La cafetería estaba casi en completo silencio, a pesar de que la mayoría de las mesas estaban ocupadas. Era un lugar acogedor como casi todo en ese pueblo y los dueños tenían un trato totalmente familiar con todo el mundo al que habían conocido en aquel sitio.

Dean y Sam llevaban allí casi una semana, después de haber terminado con su último trabajo y Dean ya deseaba salir de allí. Tanto lugareño acogedor y tanta tarta de manzana casera, estaba comenzando agobiarle y le parecía demasiado espeluznante para su gusto, incluso un poco empalagoso.

Dejando la taza de café sobre la mesa y bajando el periódico que estaba leyendo, Dean se volvió hacia su hermano, que estaba trabajando en el portátil desde hacía más de media hora. "¿Encuentras algo que nos pueda interesar?"

"No, parece que todos los fantasmas, espíritus y demás criaturas sobrenaturales, a parte de las que ya conocemos hubieran desaparecido."

Dean dobló y le acercó el periódico, señalando con insistencia una de las noticias, apenas destacada al final de la página de sucesos. "Pues yo si tengo algo, mira esto."

Sam comenzó a leer en voz alta. "Los últimos visitantes al orfanato Gore dicen haber escuchado voces de niños por todas partes, incluso han sentido la presencia de uno de ellos, siguiéndoles y espiándoles durante toda su estancia allí. Además, el tremendo olor a humo y fuego les aterrorizó e hizo que salieran de allí antes de lo que tenían pensado. Aunque todo parecería indicar que se trata de un añadido más a la leyenda negra de este lugar, Claire Thomas, uno de los testigos, asegura que su hermano no es el mismo desde que estuvieron allí, que algo allí dentro le ha cambiado. ¿Estamos hablando entonces de algo más que una simple leyenda?, ¿Qué está ocurriendo tras los derruidos muros del orfanato Gore?" Sam levantó la mirada hacia su hermano. "Parece interesante."

"¿Parece interesante? Sam estamos hablando de uno de los lugares más conocidos por estar supuestamente encantado de todo el estado de Ohio. ¿Cómo puedes decir que sólo parece interesante?" Dean se levantó casi de un salto de la silla y recogió sus papeles, pagó a la camarera por sus consumiciones y se dispuso a salir de la cafetería. Una vez en la puerta se volvió hacia Sam, que no se había movido. "¿Vienes o no?"

"¿Ya quieres que vayamos para allí?, casi no hemos terminado de desayunar." Sam miró su taza de café a medio tomar.

"Fantasmas Sam, muchos fantasmas de niños, voces y tal vez alguna posesión por parte de alguno de los espíritus. No puede haber nada mejor para empezar bien la semana." Terminó diciendo Dean mientras mantenía en su rostro su sonrisa casi infantil y llena de emoción.

Sin esperar siquiera a que Sam contestara, Dean salió de la cafetería, entró en el coche y lo puso en marcha, esperando a que su hermano apareciera por la otra puerta.

Mientras se levantaba y comenzaba también a recoger sus cosas, Sam miró por la ventana hacia donde estaba su hermano, con la música del coche en funcionamiento, dando pequeños golpecitos al volante del coche mientras seguía el ritmo de la música y tarareando la canción. Sam no pudo evitar sonreír al verle desde donde estaba.

Le recordaba al Dean niño que había conocido, esperando cada noche, escuchar las historias que su padre les contaba sobre sus cacerías, como si de cuentos para no dormir se trataran. Ahora sin embargo, las cacerías las llevaban a cabo ellos, pero Dean seguía demostrando la misma ilusión por ellas y más cuando se trataba de algún sitio con historia y una importante leyenda y posibles fantasmas muy cabreados. Esos trabajos eran los favoritos de Dean.

- o -

En algo más de tres horas, se encontraron cruzando un pequeño puente algo destartalado y parecía estar a punto de derrumbarse y desde donde se podían ver los restos del orfanato. A pesar de ser de día, pues habían llegado sobre el medio día, el lugar resultaba ser uno de los tenebrosos de los que habían visitado nunca antes.

El antiguo y desde hacía mucho tiempo, abandonado orfanato, todavía en ruinas, pues nadie había comenzado a rehabilitarlo todavía, dejaba a la vista diferentes partes de su esqueleto, totalmente ennegrecidas, por el paso del tiempo, aunque las leyendas locales hablaban de un terrible fuego.

Dean detuvo el coche al cruzar el puente. "La gente de por aquí habla de extrañas presencias en el bosque, será mejor que vayamos andando desde aquí y lo comprobemos."

El camino fue más duro de lo que hubieran podido pensar y por muchas pruebas que hicieron, nada fuera de lo normal ocurrió durante su recorrido por el siniestro bosque. Al llegar a las ruinas del edificio, Sam se fijó en su hermano. Estaba en silencio, apenas había dicho nada desde que se habían internado en el bosque e incluso su expresión parecía haber cambiado. Parecía triste, Sam diría que incluso desilusionado por no haber podido encontrarse con uno de los espíritus que buscaban.

Se detuvieron frente a la puerta, que parecía que fuera a caerse al más mínimo contacto. "Dean, este lugar esta a punto de derrumbarse. ¿No crees que sería un poco arriesgado entrar ahí?"

Una voz femenina que provenía del interior del edificio, hizo que Dean no contestara a esa pregunta. Ambos prepararon sus armas. "Vamos Peter, tenemos que irnos de aquí."

"No quiero." Dean miró a su hermano sorprendido y vio que Sam estaba igual que él. Escuchar a un hombre adulto, por lo que parecía por el tono de la voz, hablar de una forma tan infantil, les parecía algo ridículo. "Quiero que mamá venga a buscarnos. Estoy cansado y no quiero andar más."

Las voces se fueron acercando hacia la puerta y una de ellas levanto el tono considerablemente. "¿Se puede saber que demonios te ocurre Peter? Parece que tengas seis años."

"No me gusta que me grites, me das miedo."

"¡Peter, vuelve aquí!" La puerta se abrió de repente y como si ni siquiera hubiera visto a los hermanos, un hombre alto salió corriendo del edificio, mientras parecía estar llorando. Tras él, apareció una chica, que aparentaba unos veintitantos años y que estuvo a punto de chocarse con Sam.

"Perdón." Suspiró mientras Sam se hizo a un lado. "¡Peter, para ya!" Sam miró a su hermano de nuevo, pero este tampoco entendía nada de lo que estaba sucediendo. "Perdonad, pero tengo que alcanzar a mi hermano. El muy idiota ha decidido comportarse como un crío de repente."

Peter se sentó en una roca cercana, de espaldas a ellos y se cruzó de brazos. La chica, se acercó a él y comenzó a hablar con él con un tono más cariñoso. "Sam, ¿crees que eso es normal?" Ambos miraron a los hermanos y los vieron abrazarse. Finalmente ella volvió a acercarse a ellos.

"Siento que hayas visto esto. Mi hermano no es así, es un tío normal, pero desde que entramos aquí... No se, no es el mismo. Si me perdonáis, quiero llevarlo a un hospital, tal vez se haya dado un golpe en la cabeza."

Tras despedirse, Dean y Sam, vieron alejarse a los dos chicos, cogidos de la mano. "¿Tu que crees, posesión por parte de un espíritu, control del comportamiento?" Dean esperó la respuesta de su hermano, pero Sam estaba concentrado mirando de nuevo al edificio.

"Dean, este sitio no me gusta, no me da buena espina. Aquí hay algo realmente malo y que está pero que muy cabreado." Sam se estremeció ligeramente, como si una corriente de frío hubiera traspasado todo su cuerpo. "¿Has sentido eso?"

"Se suponía que ya no tenías tu toque Zelda Rubenstein, que tu pequeño Hael Joel interior había desaparecido."

"No es eso Dean, no puedo decirte de que se trata exactamente, ni cuantos son. Pero su energía residual es muy poderosa, son muchos años sin que nadie les haya escuchado. Creo que no deberíamos entrar."

La mano de su hermano se apoyó sobre su hombro. "Vamos Sam, esto es lo que hacemos, ya has visto a ese chico, se comporta como un crío y tal vez no vuelva a ser el mismo nunca más. Y que me dices de la noticia del periódico, decía que uno de los chicos había cambiado también ¿No crees que deberíamos evitar que eso vuelva a pasar más?" Dean pudo intuir en los ojos de su hermano, un miedo extraño, pero poderoso que pocas veces le había visto.

"Supongo que tienes razón." Dean se acercó de nuevo a la puerta, que después de la salida de Peter y su hermana se había quedado abierta. "Pero prométeme que no harás ninguna estupidez de las tuyas. Permaneceremos juntos y tendremos contacto visual en todo momento."

"Si mamá." Dean continuó andando pero la mano de su hermano sujetándole el brazo le detuvo de nuevo.

"Dean, te lo digo en serio. No me gusta este sitio y aunque voy a entrar contigo, se que algo malo va a ocurrir." La mano de Sam apretó el brazo de su hermano, quedándose en tensión mientras esperaba su respuesta.

"De acuerdo, me mantendré cerca de ti por su te ataca Casper" Terminó diciendo Dean, entre risas, mientras entraba definitivamente en los restos del orfanato.

- o -

Las tablas de madera del suelo, rechinaron bajo cada una de sus pisadas y resonaron en medio de la completa soledad del lugar. Uno junto al otro, comenzaron a moverse despacio, atentos a cualquier posible sonido o movimiento a su alrededor.

Tras recorrer unos pocos metros y separarse de la entrada, Sam sacó su EMF y lo puso en funcionamiento. Tras un breve momento de inactividad total, el apartado comenzó a reaccionar al entorno y a emitir fuertes señales. Sam lo miró estupefacto, nunca había visto al aparato activarse con tanta celeridad y dar niveles tan altos de presencias en el lugar.

Junto a él, Dean había comenzado a grabar con su cámara de video. "Sam mira esto, es increíble." Le acercó el visor a su hermano y en la pantalla ambos vieron alrededor de diez bolas de luz, invisibles para el ojo humano, que se movían incesantemente por lugar, atravesando las paredes, bajando del techo y acercándose a ellos como si los estuvieran investigando. "No entiendo como nunca nadie antes había hecho ninguna investigación en este lugar."

Al llegar a lo que parecía ser una bifurcación de pasillos, vieron unas escaleras que llevaban al segundo piso del edificio. Sam se acercó a una habitación cercana, que parecía haber sido en otro tiempo, el comedor de los niños. Era muy amplia pero ahora estaba prácticamente vacía. Quedándose en la puerta, acerco el EMF y lo introdujo ligeramente en la habitación. Un momento después, como si de una alarma se tratara, comenzó de nuevo a emitir fuertes ruidos y su aguja pareció volverse loca, moviéndose de izquierda a derecha.

"Dean, aquí debe de haber algo importante, tal vez algunos de los niños, murieron en esta habitación." Esperó la respuesta de Dean, mientras seguía comprobando los espasmos del aparato, pero su hermano no dijo nada. "Dean, ¿me estás escuchando?"

Cuando Sam se giró hacia donde había estado su hermano un momento antes, se dio cuenta que ya no se encontraba allí. "Maldita sea, Dean."

- o -

Mientras Sam trabajaba en la gran habitación, Dean dio una vuelta sobre si mismo, con la cámara todavía grabando, tan sólo para comprobar que estaban rodeados de bolas de luz por todas partes. Un momento después, una voz débil y algo lejana llegó hasta él. Se mantuvo atento y un momento más tarde, la volvió a escuchar.

"Mamá, tengo miedo" Se trataba de una voz muy infantil, aquel niño, no podía tener más de cinco o seis años. Dean dio un par de pasos hacia donde creía que provenía la vocecilla. "Mamá ¿Dónde estás? No puedo verte."

Dean se volvió hacia Sam y lo vio ocupado trabajando. Luego se volvió hacia el lugar en el que había escuchado a aquel niño, que seguramente se había extraviado.

Le había prometido a Sam quedarse a su lado, pero al mismo tiempo no podía dejar de pensar en que tal vez, hubiera algún niño en peligro. La voz además, no sonaba tan lejana como había pensado en un prinipio, con lo que no tendría porque alejarse mucho de donde estaba su hermano y tal vez volviera antes de que se diera cuenta de que se había marchado. "Además, tan sólo será un segundo nada más."

Encendió su linterna y apagó la cámara, concentrándose en volver a escuchar al niño en cuestión. Anduvo por un destartalado pasillo y se asomó a varias habitaciones sin encontrar nada. "Mamá, ¿eres tu?"

"Hola, dime donde estás e iré a buscarte" Dean enfocó la linterna hacia el final del pasillo.

"Es una habitación muy oscura y veo un cuadro enfrente de la puerta." Dean anduvo unos pocos pasos más y finalmente se dio cuenta de que a su izquierda había un cuadro, el único que quedaba todavía en las paredes y frente a él, había una puerta, desde la que se entraba a una oscura habitación.

"¿Mamá?" al escuchar tan cercana la voz de aquel niño asustado, Dean se internó unos pocos pasos en la lúgubre habitación e iluminó con su linterna cada esquina y cada rincón. No encontró nada.

Retrocedió un paso hacia atrás, todavía comprobando que realmente no había nadie en la habitación, pero cuando la puerta se cerró a su espalda, se giró rápidamente. Sujetó con fuerza el pomo y trató de abrirla, pero parecía que algo estuviera empujando desde dentro, con una mano invisible para evitarle abrir.

"¡Sam!" Un intenso frío recorrió su cuerpo. "Sam ¿puedes oírme?" continuó haciendo fuerza para conseguir abrir la puerta, pero sus esfuerzos fueron totalmente en vano. De nuevo una ola de frío llegó hasta él, incluso pudo ver el vaho salir de su boca. "Maldita sea."

Algo se movió detrás de él. Se dio la vuelta, con su arma en la mano y delante de él, se encontró a un niño, con la cara sucia, como si hubiera estado jugando en el barro y los ojos penetrantes, que le estaban haciendo sentir incomodo por momentos.

"¿Te has perdido?" El niño se acercó más a él, aunque sus pies parecían no moverse, sino que parecía que su cuerpo se deslizara a unos pocos centímetros del suelo.

"No, pero tu si y necesitas cambiar eso." El niño, puso una mano sobre el estómago de Dean. El dolor fue tan intenso como si se tratara de una puñalada y obligó a Dean a arrodillarse cuando las piernas le fallaron. "Tu infancia no fue feliz." La mano, pálida y casi congelada del niño hizo contacto con la frente de Dean. "Esta será tu segunda oportunidad, igual que yo no tuve ocasión de ser un niño." Como si un martillo estuviera atravesando su cabeza, Dean no pudo evitar que finalmente un grito de dolor escapara de su boca.

- o -

Eran demasiadas habitaciones como para que Sam pudiera descubrir inmediatamente en cual de ellas se encontraba su hermano. Sin embargo, cuando le escuchó gritar a pocos metros de donde él se encontraba, respiró con cierto alivio.

Al llegar a la puerta, vio que esta estaba cerrada y parecía atrancada desde dentro. "¿Dean, estás ahí?" Nadie contestó desde el interior. "Mierda. Dean, si puedes oírme, apártate de la puerta, voy a tratar de entrar."

Tras dar un par de golpes que apenas parecieron afectar a la puerta, consiguió que el tercero hiciera el efecto deseado y con gran violencia, la puerta se abrió de golpe. La habitación estaba completamente a oscuras y la linterna de Sam parecía que no quería encenderse. "Dean."

Temeroso de lo que pudiera encontrar dentro, pero seguro de que su hermano se encontraba allí dentro, Sam dio un par de pasos hacia el interior de la habitación y esperó a que su vista se acostumbrara a la oscuridad.

Finalmente pudo ver que había una mesa volcada en el suelo y tras ella, una silla también tumbada en el suelo. Una pequeña estantería todavía resistía a duras penas, el paso del tiempo y junto a ella, en el suelo, hecho un ovillo, Sam dio con su hermano.

"¡Dean!" Se acercó a él y se arrodilló a su lado. No le hizo falta comprobar su pulso porque se dio cuenta que respiraba. "Dean, ¿puedes oírme?" "Vamos Dean, dime algo por favor."

Por toda respuesta Dean emitió un pequeño gemido. Unos segundos más tarde, abrió los ojos, con cierta dificultada y miró a Sam.

"Dean, ¿te encuentras bien?" Sam ayudó a su hermano a erguirse y sentarse, apoyando la espalda en la estantería.

"Me duele la cabeza." Su voz sonó distinta, con un tono casi infantil, pero Sam lo achacó al golpe. Trató de nuevo de encender su linterna y esta vez si que le funcionó. Enfocó a la cabeza de Dean y pudo ver una brecha que no dejaba de sangrar.

"Creo que será mejor que vayamos al hospital a que te miren esa herida, no tiene buena pinta." Comenzó a levantarse y le ofreció una mano a Dean para ayudarle.

"No, no quiero ir al hospital." Dean se cruzó de brazos y apartó la mirada de su hermano.

"Dean, ¿qué dices? Esa herida no deja de sangrar y tal vez tengas una conmoción." Dean negó repetidamente con la cabeza.

"No me gustan los hospitales, me dan miedo." Entonces fue cuando Sam recordó las palabras de la gente que había entrado en el orfanato con anterioridad. Sus amigos y hermanos, no parecían ellos mismos, incluso se comportaban de formas infantiles. Igual que Dean. "Oh, por favor, no me digas que…"

Sam suspiró y cerró los ojos tratando de pensar con claridad por un segundo. Por lo que parecía, Dean volvía a ser un niño o tal vez estuviera poseído por el espíritu de uno de los niños del orfanato, y por más que intentara tratarle como el adulto que hasta ese momento era, no iba a conseguir nada. Por lo que llevarlo a un hospital para que le miraran la herida de la cabeza, no iba a ser tarea fácil.

Desde el suelo, abrazado a sus propias rodillas, Sam escuchó llorar a Dean. "Eh, Dean, ¿Qué ocurre?" Sam deslizó su mano por el pelo de Dean, tratando de reconfortarle.

"Me da miedo este sitio. Está muy oscuro." Sam sonrió, sorprendido de escuchar que su hermano tuviera miedo de la oscuridad. Tal vez alguna vez eso fue verdad.

"De acuerdo, ¿Qué tal si me das la mano y nos vamos juntos de aquí? Tengo una linterna." Dean lo miró dubitativo, pero finalmente accedió y alcanzó la mano que Sam le ofrecía.

Una vez fuera del edificio, Sam miró de nuevo la herida en la cabeza de su hermano, que aunque menos, todavía seguía sangrando. Tenía que conseguir que fuera con él al hospital de algún modo.

"Dean, ¿Qué te parece si me acompañas al hospital, le digo al médico que te cure esa herida tan fea y luego nos vamos a comer unas hamburguesas? Pero sólo si vienes conmigo al hospital primero." Dean se sentó en la misma roca que antes había estado sentado Peter, con los ojos fijos en Sam.

"¿Crees que me hará daño?" Dijo mientras todavía estaba aferrado a la mano de su hermano y parecía no tener ninguna intención de dejarle ir.

Sam se agachó a su lado y puso su mano libre sobre la rodilla de Dean. "No lo se, no te voy a mentir, pero te prometo que estaré contigo todo el tiempo y no dejaré que te ocurra nada malo." Finalmente, Dean asintió y antes de que Sam se pudiera levantar, se lanzó a su cuello y le rodeó con ambos brazos.

"Gracias papá. Por cierto ¿Dónde está Sammy?" Sam lo miró confundido.

"Dean yo…" "¿Cómo voy a decirle que yo soy Sammy? Sólo parece tener seis años, no le puedo decir quien soy. Supongo que será lo mejor que siga viviendo en su fantasía o lo que quiera que sea esto." "Sam está con mi amigo Caleb, porque es muy pequeño para hacer este viaje con nosotros."

Dean se volvió a abrazar de nuevo a él y por un momento, Sam dejó que unas pocas lágrimas escaparan de sus ojos.

"Lo siento Dean, pero te aseguro que te voy a sacar de esta como sea."