El sol logra que la hora del cambio llegue. Nunca dije que no al mismo, incluso me gustaba ir de un lugar a otro, y comenzar de nuevo. Esta vez, los nervios invadieron mi cuerpo, pero sin comprender el porque. Había vivido tanto, que necesitaba estar tranquila, y dejar que los días marcarán su paso.

Me siento extraña en aquel lugar. Observo mi alrededor, y logro mirar a cada persona a mi lado. Extraños, pero acostumbrada a ellos. Todos parecen felices y cansados de los tres meses que ya habían transcurrido de curso.

Ahora, son ellos quienes me observan, y logro escuchar algunos susurros. Nueva York, es mucho más inquietante de lo que imaginé.

El timbre suena, y recuerdo el día ante, y la localización de mi clase.

Caminó por el largo pasillo, y cada puerta tiene un mundo diferente, unos protagonistas diferentes, y una locura diferente. Sonrío al ver una pareja a mi lado. Si, soy una cursi sin remedio, amo el amor, por estupido que suena, y sobre todo el verdadero amor. De pequeña miraba muchas películas y series; creo que afectó cada pedazo de mi.

Remuevo mi cabeza, por las diferentes historias que comienzo a crear. Sí, también Kate Beckett es una fantasiosa y alocada chica de 17, pero que puedo hacer?

Leo como el cartel delante de una puerta con un gran cristal, contiene 1bachilleratoA. Suspiro. Ahora sí que llegó la hora.

Todos parecen majos pero odiosos, al mismo tiempo, y recuerdo la clase de recursos literarios de mi profesora de 4; me hubiera dicho: es un oximoron.

Localizó una mesa apartada en el fondo, y dejo todo aquello que parece pesarme demasiado, aunque solo lleve un cuaderno.

Me presento con los nervios a flote y el parpadeo de mis ojos, ah! Y el constante movimiento de mis dedos contra mi vaquero.

Dos chicas se giran.

- Hola. - aunque yo solo puedo sonreír, tampoco soy muy sociable.

- Me llamo Lanie. - saluda.

- Y yo Jennifer, pero mis amigos me llaman Jenny.

- Mucho justo. - vuelvo a sonreír. - soy Kate.

- encantada.

Escucho, o por lo menos eso demuestro, como me cuentan cada detalle de lo ocurrido en aquel corto tiempo en el instituto. En realidad, tienen buen sentido del humor, y son majas. Pero a pesar de todo, no puedo memorizarme sus nombres, y solo las distingo por su color de piel. Lanie, es India, de tez más oscura, y pequeña, mientras que Jennifer en cómo yo, pero su pelo es más rizado.

Vuelvo a encerrarme en mis pensamientos, en mis recuerdos y lamentaciones. Añoro a mis amigas, y a Josh, sobre todo. Aquel chico de pelo claro, que me enseñó el verdadero amor, y sobre todo, que podíamos ser amigo. Ahora eso éramos. Llevábamos cuatro años juntos, cuando mis padres decidieron volver a cambiar de cuidad, y yo tuve que siete meses después tomar la dura decisión de cortar con el. En realidad, ambos lo decidimos, y ahora somos los mejores amigos, pero aún con emociones.

Tomó mi bolígrafo y comienzo a pintar en el folio de cuadros frente a mi. No entiendo que era, pero me relajaba.

Volvía a estar sola. Las chicas se habían marchado a su sitio, mientras otra señora de pelo corto aparecía a nuestro alrededor.

Historia, maldigo por adentro, porque lo odio con todo mi corazón; lo peor del mundo.

- Profe, que temas habéis dado? - pregunto cómo una tonta, mientras todos me observaban.

- Quien eres tu? - odio que me hagan pasar penas, y menos en mi primer día.

- La nueva.

- Ah vale. Pues hemos dado hasta el 4, puedes pedirle los apuntes a cualquiera. - que borde, pienso.

- Menos a mi... - me dice un chico a su lado.

Quien es ese? No recuerdo haberlo visto en clase antes, aunque en realidad no recuerdo ver a nadie, así soy yo. Observo sus ojos, me encantan sus ojos, creo que son verdes, pero odio su manera de ser, y sobre todo la pinta de chulito que lleva. Sonrío por educación y me retiro.

Vuelvo a girarme solo por verlo, y sin saber porque me pongo nerviosa y logra que no pueda sostener la mirada.

Puto chulito de mierda.

Suspiro y continuó con mi vida.