Lobos y Corderos.
By Aya K

¿Cómo habían acabado así? Se suponía que iba a enseñarle uno de los interesantes libros que había comprado su padre hacía años. Una edición especial de un clásico de la literatura universal. ¿Entonces cómo demonios había acabado acorralado contra la librería con Erik tras su espalda diciéndole guarradas?

Notaba el aliento del polaco sobre su nuca haciendo que se le erizase todo su cuerpo sin control. Erik sabía perfectamente cómo llamar su atención y más cuando se acoplaba a su cuerpo como si fuesen dos piezas de un puzzle que cuadraban a la perfección.

Ni siquiera se había dado cuenta de cuándo Erik había dejado de mirarle como siempre y había comenzado a mirarle con esa mirada profunda y desesperada que ponía siempre que el deseo se hacía incontrolable entre los dos.

Las manos de Erik dudaban entre su cuerpo y sus manos para no dejar que diese la vuelta y le enfocase de frente. Y Charles no salía de su asombro al verse completamente dominado y encantado con la situación. Pensaba que no le iba a gustar que otro le dominase, normalmente era él quien llevaba la voz cantante, pero se encontraba con que ansiaba el momento en el que a Erik se le cruzasen los cables y acabase con toda esa tensión que había entre ellos para convertirla en pura pasión desbordada.

O, diciéndolo menos finamente, para que le follase en el lugar que él escogiese sin que Charles le impidiese nada de nada.

Justo como estaba haciendo en aquel momento, en el que Charles estaba a su merced y el rubio se estaba tomando su tiempo para desabrocharle la chaqueta que llevaba y la camisa con toda la lentitud que podía; sabiendo que aquello desesperaría al profesor.

Y es que Erik sabía como hacerle enloquecer. Cómo tenía que tocarle y cómo hablarle para desesperarle por completo y hacer que se rindiese a sus deseos más perversos en tan sólo cinco minutos.

Como en aquel momento en el que sus manos ya tanteaban por encima del cinturón de sus pantalones y sabía que podía hacerle lo que quisiese. Y sabía que a Charles también le gustaba porque sino no se habría dejado empotrar contra la librería de su madre con tanto gusto.

No necesitaba mucho más para ganarle la partida a Charles. Conseguir abrir por completo sus pantalones, colar una de sus manos dentro mientras la otra le agarraba por el pecho y le susurraba todo lo que le haría de tener tiempo, no ser de día, y no vivir con la incertidumbre de que les descubriesen; y Charles ya estaba gimiendo y jadeando con las manos amarrándose a las baldas de la estantería y el resto del cuerpo temblando contra él.

Negar que le gustaba ser tan sádico con él era mentirse. Le encantaba ser tan malvado con el pobre Charles, pero era su castigo por ser tan tremendamente apetecible y después de todo… llevaba demasiado tiempo concentrado en la venganza y ahora que había encontrado otra válvula de escape para sus emociones y pensamientos perversos no iba a dejarla escapar tan fácilmente.

Además… no era como si Charles se quejase realmente por ello.


Un pequeño drabble que se me ocurrio el otro dia y que no pude evitar escribir. Espero que guste ^^