Te lo doy.

Por Alisse.

Capítulo Uno. Primer encuentro.

La fría brisa que corrió en esos momentos hizo que se estremeciera. Se notaba que el otoño estaba cayendo sobre la ciudad, y aunque ella lo sabía, había salido lo demasiado rápido (y enojada) como para no importarle el estar desabrigada.

"Fue idea de Eliza"

La chica apretó los puños, molesta. Con sólo recordar las palabras de Neil sentía que la rabia volvía sobre su persona, causando malestares en su estómago, lo suficientemente fuertes como para tener deseos de vomitar. A ratos le costaba creer que él fuera su hermano, y peor aún, que fuera el mayor. Definitivamente no se parecían en nada.

Eliza Leegan continuó su camino sin rumbo fijo por las calles. Al salir de su casa, no había pensado un posible destino, lo único que deseaba en esos momentos era dejar atrás a las personas con las que se había reunido por obligación, salir de esa situación tan incómoda en la que se había visto sin darse cuenta el momento en que empezó.

"Ahora que he tomado la cabeza de la familia Andrey, estoy en posición de dar mi opinión en ciertos asuntos que considero importante" la voz de William, el famoso tío abuelo (que al final, de abuelo, tenía bien poco... al menos no tenía concordancia con los "abuelos" a los que ella estaba acostumbrada de ver) "y, de la última unión propuesta por la tía Elroy, estoy completamente en desacuerdo"

Había hablado con elegancia, era verdad, pero aún así, a medida que más hablaba Eliza se sentía más herida en su orgullo. Y no era para menos, puesto que con esa conversación familiar prácticamente le habían dado a entender que la "huérfana" de Candy era mucho más importante que ella en la familia. Eso le quedó mucho más claro después, en que sus padres la miraron de tal manera que estaba segura que esperaban que ella se disculpara.

¿¡Disculparse ella!?, ¡¿pedirle disculpas a Candy?!. Definitivamente, prefería morirse.

Sí, con todas las palabras: primero muerta a pedirle disculpas a alguien como Candy.

Continuó su camino sin destino, dando pasos lentos por las calles, sin importarle que a ratos la empujaran debido a la lentitud con que iba. Sólo se limitaba a mirar con cierto rencor a los que lo hacían, sin emitir palabras. Se sentía lo demasiado mal como para no tener fuerzas para retar a los demás porque la hacían a un lado sin delicadeza.

Lo que más detestaba de esa situación, era la posición que había tomado su familia en el asunto, incluso la misma Elroy. Todos le habían dado la espalda, aunque cuando ella les había dado la idea bien contentos que se habían puesto. La matriarca de los Andrey sólo había guardado silencio, mirándola fijamente y dejando hablar al nuevo "jefe" del clan familiar, sin intervenir, aunque podía ver en sus ojos que no estaba de acuerdo con lo que estaba diciendo.

"Como sé que desde siempre le han tenido manía a Candy y a todo lo que ella hace" las siguientes palabras de William continuaron resonando en su cabeza "no me extrañaría que toda esa idea fuera para molestarla a ella nada más. La broma ya quedó atrás, ahora quiero que se disculpen con ella..."

En ese momento contuvo el aliento, y miró a todos los presentes como si no hubiera escuchado bien. Y en un primer momento pensó que había sido así. Pero luego al escuchar las palabras de su hermano, terminó por confirmar que no tenía problemas auditivos.

"No, Candy, no trates de evadir el tema" por supuesto, ella había tratado de evitar el mal rato, diciendo quizás qué palabras bienintencionadas "ellos te han hecho mucho daño, ya es hora que detengan todas esas maquinaciones en contra tuya para que por fin sean capaces de afrontar sus actos..."

Le habían dado ganas de llorar por la rabia que sintió en esos momentos. La estaba humillando, eso era lo que estaba haciendo el famoso tío abuelo William, en frente de todos, sin que nadie intercediera por ella, sólo la causante de todo ese embrollo. La principal afectada por la idea que había tenido de casar a su hermano con una de las herederas de la familia Andrey.

Y después de la gran intervención de su hermano, todo fue peor...

Sus padres no habían emitido palabras, se limitaron a verla fijamente, quizás esperando a que se disculpara, pensando que era lo correcto después de todo lo que había hecho. En cierta manera estaba pagando todo lo que le había hecho a Candy desde que la conoció, porque William le había dicho eso, estando presente no sólo su familia, sino también su primo Archie, y las amigas de Candy, Patty y Annie, las dos últimas sintiéndose bastante fuera de lugar, con la mirada pegada en el suelo y tratando de pasar lo más desapercibidas posible.

En fin, si William había sido tan iluso como para pensar que ella se disculparía... no era culpa de ella. Enfurecida por el trato que había recibido, y no sólo por parte del, ahora, patriarca de los Andrey, sino también de su familia directa, sus padres y su hermano...

Con el orgullo herido, aguantando las lágrimas y sin decir palabras, dio media vuelta y caminó hacia la puerta. William bien podía esperar una eternidad si quería que ella se disculpara con Candy por lo que había hecho. Estaba loco.

Esos sucesos no habían pasado hacía media hora. Llevaba cerca de viente minutos caminando por la calle sin tener rumbo fijo. Lo único que tenía claro era que no quería volver a la casa en esos momentos, no deseaba hablar con nadie y mucho menos verle la cara a alguien conocido. A ratos le daban deseos de irse donde alguna amiga, pero lo desechaba rápidamente. No quería dar explicaciones.

"¡No me pienso disculpar, ¿me escuchó?!" le había gritado ella, casi llegando a la puerta. La habían detenido en su huída, y eso era algo que ella no quería permitir "puede esperar todo el tiempo que quiera, incluso envejecer, ni siquiera ahí lo haré"

Antes de salir había visto el rostro que ponían sus padres, y estaba consciente que no saldría bien librada de todo ese embrollo. Pero definitivamente prefería cualquier castigo que pudieran darle sus padres, a tener que "humillarse" al pedirle disculpas a alguien como Candy.

Se abrazó a sí misma al sentir el viento frío recorrer su cuerpo nuevamente. Sus manos estaban heladas y ya comenzaba a sentir frío permanentemente. Por momentos consideró el volver a su casa, pero soltando un suspiro continuó con su camino, con la mirada al frente aunque no veía nada en concreto.

Y fue que, llegando a la esquina, ocurrió algo que la hizo volver a la realidad bruscamente.

De pronto sintió un golpe tan fuerte que la hizo sentir que iba a caer, ella simplemente cerró los ojos, aguantando el golpe en su costado al caer de lado sobre la vereda. Esa fue la gota que derramó el vaso, lo que hizo que deseara que toda la tensión, la rabia y el dolor finalmente los mostrara de alguna manera, y aunque ella no lo deseaba, la forma en que lo hizo fue inevitable: no se dio cuenta en qué momento se había puesto a llorar, casi en silencio.

-¡Oh, lo siento, perdón, perdón, perdón!- una voz cerca de ella llamó su atención. Al mirar, pudo ver a un joven tirado también en el suelo -¡de verdad no me di cuenta que estabas ahí!

-Eh...- Eliza simplemente lo miró, sin contestarle -yo...

-¡Eres un tonto!- otra voz intervino, Eliza se dio cuenta que un segundo joven se acercó a ellos. Se notaba agitado y algo molesto con su amigo -perdónanos, no quisimos molestarte...- le tendió la mano, la chica se sintió tonta por algunos momentos, sobre todo cuando se dio cuenta que le era muy difícil apartar su mirada de los ojos negros profundos de él. Tomó su mano sin pensarlo demasiado -¿te golpeaste muy fuerte?, ¡eres un tonto, Matt, la hiciste llorar!

-¿De verdad?- el otro se puso de pie rápidamente -¡perdón, de verdad que no quise, fue completamente sin querer!

-Eh... no importa...- Eliza se apresuró a secarse las lágrimas -no fuiste tú, sólo he tenido un mal día...

-Ah, que bien, me alegra- contestó Matt, sonriendo un poco -ya me estaba sintiendo culpable.

Eliza no sabía qué decir, estaba bastante confundida. Los dos muchachos se notaban agitados, como si estuvieran corriendo de hacía mucho rato, la sonrisa que tenían contrastaban completamente con el ánimo de ella.

-Nos gustaría quedarnos con una compañía tan agradable- el chico de ojos negros se mostró algo nervioso -pero tenemos que irnos, estamos algo retrasados...

-Eh, sí, eso mismo- Matt empujó levemente a su amigo -un gusto conocerte, bonita.

Casi sin darse cuenta, los dos continuaron con su carrera. Eliza no alcanzó siquiera a despedirse cuando los otros dos ya llevaban casi media calle de distancia con ella. La chica se quedó unos momentos más de pie, hasta que se encogió de hombros y continuó su camino... aunque tenía que admitir que se sentía un poco más animada por el leve encuentro con ellos dos.

Estaba segura que normalmente no hubiera reaccionado de esa manera, quizás les hubiera gritado uno que otro improperio, pero en esa ocasión ni siquiera había podido hablar. Y no estaba segura por qué... no quería pensar que era porque los ojos de uno de ellos habían llamado poderosamente su atención. Tanto así, que aún tenía en su cabeza aquella mirada que le había dado.

-Al menos sirvió para que me distrajera un poco...- murmuró, suspirando. No se dio cuenta que estaba siendo vigilada de cerca desde un callejón, al que se acercaba a cada momento. Justo cuando estaba pasando por ahí, sintió que la tomaban con fuerza desde ahí, y que la jalaban con fuerza hacia dentro -¡¡ah!!

-Si contestas mis dudas, no sufrirás- al mirar al frente, se encontró con que el que la sujetaba con fuerza era un hombre que la tenía arrinconada contra la pared. Tuvo miedo durante algunos momentos, eso hasta que reaccionó por fin, recuperando en parte el fuerte carácter que la caracterizaba -¿me escuchaste?

-¡¡Suéltame, imbécil!!- le gritó, comenzando a luchar para soltarse -¿¡quién demonios te crees!?

-¡No te pases de lista, chiquilla!- gruñó el hombre, molestándose por las insistencias de ella -¡dime dónde fueron los idiotas de Matt y de Nickolas!

-¿Quién?

-¡Sé perfectamente que los conoces!- replicó el hombre, sacudiéndola con fuerza -te vi hablando con ellos, ¡no trates de engañarme!

"Matt" Eliza recordó que el joven de cabello castaño se llamaba Matt, pero eso era lo único que sabía de ellos, nada más.

-Yo... no los conozco- comenzó a decir, tratando de soltarse. Ese hombre la estaba afirmando demasiado fuerte de los brazos, tanto que ya sentía bastante dolor -en serio, sólo tropezamos, nada más.

-No te trates de pasar de lista, chiquilla- el hombre se acercó tanto a ella que Eliza tuvo que contener la respiración, tratando desesperadamente de alejarse de él -aquí la única que va a sentirlo eres tú, nadie más que tú...

Recobrando un poco más su valentía, ella frunció el cejo e hizo lo único que se le ocurría en esos momentos: le dio al hombre una fuerte patada en sus partes bajas, lo que lo hizo caer de rodillas sobre el asfalto. La chica aprovechó la oportunidad para alejarse unos pasos, y cuando iba a emprender la huída, corriendo, tropezó nuevamente.

-Te crees muy hábil, ¿no?- Eliza no contestó, no se sintió capaz cuando vio al otro hombre ancho y muy alto en frente de ella. Como pocas veces, sintió miedo de lo que podría pasarle -vamos a ver si conmigo eres capaz de decirnos la verdad.

-Es ver-verdad- tartamudeó Eliza, mirando desesperadamente hacia los lados, tratando de buscar algún medio para escapar. ¿En qué enredo se había metido? -no los conozco, es la primera vez que los veo, tienen que creerme...

-Sí, seguro...- habló el otro, con cierta ironía.

No se dio cuenta en qué momento el hombre levantó la mano, y mucho menos cuando el golpe llegó a su rostro, dejándola en el suelo. Sintió un dolor muy fuerte, nunca nadie la había golpeado, ni siquiera sus padres. Lágrimas acudieron con una rapidez asombrosa a sus ojos, ella trató de contener el sollozo que luchaba por salir de su garganta, mientras sentía en su boca el sabor de su propia sangre, que salía de su boca.

-¿Eso te ha hecho cambiar de opinión?- le preguntó el otro, haciéndose sonar los nudillos, amenazante. Esta vez ella no contestó, lo miró con temor, y cerró los ojos con fuerza cuando notó que se estaba acercando a ella nuevamente, esperando lo próximo que podría hacerle.

Pero nada ocurrió durante algunos momentos, y una extraña exclamación la hizo abrir los ojos. Sorprendida vio que el hombre detenía sus pasos, y se quejaba. Desde su lugar, sólo pudo notar que comenzaba a cerrar sus ojos, y que caía hacia adelante, justamente donde estaba ella, que sólo atinó a cubrirse con sus brazos y recibir con ellos el peso del robusto hombre.

-¿¡Estás bien!?- una conocida voz llamó su atención, y de pronto sintió que el peso que estaba sobre ella desaparecía. Al abrir los ojos, pudo ver al joven de ojos negros que la ayudaba a ponerse de pie, con rostro preocupado -lo sentimos mucho, no quisimos involucrarte...

-¿Tú eres Nickolas?- le preguntó Eliza.

-Sí, y mi amigo es Matt... oh, ¿ellos te hicieron esa herida?, ¿te golpearon?

El joven estaba a punto de tocar el labio de Eliza, pero ella lo rechazó con brusquedad, recobrando la energía que solía tener normalmente.

-No te atrevas a tocarme- gruñó ella, Nickolas la miró confuso -¡todo esto es culpa tuya y de tu amigo, ahora déjenme en paz!

-Mira, en lo primero estamos de acuerdo, es culpa nuestra- dijo Nickolas, con culpabilidad -y de verdad que lo siento. Nunca pensé que estos idiotas pensaría que estamos relacionados porque hablamos un poco en la calle; me temo, eso sí, que no podremos dejarte en paz....- Eliza se cruzó de brazos, molesta -no hasta que te llevemos a tu casa...

-¿A mi casa?- gruñó Eliza.

-Sí, a tu casa- el joven la tomó del brazo, sonriendo nuevamente -y sugiero que comencemos ahora a caminar, antes que despierten ellos... no querrás verlos molestos, de verdad. Si ahora son violentos, no te podrás imaginarte cómo son cuando están furiosos.

Eliza se soltó de Nickolas, molesta también.

-Puedo caminar sola- gruñó, comenzando a avanzar -no soy inválida ni nada así como para no poder caminar.

-Como digas...- Nick sonrió a medias, siguiéndola después de algunos momentos.

Salieron del callejón y ahí se encontraron con Matt, que los esperaba impaciente. Al verlos se acercó a ellos con la angustia pintada en el rostro, y también la sorpresa, sobre todo al notar el labio de la chica.

-¿Quieres un pañuelo?- le preguntó Matt, preocupado -estás sangrando.

-¡Lo que quiero es no volver a cruzarme con ustedes!- les gritó Eliza, encontrando por fin con quien desquitarse por todo lo malo que le había pasado ese día -¡lo único que hacen es molestarme, primero casi atropellándome y después metiéndome en problemas!

Matt estaba abriendo la boca para contestarle, cuando sintieron detrás de ellos movimiento. Al voltear, se dieron cuenta que el grandote estaba despertando del golpe que Nick le había dado.

-Tenemos que irnos- quizás de manera inconsciente, Nickolas nuevamente tomó el brazo de Eliza, comenzando a correr -ahora mismo, no pueden seguirnos.

Trató de safarse, pero esta vez no pudo. Las personas que estaban en la calle miraban con extrañeza a tres jóvenes correr a lo más que daban sus piernas, algo pálidos y cansados. La loca carrera duró hasta que a Eliza la traicionaron sus botines, doblándose el pie y cayendo al suelo.

-¿Estás bien?- Nick, sintiéndose más culpable aún, se acercó a ella y le habló con suavidad. Eliza lo miró feo.

-Me caí, ¿cómo demonios esperas que esté?- gruñó, mirándolo con el ceño fruncido.

-Eh... claro... déjame ayudarte...

Mientras que Nick hacía lo posible para que Eliza pudiera caminar bien nuevamente, Matt miraba a su alrededor, tratando de saber si los habían seguido o no. Después de cerciorarse de lo segundo, se acercó a los otros dos, con intenciones de ayudarlos.

-Creo que no nos siguieron- les dijo -te llevaremos a tu casa... er... ¿cómo es que te llamas?

-¡Soy Eliza Leegan!- les gritó la chica, furiosa y soltándose de ellos -¡y no quiero que me lleven a ninguna parte, sólo hacen que me pasen cosas malas!

Se limpió con la manga la sangre de la boca, y cojeando reemprendió el camino hacia su casa. Tenía los puños apretados y tanta rabia dentro de sí, que había olvidado todo lo que había pasado durante la tarde en su casa. Lo único que deseaba era darse un buen baño y acostarse a dormir. El rostro y la pierna derecha le dolían demasiado como para pensar siquiera en seguir dando vueltas tratando de escapar del posible reto de sus padres.

Para su suerte, no estaba muy lejos de ahí, sólo a una calle. Al menos de algo le había servido la loca carrera que le hicieron hacer Matt y Nickolas, que por cierto, la seguían de muy cerca, observándola con atención.

-¡¿Es que me van a estar siguiendo por siempre?!- les gritó, volteándose y mirándolos más enojada aún.

-No, sólo hasta que llegues a tu casa- contestó Nick, poniendo las manos en su bolsillo -nos sentimos responsables de lo que te pasó, queremos asegurarnos que llegues biena tu casa, Eliza Leegan, de la familia Andrey, ¿o me equivoco?

-¡No, no te equivocas!- gruñó Eliza, hablando tan fuerte que algunas personas que estaban cerca los miraron con curiosidad -¡y por tanto debes saber que mi familia es tan importante que no se mezcla con tipos vagos como ustedes, ¿entienden?!

-Claro, como digas...

La respuesta, que no demostraba la menor intención de hacerle caso, logró que Eliza se enojara aún más. Apretando sus puños continuó su camino, cojeando, hasta su casa. Cuando por fin la vio a la distancia, sintió mucho alivio, y hasta se sintió contenta cuando cruzó la reja, sin voltear a ver si estaban los otros dos cerca de ella o no. En esos momentos no tenía ganas de verlos, y mucho menos tenerlos cerca.

Al entrar, por las voces, se dio cuenta que todos continuaban reunidos. Como no tenía intenciones de que la vieran así continuó su camino hacia su cuarto para prepararse un baño, se sentía demasiado cansada y sucia como para esperar un poco. Pero no contaba con que la verían al pasar por fuera de la sala.

-¡Eliza!

El grito de su madre la hizo detenerse, mirándola con cierto desafío, pero al ver la mirada que tenía, suavizó su semblante.

-... ¿Qué fue lo que te pasó?- se acercó con rapidez a ella, mientras Albert y su padre se ponían de pie, mirándola preocupados. Eliza evitó a su madre.

-Nada...- dijo, dando un paso hacia atrás, y quejándose por el dolor del pie derecho. Había olvidado que lo tenía delicado.

-Pero Eliza, ¡mírate nada más!. Estás toda sucia, ¿eso que tienes en el labio es sangre?. ¡Por Dios, ¿quién te hizo eso?!

Desde su lugar, pudo ver que todos la miraban con sorpresa, quizás tratando de adivinar dónde estaba el truco. Pensó en contarle la historia real, sobre Nickolas y Matt, pero después de unos momentos lo consideró nuevamente. No estaba segura de si le creerían, y lo único que deseaba era salir de esa situación tan incómoda.

-Un hombre trató... de quitarme mis... aretes...- dijo, lentamente, tratando que no se dieran cuenta de su mentira -estoy cansada, mamá, y me duele el cuerpo. Iré a tomar un baño y luego me acostaré, necesito dormir.

Antes que pudiera decirle cualquier cosa, Eliza siguió su camino hacia su cuarto.

No quiso cenar esa noche, simplemente se acostó y se quedó a oscuras en su habitación. Se había dado cuenta que el pie lo tenía un poco hinchado, pero no quiso decirlo, porque seguramente Candy se ofrecería a ayudarla, y ya tenía mucho con haberla aguantado horas antes.

En su mente, después de mucho pensar, se formó el rostro de los dos que había conocido ese día, y que tantos problemas le habían causado. Frunció el cejo después de unos momentos.

-No se qué estoy haciendo pensando en ellos- gruñó, tapándose más con las frazadas -espero no volver a verlos en lo que queda de vida, seguramente se habrán sentido ofendidos por cómo los traté, y espero que de verdad lo hayan hecho, porque era toda mi intención.

Eliza cerró los ojos, tratando de ignorar aquella vocecita de su interior que le decía insistentemente que era mentira todo lo que había dicho, que se moría por volver a ver a aquellos muchachos que, en tan sólo algunas horas, la habían hecho vivir tantas emociones juntas.

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Bien, aquí está. Espero que alguien haya llegado hasta aquí con el capítulo, jajaja.

Les diré que Eliza me cae mal, nunca la he tragado, ni a ella ni a su familia (el único que vale la pena de ahí es el papá, ¿cierto que sí?), pero bien, se preguntarán que por qué escribo un fic de un personaje al que no aguanto. Ni yo lo sé, ésta historia la tenía hace bastante tiempo en la cabeza, y pues tuve que decidir entre escribir esta o la de Anthony que tengo pensado, y pues, gano ésta. Advierto, eso sí, que espero que sea corta, máximo cuatro o cinco capítulos, a lo sumo.

Quizás esta Eliza no es muy parecida a la del animé, espero no haberle cambiado demasiado su carácter. Intenté de hacerla lo más parecida, pero a ratos me da la impresión que se logra lo contrario, jejeje. En fin, espero que les haya gustado el primer capítulo.

Los comentarios son bien recibidos.