Hola! como están todos? Bueno antes de comenzar decidi hacer este fic en donde no me pude resistir, la idea ya la tenia desde el comienzo de marzo y aquí vengo a escribirla. ¿Desean participar? Esta historia es algo diferente a muchas otras que he hecho por lo que será algo especial por así decirlo. Esta idea me la base un poco en un fic que mi amiga había estado haciendo pero borro, yo decide cambiar los ángeles caídos por los demonios. Bien ahora les dejo con el prologo:


PRÓLOGO

El mundo siempre ha estado dividido en dos. La maldad y el bien. La oscuridad y la luz. El ying y el yang. Donde las dos fuerzas pelean por querer gobernar. ¿Cuánto hace que hemos estado en medio de la batalla? ¿Lo haz pensado? Dos energías que luchan por querer reinar, y siempre deseamos que gane el bien. Aunque muchas veces la guerra queda en un empate o el mal obtiene la victoria. La pelea parece nunca querer finalizar, siempre durando días o incluso siglos para que uno de los bandos caiga en derrota o simplemente ninguno de los dos pueda continuar más.

El bien. La luz. El yang. ¿Haz oído de aquellos guerreros de Dios? Los que nos cuidan desde que nacemos. ¿Quiénes? Son los ángeles. Los que se dedican a procurar la protección de los humanos para guiarlos por el camino correcto. Nacidos por el creador completando su reino junto a las almas que descansaran por la eternidad junto a la luz. Adorados por su belleza infinita, su amor por la creación y la protección. ¿Acaso no son la luz en nuestra oscuridad? Lo son, con una gran diferencia que muchos no conocen. La otra cara de los ángeles o seres benditos que solemos llamar.

¿Quieres saber quienes son los verdaderos ángeles? Son guerreros. Luchadores que visten de plata y oro cargando sus espadas bendecidas, preparándose para la gran batalla que están dispuestos a librar con tal de cumplir su misión. Portando esos corazones endurecidos por la verdad. ¿Nunca creíste que ellos podían ser distintos? Ellos son diferentes a nuestra imaginación. Seres con dignidad, mentalidad de guerreros que nunca darían la espalda a la misión de proteger a los débiles. ¿Su otra cara? ¿Acaso creíste que solo eran seres así? Pensaste mal. Su otra cara es la frialdad, la sed de justicia que llega al grado de destruir a los obstáculos que se pongan en su camino. Y eso incluye a los humanos.

Habitantes de la ciudad sagrada. El reino de los cielos. En donde se entrenan para volverse lo que son, desde su nacimiento portan las espadas y escudos. Practicando su rapidez y elegancia, demostrando la belleza aristócrata que ellos se empeñaron en crear ante todos. Los fríos, como sus enemigos gustan llamarles. Quienes no temen en derramar sangre inocente con tal de ganar. ¿No haz pensado en temerle a lo bueno incluso? ¿Quiénes son el terror de los débiles? Nunca lo pensaste.

¿Sorprendido? ¿Asustado? Acabas de saber que es el bien ahora aprende quienes son el mal y tu elige cual de ellos merece reinar. O tal vez ser eliminado.

El mal. La oscuridad. El ying. ¿Escuchaste alguna vez de los guerreros de Lucifer? Los traidores que cambiaron su alma pura por el poder. ¿Quiénes son ellos? Los demonios. Quienes se han dedicado a la destrucción de los humanos guiándolos por el camino del mal. Los primeros de aquella orden desterrados del paraíso y los demás creados por el rey de los infiernos. Temidos por su capacidad de dañar, eliminar de la peor manera posible. Seres que adoran el sufrimiento del prójimo. ¿Acaso no son la oscuridad en la luz? Son aquello, pero diferentes también. Tienen una segunda cara como los celestiales. La otra cara de los demonios o los seres malignos como les llamamos.

¿Quiénes son los verdaderos demonios? Son guerreros. Al igual que los ángeles luchan por ganar. Vistiendo sus armas llenas de oro negro y adornadas de piedras preciosas, en especial los rubíes y los ónices. Batallando con las ansias de derrotar a los celestiales, decirles sus fallos y recordarles lo imperfectos que son. Portando sus corazones ennegrecidos pero a la vez con un destello de bondad. ¿Bondad? ¿Cómo es posible que ellos porten aquella pizca de luz cuando son el mal? Lo tienen. Muy en el fondo conservan su alma pura, aunque lo nieguen la poseen incluso los que nacieron de la misma oscuridad.

Habitantes de la ciudad demoniaca. El reino de los infiernos. En donde ellos se dedican a entrenarse, incluso meditan tranquilizando su mente y coordinándola con sus energías malignas. Especializándose en la batalla. ¿Cómo logran eliminar tan rápido? Con los siglos han obtenido la rapidez y la fuerza para destrozar, desgarrar e incluso matar de tantas formas dolorosas y crueles que de alguna manera disfrutan y a la vez detestan. ¿Le temes al mal? ¿Quiénes son el terror de los traidores? ¿Imaginaste que el mal podría tener su propia luz? Nunca lo creíste posible.

Ambos bandos aun combaten. No los vez pero están ahí. A tu lado tal vez o a metros de ti. Buscando la manera de terminar con esta lucha que ya encuentran aburrida de alguna forma. Los siglos pueden aburrir, aun más cuando los guerreros son inmortales.

Pero ha llegado el momento del fin. Que la lucha se termine en la batalla final entre los dos. El deseo de que alguno caiga y el otro gobierne. Todos alistan sus armas de guerra junto a sus escudos y protecciones, terminando de practicar sus poderes, sean los sagrados o los malditos, con tal de ganar todo se vale. Y al fin ellos lucharan para destruir todo a su paso, incluyendo tal vez a los humanos. No grites ni supliques, que ellos no tendrán piedad. Lo único que buscan es ganar en aquel juego maquiavélico.

La lucha de los dos. La batalla de oscuridad y luz. De la maldad y el bien. Del ying y el yang. Donde la colisión destruirá y a la vez creara. ¿Listo para esto? Aunque no lo estés ellos ya no esperaran más. Tienen sed de batalla, ansias de saborear el triunfo y declararse gobernantes. El reloj avanza. El tiempo corre para todos.

Y la destrucción comienza ahora.

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La luz de la torre le impedía ver bien mientras dejaba que el agua corriera por su mano. La suave melodía del reino inundaba sus oídos deleitándolo y suavizando su instinto de batalla que aun estaba presente. Lo mejor luego del entrenamiento era escuchar la hermosa música de las arpas y violines que portaban las bellas mujeres de la ciudad, ayudándolos a entender la belleza del lugar. El deleitoso lugar que todo ser quisiera habitar, donde la paz reinaba purificando los espíritus descarriados o los lamentos del alma.

Entonces le llamaron.

Frunció el ceño algo fastidiado mientras se levantaba y alejaba de aquella fuente de frescura luego de la ardua práctica que había realizado. Deberían de al menos dejarlo descansar pero el trabajo siempre era necesario aun más cuando su deber era proteger a los débiles y eliminar a los malignos que se metieran en su camino. Pero ya estaba cansado. No era por desagrado, pero llevaba siglos haciendo aquel infinito trabajo. ¿No te cansabas cuando llevas tal vez unos novecientos o mil años matando? Las manchas de sangre imborrables que siempre lo marcarían como un asesino.

Aunque su gente dijera que era por el bien de todos, el ya no creía en eso. Sabia el mal que estaba haciendo, lo había conocido gracias al tiempo. En sus momentos de gloria y alabanza no había entendido que arraso con los inocentes. Con seres que solo habían cometido el "pecado" de estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Niño o adultos. Todos habían perecido a su paso. ¿Dónde lo dejaba esto? ¿Dónde había quedado la bondad, las ansias de proteger a los menos afortunados? Al parecer con el tiempo había desaparecido en los corazones de sus compañeros. Los que alguna vez habían sido sus amigos.

Sus descalzos pies caminaron sobre el frio mármol de palacio. Sus pasos silenciosos dirigiéndose hacia el cuarto donde esperaban sus compañeros. ¿Qué querrían hablar ahora? El no estaba con ganas de querer luchar, mucho menos cuando la última guerra había terminado hace dos meses, con una duración aproximada de treinta años. Tiempo en el cual elimino a cientos de demonios con su espada sagrada, llevándolo a la admiración de muchos de sus compañeros. En especial de sus maestros.

Ellos eran ángeles. El más alto de los nueve rangos de su reino, mientras que él aún era un arcángel por lo que le faltaban un poco más para ser un verdadero guerrero. ¿Cuánto tiempo más? El deseaba poder cambiar sus alas plateadas por las de oro como la de los demás ángeles, pero para eso primero debían nombrarlo. No le gustaba esperar, pero la realidad era que para ser aquel ser bendito, primero debía de terminar las dos últimas misiones que le faltaban realizar. Solo dos.

-Raziel – llamo una voz divertida – ¿Estas ahí o te perdiste en tu mundo de ensueño?

Sorprendido ante eso cerró los ojos y los volvió a abrir antes de que se diera vuelta encontrándose con el dueño de la voz encontrándose con un joven. Tenía un cabello color negruzco como la noche, corto y peinado de manera rápida aunque conservaba una vista sedosa y de suavidad. Unos hermosos e hipnóticos ojos azules como el firmamento, expresando experiencia y antigüedad. Cualquiera podría ver una larga vida en aquellos orbes azulinos, e incluso entender que un pasado oscuro era escondido en aquella profundidad del cielo. Su piel era porcelana, demasiado pálida pero sana y sin expresión de arrugas o manchas confirmando juventud, aunque la verdad fuera otra. Era alto y con una contextura fuerte, una forma de guerrero listo para ir a batallar contra los males del universo.

Rodo los ojos y sonrió al darse cuenta de quien era él. Remiel. Uno de sus amigos y su compañero de batallas durante las guerras realizadas en los últimos tiempos. Juntos habían sido serafines y ahora arcángeles que pronto se recibirían como los ángeles que siempre desearon ser. Eran considerados una buena combinación junto a Ariel, por lo que en todo el lugar los conocían como el mejor trió de todos los milenios pasados, aunque no solo eran ellos. Por supuesto que no. Existían muchos más guerreros que destacaban por su valentía y heroísmo. Entre ellos los antiguos.

Sonrió a su amigo mientras soltaba un suspiro de cansancio.

-Estoy aquí, solo pensaba un poco en las últimas dos misiones – contesto el joven – ¿Sabes para que nos llamaron?

El ojiazul frunció el ceño dudoso antes de que negara con la cabeza. Raziel suspiro antes de asentir mientras reanudaba su camino junto a Remiel. ¿Para que los llamarían? No creía que fuera para hablar de las últimas dos misiones que realizarían, después de todo había hablado con su superior hace unos días y este le confirmo que faltaba al menos un año para la penúltima misión, mientras que para la última faltaban tres años.

"Si no es para eso, ¿Para qué nos necesitan?" Se pregunto sorprendido y sin encontrar respuestas a sus incógnitas. Intento razonarlo un poco pero a pesar de todo aún no encontraba respuestas. "Supongo que tendré que esperar para saber"

Los pasos terminaron cuando estuvieron frente a una enorme puerta de gran belleza, inventada por uno de los primero ángeles y tallada durante un siglo. Admirada por la obra de arte que era, una puerta hecha de oro que tenia como adornos dibujos de los de su raza, de los seres de luz. Algunos sostenían sus trompetas, otros llevaban sus liras mientras en un lugar mejor ubicado estaban los guerreros sosteniendo sus espadas y escudos. Y en el centro de todo el trabajo iban las letras del latín de su gente. Una frase que siempre le había llamado la atención cada vez que la volvía a releer. "Spes est ultimum cum iam non amplius perdis animam tuam in spe, et cadet in profundum maris Tenebris" traduciéndolo sonaría algo así: "La esperanza es lo último que se pierde, cuando ya no tengas más esperanza en tu alma, caerás en la profundidad de los mares oscuros".

Sinceramente él nunca lo había entendido. En su corazón no había esperanza, solo existía las ansias de ganar. De obtener la victoria que todos ansiaban lograr y destruir a sus enemigos con el paso del tiempo. Esa era la razón por la cual siempre releía esa frase intentando encontrarle sentido pero aún así no lo hallaba.

-Nunca la entendí – susurro mientras su compañero asentía en confirmación

La puerta rechino antes de que se abriera dándoles acceso al cuarto sagrado donde les esperaba el noveno y octavo coro junto a la supervisora de aquel lugar. Light, o así se hacia llamar ya que nadie sabia su verdadero nombre. La hermosa mujer de larga cabellera negra como la misma noche, largo llegándole hasta media espalada con unos bellos ojos de color azul cielo. Alta, esbelta y elegante, un ángel en todo sentido que se dedicaba a cuidarlos, a ver por su destino.

-Mi señora ¿A qué debemos su llamado? – pregunto con cortesía Remiel mientras ambos se ubicaban al lado de los demás arcángeles

Ella les miro seria. Con sus ojos azules tornándose de un frio color hielo que asustaría a cualquier mortal que los viera. Naturalmente aquella mujer era seria desde siempre, con el solo objetivo de lograr traer la paz a este mundo lleno de maldad y oscuridad que poco a poco se consumía por culpa de Lucifer. Pero esta vez era diferente. Light estaba preocupada también, incluso cualquiera podría decir que asustada, aunque eso no fuera posible.

-Tengo una misión para los arcángeles – dijo simplemente – y si ellos cumplen con este encargo, juro que obtendrán el puesto de ángeles entre todos nosotros

Los ojos de todos los discípulos se abrieron ante la sorpresa por las palabras dichas por la ojiazul. Nadie se esperaba que ella dictaminara un mandato tan grande. ¿Qué era lo que quería a cambio de su ascensión como ángeles?

Una sonrisa curvo los labios de la pelinegra cuando en su mano apareció una foto. En la cual estaba proclamado el sello de la discordia. Y de paso la principal causa de la última guerra de especies.

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Los gritos adoloridos de los esclavos nublaron sus sentidos cuando de repente llego frente al portón del infierno. Sus oídos se hicieron sordos, queriendo nublar el detestable sonido que salía de las bocas de los desgraciados que servirían de alimento para las mascotas de todos los rebeldes. No había querido venir, ni tampoco había deseado tener que volver a pisar el suelo por el cual caminaban todos estos seres malditos. ¿Cuánto hace que ya no venia por estos lares? Pues por lo que recordaba se había marchado de aquí al menos hace cinco décadas. Tiempo antes de que iniciara la última guerra entre ángeles y demonios.

Cuando había dicho que se retiraba de todo esto miles de sus compañeros habían saltado horrorizados diciéndole que había perdido la cordura. Él solo se había encogido de hombros diciéndoles que se canso. Estaba harto de tantas estupideces. De las estúpidas guerras que nunca los llevaban a ninguna parte, sus superiores le habían fulminado con la mirada para luego correrlo llenos de enojo, indignados por sus palabras y aún peor asqueados de él y sus pensamientos. No había dicho nada más, solo que no lo buscaran nunca y que solo lo dejaran vivir su vida como la deseaba.

Y lo había hecho. Mujeres. Alcohol. Acción. Esas tres fueron sus compañeras durante todo este tiempo, envolviéndolo en una adicción insana. Le gustaba su vida tal cual era, sin cambios y arrepentimientos, por lo que no entendía el maldito llamado que le habían dado. ¿Por qué interrumpían su paz cuando más le gustaba? Lo sabría en unos momentos, y más vale que fuera algo importante o sino rodarían las cabezas de ciertos demonios inútiles.

Las puertas se abrieron mostrando a un alto hombre de larga melena color gris, con una tez algo bronceada. Sus ojos estaban ocultos por la barrera oscura de las lunas de sus gafas, él no sabía como eran sus ojos pero sabía muy bien que este hombre parado en frente suyo era un peligro para cualquiera, incluso para él mismo. Una sonrisa arrogante curvo los labios del peligris antes de que diera un paso al frente.

Dark.

-¿Cuánto tiempo ha pasado Astarot? No te había visto al menos en unas décadas – dijo con una voz divertida – ¿Qué ha sido de tu vida maldita?

No le tenía miedo, ni ahora ni nunca. Había combatido desde milenios a muchos demonios y ángeles, había matado. Era un asesino. Una justa razón para nunca dejarse intimidar por nadie, ni siquiera por el mismo rey de los infiernos. Dark había sido la mano derecha de Lucifer por milenios, aún antes de que Astarot naciera. Todos le tenían respeto, mejor dicho miedo. Si no lo molestaban nunca era por la simple razón de que temían que el guardián del infierno los castigara severamente después de sus acciones.

Sonrió divertido y se encogió de hombros. Era un guerrero. Siempre lo seria, pero jamás seguiría las órdenes de nadie, mucho menos de este demonio.

-Ya lo sabes Dark, mujeres, sexo, alcohol, fiestas y matando demonios o ángeles que me molestaban – contesto – Una gran vida para cualquiera

El hombre soltó una carcajada asintiendo.

-Una deliciosa vida para cualquiera – su sonrisa murió de repente – pero necesito que me hagas un encargo Astarot, es necesario que lo hagas, de esto depende nuestras vidas

No sabia si estar sorprendido o solo preguntar cual era el peligro que correrían todos.

-¿Por qué debería de importarme su destino de todos ustedes? – Pregunto – por mi pueden morirse si…– pero fue cortado por el peligris

-Te concederé tu libertad, te entregare tu alma si realizas esto

La tentación le invadió. El precio que le pagarían por aquel trabajo que debía de realizar era nada más y nada menos que su alma. Lo más preciado que todo demonio deseaba obtener. La libertad para dejar de ser esclavos. Astarot la había ansiado desde hace un milenio, cuando descubrió las debilidades de pertenecer a Lucifer. ¿Cómo todos sus hermanos habían sido tan estúpidos para caer? Habían sellado su destino a un ser que solo les traería desgracia tras desgracia. Maldición tras maldición. Tal vez con las palabras seductoras del rey infernal habían caído engatusados, sin saber que en lugar de obtener privilegios terminarían condenados a la peor desgracia que pudieran conocer. La extracción de su alma. A tener un cuerpo sin alma, manteniéndolos en pie solo la magia oscura de Lucifer.

Cuando todos los demonios habían traicionado a Dios fueron arrojados del cielo, cayendo a los infiernos y siendo quemados por años en el fuego ardiente. Lucifer los había refugiado entre sus brazos diciéndoles que el los cuidaría y elevaría para derrocar a Dios. "Créanme mis niños, algún día ellos caerán y nosotros, a quienes osaron llamarnos traidores seremos los reyes de todos", ingenuamente cayeron con aquellas palabras llenas de mentiras. Llenas de sombras oscuras que solo los sostendrían por un tiempo. Engatusados por el rey demonio firmaron su contrato con él. ¿Qué habían hecho? Vender sus almas por el poder. Ingenuos como niños sin saber que dirección seguir lanzándose al verdadero mal, condenándose a una vida sin alma y libertad. Esclavos del demonio, usados como títeres que pronto o algún día serian muertos a manos de un ángel o ser maldito.

"Fuimos unos idiotas" Pensó enojado.

¿Su alma? ¿Le entregaría su alma de verdad? Si Dark cumplía el haría lo que fuera por recuperarla, con tal de ser libre haría lo que fuera. Incluso matar a al mismísimo demonio.

-¿Qué quieres que haga? – Pregunto entrecerrando los ojos – por mi alma soy capaz de todo así que dime ¿Qué necesitas de mi?

Una severa mirada estaba penetrándolo con seriedad, indicándole que la misión no seria para nada sencilla.

-Necesito que encuentres a una mujer

-¿Una mujer? – Dijo sorprendido antes de que suspirara ante "el gran pedido" – ¿Quieres que la mate? Si es así es un trabajo rápido y senci…

-¡No la puedes matar! – Grito horrorizado cuando el pelicrema frunció el ceño – esta mujer es valiosa para nosotros, la necesitamos viva y sin ningún rasguño, tu misión es encontrarla – su tono cambio a uno más grave – debes protegerla de los ángeles

-¿Y eso a que se debe? – No entendía porque los seres "benditos" estarían interesados en una humana sin importancia alguna para ellos – ¿Qué tiene de especial? Si los ángeles la quieren en su poder es porque es alguien útil

La risa de Dark resonó en las paredes del cuarto infernal. Astarot no entendía que demonios estaba ocurriendo. Su libertad por la vida de una estúpida humana. ¿Era un chiste? Él esperaba el encargo de eliminar a un ángel, como por ejemplo a la maldita de Light que solo les traía problema tras problema. Eso si era una misión. Pero estaba aquí sin hacer nada más que escuchar la risa oscura de Dark.

-La quieren matar – dijo divertido el peligris – necesito que la encuentras antes que ellos y me la traigas, cuando ella este en mis manos te daré tu alma ¿No es un buen trato?

¿Los ángeles la querían muerta? La sorpresa se dibujo en su rostro. No era común que los alados desearan matar a una humana, en especial cuando a ellos les gustaba gobernar a aquellos seres con su mano de hierro. Pero para obtener el odio de los ángeles, debía de ser una chica peligrosa. Y eso sonaba divertido. Una lenta sonrisa curvo sus labios cuando miro a Dark listo para cerrar su trato.

-Acepto pero ¿Por qué la quieren matar los ángeles? ¿Qué ha hecho la humana? – pregunto a lo que Dark rodo los ojos

-Tu solo tráela del resto no te preocupes – dijo el peligris invocando algo en su mano – esta es su foto, ahora vete y tráemela pronto Astarot

Antes de que se diera cuenta ya estaba fuera del infierno. Bajo el velo nocturno y con las brillantes estrellas centellando debía de cumplir su misión. Si llevaba a la mujer con Dark recibiría su alma y seria libre por el resto de la eternidad, para siempre. Eso sonaba tan bien que deseaba pronto poder ser libre para hacer lo que el quisiera, para poder por fin no deber encargos a nadie, ni tener que regresar al infierno para visitar al gran señor para sus encargos. Una oportunidad que no desperdiciaría jamás. Enderezándose comenzó a caminar mientras imágenes de su libertad pasaban por sus pensamientos. El más grande tesoro que siempre atesoraría.

Recordó entonces que debía de ver quien era esa mujer. Cogiendo entre sus dedos la pequeña foto que le fue entregada observo a la mujer que debía encontrar, y sin dar tiempo a más un suspiro quedo atascado en su garganta. Su cabellera era negra como el ala de un cuervo, llegándole a media espalda y con delicadas ondulaciones que parecían sedosos a la vista, junto a un flequillo recto que le cubría un poco los extraños ojos que poseía. ¿Extraños? Eran los más raros que había visto en toda su larga vida. Plata mercurioso. Era como el mismísimo mercurio liquido, brillante y seductor que le hipnotizaba. Una piel como la porcelana, y una belleza angelical resaltándola en sus finas facciones que destacaban su fragilidad y aristocracia. Parecía un ángel. Ante aquel adjetivo se le revolvió el estomago de asco. Su belleza era grande pero compararla con alguna de esas ratas voladoras era como insultarla.

Suspirando guardo la foto y reanudo su camino no sin antes ver las letras que habían estado escritas en la foto. Angeline. Ese debía de ser su nombre. El nombre de la mujer que era perseguida por los ángeles para que su vida obtuviera el fin, mientras que él seria su protector. Él que velaría por ella para luego entregarla a los demonios. De cualquier forma el destino de la mujer estaba marcado para mal.

Una suave melodía le hizo detener. Un piano. La música le hipnotizo llamándolo, indicándole que fuera en su dirección, cantándole una vida triste y solitaria. Dulce y melódica. Tan hermosa que amansaría a cualquier fiera salvaje e inclusive a un demonio. Pero debía de tener la cabeza en otro lado, en su meta y no distraerse. Dándose vuelta se alejo de aquel edificio en el cual se encontraba su presa y ni siquiera la había detectado aún.

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Su aliento escapo por sus labios mientras seguía tocando la melodía que había estado creando desde hace un tiempo, pero aún no encontraba la letra exacta. Lo difícil de ser una compositora era cuando la inspiración se terminaba y quedabas hecha un mar de confusiones que no podías resolver. El dolor de cabeza le molestaba pero debía de terminar la canción y luego ir a ver a Skyler y hablar un rato con ella susurrándole palabras de alivio. Sabia que Cristel la estaba cuidando bien, más aún con las pesadillas que la pequeña solía tener cuando estaba sola por las noches. Y esta no era la excepción. Sus dedos se detuvieron cuando el cansancio comenzó a atraparle, su cuerpo rogando un momento de sueño para liberar el estrés que le estaba consumiendo. ¿Hace cuanto que no tomaba un buen descanso? La verdad es que desde hace años su sueño se había disminuido.

Todo gracias al miedo de ser atrapada. Podía saborear el gusto a la cobardía, al temor de ser capturada por aquellos seres malvados que deseaban exterminarla. Si había logrado escapar hace años había sido por pura suerte, pero ahora con la fama que había obtenido gracias a su profesión el peligro había regresado. Todo el tiempo manteniendo sus sentidos alertas para evitar terminar en manos enemigas, pero ahora seria más difícil. Levantándose apretó los puños antes de que golpeara enojada la pared. Estaba atrapada y sentía que la estaban vigilando.

-Maldita sea – susurro mirando a todos lados – necesito a Lucian

Necesitaba a su hermano ahora más que nunca. Cuando el estuviera a su lado estaba segura que no la detectarían tan rápido, y si lo lograban podrían luchar juntos. Ella ya no era la misma niña cobarde que hace años había sido. Ahora era una mujer. Alguien que sacaría cara por su vida y protegería a sus hermanas pequeñas con uñas y dientes. Angeline jamás decía algo a la ligera, mucho menos cuando quería decir la pura verdad.

Ella sabia que los ángeles iban tras de ella, dispuestos a aniquilarla sin importarles explicaciones. Todo porque sus padres habían cometido un pecado, y ella junto a sus otros dos hermanos eran el fruto de aquel sucio acto. ¿Cuándo había pensado que los ángeles eran seres misericordiosos? Esos pensamientos habían muerto hace años cuando sus padres fueron asesinados por aquel ser "bendito". Aún podía oír en sueños los gritos y suplicas de su madre intentando encontrar perdón, a su padre diciendo que todo había sido hecho por amor. ¿Pero los habían escuchado? No. Solo habían actuado, despreciando a las crías de aquellos dos pecadores y traidores. Intentando matarlos, pero gracias a su hermano mayor Lucian, ella había sobrevivido junto a su hermana menor Cristel; y juntos los tres habían huido. Siendo criados por el mayor, su hermano tuvo que padecer cargando con dos niñatas; una de siete años y otra de cinco. Cuanto deseo Angeline poder ayudar a Lucian, pero el de terco le dijo que no. Las penurias que vivieron. Los recuerdos que no deseaba revivir.

-Detesto a esos malditos alados – dijo enojada antes de que suspirara – será mejor largarme ahora antes de que lleguen

Miro su brazo derecho cuando de repente unos extraños glifos surgieron por unos instantes, dibujados en tinta dorada brillaron antes de desaparecer. Miro el brazo izquierdo antes de que unos glifos negros surgieran brillantes antes de que se extinguieran. No había errado en su razonar, en verdad estaban aquí. Peor aún. Ahí afuera de su edificio se encontraban un ángel y un demonio, ambos de seguro buscándola. El ángel para matarla y el demonio para absorber su poder, lo que tanto afán deseaban y cuando lo tuvieran se bañarían en éxtasis.

Debía escapar y huir lo más rápido posible, y si no había de otra tendría que matar a los que se metieran en su camino. Una sonrisa sin humor cruzo su rostro mientras recordaba como era ver la sangre caer por sus espadas, mientras que con sus dones podía destruir a todo aquel que se le acercaba. Era un peligro para la sociedad. Para los humanos, demonio y ángeles. Las tres castas estarían en problemas y ella seria la culpable siempre. El pecado que nació por mezclar dos castas, y la vergüenza de ambas. La que pronto seria la causa de la destrucción.


Y aquí acabe! El prólogo más largo que he logrado hacer y creo que en el siguiente capitulo espero que sea de su agrado. Ahora les dejo la ficha para los que deseen participar:

-Nombre europeo: (Con apellido incluido)

-Edad: (Entre 23 y 26 años)

-Apariencia: (Bien descrita)

-Personalidad: (Una descripción bien dada por favor)

-Especie: (Demonio, ángel o humano)

-Armas: (depende de la raza que eligieron)

-Profesión: (si quieren llevar una segunda vida a parte o esto es más adecuado para los humanos)

- Historia: (Bien detallada por favor, si necesitan ayuda me pueden consultar pero en esta parte necesito buena descripción porque de esto depende todo el fic) (Algo un poco fuerte, tomen en cuenta que si habitan en el mundo humano es porque no quieren saber nada de las otras dos razas)

-Glifos: (Solo para ángeles o demonios, estos sirven para detectar otros seres de su misma raza, además de expresar sus emociones al cambiar de color)

-Pareja: (menos Goenji, Sakuma, Hiroto y Marco, creo que debo mencionar que los chicos y chicas de IE son ángeles y demonios, no es común ver un romance de ángel y demonio por lo que solo a las mejores historias les dejare escoger a su pareja como quieran sea ángel o demonio)

-Extras: (algo de importancia que quieran agregar)

Bueno eso es todo ahora sin más que decir me despido y espero los datos de los que deseen participar, sean chicos o chicas cualquiera puede participar xD ahora si me voy hasta luego, byeeee