LA BELLA Y EL SAQUEADOR
Prólogo
El saqueador
Reaver Subterra camina con expresión hastiada el sendero herboso abierto como serpiente entre las alturas de los árboles. El Bosque Everfree es un lugar misterioso para cualquiera, pero Reaver lo conoce muy bien. Por fuerza tiene que conocerlo, después de estar prácticamente toda su vida buscando tesoros ahí.
—¡En este maldito bosque no hay ni un pepita de oro! —gruñe el pegaso.
Y pegaso es, aunque más parece una rata gigante. Crin gris oscura, pelaje marrón oscuro y ojos negros, con una marca en forma de pico minero con una pala cruzada. Las alas están completamente desordenadas, y se ven bastante maltratadas. Ramitas, plumas sueltas, polvo hojas e insectos pululan entre las plumas castañas, y de hecho los pájaros se detienen para picotear sus alas en busca de semillas y larvas, y no faltó el pinzón que se le ocurrió hacer su nido con plumas marrones de pegaso. O ya que estamos, construir un nido sobre las alas de un pegaso.
Reaver se sacude para quitarse la suciedad, pero sólo consigue liberar una nube de polvo.
—¡Llevo toda mi maldita vida de saqueador buscando tesoros y no he encontrado más que malditas vetas de piedras! ¡Estoy harto de mi vida!
Sin darse cuenta, su casco trasero se enreda en una zarza plateada. Maldiciendo, tira con brío para liberarse; pero sólo consigue rasgarse la piel color cerámica de su pata. Gime de dolor, tira con fuerza de saqueador, y las espinas como dientes de tiburón se aferran como garras de tigre en su piel. Finalmente lo dejan ir, pero el pegaso por el impulso se va hacia atrás, cae y rueda, golpeándose la cabeza contra una roca.
Aturdido, golpeado, con una pata dolorida, Reaver se despierta una hora después. Como un cetáceo quebrándose sobre el océano se pone de pie de un salto, se sacude con dignidad y se sienta, mareado. Espera unos minutos a que el mundo dejara de girar como las ruedas. Y se da cuenta de un detalle.
Lo que tomó por árboles no son más que columnas terrosas de alguna civilización antigua. Reaver se voltea, y la luz entra a través de un círculo en la tierra, iluminando todo, pared, tierra y pegaso, con un fino destello blanquecino.
Y en el otro extremo, otro resplandor de color dorado.
"Debo estar en una cueva. Debí de haber caído cuando tropecé con esa maldita zarza."
Camina hacia el resplandor dorado, tratando de adivinar que oculta.
Y al ver que cosa emite tal resplandor, su boca equina se abre como una fruta madura.
Oro, joyas y plata se amontonan en grandes montículos sobre el silencio de la recámara abandonada. Pequeñas estatuas de alicornios con cascos cornudos, dragones en sus armaduras y melenas largas y desgreñadas salpican aquí y allá. Reaver no puede creer lo que ve.
La meta de toda su vida hecha realidad.
—¡El tesoro perdido de los Alicornios Nibelungos! —logra recuperar el control de sus movimientos— ¡Es mío, todo mío!
Cabalga hacia el refulgente oro con evidente deseo. Pero algo estalla enfrente de él.
—¡QUIETO AHÍ, INTRUSO!
—¿Qué...?
Un alicornio fantasma aparece enfrente de él. Transparente, con una armadura con grabados de crueles dragones y un casco cornudo. Además parece tener una gran barba, que nace en la crin tras sus orejas y se extiende en su mandíbula.
—¿Qué cosa eres tú?
—¡YO SOY EL ESPÍRITU GUARDIÁN DEL TESORO DE LOS ALICORNIOS NIBELUNGOS! ¡Y SÓLO UN ALICORNIO NIBELUNGO TIENE DERECHO DE RECLAMAR ESTE ORO!
—Pero los Alicornios Nibelungos se extinguieron hace milenios.
—Eso es desmotivador —dice el Espíritu agachando las alas y la cabeza, para luego alzarse con renovada energía— ¡PERO ESTE TESORO ES PARA ALGUIEN DE CORAZÓN PURO, NO PARA UN SAQUEADOR VIL COMO TÚ!
—Pero es mejor que alguien lo gaste a que se oxide aquí.
—Sí, pero... ¡SAQUEADOR INFAME! ¡SÓLO TE DARÉ ESTE TESORO SI ME TRAES UN DIENTE DE DRAGÓN, UN OJO DE BASILISCO Y UNA JOYA REAL EQUESTRIANA!
—¡Pero eso es imposible!
—¡ENTONCES ENAMORA A UNA DAMA DE CORAZÓN PURO Y NOBLE Y CÁSATE CON ELLA!
Reaver se mira en el reflejo de un dorado atardecer. Un pegaso desaliñado, sucio, feo y de aspecto poco confiable le devuelve la mirada a través del dorado sol.
—¿Cómo quieres que enamore alguien si soy tan feo?
—¡JE, ESO ES PROBLEMA TUYO! —grita el Alicornio fantasma— ¡AHORA VETE Y DÉJAME LLORAR A MIS HERMANOS MUERTOS HACE MILENIOS!
Reaver sale volando por el lado opuesto. Siempre ha temido a los fantasmas.
Pero una duda taladra su intelecto de saqueador.
—¿Y ahora cómo voy a conseguir una dama de corazón puro y noble?
