Hola!

Después de mil años de no escribir (salvo en mi diario), les traigo esta pequeña historia de este mundo fantástico que es Tierra Media. Sé que no soy la escritora que el mundo esperaba, pero escribo esto con mucho cariño para este lindo fandom de El Hobbit

Aún no veo la película, y creo que estaré por la calle de la amargura cuando eso pase.

Errores, sugerencias, felicitaciones y demás comentarios siempre serán bienvenidos.

Thorin/Bilbo of course :)

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Capítulo 1: Aquellos días.

Sin duda la Comarca era el lugar al cual Bilbo pertenecía. Con sus tomates, sus caminos bien podados, las vastas colinas onduladas, un hermoso cielo azul, flores por doquier, el murmullo de los árboles y el olor a tabaco. Donde todo era calma y no existían dragones, enanos testarudos ni montañas de oro. ¡No señor! Él era un Bolsón de Bolsón Cerrado y la Comarca era su hogar. Ahora y por siempre.

Para siempre.

Estos pensamientos llenaban la cabeza de Bilbo mientras iba camino a casa a través de las colinas. A pesar de tener meses en la Comarca después de su viaje a Erebor, lo cierto es que había pasado mucho tiempo tratando de recuperar sus cosas que habían sido subastadas por su querida pariente Lobelia Sacovilla. Después, había necesitado más tiempo para poner su casa habitable y por supuesto, comprar lo necesario para tener su despensa decente. Un hobbit honorable como él no podía recibir visitas con sus despensas vacías, sería una terrible humillación! Además, podría recibir una visita inesperada de un mago de capa gris o una manada de enanos hambrientos saqueadores de despensas…

Mejor no pensar en eso

Al llegar a su casa y abrir la rejilla, no pudo evitar mirar con un deje de nostalgia aquella extraña marca en su puerta que hubiera grabado Gandalf tiempo atrás. Aquella marca que trajo a su vida a aquel grupo de valientes enanos, tan diferentes entre sí pero con un ideal común muy fuerte: recuperar su montaña de las garras del dragón. Si bien receló de ellos al principio, lo cierto fue que poco a poco se ganaron su corazón. No sólo viajó con ellos, sino que fue parte de la compañía, no como el saqueador, sino como amigo. Y durante el viaje él cambió, dejó de ser el hobbit huraño y receloso y aprendió a valorar la amistad por encima de acualquier cosa. Porque amaba a sus amigos, con sus múltiples defectos y sus montañas de virtudes. Por el amor y la lealtad que siempre se mostraron aún en los momentos oscuros del viaje, por los momentos felices que pasó a su lado. Y siempre agradecería a Gandalf (en secreto) haber pensado en él para semejante misión. Su vida cambió. Conoció a un grupo de 13 enanos revoltoso.

Y lo conoció a él.

Basta Bilbo! – se dijo a sí mismo en un intento de calmar todos esos pensamientos que fluían sin parar en su cabeza, mientras acomodaba sus comprar en su brazo y se disponía a abrir la puerta.

Al entrar, sólo el silencio lo recibió.

Decidió acomodar sus compras y prepararse algo de comer mientras canturreaba una alegre canción. Había estado gran parte del día fuera de su casa y realmente necesitaba descansar. Y comer algo por supuesto.

Bilbo se había dado cuenta de su nueva rutina una vez que tuvo sus cosas en su hogar. De ser un hobbit hogareño pasó a ser un hobbit caminante. Visitaba viejas amistades, iba al mercado del pueblo o podía estarse horas en su jardín con su buen amigo Hamfast Gamyi platicando de buenas cosechas o trucos para sus plantas. O incluso estar sentando en la entrada de su casa fumando su pipa tal vez esperando de nuevo una aventura.

Lo que fuera por no estar sólo en su casa. En silencio lo agobiaba.

Tras el largo viaje acompañado de 13 enanos, la completa quietud resultaba algo abrumador para el saqueador, algo irónico considerando lo tranquilo que era él mismo antes del viaje. Era de esa clase de individuos que gustaba de tener todo ordenado y bajo control, con un espíritu aventurero bastante reprimido. Pero ahora todo eso le molestaba. El agujero hobbit distaba mucho del orden de antaño. Si bien no era un completo chiquero, las cosas dentro de los baúles estaban desordenadas, los libros apilados y los mantelitos en crochet brillaban por su ausencia.

Bilbo Baggins no era el mismo. Y dudaba que alguna vez volviera a serlo.

Una vez preparados sus alimentos, que consistía en pescado a las brasas con su correspondiente ración de verduras, un buen tarro de cerveza y una generosa porción de tarta de fresas, Bilbo se puso en camino a su estudio. Había una gran aventura que merecía ser contada.

Se acomodó en su escritorio y se dispuso a continuar, reflexionando que era lo que debía poner. Ya había escrito sobre el arribo de los enanos a Bolson Cerrado, la desastrosa cena, las canciones, la vajilla voladora y el eje central de la historia: la recuperación de Erebor. También había mencionado a cada uno de sus amigos: el enigmático Nori con su peculiar peinado; el escriba y timido Ori, que sacó a relucir son coraje cuando la ocasión lo ameritó; a Dori y su fascinación por el té y las cosas correctas; al sanador de la compañía Oin, que los había sacado de más de un apuro; a Gloin con sus hachas y su espíritu guerrero; al buen Bombur, que se esmeraba en preparar deliciosos platos a pesar de las carencias; a Bifur con esa extraña hacha incrustada en el cráneo, y los esfuerzos que el hobbit hizo para entenderse con él; a alegre Bfur con sus canciones y sus palabras de aliento; a las sonrisas y la gran puntería de Kili; a Fili con su gran repertorio de armas y sus sonrisas más discretas que su hermano; a Balin y sus sabias palabras; a feroz guerrero Dwalin, incondicional del rey y por supuesto a Thorin, el majestuoso rey sin corona, que llegó a su casa con un mapa, una bolsa de viaje y un plan no muy bien trazado. Por supuesto, también mencionó a cierto mago entrometido, que lo hizo dudar de la estabilidad de su vida, y le hizo querer, muy dentro de su ser, dejar todo atrás y embarcarse a lo desconocido.

Hizo que naciera en él un sentimiento que creía dormido. La aventura y libertad.

La noche cayó en la Comarca, mientras Bilbo seguía escribiendo y deteniéndose por momentos, recordando aquel fantástico viaje que tuvo un final casi trágico, con una batalla épica donde estuvo a punto de perder a una de las personas más importantes en su vida. El solo recordarlo lo hacía sentir vacío y miserable, así que optó por terminar su escritura de ese día y sentarse a fumar un poco para relajarse.

Una vez acomodado en su sillón favorito con pipa en mano, el recuerdo de una melodía llenó el lugar…

….. far over the misty mountain cold

Y al calor de la chimenea, no pudo evitar un estremecimiento al recordar la grave voz de Thorin, el sentimiento que lo embargó la primera vez que escuchó esa canción, sentado en su habitación, temeroso de sus propios sentimientos. Por una parte quería esa aventura, era un deseo que tenía muy enterrado por capas y capas de inseguridad y conformismo. Algo le decía "Sal de tu agujero y parte a lo desconocido", pero otra parte le decía que su hogar era lo más seguro y que allí debía quedarse.

Menos mal que aquella mañana después de la reunión con los enanos tomó el contrato en mano y partió. Una decisión de la cual nunca se arrepentiría.

Momentos buenos y malos compartidos por igual, amistades perdurables e instantes en los cuales se probó así mismo. Valentía y coraje por igual, virtudes que no pensaba poseer.

Bilbo se levantó del sillón, se estiró un poco y caminó hacia su comedor de manera inconsciente, como si una mano invisible lo llevara a ese lugar. Pero cuando llegó, el peso de la soledad volvió a invadirle.

Estaba vacío.

Dejando a un lado esos pensamientos, decidió salió a su jardín a contemplar las estrellas.

A su mente llegó el roce de una mano grande y cálida rozando la suya en los fríos calabozos de Mirkwood; mejillas sonrosadas, unos intensos ojos del color del mar, una suave sonrisa a través de la espesa barba.

Una sonrisa dedicada solo a él.

Platicas furtivas en la ciudad del lago, miradas preocupadas cuando estuvo enfermo. Escabullidas a media noche para contemplar las estrellas como él lo hacía en ese momento, mientras hablaban de la grandeza de Erebor y de los planes para el reino una vez que recuperaran la montaña.

Un beso robado en la noche.

Sin promesas de nada

El dolor inmenso que sintió al verlo herido, cubierto de sangre en el campo de batalla.

La terrible despedida del gran rey enano cuando sintió que era llamado a los grandes salones de Mandos…

Una lágrima solitaria escapó de los ojos de Bilbo al recordar los detalles más dolorosos y hermosos de su viaje. Detalles que nunca plasmaría en su libro y que atesoraría por toda su vida. Escuchar la despedida de Thorin en aquella tienda había sido demasiado para él. Nada en ese largo viaje lo preparó para ese momento. ¿Cómo se supone debe actuar uno cuando la persona a la cual entregaste tu corazón sin promesas de por medio, se despide de ti?

Decidió que eran demasiados recuerdos dolorosos por un día, así que mejor se fue a la cama. Al otro día tendría que continuar su historia, además tenía planeada una visita a Drogo y Prímula, para lo cual debía prepararse y madrugar.

Al entrar a su habitación y acostarse en su cama acolchada y esponjosa, observó con el hogar encendido con las llamas moviéndose a u suave compás y no pudo evitar una sonrisa cuando meses atrás su compañía nocturna consistía en trece escandalosos enanos, una fogata y un cielo estrellado (si tenían suerte), y la incertidumbre si esa noche sería tranquila o bien, los sorprenderían los orcos. Así que se enrolló bien en las mantas y dejó que el sueño lo atrapara.

Los tenues rayos del sol eran anuncio de que ese día sería perfecto en la Comarca…. como la mayoría de sus días. Los hobbits son madrugadores, y deben serlo si gustan de trabajar con la tierra y comer seis veces al día y por supuesto Bilbo no era la excepción. En ese momento se encontraba preparando su primer desayuno para después regar sus plantas y partir a casa de Drogo. Si bien extrañaba la aventura y la compañía, nada se comparaba a darse un baño con agua caliente y desayunar sin tener que zambullirse en un río helado y comer velozmente. No señor, a él le gustaba la rutina matutina con calma y sin tener que preocuparse por orcos, huargos o lo que sea estuviera acechándolos.

Ya sentado en su comedor, con la servilleta debidamente colocada y cubiertos en mano, se dispuso a degustar su desayuno, cuando el sonido del timbre de la puerta lo interrumpió.

Un poco molesto por ello, se puse de pie rumiando sobre no tener educación y andar interrumpiendo el desayuno de la gente, y abrió la puerta.

Al abrir había un mensajero esperando por él. Lo saludó con un "Buen día tenga usted señor Bolsón", le entregó una carta que Bilbo observó al momento y se retiró.

Bilbo se quedó de pie viendo al mensajero alejarse por el camino, con carta en mano, sin poder decir palabra y haciendo la perfecta imitación de un pez fuera del agua.

No sabía que lo había alterado más: si el mensajero (que era un enano), o el sello de la casa de Durin en el sobre.

Los planes de Bilbo para ese día habían llegado a su fin.

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¿Qué tal?

Tenía tiempo con esta pequeña historia en mente, pero la universidad me atrapó en sus redes. Por fin he terminado mi carrera y como el otro día vi el trailer de la Batalla de los cinco ejércitos, mi inspiración regresó. Y también la negación de que ya no habrá más películas sobre Tierra Media….

Pues esta historia tendrá 3 capítulos solamente, y espero les guste. Me niego al final del libro, y más cuando vi las películas y pude ver la evidente atracción de esos dos XD

Así que nos vemos la próxima semana!

Iveth