Disclaimer: Gintama es propiedad de Hideaki Sorachi.
Advertencias: Lenguaje explícito y mención de contenido explícito.
Basado un poco en el arco Love Potion capítulos 492-496 del manga. No es estrictamente necesario haberlo leído, sin embargo ayuda un poco.
Crap Potion
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I Nunca dejes que un sádico te invite a su habitación
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Decir que Sougo estaba más que frustrado en los últimos días era poco, porque desde aquel encuentro con la niña china, se había planteado como objetivo someterla, sin embargo, el shinsengumi sabía perfectamente que intentar convertirla en sumisa era incluso más difícil que el manga tuviera alguna trama coherente, y eso era decir bastante. El vice-comandante demoniaco estaba aún más preocupado por la actitud ausente de Sougo, con decir que ya estaba considerando ayudarle al castaño con su plan de asesinarse a sí mismo, porque el pelinegro misteriosamente extrañaba los intentos de asesinato tres veces al día que sufría gracias al chico.
La rutina era simple, Okita salía a patrullar por las calles de Edo y regresaba a su habitación una vez terminada, Hijikata preguntándose qué diablos hacía, lo observaba cavilar en silencio. Así eran todos los días para el capitán de la primera división. Sin embargo, ese día, el adicto al cigarrillo mencionó algo que le causó interés.
–Sougo, algo pasó con Kondo-san –dijo Tōshirō con aparente calma–. Tenemos que ir por él.
–¿Dónde está? –preguntó inexpresivo.
–En Yoshiwara –respondió Hijikata dándole una calada a su cigarrillo.
–¿Qué hace allí?
–Algo como una droga que es una poción de amor, algo así.
–¿Poción de amor?
–Realmente no sé Sougo –dijo exasperado–, la cosa es que aparentemente el Yorozuya solucionó todo y después de tanto alboroto como que todo resultó bien.
–¿Y qué tenemos que ver nosotros? ¿No se supone que ninguna fuerza policial está permitida en Yoshiwara?
–Mierda Sougo, no es eso –suspiró–. Tenemos que recoger a Kondo-san, no sé en qué problema se metió con esa mujer gorila, pero ahora ella es quién lo acosa.
Un poco fastidiado, Sougo se levantó y siguió al pelinegro, no lo hacía por ese bastardo, realmente lo hacía por Kondo. Ambos caminaron hacia Yoshiwara, Una vez llegaron, a pesar de que todo estaba solucionado, observaron la ciudad casi en cenizas, Okita preguntó acerca de la dichosa poción de amor, que consistía en una especie de incienso que al inhalarse causaba enamoramiento con la primera persona que viera. Mientras Hijikata recogía a un desnudo Kondo, y se marchaba, Sougo sonreía con una brillante idea en mente, recogió un pequeño corazón que quedaba en los escombros y se lo guardó en el bolsillo. Ahora tenía la estrategia perfecta para dominar a la quisquillosa Yato.
–Debo advertirte –dijo de repente la anciana cortesana que le dio la información–, he visto los efectos de esa droga, y por algo está prohibida, es demasiado peligrosa, sin embargo, ya que tanto insistes, además de llevarte Aizen Kou, llévate Aidan Kou[1] por si te arrepientes de haber hecho enamorar a esa chica que tienes en mente.
Sougo tomó la cajita de la anciana y le sonrió.
–Aunque no creo que realmente necesites una poción para enamorar a una mujer –dijo la anciana, arrodillada -de alguna manera-, mirando a Sougo–, yo soy una mujer experimentada, usted pídame lo que desee, maestro.
De nuevo el "efecto M", esta vez en una vieja.
Sin embargo, Sougo ignoró olímpicamente a la nueva senil sumisa, porque en su mente sólo visualizaba a la pequeña pelirroja hipnotizada haciendo todo lo que él le pidiera, rogando y suplicando, y él demasiado satisfecho al cumplir su objetivo. Sí, ese era el plan perfecto.
Kagura estaba muy feliz, caminando por las calles de Edo, suerte que lo del asunto de Yoshiwara se había resuelto hacía algunas semanas, y aunque recordaba cierta escena con Shinpachi, decidió borrarla de su mente. De verdad las pociones de amor eran muy peligrosas, tanto que la hicieron sentirse atraída al cuatro-ojos, bueno en realidad fueron sus gafas demasiado cool las que la cautivaron. Con una mueca de asco quitó esa imagen de su cabeza, poco quería saber de amor, de gafas y de pociones de mierda. No había vuelto a saber del sádico y eso era realmente un alivio, así que estaba más alegre que de costumbre, un descanso de todo y alejada de las preocupaciones. Así es como tenía que vivir la reina de Kabuki-chō.
No obstante su felicidad se fue al diablo, cuando anego -es decir, Otae- le pidió ir al cuartel del Shinsengumi a colocar de nuevo una orden de restricción de 50 metros al gorila acosador. Kagura bufó frustrada, pero era una petición de Tae, a quien respetaba bastante, así que resignada se dirigió hacia el lugar.
No contaba con que de turno estuviese nada más y nada menos que el sádico enfermo que quiso violarla la otra vez. Torció el gesto iracunda.
–Maldita sea, me tenía que encontrar justo con este pedazo de mierda –bufó enojada.
–A mí también me alegra verte, China –dijo con tono neutral y una leve sonrisa–. Y lo digo en serio, no esperaba que fueses a venir, pensé que tendría que ir a buscarte.
–No me importa que tengas en tu maldita mente –dijo descargando con fuerza unos papeles–, yo sólo vengo a ponerle una caución al gorila acosador por parte de anego.
–Oh claro –respondió Sougo, recibiendo los papeles como si no fueran nada–, pero una vez terminemos con esto, tendrás que devolverme el favor.
–¡¿Qué tal si te lo devuelvo dejándote estéril, estúpido mocoso?!
–No es lo que tengo en mente –dijo con una sutil sonrisa–, pienso en algo divertido para los dos.
–Pedazo de idiota, deja de hablar mierda, y piensa con la cabeza si es que tienes algo en ella.
–Exactamente, ¿a qué cabeza te refieres? Porque con ambas, déjame decirte que pienso muy bien.
Al escuchar esas palabras, Kagura quedó estática y se sonrojó violentamente, «¡Maldito sádico pervertido!» renegó en su mente, sin embargo en el exterior estaba paralizada tratando de entender por qué diablos tenía que reaccionar así cuando el estúpido policía le hablaba de temas por el estilo.
–Bien China, ya que aceptaste esperar, ya vuelvo con lo del papeleo de la mujer gorila.
Kagura bufó, no sabía que intenciones tenía el sádico, pero lo que sabía muy bien es que no le convenía estar allí. De repente sintió un olor extraño, y hacia sus pequeñas fosas nasales llegó una pequeña cantidad de humo. Específicamente humo color rosa.
–¡Sádico imbécil! ¿Qué te pasa? ¿De dónde demonios sacaste esa puta poción que hace enamorar a la gente?
No hubo respuesta, Sougo estaba muy ocupado buscando látigos, velas, cadenas y otras cosas así.
–¡Respóndeme maldita sea! Pero ya verás, no abriré los ojos, mientras no vea a nadie mientras el efecto pasa, todo estará bien –dijo con orgullo, para luego reír con un "Buajajajaja" o intento de risa maligna.
No obstante, Okita sabía que la hiperactiva Yato abriría los ojos tarde o temprano, así que con paciencia tomó una gargantilla atada a una cadena metálica y volvió al lugar en donde estaba la pelirroja. Con cuidado el castaño se acercó a ella, evitando todos los golpes a ciegas que ella le propinaba.
–¡Hijo de puta! ¡Aléjate de mí! ¡O te juro que te agarraré y te cortaré en pedacitos tus preciadas joyas!
–Cálmate China, si no peleas, será mejor, tienes que ser más mansa.
–¡Ni en sueños seré tu masoquista!
Kagura, sin ver nada, mandaba puños al azar, hasta que sintió que una cadena hacía click en su cuello. El bastardo la había encadenado cual animal. Sin poder evitarlo, abrió sus orbes azules, para encontrarse con una auténtica mirada sádica y satisfecha del castaño. Un nanosegundo lo maldijo, y al instante había caído enamorada.
Si, ese era el "efecto M" potenciado con una maldita poción de amor. O poción de mierda.
Kagura fijó sus ojos zafiro a los carmín del policía.
«Sus ojos son hermosos, son como la sangre. Su cara de niña de alguna manera se ve tan atractiva y tan cool. Su cuerpo… ¿Podré besarlo?»
–Anda, di lo que quieres China.
–Sá-sádico…
–Sougo-sama –interrumpió Okita.
–So-sougo… Sádico-sama, ¿puedo darte un… be…beso?
El castaño sonrió y arqueó una ceja. No pudo evitar que toda la sangre de su cuerpo se dirigiera a su cabeza, y no estamos hablando de la cabeza de arriba. Mierda, de verdad le excitaba ver esa faceta sumisa y tímida en la pelirroja. Hacía unos días había reconocido que en verdad se sentía atraído por esa pequeña bestia, pero ahora, verla sonrojada pidiéndole un beso, lo llevó más allá del sólo gusto, quería tomarla, allí mismo, y esta vez nada los iba a interrumpir.
–¿Es eso lo que deseas, China? –preguntó con autosuficiencia, la chica asintió con vergüenza–. Está bien, podrás hacerlo cuando me sirvas como yo quiero, pero antes, vamos a mi habitación.
Llevó a la pelirroja de la cadena cual perro y la adentró a su habitación. Sí que se divertiría, bueno al menos el tiempo que durara el efecto de la pócima, ya después podría despedirse de sus preciadas bolas doradas, claro, si la Yato estaba consciente cuando la poción dejara de funcionar, si no lo estaba –lo cual era la idea- la dejaría en su casa, como si nada hubiese pasado.
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[1] Aizen Kou – poción de amor. Aidan Kou – poción de desamor (?) que revierte Aizen Kou.
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N/A: Por algunas peticiones y un momento de creatividad infinita, decidí hacer la continuación de "Jamás subestimes a un sádico, y menos si es un oficial de policía" es una idea algo loca, que espero que les haya gustado, este capítulo es rango T, pero el próximo será clasificado como M, supongo ya sabrán por qué.
