¡Hola a todos!
Como habrán leído en mi perfil u otras dos historias o el perfil de nina14j, también decidí reescribir éste fic, así saben bien la trama los que no lo conocían o tienen curiosidad de cómo aparecen los personajes en las otras... okay ¿de qué otra cosa me olvidaba?
¡Ah, claro! ¡La renuncia!
Renuncia:
Las tortugas no me pertenecen, sino a Kevin Eastman, Peter Laird, Mirage, Nickelodeon y a cada marca que promueve este gran dibujito animado.
Los OCs, sólo uno me pertenece, los demás usados acá son de nina14j usados con su autorización.
Antes de que esto se me olvide de comentar, ocurre antes de "La Venganza de Karai" y luego de "Enemigo de mi Enemigo", en la temporada 1.
Capítulo 1: La Vida de las Tortugas
En un día como cualquier otro, luego de varios meses pasados de su cumpleaños numero 15 y su primer salida a la superficie, las tortugas, el Maestro Splinter y Abril O'Neil estaban en la cocina, disfrutando de una porción de fideos como su almuerzo. Leonardo tuvo que cocinar en éste caso.
La conversación era algo amena. Particularmente a Donatello le gustaba estar cerca de Abril-¡el estar enamorado de ella no iba a quitársele fácilmente!- , al resto de sus hermanos y a su maestro y padre también les agradaba tenerla y contar con ella como una amiga. Ella fue la primer persona en la faz de la Tierra en aceptarlos tales y como eran, aún luego de espantarse del susto al haber sido rescatada por Donnie la primera vez que se conocieron.
De cualquier forma, no es siempre indispensable juzgar por las apariencias.
-Perrera y Cara de Pez sí que tenían pensado traicionarnos. -comentó Mikey.
Él hablaba de los que había ocurrido en el Laberinto de la Muerte, obra sin funciones exitosas de Baxter Stickman... digo, Stockman.
-No puedes confiar en cualquiera -le dijo Leo- , pero en ése caso, no había opción, la tregua era necesaria.
-Lo sé. -dijo Abril, mientras comía un poco de su plato de fideos- Lo mismo me pasó con la Señora Campbell... Fui una grandísima tonta al creerle. Me persiguió por la escuela y casi me mata y...
-Esa es una de las cualidades de una kunoichi, Abril. -le dijo el Maestro Splinter- Debes aprender a utilizar eso a tu favor. La kunoichis son fuertes, pero no quiere decir que si te encuentras a otra sea imposible de vencer. Karai por ejemplo.
Al oír eso, Leo bajo tenuemente la mirada. Él sabía lo que Abril sentía en ése momento. Había confiado en Karai, sólo por accidentalmente enamorarse de ella, y creer que, aunque era del Clan de Pie, era de confianza y podría sacarla de ahí, pero él se había equivocado, pues ella lo traicionó.
-Sí sensei, y estoy muy feliz por el obsequio que me dio.
-¿Obsequio? -preguntaron los cuatrillizos mutantes al mismo tiempo.
-Ah sí, me dio un abanico de metal que... ¿cómo era que se llamaba, sensei?
-"Tessen", Abril.
La joven pelirroja se dio prisa para levantarse de la mesa y, unos momentos más tarde, volvió con su arma en mano. Al observarlo las tortugas, pusieron una gran sonrisa, con algo de nostalgia.
-¡Wow, Abril! -exclamó Donatello- Es el arma perfecta para ti.
-Sensei... ¿ése es el tessen que era para Miwa?
-Exactamente, Leonardo.
-Muy bien, Abril, aprende a usar el arma bien. -le dijo Rapha, en una combinación de una orden y un consejo - Si era para Miwa, es porque es muy especial...
-Sí, Raphael. -interrumpió la rata- Ahora Miwa sería una linda jovencita, una kunoichi, una niña buena... como Abril.
-Gracias por el halago, Sensei. -dijo ella, con un leve sonrojo en sus mejillas.
-Sí, maestro Splinter... -dijo Mikey- Hubiera sido genial que ella estuviera aquí. ¡Sería mi hermana!
-¿"Mi?" -preguntaron sus hermanos con seriedad.
-"Nuestra hermana", jejeje.
-Probablemente, Mikey. -le dijo Donnie, mientras acariciaba la cabeza de su hermanito. Mikey era el único que podía exteriorizar ésa esperanza. Los otros, por otra parte, eran más reservados.
-De ser así, tú serías la segunda hermana que nos quisiera, Abril.
-Seguramente, Mikey. -contestó Abril tranquilamente- Serían cinco ninjas inseparables... bueno, cuatro tortugas ninja y una kunoichi... ¡pero conmigo también! Algún día seré como ustedes y seremos cinco y...
Las palabras de la pelirroja dieron vueltas en la cabeza de sensei. Sí, si su pequeña Miwa siguiera con vida, él habría entrenado a sus cinco hijos en las artes del ninjutsu.
Rápidamente, su sonrisa sobre esas bellas ilusiones, desapareció como la niebla en el viento... Un oscuro secreto remordía dentro de su alma, y se puso algo nervioso con el sólo pensamiento de que algún día, al cumplir sus hijos la mayoría de edad, debería de revelarles algo realmente serio.
Antes de que alguno de los presentes se diera cuenta de su falta de atención a la conversación, debía dar por terminada la hora del almuerzo y proseguir con algo que los beneficiaría tanto física, espiritual y mentalmente.
-De todos modos, ellas ya no están aquí. -comentó Raphael- Debemos continuar...
-Muy bien, chicos, es hora de su entrenamiento. -dijo el sensei.
-Hai Sensei.
Recogieron sus platos y fueron directamente al dojo. Las tortugas eran estupendos ninjas, pero siempre existe uno que otro conocimiento que aún es necesario alcanzar. El enfrentarse a tantos problemas con sus enemigos se los había enseñado. "Se han dormido en sus laureles", les diría el Sensei.
Abril igual. El descubrir que el Kraang la perseguía le dio la motivación suficiente como para entrenar y convertirse en una kunoichi. No quería tener que ser la "damisela en apuros" toda su vida o que las tortugas tuvieran que ir en su rescate a cada momento.
Todos tenían motivos para entrenar, además de ser las órdenes de Hamato Yoshi.
-Es todo por hoy. -dijo al cabo de unas buenas y largas horas de entrenamiento.
La chica y las tortugas se retiraron para un pequeño descanso o hacer lo que más se les apeteciera, a excepción de una de ellas.
-¿Te sucede algo, Leonardo?
-Eh... quería preguntarle algo, Sensei.
-Siéntete libre de hacerlo, hijo mío.
Era el momento de preguntarle lo que tanto lo preocupaba desde que cumplió sus 15 años.
-¿Realmente cree que seré un buen líder? ¿seré tan bueno como usted?
Hamato Yoshi cerró sus ojos por un momento para pensar mejor, mientras se frotaba su barba.
-Acompáñame. -le dijo a su hijo.
Se acercó a la repisa donde estaba la fotografía de su antigua familia, la que lo mostraba a él, a Tang Shen y a su pequeña hija, Miwa.
-Era mi deber continuar como el nuevo líder del Clan Hamato. Mi padre, Hamato Yutta, contaba conmigo para cumplir ésa tarea.
-Lo sé, Sensei. De no ser por Destructor, tú estarías ahora en Japón liderando al Clan Hamato y...
-No lo sé, Leonardo. Tang Shen era muy insistente. Tal vez yo la habría escuchado y estaríamos ahora en ésta ciudad, viviendo una vida normal: Miwa, tu madre y yo...
Al oír cómo la refería, Leonardo no logró evitar desviar su mirada un poco, para pesar mejor. Tang Shen, en verdad era especial.
-¿Cree que ella habría aceptado criarnos a mí y a mis hermanos?
-No lo sé, hijo mío... -dijo Splinter, luego de suspirar levemente- , pero prefiero pensar que sí.
-Yo también quisiera que ella hubiera sido mi madre. Cuando Mikey no le dice "mamá" al frasco de mutágeno, lo dice para hablar de ella.
-Bueno, Leonardo, lo que quería decirte es que, aunque yo no lidere ahora al Clan Hamato o tenga una vida humana normal, estoy muy feliz y muy satisfecho por ser más que sólo el líder tuyo y de tus hermanos: yo soy su padre y siempre los voy a querer. Cuando creí que ya no me quedaba nada, ustedes cuatro llegaron a mi vida.
-Yo también te quiero, padre. -le dijo la tortuga, con una sonrisa de nostalgia.
-A veces me gusta pensar que ustedes conforman un "pequeño Clan Hamato", mi clan ninja. Además, Abril también es parte de éste equipo.
Para él, las tortugas eran más que sólo sus ninjas. Ellos eran sus hijos, su familia.
-Después de ésta charla, responderé tu pregunta, hijo mío: Serás un buen líder, en un futuro serás mi sucesor, y sé que serás un buen ninja. Es más, mi anhelo, es que me superes.
-Gracias Sensei. Espero no decepcionarte. Entrenaré arduamente y te demostraré que el ninjutsu corre por mis venas.
Con los ánimos levantados, se dirigió a la sala donde estaba el muñeco de práctica. Quería entrenar. El Sensei no hizo más que sonreír ante la actitud decidida de su hijo mayor. Indudablemente, quería que sus hijos fueran grandes, independientepente de que fueran mutantes o no. Algo le estaba diciendo que, aún estando bajo el anonimato, sus cuatro hijos llegarían a ser héroes.
En el laboratorio, Donnie trabajaba en el retro-mutágeno que debería devolver a mutantes no deseados a la normalidad. Sabía que una vida de mutante, para cualquier otro que hubiera en Nueva York, no era una vida en lo absoluto.
Pronto Abril se acercó a Donatello. Ella podría considerar que él era con quien mejor se llevaba de sus amigos tortugas mutantes.
-¿Cómo vas, Donnie?
-Ah, no sé... No sé por dónde empezar.
Él se ponía muy nervioso al estar a solas con ella. Las palabras se desaparecían de su boca, no sabía qué hacer. Quería tan desesperadamente decirle lo que él sentía por ella, y anhelaba aún más que ella le correspondiera. Quería tomarla en sus fuertes brazos, tener su rostro cerca del suyo, darle miles de besos y jurarle su amor eterno. Eso era lo que él sentía y, a veces, era lo único que le nublaba la mente; sin embargo, en otros momentos, le aterraba la idea de que ella pensara en él como sólo un amigo, o un hermano, pero sólo eso. Eso hacía que sus sentimientos guardaran silencio.
Antes de seguir sumergido en sus pensamientos, se dio cuenta de que Abril se veía algo pensativa y, rápidamente, vio una lágrima caer de su mejilla. Odiaba ésa escena. Detestaba ver a "su dulce princesa", cómo él la llamaba, pasar por el más mínimo sufrimiento.
-¿Te ocurre algo, Abril?
-No, no Donnie. -respondió ella, secándose los ojos.
-Entonces... ¿por qué tienes esa cara? ¿te sientes bien?
-Es que... no es que no me agrade venir a verlos aquí, y les agradezco bastante el que me aceptaran, pero... extraño mi vida... y a mi padre.
Ella necesitaba el apoyo de uno de sus amigos, así que lo buscó con Donatello. Velozmente, se acercó a él y lo abrazó con fuerza, esperando encontrar su consuelo. El chico mutante quedó tieso y rápidamente sus mejillas se llenaron de un fuerte color rojo, pero se acordó de que Abril estaba triste, así que decidió corresponder a ése abrazo.
-Prometo que salvaremos a tu papá, Abril. Prometo que siempre te protegeré y el Kraang no podrá hacerte daño. Ni ellos ni nadie más.
-Gracias Donnie. Ansío estar con mi padre otra vez, vivir mi vida normal y ser importante para ustedes...
-¿De qué hablas? ¡Eres importante para mí!
La chica lo miró con extrañeza. Esa no fue una que viera venir, y Donatello se puso muy nervioso. Esa frase, no debió haberla dicho en voz alta.
-Digo... ¡para nosotros, tú eres importante para nosotros! Siempre nos ayudas...
-Eso es lo que digo. -dijo ella mientras se soltaba del abrazo- Puedo ir de encubierta como espía y todo eso y...
Platicar con la chica que era la luz de sus ojos, era más que gratificante para Donatello. Un momento incomparable, el mejor de su joven vida.
-¡Chicos, miren las noticias!
Mikey, ¿por qué tenías que interrumpirlos?... Bueno, si eran las noticias, debería de hablar de algo importante.
"-Aquí, en el Canal 6, reportando sobre un ataque a un viejo almacén cercano al TCRI. Debido a todo el humo, no ha sido posible identificar a los delincuentes y... "
-¡¿Por qué la apagas, Leo?! -le reclamó Mikey.
-Porque no hay que se un genio como para saber que los responsables de ésto, son los Kraang. Tortugas, tenemos una misión.
-Sí, al fin, algo de diversión. -dijo Rapha con una sonrisa satisfactoria, mientras colocaba sus sais en su cinturón.
Los cuatro ninjas se equiparon con lo necesario y subieron al Tortumóvil para su siguiente misión. ¡Era emocionante y a la vez vital para la protección de su amado planeta!
-Buena suerte, chicos... -susurró Abril para sí.
Las tortugas dieron inicio a su patrullaje nocturno. Pronto llegaron a ése viejo almacén y, a ése ritmo, encontraron a los causantes del asalto: los Kraang.
-Muy bien, es hora del show. -dijo Donnie.
-¡Ninjas, ataquen!
No había que desobedecer a Leonardo.
Bajaron del vehículo y se pusieron en posición frente a sus rivales. ¡No iban a permitir que esos extraterrestres se salieran con la suya!
-Parece que nos volvemos a ver, Kraangs. -dijo el líder con una pose heroica.
-Es hora de darles la bienvenida... -dijo Rapha mientras sostenía un sai en su mano derecha y mostraba su puño izquierdo.
-Te apoyo. -dijo Mikey- ¡Booyakasha!
-Aquellos que se hacen llamar tortugas no harán lo que se conoce como detener a Kraang, porque Kraang hará lo que se conoce como destruir a los que se hacen llamar tortugas...
-Se ve que aún no dominan el idioma español o alguno semejante. -se burló Donnie.
La pelea empezó. Raphael se abalanzó sobre un Kraang, para después clavarle su sai en la cabeza.
-¡¿Te gustó eso, calamar alienígena?!
Miguel Ángel, por otro lado, esquivaba a otros dos extraterrestres, tomándolos con sus nunchakus y arrojándolos a la pared.
-¡No se metan conmigo, robots tontos!
Donatello los atacaba con su bastón bo. Utilizando su preciada arma, se impulsó hacia donde se encontraba su líder, para evitar que un Kraang lo atacara por detrás, mientras le daba una patada al robot, justo en el cerebro.
-¡Ten cuidado, Leo!
-Kraang ordena que se haga eso que se conoce como retirada...
Leonardo observó cómo todos los droides subían dentro de la camioneta.
-Ah no, no en mi guardia. -susurró mientras arrojaba una shuriken a una de las ruedas de la camioneta en la que iba el Kraang.
Sin embargo, otra camioneta apareció. Cinco robots caminaban hacia atrás mientras disparaban para protegerse de las tortugas. Una vez hecho, arrancaron el vehículo y se fueron.
-¡No huyan, extraterrestres cobardes! -gritó Rapha.
-¡No los dejen escapar! -ordenó Leo.
Como alma que lleva al Diablo, las hermanos subieron al tortumóvil. Donatello rastreó la camioneta y, aplicando toda la velocidad posible en el motor, trataron de alcanzarlos. No obstante, al dar la vuelta a la esquina de una calle, se encontraron, no con los Kraang, sino con algo más grande.
-El TCRI... -dijo Rapha.
-¿Entraremos ahí, Leo?
-No creo sé si debamos hacerlo, Mikey. No sabemos qué hacían en el viejo almacén o qué era lo que se proponían. De todos modos, no estamos listos para el TCRI.
-¡Estás loco de remate! -lo regañó Rapha- Hay que entrar y destruir su portal de segunda.
-¿Con qué esperas hacerlo, genio? -lo regañó Leo a su vez- No tenemos algo lo suficientemente fuerte como para destruirlo. ¡No tenemos explosivos!
-Si ustedes no lo hacen, pues yo sí. -dijo Rapha mientras giraba una de sus armas- Como si yo no fuera capaz de hacerlo y...
Observó su mano. Algo le faltaba y no se dio cuenta de ello hasta ahora.
-Raphael, ¿en dónde está?
-¿Dónde está qué? -preguntó Mikey.
-Su sai... -susurró Donnie.
-Ah, perdió su sai... ¡¿QUÉ?! ¡¿DÓNDE ESTÁ TU SAI?!
-Eso mismo me pregunto yo. -dijo Leo seriamente mientras se cruzaba de brazos- ¡¿Te das cuenta de que es la tontería más grande que pudiste cometer?!
-¡Oye!
-Ya una vez nos pasó, chicos. Cuando rescatamos a Abril, una shuriken se quedó tirada y llegó hasta los noticieros... Ahora el sai de Rapha... ¡Sensei estará furioso!
-¿Qué hacemos, Leo?
-Hay que buscar el sai, Donnie. Si alguna otra persona lo encuentra, estamos fritos...
Encendieron su vehículo y recorrieron las mismas calles por las que llegaron al TCRI. Esperaban poder encontrar pronto el sai de Raphael. De no ser así, adiós a su anonimato.
-¡Vas muy rápido, Leo!
-¡Cállate Mikey! ¡Hay que encontrarlo lo antes posible!
-¡Matarás a alguien a esa velocidad! -le advirtió Donnie.
¿Por qué hay temores que tienen la bendita maña de volverse realidad? Ése era el caso de las tortugas. A unos metros de distancia, una chica cruzaba la calle de izquierda a derecha. En su mano visible, se podía ver que traía un libro consigo y, en la otra, como si llevara algo agarrado. Cuando notó que alguien quería jugar una carrera con algún competidor invisible, las piernas le temblaron de miedo.
-¡AAAHHH! -gritó la chica mientras usaba un objeto puntiagudo (el que traía en su otra mano) como una especie de escudo. En circunstancias de vida o muierte, las ideas con menos sentido, suelen ser las más brillantes.
-¡AAAHHH! -gritaron los hermanos al ver que iban a atropellar a una peatón.
-¡FRENA DE UNA VEZ! -le gritó Rapha a Leo.
Pisó el freno con fuerza y, mientras todo el mundo gritaba como loco, el Tortumóvil se detuvo a un par de centímetros de la chica, quien no paraba de gritar ni abría los ojos, a pesar de que no iba a morir.
-¡No quiero morir no quiero morir no quiero morir, juro que esta cosa no es mía... !
Cuando se percató que viviría por mucho más tiempo, su expresión de susto, se transformó en una de furia y, probablemente, de drama.
-¡IDIOTA, VAS A MATAR A ALGUIEN A ÉSA VELOCIDAD! ¡¿NO LEES LAS LEYES TRANSITALES?!
-Usa la bocina y ya. -le sugirió Donnie a Leo. Les urgía pasar desapercibidos.
"¡BEEP, BEEP, BEEP!"
-Ya, ya, ya me quito, pero la próxima vez, ten cuidado... -dijo la chica con los brazos en alto, en cuanto escuchó los bocinazos, como si fuera detenida por la policía, mientras mostraba el objeto y su libro.
-Es un alivio. -dijo Rapha disgustado, pero al observar a la chica irse, se disgustó más- Un momento...
-¡IDIOTA IMPRUDENTE!
-¡¿MI SAI?! ¡ES EL SAI, CHICOS! ¡HAY QUE QUITÁRSELO!
-Oye, oye oye, yo me encargo. -le dijo Leo- Antes de que te vayas -fingió otra voz- , deja tirada ésa cosa en tu mano.
-¿Mi libro?
-¡NO! -gritó Leo fastidiado- ¡El otro objeto!
-¿Es tuyo? -preguntó ella, intentando calmarse.
-Sí... -respondió impaciente.
-¿Quién eres? ¿Por qué querrías algo así? Parece una pinza de ensalada, pero según una película que vi ayer, unos tipos karatekas eran los que usan estos cachivaches y...
-¡SE ACABÓ! -gritó Rapha mientras abría la puerta del tortumóvil, ignorando completamente las advertencias de sus hermanos.
-¡Respóndeme! -gritó ella, fingiendo valentía, aunque admitamos que tenía miedo.
Una tortuga con el tamaño de un ser humano, con apariencia y objetos ninja, se apareció en frente de ella. Él tenía una expresión realmente furiosa en su rostro. Ahora había verdaderas razones para estar asustado.
-Devuélveme el sai. -dijo Raphael amenazante.
-Eres real... -susurró ella, pero luego su semblante palideció- ¿Q... q... qué eres? ¡¿QUÉ ERES?!
-Dame el sai y nadie saldrá lastimado... -le dijo él, de la manera más amable que podía, pero se lo quería arrebatar de la mano, subir al Tortumóvil e ir a su amada alcantarilla para comer pizza y olvidarse de ése descabellado asunto.
-¡No me hagas daño! -amenazó ella, con mucho miedo, mientras apuntaba a Rapha con el sai para protegerse.
-¡Ja, ahora me amenazas con mi propia arma!
-¡Te lo doy y me dejas ir, así de fácil!
-¡BASTA RAPHA! -gritó Leo mientras él y sus hermanos intervenían entre él y la chica- ¡¿Te volviste loco?! ¡No podemos lastimar a nadie!
-Ay mamá... ay mamá... -murmuraba asustada mientras les apuntaba con el sai-... T-t-tor-tu-tuga-as... gigantes... ¡ustedes son reales!
-¿Ah?
-¡AAAAAHHHHH!
Los gritos de miedo -que, por cierto, eran algo dramáticos- de la chica alteraron a los hermanos, quienes se vieron entre sí.
-¿Ahora qué? -preguntó Mikey.
Al levantar la mirada, se percataron de que la chica estaba corriendo hacia quién sabe dónde.
-¡Oye, no somos tan feos! -se defendió Mikey.
-¡SSHH!
-¡No podemos dejar que se vaya! -advirtió Donatello.
-¡Le dirá a la policía o algo así, hay que encontrarla... !
-¡Y quitarle el sai!
-¡YA SÉ RAPHA!
Por razones demasiado obvias, los hermanos mutantes eran más rápidos y tenían mayor habilidad. Corrieron y buscaron a esa chica por todas partes.
Al pasar por un callejón, Mikey escuchó cómo se movía un bote de la basura. Hizo una seña a sus hermanos y bloquearon toda salida posible. ¡Ella ya no podría escapar!
-Sal de ahí, no te haremos daño. -dijo Leo tratando de sonar amable, aún conservando su tono firme en su voz.
-¡NO! ¡Ustedes quieren esta cosa puntiaguda, pues tenganla!
Ella arrojó el sai por sobre el bote de basura. Raphael, aún dudoso, se acercó de a poco y tomó rápidamente su arma.
-Muy bien, vámonos ya.
-¡No! -susurró el líder- No sabemos en qué momento podría decirles a todo el mundo que vio a cuatro tortugas gigantes y que la persiguieron.
-¡¿Por qué no se van ya?! -preguntó ella, sin revelarse todavía. Al oír los susurros de las tortugas, ella rascó su cabeza para que luego, su expresión de miedo, cambiara a una de furia- ¡¿Eres tú, Bobby?! ¡Te advierto que esto no es gracioso!
-¿Quién es Bobby? -preguntó Mikey, recibiendo un golpe de Rapha.
Una vez que ella supuso que todo era una broma, salió de su escondite. Su cabello castaño oscuro formaba un fleco que, detrás de la oreja derecha, revelaba sus ojos marrones, con sumo enojo. Iba a cobrar el hecho de que sus jeans azules, su blusa lila, que tenía el dibujo de una rosa -supuestamente, esto debía darle una personalidad "linda y tierna" -, y sus zapatillas negras estuvieran llenas de lodo y basura, todo por esconderse de los tipos que ella aseguraba, que le habían jugado una sucia broma.
-Ay... creo que a las chicas no les gusta ensuciarse. -comentó Mikey tragando saliva. No quería tener contratiempos con una chica. Tenía que ocultar su presencia en las sombras y una chica sería lo suficientemente dramática como para revelar su existencia.
-Muy bien, Bobby. -dijo ella con tono amenazante mientras se acercaba a Rapha. Este simplemente dio unos pasos atrás, ya que pesaba que no valía la pena golpear a una niña. No era conveniente hacerla enojar más.
-Ah...
-¡¿Por qué la broma, cabeza de chorlito?! -gritó ella mientras le agarraba la cara- Wow, está... muy bien ajustada... tu máscara...
-Esta no es una máscara. -le dijo él con disgusto mientras, con facilidad, agarraba fuertemente la muñeca de la chica y la quitaba de su cara.
-¡¿Cómo no va a ser una broma?! Un momento... Si no llevas una máscara... entonces no llevas disfráz... lo que significa que ustedes... son... ¡TORTUGAS GIGANTEEES!
Retrocedió un par de pasos hacia atrás e intentó aparentar valentía. Los hermanos intentaban que ella no llamara la atención con tanto griterío, pero todo esfuerzo que hicieran, parecía ser en vano.
-Muy bien, no dejaré que me hagan daño. ¡Apártense! ¡Aprendí judo cuando era pequeña!
Una vez hecha su amenaza, se acercó rápidamente a Rapha para poder meterle una patada en el pecho. Al abrir los ojos, sí que se llevó una gran sorpresa.
-Oh oh... ¡Oye, suéltame!
Sí, damas y caballeros: Raphael le agarró el pie.
-Wow, que miedo me das... -dijo él con sarcasmo.
-Si no me sueltas... -decía la chica, mientras intentaba pegarle con las manos- ¡gritaré como niña pequeña! ¡AAAHHH!
-¡SSSHHH! -le ordenó Leo, tapándole la boca.
Donnie señaló los botes de basura. Leo asintió y tomó a la chica con facilidad, quién trataba de gritar, y él la colocó contra la pared. Acto seguido, los hermanos se acercaron y utilizaron los botes de basura como muralla para ocultarse. Era vital que nadie más los viera.
-Muy bien -le dijo Leo a la chica, quién lo miraba con los ojos bastante abiertos, demostrando miedo- , si prometes no gritar, te quito la mano. ¿Okay?
Después de pensarlo por unos segundos, ella asintió. Sintió cómo lentamente esa tortuga gigante dejaba que ella ahora hablara, y observó al resto.
-Di tu nombre. -ordenó el líder.
-Melina, soy Melina. -respondió ella con algo de miedo.
-¿Cómo encontraste mi sai, "Melina"? -preguntó Rapha impacientemente.
-No Rapha, la estás asustando. -le dijo Mikey.
-Se los juro, fue de casualidad. -respondió ella- Yo volvía del parque y escuché acerca del desorden del almacén. Bueno, a veces soy algo curiosa y... cuando llegué, lo único que encontré fue ese... "sai".
-¿Por qué gritabas que somos reales? -preguntó Donnie- ¿A qué te referías?
-Fue una noche, de hecho. -respondió ella calmándose- Ustedes estaban peleando contra unos... no sé, como... extraterrestres robóticos y... contra unos ninjas de ropa negra, y contra un perro gigante y un pez con patas robóticas. Los vi escondida desde un callejón al regresar del parque...
-Como que te gusta el parque. -la interrumpió Mikey.
-Sí, supongo. Al principio, supuse que no eran reales, pero ahora que los veo de nuevo... pues...
-¿Te asustaste? -preguntó Donnie.
-Sí, no lo puedo negar. No creí que sujetos de la ciencia ficción fueran de verdad, pero... sí... ¿son cocodrilos?
-No. -respondió Rapha fastidiado- ¿Acaso no notas el caparazón? ¡Somos tortugas!
-¡SSHH!
-Okay... ¿Esas son armas de karateka?
-Algo así. Son armas ninja.
-Ustedes se oyen muy jóvenes... ¿Acaso pueden crecer más?
-Jejeje, no sé. -dijo Mikey tratando de transmitirle confianza- Somos tortugas, somos ninjas, somos mutantes... ¡y somos adolescentes!
-¡SSHH!
-Oh, ya veo. -respondió ella con una leve sonrisa- Pero, ¿ya me puedo ir? ¿Me dejan ir?
-No. -respondió Leo firmemente- No podemos confiar en que no le dirás nada a nadie...
-Se los juro, no diré nada, y lamento todo el escándalo que armé.
-¡Ya sé! -exclamó Mikey- Donnie, usa el borrador de memorias.
-¡¿Me van a borrar la memoria?!
-Mikey, no tenemos un borrador de memorias.
-Oh, cierto.
-¿"Donnie" y "Mikey"? Wow, son nombres lindos.
-Ah... ¡Sí, claro! -afirmó Mikey, pero necesitaban callar a Melina.
-¿Cómo podemos confiar en ti, "Melina"? -preguntó Leo.
-Bien, en primer lugar, te pediría que dejaras de nombrarme con tanto énfasis. Okay, consideren que no tengo evidencias y nadie creería en el testimonio de una chica de 15 años que afirma haber visto a cuatro tortugas gigantes con armas ninja y la persiguieron. Si me dejan ir, no le diré nada a nadie.
-Hmm, no lo sé. No podemos fiarnos de cualquiera.
-No lo sé, Leo. -le dijo Donnie- De todas formas, ella ya sabe de nosotros y, a menos que encontrmos algún borrador de memorias, no tenemos mayor opción que confiar en que ella no abra la boca.
-No lo sé...
-En serio, tortugas ninja mutantes adolescentes, lamento no haber esquivado o corrido al otro lado de la calle. Admito que fue estúpido de mi parte user el sai como escudo... como si fuera lo suficiente como para protegerme.
-Gracias por tu sinceridad. -le respondió Rapha, mientras rodaba los ojos
-¿Qué opinan, chicos?
¿Dejar o no dejar ir a Melina?
-¿Qué quieres: tenerla escondida para siempre? -le preguntó Donatello a Leonardo- Esta no es la primera vez que nos pasa y... no creo que sea de tan poco fiar.
-Entonces -interrumpió Melina la preocupación y con un poco de temor- , ¿qué harán conmigo?
Continuará...
Bueno, es un buen comienzo ¿no?
Bueno, toy cansada, esto agota, pero, sigan comentando mis historias, ¡porfis!
Hermana Kunoichi ;)
