¡Muy buenas a todos y todas!

Aquí me tenéis de nuevo, con otra historia que llevaba tiempo rondando mi cabecita y a la que le he puesto mucha ilusión y esperanzas. Quiero dedicarle todo esto a esas personas que me han animado a escribirlo, a salir de mi "zona de confort" y atreverme con algo más serio y un poco más complejo. Ni yo misma sé lo que saldrá de aquí en unos cuantos meses, pero espero que sepáis que lo hago con todo el cariño del mundo y con el deseo de no decepcionaros y mejorar capítulo a capítulo.

Una mención especial a mi beta y amiga Birds Ate My Face, quien se ofreció para leer los borradores de esta historia, algo por lo que me siento sumamente halagada y emocionada porque siempre he admirado su forma de escribir, además de otras cosas. Muchas gracias, Effy, espero no decepcionarte con esta historia ;) También a todas esas personitas tan especiales del foro I'm Sherlocked y autores de fanfics Johnlock, que hacen que me sumerja en historias tan bonitas y especiales.

Y a todos los demás, como siempre... ¡gracias por pasaros y espero que os guste! :D

Disclaimers: Sherlock Holmes, sus aventuras y los personajes de sus novelas no me pertenecen (ya me gustaría) si no que son propiedad de Sir Arthur Conan Doyle. La imagen del avatar tampoco es mía, pertenece a San Google.


Prólogo: donde todo empieza y acaba.

Jueves, 14 de septiembre, 7:40 p.m.

Hace cinco años no me planteaba lo que me deparaba la vida, no sentía siquiera que tuviera futuro. Me dedicaba a vivir el día a día, lo que mi famosa vida me ofrecía y lo tomaba todo, egoístamente. Me comportaba como un auténtico imbécil y creía que el intelecto inferior del resto de la humanidad era un regalo para que yo destacase sobre ellos. Sentía que las personas pasaban por mi vida como quien miraba una de mis obras o mis fotografías: vas, te paras para observarla detenidamente y apreciar todos sus detalles, la admiras y luego te vas, la dejas ahí abandonada para que otras personas la admiren como tú has hecho y al final a todos les pasa lo mismo... que solo te acuerdas de ella cuando la memoria te lleva a ese preciado momento en el que por fin pudiste tenerla delante y admirarla, aunque tampoco tenga mucha importancia en tu vida.

Sé perfectamente el momento en el que mi vida cambió por completo para hacerme un hombre mejor que el que ahora soy, aunque antes no fuera consciente de que no lo era. Fue un martes, 22 de enero de 2014, a las 10:37 de la mañana a la salida de un supermercado en el pueblo de Hailsham, condado de Wealden, East Sussex. En ese momento, y hasta mucho tiempo más tarde, yo no tendría en cuenta que ese fue el momento en el que mi vida dio un giro inesperado.

Me encuentro ahora mismo en el porche de nuestra casa de campo en Hailsham, condado de Wealden, East Sussex. Es el lugar en el que pasé muchas temporadas con mi madre y mi hermano, es el lugar donde crecí pero al que no pude llamar hogar hasta mucho tiempo después. Tranquilos, todo tiene una explicación y será desvelado dentro de poco, pero esto que hago es necesario para poner en orden lo que viene más tarde.

La doctora Clark (1'73, morena, pelo corto, de raza blanca, recientemente separada aunque sigue conservando su anillo de boda por sentimentalismo o quizá porque fue ella la que engañó a su marido y espera que le de una oportunidad, tiene dos gatos de pelaje claro y siempre desayuna café con crema) me ha pedido que nunca pierda esta libreta y que no reprima la necesidad de escribir en ella cuanto me apetezca, cuando crea que debo hablar de algo que merezca la pena recordar. ¿Y qué mejor que usar esta libreta para recordar lo más importante de mi vida, quien además fue el que la regaló?

En esta historia hay desdicha, rencor, dolor y equivocaciones, pero también hay alegría, amabilidad, placer y aciertos, pero sobre todo está la certeza de que posiblemente he hecho más infelices que felices a las personas que me rodeaban, personas que aún no entiendo como siguieron a mi lado incluso cuando yo mismo estaba convencido que no tenía salvación...

Antes de empezar definitivamente a contaros esta historia debería irme ya a cenar, o si no John va a enfadarse conmigo. Dice que paso mucho tiempo solo en el porche y debería salir más a pasear, a pescar o ir a la costa un par de veces a la semana, en busca del sol y el viento fresco, y yo siempre le contesto que lo único que quiero es ejercitar es mi cabeza y que sin cosas en las que pensar me aburro y mi cerebro se pudre... y siempre le pongo triste, pues ambos sabemos que eso será más pronto que tarde lo único que no podré ejercitar.

Creo que por esta vez haré feliz a John y le tomaré la palabra, así que cuando salga para decirme por quinta vez que la cena está preparada y que no piensa decírmelo más veces, le contestaré que este fin de semana nos iremos de picnic a la playa, seguro que eso le alegra. Después de la cena volveré con esto, lo prometo. Ahora que lo pienso, cuando vuelva tengo que coger el abrigo y una bufanda, ya empieza a hacer frío aquí.

Me llamo William Sherlock Scott Holmes, más conocido como Sherlock Holmes, y esta es la historia de como cambió mi vida.


Pues hasta ahí tenéis el prólogo de... esta cosa a la que no se si se merece llamar historia. Muchas gracias por leer hasta aquí y espero que le deis una oportunidad a lo que viene y me ayudéis a mejorar poco a poco.

¡Gracias a todos y a todas!, ¡un abrazo! :D