Que quede claro, no tuve nada que ver con eso. Ni mucho menos tenía yo la culpa de lo que pasaba. De haberlo sabido, hubiera evitado el lugar, pero no…
Que si, que tampoco me resistí mucho, pero…Bueno, ustedes no tienen ni idea lo que paso, cierto.
Mi nombre es Uchiha Sasuke y esta es mi historia.
Puedo decir que todo comenzó un día, como cualquier otro . Acompañar al hiperactivo de mi novio..Oh si, ¿No lo dije? Soy bisexual. Pues bien, acompañando a mi novio, un rubio bastante atractivo, quien ha sido mi amigo toda mi vida…O por lo menos, eso solía ser.
No pretendo hablar de mi relación con el tampoco. Pretendo hablar del problema que surgió a raíz de su muy inteligente decisión de presentarme sus padres.
Y ya estoy divagando…
Un día, acompañe a mi novio (¿Ya dije que se llama Naruto?) a su casa, luego de haber salido todo el día. Divertido, fuimos al cine y a las recreativas…Pero entonces, la cosa se puso fea. EL dijo que puesto que ya llevábamos mas de cinco meses saliendo, pues porque no pasaba y me presentaba a sus padres. Mis ojos se abrieron, estoy seguro que de haber sido una caricatura, serian del tamaño de platos, o se habrían salido de sus orbitas. Pero ninguna caricatura me podría preparar para lo que había dentro.
Nada más entrar, el rubio distraídamente me llevo de la mano hasta la sala, buscando a sus padres, llamándolos a voz en grito. Bajamos de nuevo, dirigiéndonos ahora a la cocina, el muchacho, aun sin soltar mi mano, tomo una papel pegado a la nevera.
-Parece que Kushina no estará…
Susurró, distraído. Pasándome la nota, típica nota de madre, informando que saldría a hacer unas compras y puede que tardara. Entusiasmado por la noticia de estar solo en casa con mi zorro, lo tomé por la cintura mientras lo besaba con fuerza, colando mi mano bajo su camisa y luego bajo la parte trasera de su pantalón, apretando con fuerza y necesidad sus nalgas. El a su vez contesto besando igual de fuerte, sus manos acariciando mi torso, mi cuello, más suave que yo. Como pude, lo subí a la mesa y apartándolo todo , lo recosté, aplicando mis labios sobre sus pezones, mordiendo y succionando. Mi mano rozando sobre su entrepierna. Todo parecía idílico. Perfecto. Hasta que…
Subí la mirada.
Un hombre, igual de rubio que mi compañero, un rostro parecido e incluso su sonrisa, solo que con el cabello más largo, estaba parado en la escalera, mirando sorprendido. Mi novio, al notar mi silencio abrió sus ojos, encontrándose con…
-¿¡P-PAPÁ!?
