Estación Nekusasu-Gengitsu
- … próxima parada, estación Nekusasu-Gengitsu.
El tren empezó a aminorar la marcha mientras que por megafonía se repetía la misma frase una y otra vez.
Una vez que paró el único pasajero de ese vagón se levantó algo confuso. ¿Cómo había llegado a allí? Lo último que recordaba era abrir el portal, despedirse de Hermione y atravesarlo…
Después se había encontrado allí, sentado en un asiento de aquel tren. El pelinegro volvió a mirar por la ventana, pero seguía sin ver nada más que una mezcla de niebla y oscuridad.
Se dirigió a la puerta que conducía al exterior, preguntándose si Hermione había conseguido ponerse a salvo.
Salió del tren y observó la estación tenuemente iluminada. Todo parecía estar algo borroso y gris, y aún así no le era difícil ver.
¿Acaso se había equivocado y había muerto? La situación tenía cierto parecido con la última vez que "casi" murió y había charlado en la estación con Dumbledore. Sin embargo esta vez sí que conservaba su ropa, aunque algo destruida. Su varita estaba en el sitio habitual también, al igual que el baúl con sus pertenencias.
Avanzó un poco, y a sus espaldas notó como el tren volvía a cerrar sus puertas y se marchaba; detalle al que apenas prestó atención pues al mismo tiempo notó una puerta aparecer flotando delante de él. En ella se podían observar varios símbolos de distintos colores, ya que era bastante llamativo comparado con la gris estación.
Agarró el pomo y la abrió lentamente.
Al otro lado se encontró una sala redonda de paredes negras en las cuales sólo se podían distinguir otras dos puertas que había al otro lado, completamente iguales a la que acababa de abrir y formando con ella un triángulo equilátero. En el centro había varias butacas de aspecto bastante cómodo rodeando una mesa.
- Hola Harry, te estaba esperando.
Se sobresaltó al escuchar esa voz, y rápidamente encontró su origen: una figura encapuchada sentada en una de las butacas. Desde su posición sólo podía notar su transparencia, como si fuera un fantasma.
El pelinegro se acercó al centro, y pudo observar mejor al "fantasma", el cuál llevaba unas ropas que le recordaban enormemente a los maestros jedi de las películas de Star Wars. Y por algún motivo parecía emitir un aura de cierta sabiduría; no como la de un erudito, sino como la de un sabio y viejo profesor que estaba preparado a responder a las preguntas de sus alumnos.
- Siéntate, tenemos mucho de qué hablar. Pero antes cierra la puerta, por favor.
Harry se detuvo, inseguro sobre qué hacer. Llevaba tanto tiempo siendo perseguido que temía que esto fuese una trampa. Sin embargo su anfitrión no era más que un fantasma, ¿qué iba a poder hacerle?
- ¿Dónde estoy? -preguntó sin moverse-. ¿Y quién eres tú?
- Estás en un plano distinto al que conoces por el que estás viajando a un nuevo mundo creado por la magia del ritual que realizaste. O al menos estabas.
- ¿Cómo que estaba?
- He interrumpido, al menos temporalmente, tu viaje, ya que quería que tuviéramos una charla.
- ¿Interrumpido? -preguntó el pelinegro enfadándose. Después de todo lo que había tenido que hacer para preparar el maldito ritual y crear los cristales…
- No te preocupes. Podrás continuarlo sin problemas una vez que terminemos de hablar -fue respondido en un tono que consiguió calmarle relativamente-. Cierra la puerta y ven a sentarte.
Harry dudó un par de segundos pero al final decidió obedecer; después de todo si este ser tenía el poder como para traerlo a este lugar, lo mejor sería comportarse por el momento.
- ¿Cómo has podido traerme hasta este lugar? No eres más que un fantasma…
- Tu percepción te está engañando. No soy un fantasma. Lo que ocurre es que en este lugar percibes lo que soy de una manera en la que puedes comprenderlo.
- …eso no tiene sentido.
- Los seres vivos en tu mundo son lo que perciben que son. Viven a través de sus sentidos, y una persona cambia según su apariencia. Déjame que te muestre un ejemplo.
El encapuchado hizo un gesto con la mano y sobre la mesa apareció la imagen de una persona vestida de médico, aunque tenía la cara emborronada.
- Descríbeme a esa persona.
- Bueno… es un hombre joven, alto…
- No su apariencia. Dime lo que te viene a la mente sobre él.
- … parece un hombre listo, que gana bastante dinero, refinado, limpio, que posee conocimiento…
- ¿Y qué me dices de este otro? -al lado del doctor apareció otra imagen de otro hombre con ropas viejas y sucias con una llave inglesa en la mano y también con la cara emborronada.
- … parece ser alguien mañoso, algo sucio, quizás con un estilo de vida mediocre comparado con el anterior…
El encapuchado volvió a hacer un gesto con la mano y las caras dejaron de estar emborronadas, mostrando a la misma persona.
- Es un doctor que en su tiempo libre le gusta modificar coches. ¿Entiendes lo que quiero decir ahora? Estás acostumbrado a definir a una persona según su apariencia.
- Las apariencias engañan -concordó Harry.
- ¡Exacto! En el mundo físico la regla es "Eres lo que ves". En cambio en este lugar sucede al revés, "Ves lo que eres". Inconscientemente estás percibiendo a alguien que está muerto, pero no del todo, y lo más cercano que conoces a esa descripción es un fantasma, un ser que murió pero no del todo, ya que dejó una parte de él atrás. No soy un fantasma, pero es lo más cercano a tu nivel de comprensión actual. Yo, por ejemplo, suelo verme a mí mismo como si tuviera un cuerpo, pero teniendo un halo sobre mi cabeza, indicando que estoy muerto.
Harry se imaginó la apariencia descrita, la cual le recordaba a algún que otro dibujo que había visto últimamente mientras intentaba hacerse con copias que llevarse consigo. Para su sorpresa la apariencia del encapuchado cambió, dejando atrás la transparencia por solidez y color, y encima de su cabeza ahora flotaba una aureola. Ahora que tenía color sus ropas no eran tan parecidas a las de los jedi; eran mucho más oscuras.
- ¿Qué eres entonces?
- Alguien que murió e iba a volver a la vida, sin embargo sucedió algo que me lo impidió.
- ¿El qué?
El encapuchado se quedó en silencio unos segundos.
- De eso hablaremos después, dependiendo de tu elección.
- ¿Qué elección?
- Sobre lo que harás ahora. Iré directamente al grano: Tengo cierto poder para influir el mundo de forma muy limitada a cambio de utilizar parte de la energía que me mantiene en este lugar, y lo he usado para que encontraras el ritual que has usado.
- ¿… me has controlado? -exclamó Harry empezando a enfurecerse.
- No, no, no -interrumpió rápidamente-. No puedo controlar a nadie sin usar una cantidad exorbitante de energía, la cual necesito para permanecer aquí. Sin ella… moriré.
- Ya estás muerto…
- Y lo que me juego ahora mismo es mi alma, y mucho más. Dime, ¿lanzarías tú la maldición imperius a tres países de distancia?
- No, aunque pudiera verlo la cantidad de energía necesaria me mataría…
- Y lo mismo me ocurriría a mí. Puedo usar mi poder para influir cosas muy diminutas, pero si lo hago demasiado también pierdo todo mi poder, y en este lugar no lo puedo regenerar descansando.
Harry se quedó en silencio unos segundos, sopesando las palabras de su anfitrión. Parecían sinceras, pero le estaba costando confiar.
- ¿Cuántas veces has "influenciado" en mi vida y en qué?
- Para ser honestos, cinco veces -respondió en un tono tan franco que era imposible ponerlo en duda-. La primera provocó que presenciases a los Weasley hablar con el retrato de Dumbledore.
- ¿Me "hiciste" ir en el momento oportuno? -Harry no sabía si estar enfadado de ser controlado o agradecido.
- Nop. Provoqué que la alarma que tenía puesta la señora Weasley para ir a hablar temprano con el retrato sin que la interrumpiesen sonase más tarde.
El pelinegro parpadeó un par de veces. Eso no sonaba tan malo.
- ¿Cuál fue la segunda?
- El día que te atacaron mientras estudiabas hostelería. Provoqué que la cafetera pusiese por error en tu café una dosis algo más cargada, lo que te hizo estar más alerta ese día.
- ¿Por qué?
- De no haberlo hecho hubieses perdido un brazo al ser pillado desprevenido y te habrían capturado meses más tarde por culpa de esa herida.
- ¿… cómo sabes eso?
- Por ahora digamos que simplemente lo sé. Es otra explicación algo larga.
- … muy bien. ¿Cuál fue la tercera?
- Provoqué que la defensa mágica que protegía el monasterio de ser descubierto cayese justo antes de que pasaras por allí. Apenas le quedaba para un mes más, pero para entonces tú ya habrías pasado de largo y habría sido otro el que lo encontrase meses después.
- ¿Cuarta?
- Hice que Sirius te hablase en sueños para que buscases el ritual.
- ¿Fue… fue real?
- Sí. Aunque por mi estado de "no del todo muerto" también tengo que gastar energía para comunicarme con los muertos, no me es demasiado difícil ni costoso. Lo que sí que lo es fue crear la conexión entre ellos y el mundo de los vivos.
- ¿La quinta… fue mi madre? ¿Cuándo encontré a Hermione?
- Sí. Aunque ya estabas en camino para que realizases el ritual y no necesitaba involucrarme más… ella me lo pidió. Y no pude decirle que no. A ella no.
- ¿Por qué? ¿Por qué hiciste todo esto por mí? ¿Por qué no pudiste negarte a mi madre? ¿POR QUÉ? -cuestionó Harry alzando el volumen al no saber qué pensar.
Como toda respuesta el otro se quitó la capucha, quedando el pelinegro con la boca abierta y sin habla.
Ya que, enfrente suya…
…
…
… estaba él mismo.
En un primer momento pensó que era su padre, sin embargo recordó su tercer año en Hogwarts como había confundido a él mismo con su padre. También recordó las invocaciones que había realizado de él, y cómo los pómulos (entre otras cosas) eran distintos.
Además de que le devolvía la mirada unos ojos verdes iguales a los suyos.
- Porque yo soy tú -explicó su copia-, o al menos una posible versión de ti. La Lily de tu mundo técnicamente no es mi madre, pero es lo más parecido que tengo.
Ambos se quedaron en silencio unos minutos, Harry asimilando todo lo que acababa de escuchar; el Harry anfitrión… esperando.
- ¿Por qué me has traído aquí?
- Porque tengo un problema. O existe un enorme problema; y el ritual para crear un nuevo mundo… una nueva realidad puede ser la solución que llevo tanto tiempo buscando…
Harry no dijo nada, esperó a que su otro yo se explicase, pero no lo hizo.
- Sin embargo el ritual lo has hecho tú, y tú eres el único que puede controlarlo, aunque no sepas como.
- Y déjame adivinar, tú sí que sabes cómo controlarlo, pero necesitas mi permiso.
- En resumidas cuentas, sí. Sé que odias ser manipulado, al igual que yo lo odiaba. Por ello te daré una sencilla elección antes de continuar.
El pelinegro con el halo sobre la cabeza hizo un gesto hacia la puerta por la que Harry había entrado. Al girarse éste, pudo observar que había aparecido un 1 flotando sobre ella.
- Si entras por la puerta número 1 volverás a la estación de la que viniste. Aparecerá otro tren, el cuál te llevará a tu destino. La magia del ritual creará un mundo nuevo para ti, completamente aleatorio, donde tal y como deseabas cuando lo realizaste tendrás la oportunidad de ser feliz.
Otro gesto y encima de otra de las puertas apareció un 2.
- Ve por la puerta 2 e irás al Más Allá de tu mundo. Morirás en el acto y tendrás la oportunidad de ir con tus seres queridos.
Un último gesto y encima de la última puerta apareció un 3.
- Yo ahora iré a través de la puerta 3. Sígueme y prometo explicarte todo. Cuál es el problema, por qué necesito ayuda. Incluso te ayudaré a "guiar" el proceso de creación de tu nuevo mundo para que no sea tan aleatorio. Seguirás teniendo la opción de no ayudarme, sin embargo mis explicaciones y mi ayuda tendrán un módico precio al que no podrás negarte aunque no me ayudes en lo que de verdad necesito.
Después de unos segundos de silencio Harry preguntó:
- ¿Por qué querría ir por la puerta 2 y morir? He pasado demasiado tiempo escapando como para que todo sea en vano.
- Porque cada realidad tiene su propio Más Allá. Se creará uno nuevo para el mundo que el ritual creará para ti, sin ninguna conexión a este. Si completas el ritual, cuando te llegue tu hora no volverás a ver ni a tus padres, ni a Sirius, Remus o ningún otro conocido.
El pelinegro quedó paralizado ante la noticia, momento que el joven con el halo aprovechó para levantarse y dirigirse a la tercera puerta.
- Ya has entrado en el país de las maravillas. ¿Estás dispuesto ahora a ver hasta dónde llega la madriguera del conejo?
Y dicho eso, se fue.
Harry quedó sólo, sentado en la butaca y pensando en sus opciones.
¿Puerta 1?
¿Puerta 2?
¿O puerta 3?
Esto es algo que tuve en la cabeza básicamente desde que acabé el final 2.3 de ¿es el amor suficiente?
O más bien tengo pensado la conversación que vendrá a continuación al elegir la puerta 3.
Esto es un preliminar.
Escribiré lo que pasará al escoger todas las puertas (aunque serán cosas cortas, no las aventuras en nuevos mundos).
Pero ¿qué puerta preferís?
