Hola, es la primera vez que escribo sobre THG... Decidí hacer un One-Shot... espero que le guste :)

Los Juegos del Hambre, no me pertenece, tampoco sus personajes, solo disfruto escribiendo sobre ellos.


Estaba en el suelo, esperando a la muerte. Thresh sostenía una piedra del tamaño de una pequeña barra de pan, mi fin se acercaba.

-¡¿Qué le has hecho a la niñita?! ¡¿La has matado?!- Gritó.

Comencé a retroceder en cuatro patas. No quería terminar así.

Iba a volver, tomada de la mano de Cato. Estaba segura.

-¡No! ¡No fui yo!-

-¡Has dicho su nombre!- Gritó, perdiendo el control. -¡¿La cortaste en pedacitos cómo ibas a cortar a esta chica?!- Su cara se retuerce de rabia, y de dolor. Veo lágrimas en sus ojos.

-¡No! ¡Yo no…!-

Thresh se acerca hacia mí con la piedra. Levanta la piedra, pero no me golpea, veo cómo es atravesado con una lanza y su sangre me salpica en la cara. Se oye un cañonazo.

-Cato…- Suspiró aliviada. Me levanto del suelo y me lanzo a sus brazos. –Cato…- Repito, y sollozo. No me interesa que piensen que soy débil. Sólo quiero irme. Quiero volver a casa.

-Oh dios… Clove… ¿Te encuentras bien?- Pregunta Cato. –Pensé que iba a perderte.-

Nos alejamos de allí para que recojan el cadáver de Thresh.

-Pensé… que te perdería…- Repite. -Que no volveríamos juntos…-

-Volveremos juntos. Lo sé.- Lo miro a los ojos, y trato de sonreír. -Asesinemos a la Chica en Llamas y dejemos que la naturaleza se encargue del Chico Amoroso.- Digo rápidamente. Sólo quiero que todo eso se termine, y que podamos volver juntos.

-Sé muy bien donde corté. No le queda mucho tiempo.- Dice Cato con una sonrisa triunfadora y luego se voltea para darme un corto beso en los labios.

Caminamos durante horas, pero no había rastro de los del 12. Oímos un cañonazo.

-¿Quién habrá sido?-

-No lo sé.- Responde. –Quizá el Chico Amoroso, o la Comadreja.-

De pronto, el cielo se oscurece. Suena el himno y en el cielo aparecen los rostros de La Comadreja y Thresh.

-Creo que llego la hora.- Digo mirando a mi compañero. –Los Vigilantes están aburridos…-

-Vamos a acabar con ellos.-

Tengo un mal presentimiento.

Oímos unos alaridos. Demonios.

-Mutaciones…-

-¡No es justo!- Se quejó Cato y pasó un brazo a mí alrededor. –Esas cosas acabaran con ellos y nos quitarán la diversión.-

Sonrío ante su comentario.

-Adelantémonos a esas cosas.

-¡NO!- Se oye a lo lejos. -¡NO! ¡Peeta!

Se oye un cañonazo y aparece el rostro del Chico Amoroso en el cielo.

–Vamos. Rápido.- Le digo y le tomo la mano para comenzar a correr.

Corremos hacia la Cornucopia y allí está Katniss abrazando el cuerpo sin vida del Chico Amoroso con lágrimas en los ojos. Sus piernas estaban manchadas con sangre. Demasiada sangre.

Me conmoví por la escena, pero luego regresé a la realidad.

Era ella, o nosotros. Nadie me quitaría la oportunidad de regresar con Cato al Distrito 2, vivir cómo vencedores, juntos hasta el final de nuestros días.

Lancé un par de mis preciados cuchillos a esas bestias, mientras Cato las asesinaba con su lanza. Logramos sacar un par de nuestro camino y trepamos por la Cornucopia, esquivando las mordidas letales de los mutos que quedaban. Observé a Peeta, estaba muy herido, y tenía una gran herida en su pierna, de la cual aún brotaba sangre, había muerto desangrado. Uno menos. Sólo quedaba la Chica en Llamas.

Volví a observar a mí alrededor, y fijé mi vista en una de esas cosas… ¡NO! Era imposible… ella estaba muerta… Volví a mirar a los ojos de ese muto… y era real, eran sus ojos… los ojos de Glimmer. Los mutos eran ellos, los tributos. Me horroricé y miré a Cato, el no se había percatado de esto, caminaba lentamente con una sonrisa en el rostro, se acercaba a Katniss. Se acercó a ella y la empujó, quedó tendida en el suelo con su cabeza colgando de la Cornucopia.

-Clove, ¿Me harías los honores?-

Asentí. Me acerqué a ellos y lentamente tomé mi fiel cuchillo, la observe por unos segundos, se la veía destrozada, ensangrentada y parecía sin vida. Respiraba lastimosamente, esperando su final.

-¿Alguna última palabra?- Pregunté.

Ella soltó algunas lágrimas y pronunció:

-Peeta.-

Clavé rápidamente mi cuchillo en su cuello y cayó a los mutos. Se oyó un cañonazo y su rostro apareció en el cielo.

-¿Ya está?- Preguntó Cato y se acercó a mí.

-Supongo… ¿Ganamos?- Miré sus ojos azules grisáceos y lo besé.

Ese perfecto momento fue interrumpido por la voz de Claudius Templesmith.

-Saludos, finalistas de los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre. La última modificación de las normas se ha revocado, se ha llegado a la conclusión de que sólo puede permitirse un ganador. Buena suerte y que la suerte esté siempre de su lado.-

-¿Qué?- Exclamé. -¡¿Qué?!-

Cato se quedó estático. Y balbuceó.

-Tú debes regresar.-

-No…- Las lágrimas y la furia comenzaron a apoderarse de mí. -¡No! No podría vivir sin ti…-

-Clove, te amo…- Dijo y me besó.

-¿Qué vas a hacer?- Comencé a perder el control. No, él no podía hacerlo. -¡Cato!-

Observé cómo se tiró de la Cornucopia y sentí cómo todo sucedía en cámara lenta…

-¡CATO!-

Varios mutos tiraban de él, y con sus últimas fuerzas formó un "Te amo" con sus labios.

-Te amo…- Susurré y rompí en llanto, acababa de perderlo todo.

-¡Damas y caballeros me llena de orgullo presentarles a la vencedora de los Septuagésimos Cuartos Juegos del Hambre! ¡Clove Kentwell! ¡La tributo del Distrito 2!

Recuerdo eso con dolor… Ya han pasado años… dos años sin Cato, dos años sin mi mejor amigo… sin mi primer amor. La vida sin él apesta.

-Cato…- Sollozo con un cuchillo en la mano.

Un corte para marcharme por siempre, eso necesito.

Paso en mi muñeca la hoja afilada de mi cuchillo. Y eso fue único que necesité para perder la sangre suficiente. La suficiente como para morir desangrada.

Sangre roja, brillante, espesa.

Sangre derramada por el estúpido Capitolio.

Sangre inocente como la de todos los tributos en la historia. Siempre había creído que ir a Los Juegos del Hambre era un honor... Pero siempre había estado ciega. Vivir tal experiencia en carne propia y perder a lo único que me hacía feliz me hizo ver todo claramente.

Mientras iba perdiendo la conciencia recordé los últimos momentos más hermosos de mi vida, cuando Cato vivía. Y luego, me desmayé.

Una brillante luz me cegó, me encontraba sentada en el suelo, y él se encontraba parado, frente a mí, vestido de blanco.

-¿Cato?- Dudé si esto era real.

-Clove…- Pronunció con escondiendo sus lágrimas de felicidad. –Te estuve esperando…-

-Lo sé.- Le sonreí y me levante.

Lo tomé de la mano y caminamos juntos hacia la eternidad. Donde no habría más Juegos. Donde el Capitolio no interferiría más con nuestras vidas.


Me rompió el corazón haber matado a Peeta y a Katniss :'c

Gracias por leer :)