-Harry, en serio, tu mirada debería considerarse indecente. Ya deja de babear-La voz divertida pero exasperada de Ginny lo trajo de vuelta a la realidad, sus ojos todavía fijos en la delgada figura y el cabello rubio antes de girarse hacia su amiga, frunciendo sus labios ligeramente-Sabes que tiene novio ¿verdad?-dijo ella, sonando ligeramente burlona pero también algo preocupada.

¿Cómo iba a olvidarlo? Harry odiaba a pocas personas pero Stephen Amell estaba definitivamente entre ellas. No porque el tipo fuera malo, de hecho era bastante genial, divertido, encantador, guapo, era un empresario exitoso y tenía a casi todas las mujeres del lugar totalmente enamoradas de él; si otras hubieran sido las circunstancias, Harry incluso cree podrían haber sido amigos pero la realidad era otra. Stephen Amell era el hombre perfecto pero a Harry eso poco le interesaba, lo que él quería era lo que el empresario tenía: Draco Malfoy.

Mientras que a sus amigos les parecía que su atracción había venido de la nada, Harry estaba seguro que todo había comenzando en 6to año, durante el tipo que lo estuvo siguiendo, vigilando todos sus movimientos y sin querer dándose cuenta más y más que Draco no era material de mortífago, que solo estaba asustado. Empezó como algo muy pequeño, primero sintiendo simpatía por su situación, luego un poco enojado de que los demás no se dieran cuenta de lo poco saludable que se veía el rubio. Después vinieron los sueños y fantasías en los que él se acercaba, le ofrecía su amistad, su protección. Al final, llegó el deseo, la ansiedad de tocarlo, de estar cerca, de envolverlo en sus brazos y protegerlo del resto del mundo. Su mayor arrepentimiento era haberse dejado llevar por el enojo, por la desesperación y lanzar ese Sectusempra que casi arranca a Draco para siempre de su vida. Después de ese suceso, Harry mantuvo su distancia en todos los sentidos, no quería nunca volver a lastimarlo. Así que cualquier clase de sentimiento que había tenido, lo enterró profundo en sí mismo y juró olvidarse de ello. Mientras que Voldemort le había servido de distracción en el siguiente año, el moreno había decidido tomar unas largas, muy largas vacaciones en España, con mucho sol y playa cuando todo acabó, con Ginny decidiendo ir con él. Harry estaba consciente que todos en Inglaterra pensaba que ambos todavía estaban juntos y que se habían ido a vivir lejos de la fama y los recuerdos. No podía estar más equivocados. Ginny y él nunca habían regresado después de terminar en 6to, la pelirroja había dejado en claro que ahora se daba cuenta que Harry era más como un hermano para ella que un amor, ella había crecido y madurado, dejando atrás los rasgos de niña y con eso también su enamoramiento infantil. Así que como los mejores amigos, ambos se fueron a divertirse y relajarse.

Draco, en cambio, había viajado a terminar sus estudios de séptimo en Ilvermorny, decidiendo seguir en una universidad local sus estudios para conseguir una Maestría en Pociones y Remedios Mágicos. Había sido en esa misma universidad que conoció a Stephen, mientras el hombre cursaba su último año de Administración de Propiedades Mágicas y Negocios Internacionales. Había sido instantáneo, ambos hombres viniendo de un hogar con mucho dinero, supieron congeniar rápidamente y su amistad dio paso a un noviazgo que estaba perdurando bastante. Draco regresó a Inglaterra un año antes -cuatro en total desde que se fue- y Stephen vino con él. El empresario había sido ampliamente aceptado en la comunidad mágica, dado que él mismo había fundado su propia empresa en América, teniendo mucho éxito ahí, no demoró mucho en tener ofertas de negocios aquí en Inglaterra y aunque tenía que viajar regularmente entre la sede principal y Londres, él lograba manejarlo.

Harry había regresado al año siguiente de que Draco se hubiera re-instalado en Londres, lucía mayor, se había dejado crecer algo la barba y el cabello, Ginny decía que le daba un aspecto salvaje y misterioso, resulta que a muchos les gustaba, tenía que decir que amantes no le faltaba en la cama. El moreno creía que Draco estaba más que olvidado, tanto tiempo pasado y muchos cuerpos en el medio ¿por qué seguiría teniendo sentimientos por el rubio? Bueno, el destino le probó lo equivocado que estaba apenas un mes después de haberse instalado de vuelta en casa.

El moreno sabía que iba a ser acosado en el momento que llegó así que esta vez, contrario a años anteriores, se detuvo a hablar simpáticamente con los reporteros, diciendo que no, Ginny y él no se habían casado en secreto, no, no eran pareja, solo amigos, sí, era gay, sí, venía dispuesto a instalarse de nuevo en Londres y que no, no tenía ningún interés en nadie por el momento. Eso había ayudado a calmar un poco los rumores tan exagerados que habían sobre ambos y finalmente fueron callados cuando algunas fotos de Harry en un club gay, bailando muy pegado a un tipo fueron publicadas.

Hogwarts estaba celebrando su aniversario y él había sido invitado junto a muchos de sus antiguos compañeros, lo cuál lo había entusiasmado mucho porque significaba que Hermione y Ron estarían regresando de Australia para esto. Esa era otra cosa sorprendente, Hermione y Ron habían terminado su relación poco después de que la guerra acabara, no dando razones muy específicas al respecto pero se veían más relajados el uno con el otro. Ambos habían ido a visitar a los padres de Hermione poco antes de que Harry regresara y ahora estarían de vuelta a tiempo para la fiesta. Harry se había vestido con un traje muggle marrón oscuro que estaba entallado perfectamente, sus lentes habían desaparecido hace mucho tiempo, su cabello estaba ligeramente desordenado y hubiera pasado como un muggle normal si no fuera por la capa que descansaba en sus hombros, revelando su estatus de mago. Se encontró con varios compañeros, saludándolos, recordando buenos tiempos con ellos y sintiéndose más feliz de lo que se había sentido en años, era de verdad bueno estar en casa. Había gente en el gran salón bailando, las mesas estaban elegantemente decoradas y repartidas por todo el lugar pero la mayoría de personas estaban paradas, yendo a saludar a otros.

Fue ahí cuando lo vio.

Draco había cambiado mucho desde la última vez que lo vio. Se veía saludable, su rostro pálido con un ligero rubor, su cabello rubio ya no era platinado, en cambio era medio dorado oscuro, definitivamente también había estado tomando sol durante su tiempo fuera. Estaba vestido con una túnica elegante de color azul medianoche, lo que hacía una gran combinación con los ojos grises. Pero lo que más le llamó la atención a Harry, lo que hizo que su respiración se detuviera y que su corazón se acelerara, era la pequeña, íntima sonrisa que tenía en su rostro. Una sonrisa que se podía ver reflejada también en sus ojos, una calidez imposible en ellos y Harry supo en ese momento que todo el tiempo del mundo no había cambiado nada lo que había sentido por Draco en el colegio.

Entonces lo vio a él.

Primero no había notado que el rubio estaba sosteniendo la mano de alguien pero cuando vio brazos cerrándose alrededor de la delgada cintura, finalmente giró su atención hacia la otra persona. El hombre era algo más alto que Draco, su cabello cortado corto y parecía castaño claro; su barba estaba cortada limpiamente y vestía una túnica gris oscura que de alguna forma combinaban con la de Draco. El hombre se inclinó y susurró algo en el oído de Draco y el rubio rió, mandándole de nuevo esa sonrisa mientras dejaba que lo guiara hacia la pista de baile, ambos bailando lo que parecía un swing y cuando escuchó más atentamente, se dio cuenta que era una canción Muggle de hecho, o que él había creído Muggle hasta entonces. Siempre se sorprendería de cuantos magos terminaban trabajando y viviendo entre muggles durante la historia. Y al son de "Fly me to the moon, let me play among the stars...", Draco y el extraño se movían con elegancia en la pista, por el movimiento de la boca del castaño, se notaba que le estaba cantando la canción y Draco simplemente le respondía con esa sonrisa de nuevo.

-Aún colgado de Malfoy, por lo que veo-dijo una voz divertida detrás suyo y Harry giró para encontrarse con el familiar -y al mismo tiempo raramente extraño- de su mejor amiga. Hermione había optado por túnicas rojo oscuro, del mismo color que portaban sus labios y su cabello, libre de rizos, estaba recogido en un elegante moño. No había nada de la chica de cabello alborotado, poca preocupación por su aspecto y sonrisa juvenil en ella. Hermione era una mujer ahora, una muy hermosa y Harry sintió un pequeño dolor al saber que se había perdido ver a su amiga madurar, igual que había sucedido con Ron.

-No hay otro modo de vida para mí-replicó él con una sonrisa divertida mientras se acercaba para abrazarla, separándose poco antes para observarla-. Es muy bueno volverte a ver, Mione.

-Y a ti, Extraño, ya era hora que volvieras a casa-le reprochó ella juguetonamente antes de mirar hacia donde Harry había estado observando, Draco aún bailando con el mismo extraño-Supongo que ya sabes sobre ellos dos ¿verdad?

-No estoy seguro a qué te refieres-respondió Harry, sacudiendo su cabeza pero podía sacar sus propias conclusiones, especialmente por lo íntima que se veía esa sonrisa.

-Su nombre es Stephen Amell, cuando Draco regresó, él vino también. Según sé, ambos han estado saliendo casi por tres años-le informó ella y Harry sintió su estómago revolverse ligeramente mientras giraba su mirada hacia la pista de baile. Draco tenía una relación seria. Él había tomado los pedazos de su vida después de la guerra y se había vuelto a levantar, encontrando el amor en el camino. Harry sabía que era una causa perdida, él había regresado muy tarde, se había negado sus sentimientos por mucho tiempo y ahora no tenía ni siquiera una pequeña oportunidad. Pero el moreno no era un Gryffindor por nada y una de sus cualidades más grandes -o defecto, según se viera- era cuan cabeza dura se podía poner cuando una idea entraba en su cabeza-Oh, no. Conozco esa mirada, Harry Potter, ni lo pienses.

-¿Qué mirada?-preguntó él inocentemente pero la sonrisa traviesa lo traicionaba.

-Harry no vayas a meterte en su relación, ellos van muy, muy en serio-le advirtió la castaña y Harry entrecerró sus ojos.

-¿Cuán serio?-le preguntó, frunciendo sus labios.

-Pansy me ha dicho que Stephen planea pedirle matrimonio a fin de mes, en el día de su aniversario-Hermione sabía bastante de la relación de Draco y Stephen gracias a Pansy, con quién trabaja en San Mungo, ambas siendo ahora bastante unidas, a diferencia de lo que había sido en el colegio. Ron continuamente decía que la morena era una mala influencia para la castaña, definitivamente se había vuelto más Slytherin desde que andaban juntas.

Harry ladeó su cabeza, sus ojos de regreso en Draco. Podía no hacer nada, dejar de nuevo que el tiempo pase, observar la vida perfecta del rubio mientras se compromete y se casa con Stephen y podía alegrarse por él. Ser el buen perdedor, como dicen. Pero Harry ya había perdido demasiado tiempo y además, no estaban comprometidos todavía, así que según él, habían muchas cosas que podían pasar en el intermedio. Sonriendo maliciosamente, Harry volvió sus ojos hacia su amiga.

-Nadie sabe lo que te espera en el futuro, Mione-dijo con pequeña risa.

Mientras haya tiempo y Draco no haya dando el "sí", entonces todavía había esperanza. Y Harry la iba a aprovechar.