Sentado en la terraza techada de un café, se encontraba Hitsugaya Toshiro, apenas distinguible con el fondo nevado si lo mirabas de perfil, pues su pelo blanco no ayudaba a que resalte en medio del invierno.
Concentrado, leía las partituras de su próximo examen, no sin de vez en cuando mirar la otra silla de la mesa, donde se encontraba el estuche de su violonchelo, el cual ni loco dejaba en el piso. Era un instrumento profesional, digno de un estudiante del prestigioso conservatorio Ruso, de donde salían cada año, grandes en la industria de la música.
"Demasiado fácil"
Pensaba de lo que debía aprender para su próxima presentación de examen.
El era considerado un genio en su país.
No por nada era el único en varios años en ser aceptado ahí, pero aun así, no era considerado lo suficientemente talentoso como para ser promovido un año o graduarse de inmediato.
Suspiro y continuó estudiando, memorizando cada detalle… cada nota...
-Perdón, no podre ir a casa estas vacaciones- decía una chica por teléfono –tendré examen pronto y quiero practicar lo más posible…
La chica se sentó en la mesa que había enfrente de él.
La miró por encima de su cello.
Era pequeña, al menos para el, que había crecido más allá del uno ochenta. Se regocijo en el recuerdo de cuando era el más pequeño de su generación. Ja, ¡Ingenuos aquellos que creyeron que iba a ser enano por siempre!
Analizándola, era básicamente su opuesto.
Ella portaba cabello negro azabache; sus ojos eran rasgados, de claro origen asiático, pero negros, no como el iris turquesa de él; ¡Y que podía decir de la discreción! ella había entrado galante, hablando por teléfono en voz alta como si fuera la dueña.
Vestía muy abrigada, apto para el invierno ruso, y cuando se sentó, puso a un estuche de violín sobre la silla de acompañante, justo como hizo él.
Lo que le llamó más la atención de la chica, no fue su lindo porte de señorita asiática, sino su idioma.
Su llamada era japonesa, y hablaba ese idioma con total naturalidad. Él entendía cada palabra por ser del mismo país.
Ahí no había sentido.
Según el sabia, era el único japonés ahí…
-Perdónanos hermano- al parecer había más aparte de ella –Yuzu también tendrá examen… pero nos conectaremos por videollamada en navidad con ustedes… si… saluda a mi cuñada de parte de ambas… jajaja hasta luego.
Y colgó.
Estaba intrigado, ella debía ser talentosa para siquiera poner un pie ahí.
Muy a contra de su naturaleza reservada, terminó pidiendo a la camarera que le diera un mensaje a la chica de la mesa de enfrente. Rápidamente escribió en una servilleta "¿Eres japonesa?".
La camarera extrañada, más que nada porque el mensaje de la servilleta estaba en letras ajenas del lenguaje escrito ruso, caminó hacia la chica y le entregó la servilleta, claramente escuchó el -¿Qué dice?- curioso de la mujer.
La chica le sonrió divertida y le respondió con una melódica voz –Me ha pedido una cita
La camarera se emocionó a la vez que él se sonrojaba por el malentendido.
¡Descarada! Decir eso en voz alta con total naturalidad no debía ser normal.
La verdad no lo sabía con certeza, el siempre puso sus estudios primeros y los libros que leía no eran precisamente románticos…
¡Pero es una chica!
Por lo que había escuchado de su abuela, debían ser más discretas y recatadas.
Mientras ella escribía una larga respuesta, no pudo evitar ponerse poco a poco como tomate al escuchar preguntas como -¿Son amigos con derechos?- o -¿Son amantes?
Cuando la camarera regresó con una hoja de papel, el estaba con los nervios destrozados.
La mujer esperó a su lado mientras leía, como esperando que le diera la respuesta para ir corriendo a entregársela.
La carta decía en kanji.
"¿Que te hizo pensarlo? ¿Mis ojos o el idioma? Claro que soy japonesa, tonto. Supongo que tu también lo eres, por esos ojos y el hecho de que tienes bonita letra para escribir kanjis. Ah, por cierto, ¿Cómo se te ocurrió la idea de usar una camarera como paloma mensajera sin decirle nada? Para tu suerte le mentí. ¿Y si me pasas tu número de teléfono? ¿No crees que seria mas cómodo que usar una camarera? Atte. Karin."
Con cada palabra alzaba más la ceja.
Admitía que la chica tenía razón… y la curiosidad por ella lo comía por dentro.
Suspirando, anotó su nombre y teléfono con letra para que la camarera no sospechara. Se lo dio y pidió un café cargado para los nervios.
La pelinegra alzo la ceja cuando leyó su mensaje.
Escribió en otra servilleta y le pidió a la camarera que se lo diera –Y si te da un mensaje mas, no me lo traigas por favor, no quiero más cambios de planes.
La mujer le sonrió y fue a dársela.
Ahí había no tan pequeño mensaje.
"Un gusto, Toshiro. Soy Kurosaki Karin y vine a estudiar violín, supongo que tu el violonchelo, por cierto gran elección de instrumento discreto. Y te aviso, dime Karin porque tengo a mi melliza estudiando piano y mi hermano mayor es un cantante de ópera"
Con que no era el único japonés…
Suspiro y se bebió de un trago el café, el cual no supo cuando le habían llevado.
Durante un rato más estuvo sentado mientras estudiaba, mirando de reojo su celular por si la chica le enviaba un mensaje, pero al observarla, parecía más interesada en un libro, probablemente de partituras también.
Pronto iban a ser los exámenes…
-¡Karin-chan! Perdón por llegar apenas- dijo una chica, en japonés. Ella debía ser la melliza.
No se parecían mucho, pues la nueva, tenia el pelo castaño, pero tenían la misma forma en la cara.
Por alguna razón se sintió un intruso y prefirió ir a su departamento a estudiar con su cello.
Al pasar al lado de la mesa de las hermanas, dejó caer un pequeño trozo de papel.
Karin lo noto he hizo como si se le hubiera caído la servilleta.
Cuando tuvo el papel en sus manos leyó "Mi apellido no tiene tanto renombre, llamame Hitsugaya".
Hmp amargado.
Dato curioso: iba a ser un one-shot, pero ya note que no sirvo para eso
