La lluvia siguió cayendo, pero ella no cayó.
El agua empapaba su cabello, su piel, quizás su alma. Su piel ardía por la gota más mínima. Como si estuviera en carne viva. Pero no quería huir de ella. No podía. Porque sabía que aunque por alguna remota posibilidad lograra escapar y resguardarse seguiría doliendo igual. Además merecía el dolor, de un modo u otro.
A su alrededor solo podía ver la impresionante cortina de agua, con ligeros dejes plateados, hermosos. Pero era incapaz de ver la belleza en ese instante. No veía nada más que eso, gotas de agua, caídas del cielo, que en realidad parecían de cristal.
Ya no sabía dónde estaba. No se daba cuenta de que pese a todo seguía andando. Poco a poco. Hasta que resbaló.
Sus rodillas al fin cedieron ante su peso y se quedó tirada, en el suelo. Su rostro se manchó con barro, su abrigo nuevo quedó hecho un estropicio. Sus manos se rasparon un poco a causa de las piedras, pero no sintió el dolor. No se levantó, solo se giró un poco para intentar respirar.
Pero se estaba ahogando, y el agua no era el motivo principal.
El aire se negaba a entrar en sus pulmones. Sus labios sabían a tierra y sangre. A hierro en el paladar. El peso del agua le impedía levantarse. Se sentía frágil, entumecida e inútil. Sobre todo inútil.
Hacía tiempo que le costaba respirar. No sentía alivio al hacerlo.
Hizo un esfuerzo hercúleo para taparse la cabeza con un brazo. El agua dejó de limpiar agresivamente las lágrimas. Cada vez que sollozaba sentía un poco más el sabor a sangre. Se había mordido la lengua, al parecer.
Escupió el líquido rojo, pero este no llegó muy lejos.
Madge tenía miedo. Miedo de todo.
Sufre estrés post-traumático. Nada nuevo en una vencedora. Se recuperará, no hay de qué preocuparse.
Sentía unas cosquillas desagradables en el estómago.
Es solo angustia. Se le pasará en unas semanas, un mes como mucho.
Mirara donde mirara había alguien que quería hacerle daño. Mirara donde mirara podía ver una amenaza nueva.
Se llama híper vigilancia, la constante y abrumadora sensación de tener miedo. No podemos hacer nada por ella. Lo superará.
La sensación de que algo terrible iba a suceder martilleaba su pecho, como si fuera lo único que obligara su corazón a latir.
N/A: Solo un pequeño prólogo. En un principio había preparado una explicación larga y detallada de lo ocurrido entre los eventos de ELDS y los de este fic, pero al final me ha parecido más buena idea esta.
Si estáis aquí supongo que es porque habéis leído, ¡por lo que hola de nuevo! Si no es así os recomiendo que leáis El legado del sinsajo para no perder el hilo. Este fic contendrá más Gadge, Everlark… pero también temas más fuertes (o complejos) Por lo que el rating es mayor.
Todavía no tengo muy clara la trama, por lo que las sugerencias son bienvenidas ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!
