.
La chica la apartó cortésmente. - Lamento decir que no recuerdo una Senshi de la Luna. Pero sin embargo, recuerdo ¡a todas ustedes!-. Se dio la vuelta entusiasmada para ser recibida por el resto de las Senshi, los gatos y Tukedo Kamen. Moon fue fácilmente olvidada. Ella dio un paso atrás mientras todos formaban un círculo en torno a la recién llegada.
Así que así es como iba a ser.
Suspiró.
