EL HOSTAL
El viejo reloj de pared marcaba con sus peculiares agujas las once en punto de una noche de agosto. Tras un feliz y acalorado reencuentro las conversaciones se habían ido apagando a medida que las noticias y anecdotas se iban acabando. Los padres de Ron abandonaran la sala ya hacía un tiempo con la escusa del sueño y cansancio de un día agotador. El grupo de amigos se había segregado, quedando los chicos a un lado del largo comedor-recepción de aquel viejo hostal y las chicas al otro. Hacía mucho calor, a pesar de que el verano se estaba acabando no se recordaba una temperatura nocturna tan alta en todo el año.
La sala estaba ocupada por una enorme mesa de madera con un inexplicablemente alto número de sillas a ambos lados. Una gran chimenea llena de cenizas presidía la estancia, de frente a la puerta de entrada, situada justo al lado del mostrador donde el viejo recepcionista y dueño del hostal dormitaba. Al lado unas maltratadas escaleras de madera conducían al piso de arriba, donde se encontraban las siete únicas habitaciones que había en el caserón. La "1" era la de los padres Weasley, la mas alejada de las escaleras. La "2" estaba libre, y el resto estaban asignadas a cada uno de los que ahora estaban en el comedor.
Harry y Ron hablaban sentados a la mesa frente a un par de cervezas de mantequilla. De vez en cuando lanzaban alguna mirada al otro extemo, donde se encontraban reunidas las chicas.
-Ron ¿por qué no vas allí y le dices que quieres hablar con ella?
-¿Y qué le digo después?
-Pues que la quieres… que quieres estar con ella…- recitaba mientras fijaba su vista en Hermione, pero fue la mirada inquisitiva de Ron la que lo hizo reaccionar.- Al fin y al cabo,- retomó el discurso.- ella también está colada por ti.
-Para ti es muy fácil, no tienes este problema.
-No, que va…- murmuró Harry.
-¿Qué has dicho?
-No, nada, que hagas lo que quieras.
-Esque, mírala… no puedo ir hasta allí, me resulta imposible.- dijo volviéndose hacia ella.- creo que voy a ir a mi habitación… a… pensármelo mejor…
-Bien, como quieras, pero cuando bajes ella se habrá ido. Y recuerda que no hay llaves para las habitaciones, la tuya es la "7", no te equivoques o entrarás en la de otro. Este hostal no parece llenarse muy a menudo…
Pero Ron ya estaba en otro mundo, observando el otro lado de la mesa. Contemplaba con detalle los rizados cabellos castaños de Hermione, cayéndole delicadamente sobre sus redondos pechos, que aparentaban ser mas grandes bajo la ajustada camiseta interior de tiras blanca que solían ponerse las chicas con el uniforme encima. Continuó bajando, sus manos se apollaban a ambos lados de un grueso y amarillento libro, situado sobre la mesa. Al estar de pie su minifalda de uniforme insinuaba perfectamente la curva de sus nalgas tras la tela a cuadros. Detrás y apoyada en una pared de espaldas a él se encontraba Luna, su pelo rubio pálido le caía hasta acariciar la blanca piel que se dejaba ver, antes de que la falda le cubriese el resto. Tenía la cabeza girada y se podían ver sus carnosos labios moviéndose con soltura. Su cara y su mirada reflejaban una inocencia que contrastaba con su cuerpo. Por último, sentada entre aquellas dos bellezas, estaba una chica, tenía las piernas juntas y los brazos cruzados, e inmediatamente encima de estos reposaban dos voluptuosos pechos que empujaban ciñendo su camiseta a sus pezones. El gesto en la cara de la pelirroja era de asco. Un momento, lo estaban mirando, y aquella chica ¡era su hermana!.
-¡Ron!- le gritó por tercera vez su amigo.
-¿Qué? Si, si…- dijo dándose la vuelta y escondiendo el busto que se había formado en sus pantalones.
-Joder, llevas como diez segundos mirando hacía allí como un…
-Sí… em… esto, bueno yo me voy.- y subió las escaleras con torpeza y sin atreverse a volver la cabeza.
Las tres se habían quedado asqueadas con aquella mirada de pervertido. No era la primera vez que la actitud de Ron dejaba mucho que desear, ni siquiera era la primera vez que se quedaba babeando mientras las observaba.
-Mi hermano es... un…- tartamudeó Ginny llena de repulsion.- No sé como te puede gustar Luna, me parece que me estaba desnudando a mi también con la mirada.- añadió con un mueca de asco.
-Vete hoy a su habitación y habla con él.- apuntó resolutiva la castaña.
-Pero…
-Pero nada, el también te quiere, te lo aseguro. Mira no suelo decir esto porque no me gusta vomitar, pero… tírate a mi hermano ¡ya!- Hermione rió.- En serio lo tienes en el bote Luna. Bueno, me voy a vomitar tranquila a mi habitación…
Y la pelirroja subió las escaleras, detrás de ella Luna y por extraño que parezca nada sucedió en aquel comedor, en el que solo se quedaron Harry y Hermione, y primero uno y después el otro ascendieron las chirriantes escaleras hacia sus números de puerta.
Sé que no es mucha cosa, pero si quereis que esto se vaya calentando dejad algún comentario por favor bueno o malo que juro que responderé a ellos subiendo la temperatura de la historia.
