¡Hola!

Éste es un pequeño drabble sobre el libro Rebeldes que escribí para participar en un concurso forero, pero al que llegué tarde y quedé fuera xD Aunque no importa, lo compartiré con ustedes y espero les guste.

Disclaimer: Rebeldes, así como todos los personajes y su historia, pertenece a Susan E. Hinton, no así lo que dicen estas pocas letras. Esto solo se escribió para la sana diversión de una mente malocosa, sin ánimos de lucro.


Stay Gold

«Stay gold, Ponyboy. Stay gold. Aquellas fueron las palabras de despedida de JohnnyCake, uno de los personajes del libro Rebeldes, que hace tantos años leí.

»En ese momento, la necesidad y ganas de abrazar a Dally, otro de los chicos que llevaron a cabo la historia, me llenó por completo. Ponyboy Curtis era quien relataba todo, el narrador protagonista, quien nos enseñaba en cada línea lo que vivía, lo que veían sus ojos y corazón; pero Winston Dallas, él era otro caso especial. El chico rebelde, el que había estado en prisión, al que no le importaba nada —o por lo menos eso aparentaba—, quien perdió lo único que quería…

»Quise envolverlo en mis brazos cuando el otro chico dejó de respirar, decirle que lo comprendía y así poder evitar un desenlace, ya de por sí, fatídico. Pero era imposible, Dally era de esos que pocas veces pensaba antes de actuar, de aquellos que si debían saltar al vacío porque así lo decidían en la mañana al levantarse, lo hacían. Era de esos chicos malos, que en el fondo sabes que guardan muchas cosas dolorosas que los llevan a comportarse de esa manera. Dally era Dally, amado, odiado y respetado… Simplemente Dally…

»Ponyboy nunca supo, él no lo comprendió, no lo alcanzó a abrazar, ni siquiera despedirse… Se marchó para no volver después de la pelea, después del llanto, después del último aliento…».

El lápiz resbaló de mis dedos y cayó del escritorio, pasé con suavidad la yema de mis dedos por mis mejillas, a pesar de todos los años, aún seguía derramando lágrimas al recordar aquel libro que me marcó en mis primeros años de adolescencia.

Debía escribir una columna para una prestigiosa revista de lectura, pero con aquellos recuerdos y añoranzas, lo único que logré fue que mi lápiz cayera. Lo tomé y dejé sobre la hoja con unas cuantas líneas escritas. Intenté retomar el curso de la pequeña reseña, pero con el solo hecho de pensar en los hermanos Curtis, Two-bit, JohnnyCake, Steve y mi adorado Dallas, perdía el sentido.

Me levanté y caminé al baño, me mojé la cara y me miré en el espejo. Un frío viento entró por la ventana que se había quedado abierta, la cerré y me abracé a mí misma. Tenía que terminar lo empezado.

Me senté y observé lo poco y nada escrito. Reí al recordar todo el amor que le profesé en alguna ocasión a Dally y, también, cuando a mi mente llegó la vaga idea de todas aquellas veces que busqué uno de carne y huesos. Sonreí de medio lado, aún tengo una pequeña esperanza…

Aunque hay una pequeña cosa que nadie me podrá quitar jamás, y eso es la frase que dice tanto en tan poco: Stay gold, Ponyboy. Stay gold. Y eso no es necesario que se pueda tocar, sino que sentir y comprender y, por sobre todo, intentar llevarlo a cabo.