—Ella me quiere, Gin— espetó Hermione una vez que pudo sostenerle la mirada a la peliroja.

Hermione había amado a Ginny durante un tiempo largo, pero las cosas jamás salieron como ella lo esperó. Intentó de todo para que la mujer de cabellos rojizos la mirase como algo más que una simple amiga. Le enviaba mensajes y ánimos para su día, le ayudaba con sus tareas escolares y de vez en cuando le enviaba obsequios con pequeñas citas de autores que sabía eran del gusto de la mujer, sin embargo, nada de eso funcionó. Ella estaba enamorada de Harry y Harry de Draco (amor que era correspondido).

—Yo también te quería, Mione— dijo ella intentando acercarse a la castaña, a lo que esta retrocedió. Dolida la fémina se quedó en su sitio, observando a la mujer que había tenido a sus pies durante tanto tiempo y egoístamente aún quería tener.

—Pero no de la forma en la que yo quería que lo hicieses.

El estómago de Ginny dio un vuelco.

—Yo la quiero— dijo Hermione con una sonrisa —. Y ella me corresponde. Vine aquí a decírtelo porque para cerrar por completo la etapa de mi vida en la que te amaba debía enfrentarte y decirte de frente que un nuevo amor llegó a mi vida. Adiós, Gin. Espero que seas muy feliz.

La castaña dio la vuelta y tomó entre sus dedos el pomo dorado de la puerta, y lentamente comenzó a abrirla, dispuesta a enfrentarse a lo que la vida tenía para ella e irse lejos del dolor de su amor de adolescencia, sin embargo la suave y quebrada voz de la contraria, la frenó.

— ¿Como se llama?

—Pansy. Pansy Parkinson.